VISIONES DEL SILENCIO EN EL GENIO DE MADANAPALLE
De Diario I
“Ayer paseamos a lo largo del camino favorito que está junto al ruidoso torrente, en el estrecho valle de oscuros pinos, campos florecidos y en la distancia la maciza montaña cubierta de nieve y la cascada. Era un paseo encantador, pacífico y refrescante. Fue allí, mientras caminábamos, que advino esa sagrada bendición; era algo que casi podía palparse, y muy profundamente dentro de uno había movimientos de cambio. Era un atardecer de encantamiento y de belleza que no pertenecían a este mundo. Estaba ahí lo inmensurable y, por consiguiente, estaba el silencio.”
“Era una verde pradera, con un verde de una riqueza tal que no se ve en ninguna parte, pero esa pequeña alquería y ese verde pasto contenían en sí toda la tierra y toda la humanidad. Había en ello una finalidad absoluta; era la finalidad de la belleza que no está torturada por el pensamiento y el sentimiento. La belleza de un cuadro, una canción, una casa, es producida por el hombre para que se la compare, se la critique, para que se le sumen cosas, pero esta belleza no era una obra hecha por la mano del hombre. Todo lo que es obra del hambre debe ser negado con decisión antes de que esta belleza pueda ser. Porque ella necesita total inocencia, total austeridad; no la inocencia urdida por el pensamiento ni la austeridad del sacrificio. Sólo cuando el cerebro está libre del tiempo y sus respuestas son absolutamente silenciosas, existe esa austera inocencia.”
“Sólo cuando hay quietud en la totalidad de la conciencia, puede surgir eso que no tiene principio ni fin. La meditación es el vaciado de la conciencia, no con el propósito de recibir, sino que es el vaciado de todo esfuerzo por alcanzar algo. Debe haber espacio para el silencio, no el espacio creado por el pensamiento y sus actividades sino el espacio que adviene por la negación y la destrucción, cuando nada ha quedado del pensamiento y sus proyecciones. Sólo en el vacío puede haber creación.”
De Diario II
“El cielo tenía ese sorprendente azul que sólo se ve en las montañas. Uno lo contemplaba a través de las hojas y los enhiestos pinos. No había allí nadie con quien hablar y la mente no parloteaba. Una urraca blanquinegra pasó volando y desapareció en el monte. El sendero llevaba muy lejos del ruidoso torrente y el silencio era absoluto. No era el silencio que sigue al ruido; no era el silencio que adviene con la puesta del sol, ni era ese silencio que llega cuando la mente se apaga. No era el silencio de los museos y las iglesias, sino algo que no tenía relación alguna con el tiempo y el espacio. No era el silencio que la mente elabora por sí misma. El sol ardía y las sombras eran agradables.”
“Cuando ustedes comprenden que no existe método ni sistema, ni mantra, ni maestro, ni nada en el mundo que pueda ayudarlos a aquietar la mente, y comprenden la verdad de que sólo una mente quieta puede ver, entonces la mente se torna extraordinariamente silenciosa. Es como ver el peligro y evitarlo; de la misma manera, cuando uno ve que la mente tiene que estar completamente silenciosa, la mente se silencia.
Pero la calidad del silencio es lo importante. Una mente muy pequeña puede estar muy tranquila porque tiene su propio pequeño espacio donde se mantiene quieta; ese pequeño espacio, con su pequeña quietud, es la cosa mas muerta imaginable ‑ustedes saben lo que es. Pero una mente con espacio ilimitado que posea esa quietud, ese silencio, no tiene el centro del “yo”, del “observador” y, por lo tanto, es del todo diferente. En ese silencio no existe el “observador” en absoluto; esa calidad de silencio tiene un vasto espacio sin fronteras y está intensamente activa. La actividad de ese silencio es completamente distinta de la actividad egocéntrica. Si la mente de un hombre ha ido tan lejos (y en realidad no está tan lejos, está siempre ahí si uno sabe mirar), quizás entonces allí esté, sin ser invitado, lo que el hombre ha buscado por siglos: Dios, la verdad, lo inconmensurable, lo innominado, lo intemporal. Ese es un hombre bienaventurado, para él son la verdad y el éxtasis.”
“¿Sabe cómo el hombre descubrió la propulsión a chorro? ¿Cómo ocurrió? El conocía todo lo que había que conocer acerca del motor de combustión y buscaba algún otro método. Para mirar hay que estar silencioso; si uno lleva consigo todo el conocimiento de su motor a combustión, encontrará únicamente lo que ya conoce. Aquello que uno aprendió tiene que estar dormido, quieto, y entonces puede descubrirse algo nuevo. De la misma manera, para ver a su esposa, a su esposo, el árbol, al vecino, la total estructura social que es desorden ustedes tienen que encontrar silenciosamente una manera nueva de mirar y, por lo tanto, una manera nueva de vivir y de actuar.”
