17 de marzo de 2013

"UNA TIERRA SIN CAMINOS" (XVIII): UNA CONCIENCIA VACÍA PARA AMAR / LA "FENOMENOLOGÍA " DE J. KRISHNAMURTI







“La ciencia genuina, hasta donde alcanza su verdadera doctrina, carece de profundidad. La profundidad es cosa de la sabiduría.”

Edmund Husserl







De

La raíz del conflicto

(J. Krishnamurti en diálogo con J. Needleman)



“Needleman: En sus pláticas usted da un nuevo significado a la necesidad de que el hombre sea su propia autoridad. Sin embargo, ¿no puede esta aseveración convertirse fácilmente en una forma de psicología humanística sin referencia a lo sagrado, a la dimensión trascendental de la vida humana sobre la tierra en medio de un cosmos inmenso e inteligente? ¿No debemos tratar de vernos a nosotros mismos no sólo en el instante, sino también como criaturas del Cosmos? Lo que trato de plantear es esta cuestión de la dimensión cósmica.

KRISHNAMURTI: Tan pronto como empleamos la palabra «dimensión», ella implica espacio, de otro modo no hay dimensión, no hay espacio. ¿Estamos refiriéndonos al espacio, al espacio exterior, al espacio infinito?

Needleman: No.

KRISHNAMURTI: ¿O a la dimensión del espacio en nosotros?

Needleman: Pienso que tendría que ser lo último, pero no totalmente exento de lo primero

KRISHNAMURTI: ¿Hay diferencia entre el espacio exterior que es ilimitado y el espacio que existe en nosotros? ¿O no hay espacio en absoluto dentro de nosotros y sólo conocemos el espacio exterior? Conocemos el espacio en nosotros como un centro y una circunferencia. La dimensión configurada por ese centro y el radio que parte de ese centro, es lo que generalmente llamamos espacio.

Needleman: El espacio interior, sí.

KRISHNAMURTI: Sí, el espacio interior. Ahora bien; si hay un centro el espacio debe ser siempre limitado, y en consecuencia dividimos el espacio interno del espacio exterior.

Needleman: Sí.

KRISHNAMURTI: Nosotros sólo conocemos este espacio limitadísimo, pero pensamos que nos gustaría alcanzar el otro espacio, tener un espacio inmenso. Esta casa existe en el espacio, de otro modo no podría haber casa, y las cuatro paredes de esta habitación conforman su espacio. Y el espacio en mí es aquél que el centro ha creado alrededor de sí mismo. Como ese micrófono...

Needleman: Sí, el centro de interés.

KRISHNAMURTI: No tan sólo el centro de interés; él tiene su propio espacio, de otra manera no podría existir.

Needleman: Sí, de acuerdo.

KRISHNAMURTI: Del mismo modo, los seres humanos tienen un centro y desde ese centro ellos crean un espacio, el centro crea un espacio a su alrededor. Y tal espacio es siempre limitado, debe serlo; el espacio es limitado a causa del centro.

Needleman: Es definido, es un espacio definido, sí.

KRISHNAMURTI: Cuando usted usa las palabras «espacio cósmico»...

Needleman: Yo no usé las palabras «espacio cósmico», dije cósmico, la dimensión del cosmos. Yo no preguntaba acerca del espacio exterior y los viajes a los planetas.

KRISHNAMURTI: Entonces estamos refiriéndonos al espacio que el centro crea en torno de sí mismo, y también al espacio entre dos pensamientos. Hay un espacio, un intervalo entre dos pensamientos.

Needleman: Sí.

KRISHNAMURTI: Y habiendo el centro creado un espacio en torno de sí, existe el espacio fuera de ese limite. Hay un espacio entre el pensar, entre pensamientos, un espacio alrededor del centro, y también el espacio más allá de la cerca alambrada. Ahora. ¿cuál es la pregunta, señor? ¿Cómo extender el espacio? ¿Cómo entrar en una diferente dimensión del espacio?

Needleman: No cómo, sino...

KRISHNAMURTI: ... no cómo ¿Existe una dimensión del espacio diferente del espacio en torno del centro?

Needleman: ¿O una diferente dimensión de la realidad?

