“¡Por fin hallé la fuente
donde todo estaba oculto!
Transité por un país desierto
donde no existen caminos…
[…]
Los leñadores me saludan.
-- ¡Ancianos, nada tengo que deciros,
salvo que el imperio de Ch’in
ha terminado!”
Chu Wan, “Retiro en las
montañas”
Thaykhuma [1] ve
en secreto.
No la distraen
la vocinglería
de esa ronda de
niños
encima de la
aureola añil de una palmera,
ni la
respiración de los enfermos,
ni aquel torpe
vaivén de los robots
surcando el
sembradío.
Algo está por
pasar.
Algo presiente
Venus en el mundo
que ultimaron la
acedia y las cenizas 10
al silbido
invisible de la hoz,
al germinar del
trueno…
I
Antes
de partir,
Mei se
detuvo a llorar junto a su morera.
Sólo
un momento,
pero
sólo suyo.
El viento, ¿dónde suena su música?
Donde se ahueca el árbol que la vio nacer.
Desde el confín del mundo
el fuelle sin origen aflauta su voz en el follaje.[2] 20
La tarde se despedía en un bermejo capullo de seda.
Sin cabos ni ataduras,
sin hacer ruido,
resistiendo hasta el fin, como la vida,
el gusano secreto se alegraba en su labor.
Ordenando de a poco la maraña [3]:
así había que irse…
Frágil crisálida al filo del barranco,
Mei contempló las cansadas fogatas de la aldea,
la sombra de los sotos de bambú 30
alargándose hasta la azulada lápida del río.
Shanku, su padre, tejedor de redes,
nadie lo encontraría ya en su lecho,
ni hallaría tampoco su cuerpo amoratado
bajo el hielo flotante,
rumbo al mar…
Allá iba, tatuado en su pellejo y su fantasma
borracho,
el olor del
almizcle animal
de tantas
madrugadas…
Mei arrojó la
daga en otras aguas, 40
las que agitó
una rara ensoñación de remolinos
bajo su árbol
amado.
Había que vivir,
taparse bien del
frío del invierno,
harapos de lino
áspero y algo de arroz mendigo…
El vértigo de
piedra del Huashan[4]
escaló su entenebrecido
corazón.
Dime, morera amiga,
tú que sabes mi anhelo,
si no hay quien nos persiga 50
a Xizang[5], en el cielo…
La noche se adueñó de pronto de las chozas.
A la luz de la luna,
todavía despierta y movediza,
la aldea se le vuelve una escudilla
llena de gusanos. [6]
… Dime que aquí estarás
aunque yo no regrese;
hasta el final, no más, [7]
hasta que el brote pese…
Mintiendo bascas y suspiros largos 60
Mei la de trenza dócil y sin nudos
se encaminó hacia el sur,
allende las planicies amarillas,
aquel refugio incógnito de los perseguidos. [8]
II
-- Fue el súbito jaleo de los
animales,
un llanto atragantado,
ráfagas destejiendo una voz que
jadeaba.
Hecha un poltrón te hallamos entre
los fardos.
Muchacha de ojos tristes,
sabia en el desconfiar de las
palabras, 70
¿aguarda alguien por ti cerca de la
frontera ?
Nadie debe aguardarme,
nadie sabe que voy,
y yo apenas… apenas…
-- ¿Sabes que
está cumpliéndose el solsticio,
que han cerrado
los pasos en todas las montañas?
No queda puerto
ya por clausurar,
y no hay
desfiladero por donde escabullirse…[9]
Vi templos derrumbados,
escombros y humaredas,
80
ratas hambrientas, horcas y vigías,
a un costado y a otro de la noche.
Un trapo rojo ondea
donde una vez el viento
fue tímpano y fue cánticos…
-- ¿Adónde crees que vas, reclusa de
los valles [10]?
Los oleajes de sílice del Shamo [11]
están ahí, detrás de esas laderas
verdes,
según se atreve rumbo al norte el
nómada.