“La comprensión es posible únicamente cuando hay observación sin el centro como observador. ¿Alguna vez han observado, han estado alerta, han tratado de descubrir qué es la comprensión? La comprensión no es un proceso intelectual, ni una intuición o un sentimiento. Cuando decimos: “comprendo algo muy claramente”, hay una observación que nace de un completo silencio; sólo entonces hay comprensión. Cuando decimos que “comprendemos algo”, queremos decir que la mente escucha en silencio, sin aceptar ni rechazar. En ese estado se escucha completamente y sólo entonces hay comprensión y esa misma comprensión es acción. No es que primero haya comprensión y que la acción siga después; es un solo movimiento simultáneo.”
“La mayoría de nosotros conoce esa sensación de absoluta quietud cuando hay una gran sacudida. Esta puede producirse en lo externo por algún incidente, o puede ser creada artificialmente en lo interno mediante una serie de preguntas imposibles como las que se formulan en alguna escuela Zen, o por algún estado imaginario, alguna fórmula que fuerza la mente a silenciarse -lo cual, evidentemente, es más bien infantil e inmaduro. Para una mente que es capaz de percibir en el sentido de que hemos estado hablando, esa percepción es acción. Para percibir, la mente tiene que estar por completo silenciosa; de otro modo ella no puede ver. Si quiero escuchar lo que usted está diciendo, tengo que escuchar silenciosamente. Cualquier pensamiento errabundo, cualquier interpretación de lo que usted está diciendo, cualquier sentido de resistencia, impide el verdadero escuchar.
Por lo tanto, la mente que quiere escuchar, observar, ver o estar atenta, tiene que hallarse, por necesidad, extraordinariamente quieta. No es posible que esa quietud se produzca con motivo de una conmoción interna o por encontrarse la mente absorta en una idea particular. Cuando un niño está absorto en un juguete, está muy quieto, jugando. Pero es el juguete lo que ha absorbido la mente del niño y ha hecho que permanezca quieto. Cuando se toma una droga o se hace cualquier cosa artificial, existe este sentimiento de haber sido absorbido por algo más grande; una pintura, una imagen, una utopía. La mente puede llegar a estar silenciosa sólo mediante la comprensión de todas las contradicciones, perversiones, condicionamientos, temores, distorsiones. Nos preguntamos si esos temores, desdichas, confusiones, pueden ser erradicados todos instantáneamente, de manera que la mente esté serena para observar, para penetrar en sí misma.”
“Uno tiene que darse cuenta de todo, descartarlo todo: tiempo, análisis, resistencia, el tratar de llegar al otro lado, el vencer, etcétera, porque por esa puerta no hay fin para el sufrimiento.
Después de escuchar todo esto, ¿puede uno hacerlo realmente? Esta es una pregunta de veras importante. No hay un “cómo”. No hay nadie que le diga a usted qué hacer y que le dé la energía necesaria. Para observar se requiere gran energía: una mente silenciosa es la energía total sin desperdicio alguno; de otro modo, no está silenciosa. ¿Y puede uno observarse con esta energía total, de manera tan completa que el ver sea el actuar, y, por lo tanto, el fin del problema?”
De Último Diario
“De modo que, con las nubes suspendidas sobre las copas de los árboles y con los pájaros silenciosos que aguardan los truenos, ésta es una mañana apropiada para estar serios, para inquirir en toda la existencia, para cuestionar a los dioses mismos y a toda la actividad humana. Nuestras vidas son muy cortas, y durante ese corto periodo no hay nada que aprender acerca del campo total de la psique, que es el movimiento de la memoria. Sólo podemos observarlo. Observar sin movimiento alguno del pensar, observar sin el tiempo, sin el conocimiento pasado, sin el observador, que es la esencia del pasado. Sólo observar. Observar esas nubes que se forman y vuelven a formarse, observar los árboles, los pajarillos. Todo eso es parte de la vida. Cuando uno observa atentamente, diligentemente, no hay nada que aprender; sólo existe ese vasto espacio, ese silencio, ese vacío que es energía devastadora.”
“El silencio es una gran bendición, purifica el cerebro, le da vitalidad, y este silencio desarrolla una gran energía, no la energía del pensamiento o la energía de las máquinas, sino una energía incontaminada que no ha sido tocada por el pensamiento. Es la energía que posee una capacidad y destreza incalculables. Y éste es un lugar donde el cerebro, hallándose muy activo, puede estar en silencio. Esa misma actividad intensa del cerebro, tiene la cualidad y profundidad y belleza del silencio.”