KRISHNAMURTI: Del espacio, por el momento estamos hablando de eso, podemos emplear esa palabra. En primer lugar, debo ver muy claramente el espacio entre dos pensamientos.

Needleman: El intervalo.

KRISHNAMURTI: Este intervalo entre dos pensamientos. Intervalo significa espacio. ¿Y qué ocurre en este intervalo?

Needleman: Bueno, confieso que no lo sé, porque mis pensamientos se superponen todo el tiempo. Sé que existen intervalos, por momentos este intervalo aparece y lo veo; entonces hay libertad por un instante.

KRISHNAMURTI: Indaguemos un poco en esto: ¿puede ser? Existe el espacio entre dos pensamientos. Y hay el espacio que el centro crea en torno de sí, el espacio del aislamiento.

Needleman: De acuerdo, sí. Esa es una palabra desalentadora.

KRISHNAMURTI: Ese espacio se aísla a sí mismo. Desde él yo me considero importante, con mi ambición, mi frustración, mi ira, con mi sexualidad, mi evolución, mi meditación, mi accesible Nirvana.

Needleman: Sí, eso es aislamiento.

KRISHNAMURTI: Es aislamiento. Mi relación con usted es la imagen de ese aislamiento, que es ese espacio. Entonces, habiendo creado tal espacio, existe un espacio fuera de la alambrada de púas. Ahora bien; ¿hay un espacio de una dimensión por completo diferente? Esa es la cuestión.

Needleman: Sí, eso abarca la pregunta.

KRISHNAMURTI: ¿Cómo hemos de descubrir si el espacio a mi alrededor, alrededor del centro, existe? ¿Y cómo puedo descubrir al otro? Puedo especular acerca del otro, puedo inventar el espacio que me guste; ¡pero eso es demasiado abstracto, demasiado tonto!

Needleman: Sí.

KRISHNAMURTI: ¿Es posible, pues, estar libre del centro, de modo tal que el centro no cree espacio en torno de sí, que no edifique un muro de aislamiento a su alrededor, una prisión y llame espacio a eso? ¿Puede ese centro dejar de ser? De otro modo no puedo ir más allá; la mente no puede traspasar esa limitación.

Needleman: Sí, veo lo que usted quiere decir. Es lógico, razonable.

KRISHNAMURTI: O sea: ¿qué es ese centro? Ese centro es el «yo» y el «no-yo» ese centro es el observador, el pensador, el experimentador, y en ese centro está también lo observado. El centro dice: «Esa es la alambrada de púas que yo he creado alrededor de mí mismo».

Needleman: De modo que ese centro también ahí está limitado.

KRISHNAMURTI: Sí; por lo tanto se separa a sí mismo de la cerca alambrada, la cual se convierte de ese modo en lo observado. El centro es el observador. En consecuencia hay espacio entre el observador y lo observado. ¿De acuerdo, señor?

Needleman: Sí, veo eso.

KRISHNAMURTI: Y el centro trata de trasponer ese espacio. Eso es lo que hacemos.

Needleman: Trata de trasponerlo.

KRISHNAMURTI: El centro dice: «Esto debe ser cambiado, aquello no debería ser, esto es estrecho, aquello es amplio, yo debo ser mejor que eso». Todo ello es el movimiento en el espacio entre el observador y lo observado.

Needleman: Entiendo eso, sí.

KRISHNAMURTI: Y en consecuencia hay conflicto entre el observador y lo observado. Porque lo observado es la cerca alambrada que debe ser transpuesta, y así la batalla comienza. ¿Puede el observador ‑que es el centro, el pensador, el conocedor, que es la experiencia y el conocimiento-, puede ese centro estar quieto?

Needleman: ¿Por qué debería desear tal cosa?

KRISHNAMURTI: Sí él no está quieto, el espacio es siempre limitado.

Needleman: Pero el centro, el observador, no sabe que está de tal modo limitado.

KRISHNAMURTI: Pero usted puede verlo, mire; el centro es el observador, llamémoslo el observador por ahora: el pensador, el experimentador, el conocedor, el batallador, el buscador, el que dice: «Yo sé y usted no sabe» ¿correcto? Donde hay un centro éste debe tener un espacio en torno de sí.