Si extraviaste tu senda, 90
la luna no lo ignora y… ella sabrá
qué hacer…
A esos feudos fraguados en los
mapas,
a estas amontonadas repúblicas de
falsas ceremonias,
¿qué son sin un
sonoro nombre,
el halo de un
Destino [12],
que nos convenzan
de reclamar derechos,
matarnos por
lealtad,
trabajar por el
oro que no hemos visto nunca,
pagarle a
nuestro médico
por un veneno
dulce y eficaz…?
100
Pronto verán de
nuevo las estrellas
andar a sus
pastores
de aquí a allá
sin brújula y sin prisa…
¿A dónde crees
que vas?
Si no hay lugar,
hijita,
que no sea (¿nos
oyes? ¿nos escuchas?),
que no sea,
llegando, el del regreso... [13]
Mei acabó el cereal,
la pulpa inexplicable del durazno,
aferrada a su arcilla y su latido 110
entre los muros blancos de la yurta [14].
Sin otro sí ni un pero,
como por un soplido misterioso,
todo se disolvió en las hélices de
arena
que remontaron vuelo en el vacío:
la tienda electrizada por el trueno,
la sombra verdosa del rebaño quieta
en el declive,
y un eco tumultuoso en la voz de los
pastores,
sus rostros demenciales rotos en el
relámpago…
Y Mei, ahí, en cuclillas,
respirando…
120
Nada quedó de ellos;
nada, salvo su aroma,
un tornado de polen creciendo hasta
los nubarrones,
girando abruptamente sobre ella,
y el suelo que se abría, se abría
como un hoyo,
un embudo de luz amarillenta
hurgándole al planeta su carozo de
fuego,
hondo, más hondo,
la turbina del tiempo devolviendo a
los dioses,
que ataron a su embuste los Imperios,
130
los reinos que son suyos,
el átomo usurpado,
la danza eterna, tai chi [15]
y espiral…
Y Mei sobre el abismo,
Suspendida,
vaya a saber por quién,
vaya a saber de dónde,
no ofrece resistencia,
se deja ser, igual que su morera,
igual que ella, abraza su semilla…
140
III
URÚ SHANTÍ NARAGUÁM…
URÚ SANÍ GUARÚ…
SABIRÁNTU NARAUÁMA…
ITÍ…
SHANTÍ NÁURU…[16]
… ÁURUÁURUÁUUUUU…
Ya no somos tu cuerpo [17]
… UARÚUARÚUARÚUUUU…
- reverberó su eco abovedado
en el tímpano cielo de amatista -,
… UÁMUÁMUÁMUÁMMMMMM... 150
la vasija rajada,
aquel nudo de sangre y de dolor…
Me habremos de olvidarnos [18] para siempre,
si el Rayo [19] nos transmuta en su celosa ordalía,
la carga que retrógrados planetas
traían y llevaban [20];
y habremos de dejar atrás, virgen de enaguas rotas,
la belleza voluble de aquel nombre [21] que sufriste en la Tierra:
otro que nunca oíste
nos será revelado según vibren las cuerdas
160
de nuestro corazón…
Suelta los pensamientos que atrapó tu obsidiana [22],
su enredo y su aleteo,
ellos son tu prisión y su cerrojo,
la trampa que te tiendes,
el agujero donde caes… caes… [23]
“¿Qué firmamento es este que nos cubre?
¿Y esas dos raras nubes desgarradas, inmóviles,
y el viento que no sopla pero está,
y estas espigas verdes que se ondulan
170
hasta perderse en lo alto o vaya a saber dónde…?
¿En qué lengua nos hablo?
¿En qué inaudible lengua me estamos entendiendo?...”
En una que no fuerza las mandíbulas,
que iguala las palabras a las cosas.
Pisas un laberinto en ruina:
¿sientes bajo tus pies el musgo de sus caries?
Viste en otros pantanos crecer a la totora [24]
que ahora ves trepando esta burbuja.
Porque no hay viento aquí, 180
hay sólo agua,
aguas del Titikaka del que estamos hechos,
trozos de un sueño antiguo,
grito en el parpadeo de la piedra.
