«…
Dios le debe todo a Bach. Sin Bach, Dios sería un personaje de tercera clase.
La música de Bach es la única razón para pensar que el Universo no es un
desastre total. Con Bach todo es profundo, real, nada es fingido. El compositor
nos inspira sentimientos que no nos puede dar la literatura, porque Bach no
tiene nada que ver con el lenguaje. Sin Bach yo sería un perfecto nihilista.»
Émil M. Cioran
JOHANN
NICOLAUS FORKEL,
"Grandeza del genio de Bach"
"Cuando se ve que un artista escribe un
número inmenso de obras de la más variada especie, de tal originalidad que no
se parecen a ninguna de las producidas en otras épocas; obras cuyo carácter
general consiste en que poseen una abundancia de ideas a la vez profundas y
agradables, de tal manera que el auditor, conocedor o no, no puede por menos
que gozar de su encanto, apenas hace falta preguntarse si tal músico era o no
un gran genio. La más fértil imaginación, la facultad de creación más
inagotable, un juicio depurado y una asombrosa sagacidad, un gusto de una
seguridad poco común que le hacía borrar cualquier nota que no estuviese en
estrecha relación con el conjunto de la composición, una genialidad sin ejemplo
en el empleo de los recursos más delicados y más insólitos en el arte, un
talento sin igual en la ejecución de los instrumentos: tales son las cualidades
que necesita la acción común de todas las potencias del alma. Caracteres
realmente geniales, de tal manera que quienes no puedan descubrirlos en Bach y
en sus obras es que no las conocen o que solamente las conocen de una manera
imperfecta. Es menester, en efecto, asimilarse esas composiciones para poderlas
apreciar, tanto a ellas en sí mismas como al genio del autor. Semejante tarea
supone, por parte del aficionado, un estudio serio y tenaz. El espíritu ligero
y frívolo que revuela sin cesar de flor en flor, sin detenerse en ninguna, nada
tiene que hace aquí."
(Tomado de su biografía titulada Johann Sebastian Bach, capítulo XI. Edición del Fondo de Cultura Económica, Breviarios 31, México, 1949)
Johann Nicolaus
Forkel, el primer biógrafo de J. S. Bach, y acaso también su primer crítico
profundo, nació en Meeder, Coburgo, en 1749, y murió en Gotinga en 1818. Se
trata del único “musicólogo” (especialidad no del todo delimitada aún en su
tiempo) que tuvo la dicha y el privilegio de conocer personalmente al músico.
Sus observaciones, más allá de las limitaciones y de una perspectiva, algo
sesgada en su conjunto, según opiniones autorizadas, siguen siendo de inconmensurable valor para el estudio
y la interpretación de la entidad humana y la obra del "Kantor von Leipzig".
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ALBERT
SCHWEITZER,
“El coral
en la obra de Bach”
“Hay una diferencia fundamental entre la música de Bach y
la de Händel. La obra de Bach tiene por baso el coral; Händel nunca lo usa. En
uno, la invención libre lo es todo; en el otro, en el autor de las cantatas y Pasiones,
surge del coral y se esfuma tras él. Las más hermosas y profundas obras de
Bach, aquellas donde expresa, bajo una forma musical, lo más íntimo de sus
pensamientos filosóficos, son fantasías para órgano sobre melodías de coral.
Parece extraño que Bach, genio creador si lo hubo, haya
tomado melodías ya hechas como base de su obra, pero lo obligaban las
circunstancias exteriores. Era organista y maestro de capilla y en tal carácter
componía para el culto. Sus cantatas y Pasiones estaban destinadas a servir
para la liturgia y, ciertamente, no debe
de haber imaginado que algún día pudieran ejecutarse fuera de ella. Al componer
para la Iglesia se vio obligado a hacer depender sus obras del coral, único
principio de la música sagrada del protestantismo. Händel era libre, pues no escribía cantatas sino
oratorios destinados al concierto sacro.