Needleman: Sí, entiendo.

KRISHNAMURTI: Y cuando él observa, observa a través de este espacio. Cuando yo observo aquellas montañas, existe un espacio entre yo y las montañas. Y cuando me observo a mí mismo, hay un espacio entre yo y la cosa que observo en mí. Cuando observo a mi esposa, la observo desde el centro de la imagen que tengo de ella, y ella me observa con la imagen que tiene de mí. Conque siempre hay esta división, este espacio.

Needleman: Cambiando ahora totalmente el enfoque de la cuestión, existe algo que llamamos lo sagrado. Las enseñanzas sagradas, las ideas sagradas, lo santo; ello me parece demostrar que este centro, este espacio al que usted se refiere, es una ilusión.

KRISHNAMURTI: Espere. Uno ha aprendido esto de otros. ¿Vamos a investigar entonces qué es lo sagrado? ¿Estamos considerándolo porque alguien nos ha dicho: «Eso es sagrado», o nos dijo que existe una cosa sagrada? ¿O se trata de mi imaginación, porque yo deseo algo que sea santo?

Needleman: Muy a menudo es eso, pero existe...

KRISHNAMURTI: ¿Qué es entonces? ¿El deseo de algo santo? ¿La imposición que otros han hecho sobre mi mente diciendo: «Esto es sagrado»? ¿O es mi propio deseo el que, al ver que todo es profano, quiere algo que sea santo, sagrado? Todo esto brota del centro.

Needleman: Sí. No obstante...

KRISHNAMURTI: Espere. Investiguemos esto: ¿qué es lo sagrado? Pero yo no quiero aceptar la tradición, o lo que alguien haya dicho acerca de lo sagrado. Señor, yo no sé si usted ha experimentado con esto. Hace algunos años, por diversión, tomé un trozo de roca del jardín, lo puse sobre la repisa de la chimenea y jugué con él, le traje flores todos los días. ¡Al cabo de un mes él se transformó en algo terriblemente sagrado!

Needleman: Veo lo que usted quiere decir.

KRISHNAMURTI: Yo no deseo esa clase de falsa santidad.

Needleman: Eso es un fetiche.

KRISHNAMURTI: La santidad es un fetiche.

Needleman: Concedido; en la mayoría de los casos lo es.

KRISHNAMURTI: Conque yo no quiero aceptar nada de lo que alguien diga acerca de lo que es sagrado. ¡La tradición! Como brahmín uno fue educado en una tradición que dejaría atrás la tradición de cualquiera, ¡se lo aseguro!
Lo que digo es que quiero descubrir qué es lo santo, no la santidad fabricada por el hombre. Sólo puedo descubrir cuando la mente dispone de un espacio inmenso, y ella no puede tener ese espacio inmenso si existe un centro. Cuando el centro no opera, entonces hay un vasto espacio. En ese espacio, que es parte de la meditación, existe algo que es realmente sagrado, algo no inventado por mi pequeño tonto centro. Hay algo inconmensurablemente sagrado, algo que jamás puedo descubrir si existe un centro. Imaginarlo es un desatino, ¿entiende lo que quiero decir?
¿Puede la mente estar libre de este centro ‑con su espacio terriblemente cercado-, el cual puede ser medido, expandido, contraído y todo eso? ¿Puede? El hombre ha dicho que no puede y, por lo tanto, Dios se ha convertido en otro centro. Lo que me interesa, pues, es si el centro puede estar completamente vacío. Ese centro es la conciencia, es el contenido de la conciencia. El contenido es la conciencia; no hay conciencia si no hay contenido. Usted debe ver esto...

Needleman: Ciertamente, lo que de ordinario entendemos por conciencia es eso.

KRISHNAMURTI: No hay casa si no existen paredes ni techo. El contenido es la conciencia, pero nos gusta separarlos, teorizar acerca de ello, medir el espacio cercado de nuestra conciencia. Así que el centro es la conciencia, el contenido de la conciencia y el contenido es la conciencia. Sin el contenido, ¿dónde está la conciencia? Y ése es el espacio.