No son nubes aquéllas,
son dos islas del lago
que calla el resplandor del gran Secreto
confiado por Aramu-Muru [25] a sus guardianes.
La Isla del Sol es una,
la de la Luna, la que flota al sur; 190
y así aparecen desde el fondo oscuro
donde nos recordamos,
donde ni ‘yo’ ni ‘tú’ ni ningún ‘otro’
pueden ya separarnos…
Trece vírgenes grávidas
recobrarán al filo del solsticio
el himen que celaba su misterio.
Nada las detendrá.
Antes, darán a luz, sin parto y sin gemidos,
a los seres del rayo resonante,
200
ungidos por Plutón en la tormenta. [26]
Eres una de ellas
de las doce de rostro conocido,
y, como a cada una, un Disco de Poder
te ha sido destinado como el fulgor furtivo
de tus ojos ausentes ,
a fin de que la voz de tu silencio
lo reanime en el suelo sagrado de la Isla.
Nadie puede por ti cantar su mantram,
ni persuadirte a hacerlo ni juzgarte.
210
Como jamás lo has sido, hoy eres libre.
Libre de no elegir, libre del tiempo.
Atiende al Mensajero,
Él confiará el arpegio a tu conciencia.
No temas, sólo inspira,
da gracias y perdona,
confía en el amor que urdió los espejismos
y del Shamo te trajo en un ensueño.
En Miz Tli Tlan (no importa si no entiendes),
la memoria insufrible 220
de esta aventura atroz llamada Urantia [27]
pronto será devuelta al Sol de donde vino…
Son uno y doce vórtices de oro,
Uno nunca total, siempre mutante.
Doce que en vano añoran
que Dios lo olvide todo…
“DEMAYON”, soltó el eco en las totoras,
y hubo un temblor y bruscos torbellinos.
“DEMAYON”, replicó,
“DEMÁYONMÁYONMÁYONMÁYONMÁ…” [28] 230
Mei, la sin
nombre,
sintió en su rostro el Sol saliendo de algún
lado.
Y sonrió, sin más,
como hacía siglos;
y oyó en su cuenco tibio,
pujando por salir,
“DEMAYÓNMAYÓNMAYÓNMAYÓNMÁYÓNMAYÓN…”
Thaykhuma ve en
secreto.
No la distraen
la vocinglería
de esa ronda de
niños
240
encima de la
aureola añil de una palmera,
ni la
respiración de los enfermos,
ni aquel torpe
vaivén de los robots
surcando el
sembradío.
Algo está por
pasar.
Algo presiente
Venus en el mundo
que ultimaron la
acedia y las cenizas
al silbido
invisible de la hoz.
De pronto, desde
su vigilia eterna,
uno de los
Espejos 250
de Miz Tli Tlan evoca
un templo a oscuras.
El templo se
está hundiendo,
y ella jamás lo ha
visto.
¿Qué mensaje le
envían de las Pléyades?
¿Qué acaba en
esa nave solitaria?
Hay un pozo debajo;
y un resplandor creciente
y vertical
hace girar sus
hélices doradas,
hebras que se
entrelazan: una… dos…
y giran
imantadas: … cinco… seis… 260
Thaykhuma no
pregunta.
Prefiere no
saber
quién era el
templo hundido,
cuándo, por qué,
de dónde.
Hay que lavar el
cuerpo,
hacer las
abluciones.
En el fondo del
pozo [29]
el Sol aguarda
una danza de
enaguas que dé vida a su Disco.
Que se ejecute
un xendra [30]
capaz de
transmigrar los cuerpos sutiles de la trémula 270
muchacha del
Catai [31].
Que nada la
perturbe ni la hiera.
Ha elegido
servir, como sus once hermanas
signadas por la
Luna.
Única en su
inocencia,
vive ajena y remota
a lo que ha provocado
en la marmita azul
de la galaxia…
Pero, a quienes
acudan al encuentro,
¿cómo no
horrorizarlos?
¿Cómo llevar la
ofrenda entre las manos, 280
esta hebra
final,
el oro que
faltaba y que no ajusta?
