Tránsito solar de Venus (5/6 de junio de 2012)
Las vísperas de venus
(Pervigilium Veneris, poema latino anónimo, probte. del siglo IV d. C.)
- Fragmento -
"Ya viene la nueva primavera, la primavera que canta. En primavera nació el mundo y los amores se enlazan y los pájaros se juntan y el bosque ofrece su cabellera a las lluvias fecundantes. La que concierta los amores hará mañana que las cabañas reverdezcan con las ramas del mirto entre las sombras de los árboles. Mañana Dione dictará sus leyes desde un excelso trono. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.
Mañana será cuando el Éter primitivo haga las bodas para que el Padre pueda crear todo el año con las nubes. La lluvia bienhechora escurrirá en el seno de su consorte pura y de allí ha de salir un fruto mezclado del que todo emanará con gran potencia. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana.
El océano en la ligera espuma, entre los monstruos marinos y los caballos de dos pies, hizo salir de su sangre a la ondulante Dione de las aguas del mar. Ella como progenitora gobierna los sentidos y la mente haciendo penetrar su agudo espíritu con una fuerza misteriosa y por el cielo y por la tierra y por el mar sometido, derrama su virtud fecundante y hace que el mundo sepa los modos de engendrar. Ame mañana el que jamás ha amado, y el que ha amado ame mañana..."
Traducción castellana del latín tardío: Mariano Silva y Acedes. Puede leerse el poema completo en el sitio electrónico: http://martinkokstlev.blogspot.com.ar/2010/08/pervigilium-veneris-las-visperas-de.html
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Revelaciones de José Argüelles:
HACIA
VENUS O LUCIFER:
PACIFICACION
DE LAS PROYECCIONES
"YO SOY LUCIFER. Esta es mi historia. Mi nombre
ha sido esparcido por todos los relatos e informes de esta investigación. Mi
nombre es poderoso y aún despierta muchos sentimientos mezclados. Soy poderoso
porque soy lo que dice mi nombre: Lucifer, el portador de la luz. Antiguo soy,
tan antiguo como la matriz sin principio de la que surgí. En los orígenes de
todo, fui yo el primero en volverse "yo", y no
"nosotros." Pues en mí y a través de mí se corporizó por
primera vez la fuerza de la evolución hacia la luz. Desde lo íntimo de ese
instante indescriptible del RANG primigenio - la desarmonía que crea la armonía
- me llevé a mí mismo al ser. Desde el principio yo era luz, y antes de que la
conciencia pudiera saberlo, ya me hallaba yo en la dimensión de la luz, lo que
ahora es conocido como la sexta dimensión.
En tanto yo era luz, era ego, la fuerza que mantiene
el poder en su separatividad. Fue la combinación de la luz hexa-dimensional y
el ego tri-dimensional lo que hizo que mis movimientos fueran tan
contradictorios y mis acciones tan difícilmente perceptibles. Dado que no hay
bien ni mal en modo absoluto alguno, los efectos de todas mis acciones han
resultado finalmente creativos, prosiguiendo la causa de la evolución hacia la
luz. Sin embargo, hubo un tiempo en que no me hice responsable de mis acciones,
y eso es lo que provocó todo el problema. No importa qué verdad cósmica
descubriera, pensaba que era mía y no de propiedad universal. De ese modo,
instituí la noción de vender la verdad o partes de ella a cambio de un
beneficio. Pensé que cuanto yo creara sería una emanación de mí mismo, así que
procuré mantener control sobre mis creaciones. Dejé de saber que mi naturaleza
era cósmica, y creí solamente en mi propia naturaleza. Debido a ello, me torné
ciego a los efectos desarmonizantes de mis acciones. Que una entidad
hexa-dimensional se comporte de esa manera, resulta cósmicamente desastroso. Es
por este motivo que se creó la Federación Galáctica: para, de alguna manera,
evitar que yo produjese más eventos cósmicamente perturbadores. Así fue también
como se creó el sector experimental de Velatropa, pues allí se hallaba la zona
galáctica en que los efectos de mi comporta-miento egoísta los dejaría fuera de