Needleman: Capto un poquito de lo que usted dice. Pero quisiera preguntarle: Bueno, ¿qué es lo que usted valora aquí? ¿Cuál es aquí la cosa importante?

KRISHNAMURTI: Encararemos esta pregunta después de haber descubierto si la mente puede vaciarse de su contenido.

Needleman: De acuerdo.

KRISHNAMURTI: Porque entonces alguna otra cosa operará, funcionará dentro del campo de lo conocido. Pero sin descubrir eso, manifestar meramente que...

Needleman: No, no; es como usted dice.

KRISHNAMURTI: Prosigamos. El espacio existe entre dos pensamientos, entre dos factores de tiempo, dos periodos de tiempo; porque el pensamiento es tiempo, ¿no?

Needleman: De acuerdo, sí.

KRISHNAMURTI: Usted puede tener una docena de períodos de tiempo, pero eso es siempre pensamiento, existe ese espacio. Luego está el espacio en torno del centro y el espacio más allá del yo, más allá de la alambrada, más allá del muro que el centro ha erigido. El espacio entre el observador y lo observado es el espacio que el pensamiento creó como la imagen de mi esposa y la imagen que ella tiene de mí. ¿Me sigue, señor?

Needleman: Sí.

KRISHNAMURTI: Todo eso está fabricado por el centro. Especular acerca de lo que hay más allá de todo eso no tiene sentido para mí; ello constituye el pasatiempo de los filósofos.

Needleman: El pasatiempo de los filósofos...

KRISHNAMURTI: Yo no estoy interesado.

Needleman: De acuerdo. A veces, en mis mejores momentos, yo tampoco estoy interesado; pero no obstante...

KRISHNAMURTI: ¡Lo siento, porque usted es un filósofo!

Needleman: No, no, ¿por qué debe usted recordar eso, por favor?

KRISHNAMURTI: Así que mi pregunta es: «¿Puede el centro estar quieto, o puede el centro desvanecerse?» Porque si eso no ocurre, entonces el contenido de la conciencia se dedica a crear espacio dentro de la conciencia y llama a eso el inmenso espacio. En esto hay engaño y yo no quiero engañarme. No digo que no soy moreno cuando soy moreno. ¿Puede entonces ese centro ser disuelto? Lo cual significa: ¿puede no haber imagen, ya que es la imagen la que separa?

Needleman: Sí, ése es el espacio.

KRISHNAMURTI: Esa imagen habla acerca del amor, pero el amor de la imagen no es amor. Por lo tanto, debo descubrir si el centro puede ser completamente absorbido, disuelto, o al menos yacer como un vago fragmento en la distancia. Si no hay tal posibilidad, entonces debo aceptar la prisión.

Needleman: Estoy de acuerdo.

KRISHNAMURTI: Debo aceptar que no hay libertad y entonces puedo decorar mi prisión para siempre.

Needleman: Pero esta posibilidad de la que usted habla, si uno no la busca conscientemente...

KRISHNAMURTI: ¡No, no la busque!

Needleman: Digo que si uno no la busca de modo consciente, la vida o alguna cosa debe súbitamente mostrarme que ello es posible.

KRISHNAMURTI: ¡Está ahí! La vida no me lo ha mostrado. La vida me muestra, cuando miro aquella montaña, que hay una imagen en mí; cuando miro a mi esposa veo que hay una imagen en mí. Eso es un hecho. ¡No es que tenga que esperar diez años para descubrir acerca de la imagen! Sé que está ahí, por lo tanto, digo: «¿Es posible mirar sin la imagen?» La imagen es el centro, el observador, el pensador, etcétera.

Edmund Husserl
Needleman: Estoy comenzando a ver la respuesta a mi pregunta. Comienzo a ver ‑estoy hablándome a mí mismo‑ que no hay distinción entre el humanismo y las enseñanzas sagradas. Solo existe verdad o no-verdad.

KRISHNAMURTI: Eso es todo. Lo falso y lo verdadero.

Needleman: Tanto para llegar a eso. (Risa)

KRISHNAMURTI: Preguntamos: «¿Puede la conciencia vaciarse a sí misma de su contenido?» No que algún otro lo haga

Needleman: Esa es la cuestión, sí.