Revelarles que
Dios es también eso,
nuestra
menesterosa llama humana,
la forma impredecible
donde se busca y oscila
su incógnito Vacío
…
… once… doce…
Gustavo Aritto
©2012 - Reg. Nac. Prop. Intelectual - Rep. ARG.
Puerta de Aramu Muru (Lago Titicaca - Bolivia)
[1] Gobernanta Mayor de los Espejos de Miz Tli Tlan.
Miembro preeminente de la Cámara del Consejo, su misión la vuelve un agente
mediador entre las Jerarquías de ese centro intraterreno y la humanidad de
superficie. Erks la cuenta también entre sus controladores mayores. Para más precisiones sobre el centro intraterreno de Miz Tli Tlan, ver, en este mismo blog, el poema EL MONTE DE LAS EFIGIES. Una rapsodia oída en Miz Tli Tlan (publicación del 27 de abril 2012).
[2] Cfr. Lao Tzú, Tao Te Ching, 5: “Cielo y tierra /actúan como un fuelle: / vacío
pero inagotable. / Más funciona, más produce.”. Asimismo, Chuang Tzú, On levelling all things (“Sobre la
nivelación de todas las cosas”), recoge también esa imagen mítica.
[3] “Así el noble (=
ser humano evolucionado) actúa desenmarañando y ordenando”: de la Imagen del hexagrama 3, Chun = La dificultad inicial, del I Ching. El texto remite, en el
original comentado por R. Wilhelm, al símil “tal
como van devanándose las hebras de una madeja de seda y uniéndose en hilos”.
[4] Huashan (= Monte del
Esplendor) es uno de los cinco montes sagrados de la antigua China taoísta.
Ubicado en el Oeste espiritual y geográfico del orbe, es la más riesgosa y
agreste elevación de todas. Una angosta escalera de piedra de 370 gradas
conduce a su casi inexpugnable cima.
[5] Xizang:
nombre chino del Tíbet, “techo del mundo” también para los invasores chinos.
[6] La imagen proviene del ideograma que expresa el hexagrama 18 del Libro de las mutaciones, Ku, El
trabajo sobre lo corrompido (conjunción del Viento debajo de la Montaña).
En su origen, los símbolos “escudilla” y “gusanos” parecen haber alegorizado
alguna ceremonia ritual del taoísmo primitivo asociada a prácticas de magia
negra. Ku abarca asimismo “descomposición”,
“veneno”, “desorden”, “error”. La imagen central es la del padre (o la madre, o bien los antepasados en general, e incluso la
tradición de ideas y valores recibida) cuya corrupción (lo “podrido”) afecta a
su descendencia y el vínculo de ésta con lo Divino. Se trata de un “trabajo” de
purga y restauración de la armonía (cósmica, política, familiar o personal), el
cual supone una fuerte iniciativa para actuar (“Es propicio cruzar las grandes
aguas”, advierte el Dictamen), así como un profundo ejercicio de autocrítica y
autoconocimiento superador de los embustes del Ego.
[7] Cfr. Lao Tzú, Tao Te Ching, 33, in fine: “Vivir hasta morir es vivir lo suficiente“ (en la traducción
inglesa de Úrsula K. Le Guin); o bien, “Cuando uno muere, uno no se pierde; no hay
otra longevidad” (en la de A. Waley).
[8] El Sur se corresponde, en el orden ultramundano, con
la energía del trigrama Li (= Fulgor, cuyo signo duplicado, el
hexagrama 30: Lo adherente, remite a
la imagen de la red), manifestado la
expansión (solar – lunar) de la conciencia y la moralidad. Su estación es el
verano, y su símbolo es el fuego. Se trata de la parte del orbe aconsejado al
príncipe Chi, hijo del destronado rey Wen de la Dianastía Zhou (1122 ? a. C. –
221 d. C.), ambos, padre e hijo, reelaboradores y escribas de los textos del I
Ching transmitidos esotéricamente por el legendario sabio y astrólogo
Fu Hsi. Fue justamente bajo la terrible persecución del tirano Zhou Hsin cuando
el heredero debió retirarse para aunar su templanza a su fuerza, y retornar
para derrocarlo. El hexagrama 36, Ming I
(traducible como El esplendor oculto,
El ocultamiento de la luz o La luz herida) del I Ching desarrolla en sus
líneas aquellos trágicos hechos. Por su parte, el Norte se identifica con el
invierno y la sabiduría, y está signado por la prueba del Barranco (o Abismo, signo
del trigrama Kan), donde el agua cae
y se arriesga.