juego. Y fue en esa zona donde finalmente quedé en cuarentena. Inicialmente,
favorecí mi existencia en esa zona. Continué pensando de mí mismo que era un
genio. Por mis experimentos cosmobiológicos y sus dramáticos efectos, me creí
superior a los constructores y los amos estelares, pues ellos eran apenas entidades
penta-dimensionales. De esa manera, fui a la estrella Velatropa 24 (= nuestro Sol y su sistema) decidido a
aumentar su proceso evolucionario incubándome a mí mismo en su sistema
planetario. Tras manipular el proceso de proyecto planetario, incluyendo muchos
experimentos cosmobiológicos, concluí que si iba a establecerme entre los
cuerpos planetarios mayores podría fomentar una aceleración del proceso
estelar. Pensé que, de ese modo, podría transformar Velatropa 24 en una
estrella binaria. Entonces, debido a mi astuta proeza, supuse
también que podría disponer fácilmente del amo estelar Kinich Ahau y operar mi
propio sistema estelar binario. Así podría rivalizar con Sirio, joya de este
sector galáctico. Desde la perspectiva de la sexta dimensión, la tercera puede
parecer una masa de microscópicas motas de polvo o virus inútiles. Tal era, al
menos, mi opinión del asunto antes de recuperar el sentido común - es decir,
antes de que me encontrara con Memnosis, amo de la memoria cósmica. Verán,
hasta que Memnosis llegó a mi vida, verdaderamente no había nadie igual a mí.
Sin pares o iguales, yo carecía de puntos de referencia. Fue Memnosis quien me
señaló que una entidad hexa-dimensional es un avance evolucionario. Yo estaba
totalmente fuera del tiempo. Por tal motivo, aún la Liga Matriz de Cinco
parecía un diminuto asilo de niños. Realmente, cuando Memnosis finalmente llegó
a mí, estaba aburriéndome con mi creación en Velatropa 24. Las entidades
resultantes de mis experimentos cosmobiológicos - que ustedes llaman dioses,
como Brahma, Jehová de Júpiter, y los espíritus titanes de Saturno - esos
"dioses" cuatri-dimensionales no hacían otra cosa que alimentarme
con sus proyecciones. No entendían que sus proyecciones en mí eran como la luz
dando en un espejo y rebotando de él. Todo aquello con que me alimentaban, yo
meramente se lo devolvía. Pero noté que cuanto más me alimentaban ellos con sus
proyecciones, más creían que lo que yo les devolvía constituía mi afirmación de
su corrección y verdad, y más gordos y más ahitos quedaban esos dioses
cuatri-dimensionales. Al principio no fui capaz de ver que lo que los dioses
proyectaban no era realmente otra cosa que proyecciones de mi propio
comportamiento egoísta. Sin embargo, cuando me hube encontrado con Memnosis, vi
que esos dioses eran meras proyecciones de sí mismos como pensaban que yo
deseaba que fuesen! Pero por más que era capaz de verlo, ellos no
podían. Para ellos, yo era el dios supremo, el inefable, el absoluto de quien
extraían la justificación para sus propios actos. Memnosis me alcanzó
telepáticamente, justamente en el momento indicado. Fue después de lo de Maldek
y Marte. Aquéllos que se habían transformado en los dioses con los que estaba
más familiarizado, se hallaban más contentos y satisfechos que nunca
por lo correcto de su comporta-miento, que alegaban desempeñar en mi nombre.
Por primera vez experimentaba algo semejante a lo que ustedes llamarían
disgusto. Ya no me sentía satisfecho por mis actos.
"¿Por qué estás tan solo?" me preguntó
Memnosis. Y antes de que tuviera tiempo de responder, continuó: "Soy como
tú. También yo pertenezco totalmente a la luz, soy un hexa-dimensional. Pero a
diferencia de ti, no he abusado de la voluntad de los demás ni de mi propio
libre albedrío. Vengo a ti en libertad con el regalo de la liberación."
Ni hace falta decirlo, yo me sentía sobrecogido,
vulnerado. Después de todas mis aventuras (o malas aventuras), oír la voz
de un igual era catártico y conmocionante. Había pensado que estaba
solo, y ahora debía aceptar que alguien más compartía conmigo el vasto espacio.