“Todo parece tener su sonido. Ese árbol en el campo posee en su solitud ese peculiar sonido de hallarse separado de todos los otros árboles. Las grandes secoyas tienen su propio perdurable y profundo sonido antiguo. El silencio posee su sonido peculiar. Y, por supuesto, el inacabable parloteo diario de los seres humanos acerca de sus negocios, de su política, de sus progresos tecnológicos, etc., tiene también su sonido propio. Un libro verdaderamente bueno posee sus peculiares vibraciones de sonido. Y también el inmenso vacío tiene su propio latido sonoro.”
“Las palabras no pueden medir la extensión y vastedad del espacio, ni los ondulados cerros, ni el cielo azul ni el desierto distante. Eso era la totalidad de la tierra. Uno apenas si se atrevía a hablar, tanto exigía el silencio que no se le perturbara. Y ese silencio tampoco pueden medirlo las palabras. Si uno fuera un poeta, probablemente lo mediría con las palabras, lo expresaría en un poema, pero eso que se escribe no es lo real. La palabra no es la cosa. Y aquí, sentado junto a una roca que se estaba calentando con el sol, el hombre no existía. Los ondulados cerros, las más altas montañas, los grandes y extensos valles, el profundo azul; no había nada más que eso; uno no existía.”
De Encuentro con la vida
“La meditación es un movimiento en lo desconocido y de lo desconocido. Uno no existe, sólo está el movimiento. Uno es demasiado pequeño o demasiado grande para este movimiento que no tiene nada detrás ni delante de sí. Es esa energía que el pensamiento-materia no puede alcanzar. El pensamiento es perversión porque es producto del ayer; está preso en las redes de los siglos y por eso es confuso, carente de claridad. Hagamos lo que hagamos, lo conocido no puede alcanzar lo desconocido. La meditación es un morir para lo conocido.
Uno ha de mirar y escuchar desde el silencio... El silencio no es la terminación del ruido; el incesante clamor de la mente y el corazón no concluye en el silencio; éste no es un producto ni un resultado del deseo o de la voluntad. La totalidad de la conciencia es un inquieto, ruidoso movimiento dentro de las fronteras de su propia hechura. Dentro de estas fronteras, el silencio o la quietud no son más que la momentánea cesación del parloteo; ése es el silencio tocado por el tiempo. El tiempo es memoria y para él el silencio es corto o largo, puede medirlo, darle espacio y continuidad, y entonces se convierte en un juguete más. Pero esto no es el silencio. Todo lo que está compuesto por el pensamiento se encuentra dentro del área del ruido, y el pensamiento no puede en modo alguno callarse. Puede construir una imagen del silencio y ajustarse a ella rindiéndole culto como a tantas otras imágenes que ha fabricado, pero su fórmula del silencio es la negación misma de éste, sus símbolos son la negación de la realidad. El propio pensamiento debe callar para que el silencio sea. El silencio existe siempre en el presente, lo cual no ocurre con el pensamiento. Este, siendo siempre viejo, no puede penetrar en el silencio, que es siempre nuevo. Lo nuevo se convierte en lo viejo cuando es tocado por el pensamiento. Uno ha de hablar y mirar desde este silencio. Lo verdaderamente anónimo surge de este silencio, y no hay otra humildad que ésa. Los vanidosos son siempre vanidosos, aunque se pongan las vestiduras de la humildad, con lo cual se vuelven duros y susceptibles. Pero desde este silencio la palabra “amor” tiene un significado por completo diferente. Este silencio no está ahí afuera, sino que se encuentra donde no existe el ruido del pensamiento.”
De Más allá del tiempo
"La creación es eternamente nueva. Esa novedad es la que los artistas tratan de descubrir. Debido a eso, se complacen en toda suerte de absurdos, pero son pocos los que llegan a ese punto en que la mente está en absoluto silencio, silencio desde el cual surge este movimiento que es siempre nuevo. El instante en que ese movimiento se expresa...
Entonces, si en mi vida diaria hay un orden completo en el cual no existe perturbación alguna, ¿cuál es la relación de ese orden con el orden infinito? ¿Puede ese movimiento silencioso del orden, de esa cosa extraordinaria, afectar mi vida cotidiana, cuando tengo orden psicológico interno?"
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Diario I, Orión, 1989
Diario II, Edhasa, 1983
Último Diario, Edhasa, 1989
Encuentro con la vida, Edhasa, 1993
Más allá del tiempo Kier, 1996
Todas las traducciones son de Armando Clavier.
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