[9] El hexagrama
24, El retorno (o El momento crítico), alude a la antigua
ordenanza por la cual todos los pasos de montaña quedaban cerrados en China
durante el solsticio. La Imagen del
signo lo describe así: “El trueno en
medio de la tierra: la imagen del Tiempo del Solsticio. / Así, durante el
tiempo del retorno solar, los antiguos reyes clausuraban los pasos. /
Mercaderes y forasteros no se trasladaban, / y el soberanos no viajaba
visitando las comarcas”. “El tiempo
de oscuridad ha pasado. El solsticio trae el triunfo de la luz. El signo se
adjudica al undécimo mes, el mes del solsticio [de invierno] (diciembre-enero)”
– comenta R. Wilhelm.
[10] Shanku, apodo del padre
de Mei, significa “Recluso del Valle”, según Lin Yutang (La importancia de vivir, Apéndice B).
[11] Shamo (o Xamo), “Desierto de arena”. Nombre chino del desierto de Gobi, que cubre la zona sudeste
de Mongolia y la fronteriza nordeste de China.
[12] Chih,
palabra que se disputan al menos tres ideogramas en chino moderno, remite,
desde los textos antiguos, alternativamente a “iluminado” y “nombre”. Podrían
añadirse a su proliferación semántica los valores “brillo”, alba”, “claro”,
“abierto”, “vida”, “Destino”…
[13] La unidad de la raza intraterrena quedó a salvo de la
debacle planetaria; quienes no regresaron al mundo interno constituyeron la
base que dio origen, en la superficie de la Tierra, a la raza amarilla fundada
en la China, en el Japón y en la costa oriental de México y en el extremo sur
de la Argentina. En realidad, antes de eso, había en la China hombres blancos y
negros, los amarillos que hoy conocemos son intraterrenos en su origen.
[15] “Energía polarizada en grado sumo”: una (traicionera)
traducción posible del núcleo esencial de la danza marcial interior del tai chi chuan. Denota la integración suprema de las fuerzas opuestas
activas de toda dualidad.
[16] Mantra propiciatorio en lengua irdin: ofrecimiento del propio ser para el encuentro interno (intraterreno).
Pronunciación: [urú shantí narauám / urú
saní uarú / sabirántu narauáma / ichí / shantí náuru].
[17] “En chino, la palabra shen, “cuerpo”, significa también “yo”, y como esta palabra se usó
para traducir el sánscrito altman
(“yo”), muchos textos budistas que tratan sobre el Atman (la “personalidad”) y no sobre el cuerpo físico, aparecen en
su ropaje chino raramente como este pasaje del Tao Te Ching.”. [A Waley,
El
Camino y su poder: El Tao Te Ching y su lugar en el pensamiento chino,
comentario al texto 13.]
[19] El Séptimo,
el Rayo Violeta, energía regente de
la evolución planetaria durante la actual Era de Acuario, y cuyo acólito
ascendido ha sido, hasta hace muy poco, el Conde de Saint Germain. Es la
energía cualificada como “Orden y Ceremonial”, y su influjo cósmico despierta
el conocimiento oculto de la vida, provee flexibilidad y rigor, manifestándose
como orden interno y disciplinada actividad comunitaria sustentada en la
afinidad y las metas impersonales. La expurgación kármica (personal, familiar, de todo un pueblo) le está otorgada
por antonomasia.
[20] El aparente “movimiento retrógrado” de los planetas
en los cielos sucesivos de una carta natal, así como el signo y la casa
zodiacales en que se ubica el “Nodo lunar Sur” al encarnar un ser aspectado en
la Tierra, son indicadores de “bolsones kármicos”, señales de la reactivación
de la Ley de Causa y Efecto sobre su vida.