De la necesidad nace la fuerza. Es al coral, precisamente,
que la obra de Bach debe su grandeza. El coral no sólo lo puso en posesión de
los tesoros de la poesía y música protestantes sino que, además, le abrió las
riquezas de la Edad Media y de la música sagrada latina de donde él proviene. A
través del coral su música extiende raíces hasta el siglo XII y se encuentra
así en contacto vivificante con un gran pasado. No es ya, únicamente, un
fenómeno individual; en ella reviven las aspiraciones, los esfuerzos, el alma
misma de las generaciones pasadas. El arte de Bach representa la plenitud del
coral alentada por el soplo de un gran genio. No es una generación; son los siglos
los que han producido esta obra colosal.
[…]
Hacia el final del siglo XVII, el drama bíblico, en boga
durante la Edad Media bajo la forma del ‘drama-pasión’ con música, vuelve a
golpear a la puerta de las iglesias. Se empeña la lucha en pro o en contra de esta nueva creación. Es
Bach, una vez más, quien la resuelve. Rehabilita la antigua Pasión
idealizándola y escribe la Pasión según
San Mateo.
Desde cualquier ángulo que se lo considere, Bach es, pues,
el último término de una evolución artística que, preparada desde la Edad
Media, clarificada y activada por la Reforma, arriba a su plena floración en el
siglo XVIII. El coral está en el centro de esa evolución. Su historia se
impone, pues, como el necesario preludio de un estudio sobre Bach.”
(J. S.
Bach: El músico poeta, Parte I, Cap. 1 (título original: Jean-Sébastien Bach. Le musicien-poét, Leipzig, 1905).
Edición de Ricordi Americana S. A., Bs. As., 1955; traducción del francés por
Jorge D’ Urbano)
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"Johann Sebastian Bach
y su escritura",
y su escritura",
por la Agrupación de Grafoanalistas Consultivos de España - Boletín n° 10
“El
virtuoso y gran violinista Yehudi Menuhin, intérprete de magníficas sonatas y
suites del padre de la música… hace el siguiente comentario de la escritura autógrafa
y de las partituras escritas del mismo:
‘Cuando
contemplo la escritura de Bach, me imagino un cuerpo celestial en movimiento y
a mí mismo como testigo de un fenómeno natural que se desarrolla de acuerdo con
un inalterable orden natural en el que la humanidad toma parte parcialmente. No
hay por qué maravillarse de que percibamos la música de Bach como universal.
Puede verse la corriente poderosa e incontrolable de su escritura, como un río
afluye inexorablemente al mar, amoldándose con flexibilidad y docilidad a cada
piedra, colina o montaña y a cada ligero obstáculo en su paso. Su obra nos
conduce a una comparación con la germinación de una semilla en la que cada minúsculo
detalle de las especies, así como el funcionamiento de la planta futura, está
ya terminado. Al propio tiempo, se vincula a los factores condicionantes de la
luz, aire y nutrición, los cuales actúan conjuntamente como criador y señor…’
La
escritura de Bach es ‘pictorial’, de tal manera que Albert Schweitzer afirmaba
que ‘Bach es el más gráfico de los compositores’… que ‘era irascible y
obstinado… era, por encima de todo, honrado e incapaz de injusticia… Como
organista era imparcial y estricto en el examen de sus alumnos… Si podía rendir
un servicio a alguien, nunca se negaba a hacerlo…’.
Para
la eminente grafóloga Roda Wieser, sus ocasionales estallidos de cólera, no tan
frecuentes, eran comprensibles considerando el exceso de tensiones espirituales
que tenía que enfrentar… Los puntos de la letra ‘i’ bien colocados, en un
ambiente gráfico de gran asimetría constituyen la evidencia de su buena
voluntad (lo mismo sucede con Beethoven).
El
grafólogo Robert Ammann habla de un particular énfasis en la disposición, y los
anchos márgenes que expresan la capacidad de planificación y un elevado talento
para la construcción deliberada.”
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