SOLLOZOS DE UNA MÁSCARA DOGON
¡Tétrico
golpe de
tambor!/
¡Tarum – ba – Po! / Mi hebra derramada.
Mi aguijón
en la roja
oscuridad. / Mi cuenco
roto.
Tibio huevito mío.
/ Arrancado de
mí, y Amma
dormía.
Ojitos que aluciérnaga una miel de leche
extraña. /¡Retum – ba - Po!
Herrero enmascarado,
/ obrero de la luna
segadora, / guadaña de mi velo.
Dormimos juntos siempre, / la misma piel por sábana, / y
adentro el mismo río…
El
damalisco reclinó sus cuernos / para sentir por fin en la ceniza / el
sabor de la muerte…
Entre las lenguas de humo de otra orgía, / ratas enloquecidas buscan… buscan…
Granos somos de tiempo, / la sangre manoseada, / el
plomo y la lava del engaño,
el filo en el puñal del sacrificio y el
becerro; / lluvia, en el
trueno, sed, en la
raíz…
Nos envuelven las hélices / de un sueño de semillas imantadas. / Todo
nos llama…
Pero Thoth el egipcio nos prometió
su oro / y el canto sin origen de Sothis, que nos guarda:
¿Oyes esa cascada de cristal / fluyendo en la ordenada jungla de los astros?
Es nuestro propio eco: regresemos… / De nuevo ser la órbita y el centro.
De nuevo, aquella
c áscara rajada, / y el cordón que refulge y el ombligo.
El triple imán
que anuda / y la espiral que gira… gira….
Ser
la primera chispa…
GUSTAVO ARITTO
© 2012
Un poema "gemelo" a éste, El cráter", fue publicado en este mismo blog con fecha 14-05-2012. El lector interesado en la entidad y las cualidades del mundo intraterreno de Iberá (o Iberah) podrá encontrar información en las notas al mencionado poema. Queda en manos del internauta asomado a este texto el lograr, mediante la fijación personalizada del tamaño de página, que la imagen de la "máscara" resulte aproximada al óvalo original.
Nota al poema
El pueblo de los
dogon (o dogones), oriundos habitantes de Malí, es, como se sabe, uno de los
más fascinantes enigmas etnológicos. Sus extraordinarios conocimientos
astronómicos (muy minimizados por algunos escépticos) indujeron a aceptar en su
raza un origen extraterrestre asociado a Orión e íntimamente ligado al sistema
estelar de Sirio (su deificada Po), de la constelación del Can Mayor. La criptolengua sigui so era la usada exclusivamente por
los miembros de la cofradía conocida como Sociedad Sigui de las Máscaras, los Oloubarou,
quienes presidían la ceremonia ritual funeraria homónima cada 65 años. Les
estaba prohibido a las mujeres aprenderla y usarla; aquí, no obstante, el poema
deja oír voz de mujer. El árbol era, como
para otros pueblos antiguos, morada del alma expectante del difunto. Su
dios-creador absoluto se llamaba Amma. Las dos estrellas registradas del
sistema Sirio (A y B) parecen haber expresado una suerte de “reconciliación
mítica” entre los dioses egipcios Horus y Seth (los griegos identificaron a
este último como “Typhón”, es decir, un “cegador cometa”). Los dogon –que
parecen haber reconocido ahí tres estrellas- concibieron a Po (Sirio B) como la semilla o placenta cósmica, germen de la
planta Digitaria exilis o Fonio,
fuente de su alimentación básica. Po o Sirio B se emplaza, así, como un
verdadero “huevo cósmico” (tradicionalmente bipartito) propiciador del Big Bang
que originó el universo físico. Sus aún inexplicables saberes acerca de la
galaxia incluyeron la visión de la órbita elíptica de Sirio B y la ubicación de
Sirio A en uno de sus polos (representada aquí dentro del óvalo). Todo el
sistema estelar (incluyendo nuestro Sol, Alfa de Centauro, Proción, Altair,
etc.) configuraron para ellos una colosal “molécula cósmica”. En esta “letanía”
una virgen llora su violación; las referencias a una intervención
extraterrestre y la elíptica alusión a la manipulación genética descansan en
ese complejo y misterioso conocimiento. Varones y mujeres tenían graneros
separados en la aldea dogon, aparte unos de otros, como la toguna, recinto exclusivo para reunión de hombres, tomaba distancia
de la casa íntima para varonas en período menstrual. Entre sus ritos de paso,
la circuncisión les era normalmente practicada, tanto a los niños como a las
niñas púberes, por un herrero de la tribu. La disposición visual, tergiversada en esta página por las limitaciones tecnológicas de la misma, así como el
círculo que aparece en el foco inferior de la elipse (aquí forzado también a ser una insignificante marca cuadrada por el sistema de edición), son un calco del esquema
arquetípico del Huevo Cósmico que, sometido a una triangulación mística,
utilizó Salvador Dalí para configurar su pintura El Cristo de San Juan de la Cruz.
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