[21] Mei, que podría ser un
apodo en el medio cortesano, significa en chino “seductor”, “incitante”; denota
la belleza de la suavidad. (Lin Yutang, op. cit.)
[22] La obsidiana debe
su nombre al originario latino obsianus
lapis. Tal denominación se debe al romano Obsius, que la descubrió en
Etiopía; “obsidianus” es lectura errónea en Plinio El Viejo. Aparte de su
deificación como mariposa (fue la diosa Iztpapálotl para los aztecas), su gema
parece guardar una relación oculta con lo inconsciente y la esfera astral
individual, atribuyéndosele la capacidad de absorber por contacto la “Sombra”
personal desconocida y rechazada.
[23] La imagen de “aletear” como un pájaro vive en la raíz
de la palabra “tentación”, en chino. Su alcance incluye también: poner una trampa,
tentar; ser atrapado en las redes (de la ley), un criminal; lo que envuelve a
uno en las redes, un crimen. [A. Waley, op. cit., glosa al texto 46]
Curiosamente, la red, la tentación y el crimen emergen, en conexión muy semejante aunque con una complejidad
trágica sin paralelos, del subsuelo mítico de la Orestíada (I. Agamenón),
de Esquilo.
[24] Totora, del quechua tutura, la herbácea acuática conocida en
castellano como espadaña, anea o gladio.
[25] El Señor Aramu-Muru (también conocido como “el Dios
Mer”) pasa por ser el sabio chamán lemuriano a quien le fue encomendada la
preservación y el culto de los misterios de la exterminada civilización del
continente Mu, que precedió en poco a la desaparición de la Atlántida. Fue
quien presidió a los Maestros de Lemuria como acólito de los Rollos Sagrados y
del famoso Disco Solar de Poder que escondieron en el entonces
joven Lago Titikaka (hoy dividido políticamente por la frontera entre Perú y
Bolivia). Retiros, santuarios y monasterios levantados en la oscuridad de
aquellos tiempos descansan en el fondo del lago. Incas, urus, aymaras han sido
celosos herederos de todo aquello. Su consecución mística encontró transmisores
en la llamada Orden del Séptimo Rayo u Orden de Amatista, reactivada por la
dinámica acuariana en esa zona del continente sudamericano. Una versión de la
historia del Disco Solar de Poder lo hace oculto en la Isla del Sol, la mayor
de todas (la frecuentada Puerta de
Aramu-Muru es considerada un “portal dimensional”). Otra lo asocia al
mítico ente Paititi, que, desde los
propios textos cronísticos de la conquista, fue el nombre de un lago, un río
(quizás el Amazonas) y una ciudad civilizada desaparecida sin razón conocida. Si
es éste aquel primitivo Disco Solar (depositado por agentes extraterrestres en
el desierto de Gobi) o uno de los otros doce
Discos menores cuya reunión hoy inminente equivaldría a la recuperación
material del primer y único “chip”,
almacén cósmico de toda la memoria planetaria, no está claro todavía. Lo que sí
es verdad aceptada es que el proyecto consumado y clausurado en Shamballah
(centro intraterreno que se ubicó entre el Tíbet y la zona del Gobi) tendrá su
continuación en sus antípodas geográficas: la Cordillera de los Andes. La Hermandad Blanca, al servicio de la
Confederación Galáctica que vela por la amenazada integridad de Urantia-Gea,
participa de esta etapa sin precedentes, allí y en todos los demás dominios del
mundo intraterreno.