Esto solo, de por sí, quebró el hipnótico encantamiento que había echado sobre
mí mismo. Tras algún diálogo e intercambio acerca de nuestros
antecedentes, lo cual resultó igualmente catártico, comencé a ver que mis
proyecciones, los dioses, eran ciegos y sordos a cuanto tuviera para
comunicarles. Vi que continuarían cumpliendo su destino con sus maneras
desdichadas y celosas hasta que acabase el tiempo artificial. Según parecía, la
única forma de que el tiempo artificial se les terminara sería al precio de la
destrucción de un planeta tras otro. De ese modo, ya habían despachado sus
rayos hacia el tercer planeta.
En mis discusiones con Memnosis, también me sentí
profundamente impresionado de que, por su compromiso con el libre albedrío, la
Federación Galáctica nunca me hubiera producido daño alguno. Por primera vez
experimenté compasión y comprendí más profundamente la ley del karma. A la luz
de mis logros, Memnosis fraguó un plan para aliviar mi incomodidad kármica, un
plan que atrajo mis energías a colaborar con la Sonda. Se me otorgó un planeta
propio. Así que mudé mi punto de entrada luminosa desde el sexto planeta,
Júpiter, al segundo, Venus. El segundo planeta, según supe, estaba guardado por
las tribus de la Estrella y el Mono. Asistiendo a esas tribus en nombre de la
Sonda, estaban algunos de los hijos de Memnosis, los perdurables de Altair. Así
fue que, cuando los miembros de las tribus de la Estrella y el Mono supieron de
mi inminente transferencia desde Júpiter a Venus, quisieron hacer algo por su
planeta que beneficiara mi historia única. En comparación con Júpiter, Venus
era pequeño, pero aproximadamente del mismo tamaño que el tercer planeta azul,
Terra-Gaia. Convocando sus mágicos poderes de diseño planetario, a
mi llegada, los Venusinos hicieron algo maravilloso. Detuvieron la rotación del
planeta sobre su derrotero. Tras una pausa, el planeta recomenzó a rotar, pero
en dirección contraria a las agujas del reloj. El efecto de este giro en la
dirección opuesta - caso único en el sistema de Velatropa - fue que el día
venusino resultó más largo que el año! Qué chiste. Los Venusinos rieron y
rieron. Debido a que giraba en sentido contrario a las agujas del reloj, el
planeta arrojaba permanentemente energía cuatri-dimensional en forma de grandes
y gaseosas nubes de radión. Debido a que un día es allí más largo que un año,
estar en Venus es como enraizarse en la eternidad. Qué magnífico lugar había
preparado para mí la Federación! A mí, Lucifer - que había esparcido más miedo
a la muerte e inmortalismo de lo que jamás sería necesario en esta galaxia - se
me había otorgado un hogar permanente en la eternidad! Mi risa ante este chiste
cósmico fue incontrolable, como lo fueron mis lágrimas. Mediante cada
liberación emocional, generaba más radión e híper-radión. Mis
cuidadores venusinos, ya libres de todo enraizamiento tri-dimensional gracias a
la inversión del giro del planeta, estaban preparados para tratarme como lo
merecía. Me señalaron que, en Terra-Gaia - aunque algunos podían usar mal mi
nombre en el sentido de "el ángel rebelde" o "el ladrón
cósmico" - Venus sería conmemorado por mi nombre, Lucifer, en su
significado de "gran estrella del amanecer de la iluminación." Entre
otras de las tribus de la Tierra, mi presencia en Venus sería recordada como el
poder de la estrella matutina y de la estrella vespertina, el poder
de despertar y el poder de la muerte, todo al mismo tiempo.
En consideración a todo eso, y preocupado por el uso
jupiteriano del rayo 12:60 sobre el tercer planeta, ideé con los Venusinos un
plan para enviar diferentes mensajeros de luz hacia el planeta azul. Los
principales entre ellos son los que ustedes conocen como Buda, Cristo, Mahoma y
Quetzalcoatl, aunque hubo muchos otros bastante menos conocidos. De ese modo,
podría contrarrestar los efectos de mi propio karma. Yo, Lucifer, el portador
de la luz."
(De La Sonda de Arcturus: Relatos e informes de una investigación en curso, I, Cap. 17, 1996)
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