KRISHNAMURTI: No la divina gracia, el yo superior, algún ficticio agente externo. ¿Puede la conciencia vaciarse a sí misma de todo su contenido? Primero vea la belleza de ello, señor.

Needleman: La veo.

KRISHNAMURTI: Porque debe vaciarse a sí misma sin ningún esfuerzo. En el momento que hay esfuerzo, hay un observador que está realizando el esfuerzo para cambiar el contenido, el cual es parte de la conciencia. No sé si usted ve esto.

Needleman: Lo sigo. Este vacío ha de efectuarse sin esfuerzo, en el instante.

KRISHNAMURTI: Debe tener lugar sin un agente externo o interno que esté operando sobre el contenido. ¿Puede entonces ser hecho esto sin esfuerzo alguno, sin ninguna directiva que diga: «yo cambiaré el contenido»? Esto significa vaciar la conciencia de toda voluntad de «ser» o «no ser». Señor, vea lo que ocurre.

Needleman: Estoy atento.

KRISHNAMURTI: Me he hecho esta pregunta a mí mismo; nadie me la ha formulado. Porque ello es un problema vital, un problema de existencia en este mundo. Es un problema que mi mente tiene que resolver. ¿Puede la mente, con todo su contenido, vaciarse a sí misma y, sin embargo, continuar siendo mente, no sólo algo que flota por ahí?

Needleman: Eso no es suicidio.

KRISHNAMURTI: No.

Needleman: Existe cierta clase de sutil...

KRISHNAMURTI: No, señor, eso es demasiado inmaduro. Yo he formulado la pregunta. Mi respuesta es: realmente no lo sé.

Needleman: Esa es la verdad.

KRISHNAMURTI: Realmente no lo sé. Pero voy a descubrir ‑no en el sentido de esperar descubrir-. El contenido de mi conciencia es mi infelicidad, mi desdicha, mis luchas, mis sufrimientos, las imágenes que he acumulado a lo largo de la vida, mis dioses, las frustraciones, los placeres, los temores, las agonías, los odios; eso es mi conciencia. ¿Puede todo ello ser completamente vaciado? No sólo en el nivel superficial sino bien a fondo, incluso en el así llamado inconsciente. Si ello no es posible, entonces debo vivir una vida desdichada, debo vivir en interminable sufrimiento. No hay esperanza ni desesperanza; estoy en una prisión. La mente ha de descubrir, pues, cómo liberarse ella misma de su contenido, vaciarlo totalmente, y no obstante vivir en este mundo. No convertirme en un simplón, sino tener un cerebro que funcione muy eficientemente. ¿Cómo ha de hacerse esto? ¿Puede en realidad hacerse? ¿O no hay escape para el hombre?

Needleman: Entiendo.

KRISHNAMURTI: Debido a que no veo cómo ir más allá de esto, invento todos los dioses, los templos, las filosofías, los rituales, ¿comprende?

Needleman: Comprendo.

KRISHNAMURTI: Esto es meditación, verdadera meditación, no toda esa baratija falsificada. Ver si la mente ‑con el cerebro que ha evolucionado a través del tiempo, que es el resultado de miles de experiencias, el cerebro que funciona eficientemente sólo en completa seguridad-, ver si la mente puede vaciarse a sí misma y tener, no obstante, un cerebro que funcione como una máquina maravillosa. Ver también que el amor no es placer, que el amor no es deseo. Que cuando hay amor no hay imagen. Pero yo no conozco qué es el amor, yo sólo ansío amor como placer, sexo y todo eso. Tiene que haber una relación entre el vacío de la conciencia y la cosa llamada amor; entre lo desconocido y lo conocido, que es el contenido de la conciencia.

Needleman: Sigo lo que usted dice. Tiene que haber tal relación.

KRISHNAMURTI: Ambas cosas tienen que estar en armonía. El vacío y el amor deben estar en armonía. Y tal vez sólo el amor sea necesario y nada más.

Needleman: Este vacío es otra palabra para nombrar el amor; ¿es eso lo que usted dice?