[26] Según la cuenta del Tzolkin (Calendario Maya de las Trece Lunas), el año maya
comprendido entre las fechas 26-07-2012
y 24-07-2013 corresponde al Sello Solar –Lunar Tormenta Resonante Azul (Kin 59). Vehículo alquímico de
purificación y transformación, la Tormenta pertenece a la Raza Azul, portadora del poder de autogeneración y de propiciación
de cambios rápidos, violentos y expansivos. Su planeta regente es Plutón; su chakra, el primero o Raíz. La simbólica raíz
electromagnética de este sello abre los cuerpos a la transmutación, la
liberación interior, la iluminación y la
ascensión. Por su parte, el tono lunar 7
(UUK), Resonante, posee el
dominio místico del medio, de la columna, del eje; representado por el loto de
la Luz, son sus cualidades la alineación mística, la sintonización y la
receptividad, todas dirigidas a una reconexión con la Fuente divina. El Kin Tierra
Entonada Roja ejercerá el influjo telúrico para la realización. Como es vox populi ya, la “cuenta larga” del
Tzolkin termina al finalizar el presente Baktún de 5200 años (3113 a. C. – 2012
d. C.), con el solsticio de invierno /
verano del 21 / 22 de diciembre de 2012. Tal hito planetario lo es también
galáctico: coincide con la alineación astronómica de la Tierra, el Sol y el
sistema de Alción, “centro” de la Vía Láctea. El Kin de la Mano Cristal Azul
es la energía dominante de ese día: sanación, entrega, amor que restaura.
Finalmente, la correspondencia biunívoca del cosmos maya con el I
Ching atribuye a ese terminus
de la civilización humana la impronta del Hexagrama 48, El Pozo.
[27] Nombre galáctico de la Tierra, todavía en conexión
interdimensional con Urano, anterior a otros occidentales como Gaia o Terra.
[28] Cada uno de los doce Discos Solares responde
vibratoriamente a un mantra arpegiado. DEMAYÓN
es, según documenta un experto contactado, el mantra activador del Disco Solar
depositado en el Lago Titikaka.
[29] Ching, El Pozo (o El
Pozo de Agua) es el hexagrama 48
del I
Ching, el cual signa el paso del último solsticio de la era que va
dejando el planeta (21/22 – 12 - 2012). El
sentido es nutrir al pueblo cuyo carácter ha de tener unos fundamentos tan
profundos como el Pozo. Bebiendo del agua que contiene y que está disponible a
todos los que se acercan; se alimenta el espíritu, elemento invariable de unión
entre los seres. Los textos van describiendo la relación de la ciudad (en la antigua
China era frecuente el cambio de capitales…), con el Pozo como sustento
fundamental para la propia supervivencia del pueblo. Así, se alude a la
construcción de asentamientos (ciudades) o a la capacidad de desplazamiento del
ser humano que puede decidir dónde ir; contraponiéndolo a la idea de
invariabilidad del pozo, que se encuentra únicamente donde hay agua (no cambia
su ubicación). La vida es “psicogenética”: si existe un manantial interior,
todo recibe agua refrescante. Para hacer de la vida algo “vivo” debe haber una
fuente ahí, en su sitio de siempre. El
Pozo comparte con La Marmita
(hexagrama 50) su condición de “producto humano”; sin embargo, a diferencia de
este último, que es de índole cultural y marcadamente creativa (la nutrición
por el arte y las ideas), el hexagrama que sella el fin de la cuenta maya
apunta a la provisión universal brindada por la propia Naturaleza.
[30] Un xendra
es un conducto natural activado en la malla del espacio – tiempo de un
universo; se trata de un “túnel cósmico” usado para transportar seres de una
dimensión a otra(s). Su constitución, a diferencia de los conocidos “agujeros
de gusano”, no es “física”.
[31] El Catai (Cathay o Cathai, en su acuñación inglesa) es, como bien se sabe, la
denominación que recibió la parte septentrional del territorio chino desde al
menos el siglo XI, cuando el orbe islámico empezó a divulgarlo en Occidente.
Marco Polo deja explícita la distinción con el Imperio meridional de la
Dinastía Song, y sus escritos reservan para éste el nombre de Mangi. Tras la conquista mongola del
siglo XIII, Catai se generalizó
identificándoselo con la China toda, en un proceso paralelo, sucitado en la
región sudeste, de afirmación del nombre malasio Cina para la tierra total del pueblo chino.
Imagen de portada (arriba): Toma fotográfica en el Desierto de Gobi.
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