La noche nos iguala, vacía y transfigura.
No estamos solos. ¿Oyes? Somos un mismo ensueño
con el pájaro herido y el bosque ribereño,
con las hojas que tiemblan y el río que nos cura.
Somos ese camino recóndito y sinuoso
que retorna sus númenes a las sagradas aguas,
donde la luna intacta es un rumor de enaguas,
y va y no vuelve el viento, y un eco misterioso.
Lueñe suena mi cítara, sombra del trovador.
Huí sin ser notado, con disfraz de mendigo.
Por todo el reino buscan, buscan al desertor.
La noche me desviste para el amor, que espera.
Ha resurgido azul mi flor recién conmigo.
Qué tierna era la
muerte, Señor, qué hermosa era.
GUSTAVO ARITTO
2003
2003
[1] “Una flor
azul”, evocación del motivo que domina la alegórica novela medieval Heinrich
von Ofterdingen, de H. von Hardenberg (Novalis). El poema está incluido (dedicado a Novalis) en el libro LA ESPIRAL DE FUEGO. Siete palimpsestos del caos, Bs. As., 2008.
Video de portada: Hijo de la luna, de José Ma. Cano, en versión arpística de Janu.
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