KRISHNAMURTI: Yo sólo pregunto qué es amor. ¿Está el amor dentro del campo de la conciencia?

Needleman: No, no puede estarlo.

KRISHNAMURTI: No dé por sentado nada. Nunca diga sí o no; ¡investigue! El amor que está dentro del contenido de la conciencia es placer, ambición y todo eso. ¿Qué es entonces el amor? Realmente no lo sé. No quiero fingir más acerca de nada; no sé. En esto hay algún elemento que yo debo investigar. Si el vaciado de la conciencia con cuanto ella contiene es amor, ¿qué es lo desconocido? ¿Cuál es la relación entre lo desconocido y lo conocido? No el misterioso desconocido, Dios, o el nombre que quiera darle. Nosotros llegaremos a Dios si pasamos a través de esto. La relación entre lo desconocido, lo que yo no conozco ‑que puede ser llamado amor-, y el contenido de la conciencia que si conozco (aunque sea inconsciente puedo explorarlo y descubrir). ¿Cuál es la relación entre lo conocido y lo desconocido? Moverse entre lo conocido y lo desconocido es armonía, es inteligencia, ¿verdad?

Needleman: Totalmente.

KRISHNAMURTI: Debo descubrir entonces, la mente debe descubrir, cómo vaciarse de su contenido. Vale decir que no haya imagen y, en consecuencia, que no haya observador. La imagen significa el pasado; también está la imagen que se forma ahora o la que proyecto en el futuro. Así que nada de imagen, ninguna fórmula, idea, ideal, principio; todo eso implica imagen. ¿Puede no haber formación de imagen en absoluto? Usted me hace daño o me proporciona placer y, como consecuencia, yo formo una imagen de usted. De modo que se trata de no formar imagen alguna cuando usted me hace daño o cuando me proporciona un placer.

Needleman: ¿Es eso posible?

KRISHNAMURTI: Por supuesto que lo es. De otro modo estoy condenado.

Needleman: Está condenado. En otras palabras: yo estoy condenado.

KRISHNAMURTI: Estamos condenados. ¿Es posible, cuando usted me insulta, estar completamente alerta, atento, de modo tal que ello no deje marca?

Needleman: Entiendo lo que quiere decir.

KRISHNAMURTI: Cuando usted me adula, ninguna marca. Entonces no hay imagen. De modo que lo he hecho, la mente lo ha hecho; no ha formado imagen en absoluto. Si usted no forma una imagen ahora, las imágenes del pasado no tienen lugar.

Needleman: Eso no lo entiendo. «¿Si yo no formo una imagen ahora...?»

KRISHNAMURTI: Las imágenes del pasado no tienen lugar. Si usted forma una imagen, entonces usted está relacionado con esa imagen.

Needleman: Me conecto entonces con las imágenes del pasado. Correcto.

KRISHNAMURTI: ¿Pero si usted no forma ninguna imagen?

Needleman: Entonces estoy libre del pasado.

KRISHNAMURTI: ¡Véalo! ¡Véalo!

Needleman: Lo veo claramente.

KRISHNAMURTI: Entonces la mente puede vaciarse a sí misma de imágenes con sólo no formar una imagen ahora. Si yo formo una imagen ahora, entonces la relaciono con las imágenes del pasado. De modo, pues, que la conciencia, la mente, puede vaciarse a sí misma de todas las imágenes mediante el no formar una imagen ahora. Entonces hay espacio, no el espacio alrededor del centro. Y si uno ahonda, si uno indaga en ello más profundamente, entonces surge algo sagrado, algo no inventado por el pensamiento, y que nada tiene que ver con ninguna religión.

Needleman: Gracias.








Extraído de J. Krishnamurti, La raíz del conflicto (El despertar de la inteligencia), I. EEUU de América (Dos conversaciones entre J. Krishnamurti y J. Needleman), 2. “El espacio interior; tradición y dependencia”. Kier, Bs. As., 1992. Traducción originada por Fundación Krishnamurti Latinoamericana.

Fuente de la imagen de portada: http://ciudadanocrux.blogspot.fr / Javier Cr.ux / Un blog de arte desquiciado. Abajo: Le Plagiat, litografía de R. Magritte.



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