12 de noviembre de 2014

"UNA TIERRA SIN CAMINOS" (XXV): J. Krishnamurti y la mutación del cerebro programado (1)




Las células cerebrales y la mutación





Interlocutor P: Hasta ahora no hemos tratado lo que parece ser la esencia de su enseñanza, o sea: el problema del tiempo, el acallamiento de las células cerebrales y aquello que ocurrió con los procesos que operaron en Krishnamurti. Pongo las tres cosas juntas porque cuando uno observa el movimiento horizontal del tiempo que es la vida de Krishnamurti, uno ve al niño nacido en la tradición brahmánica, pasando por cierta preparación en la Sociedad Teosófica, recibiendo iniciación, escribiendo algunos libros como La búsqueda y El sendero; libros en los cuales la iluminación es considerada como un fin, como un punto fijo. En todos estos primeros libros es de suponer que hay un estado que debe alcanzarse, y que existe un gran esfuerzo en esa dirección. Súbitamente, en Krishnamurti tiene lugar un cambio; él niega la salvación, niega la eternidad como un punto fijo, y ase destruye el movimiento horizontal del tiempo como tal. ¿Qué es entonces lo que ocurrió exactamente? Si nosotros pudiéramos comprender y ver como a través de un microscopio qué le ocurrió a Krishnamurti, si pudiéramos examinar qué sucedió con sus células cerebrales que contenían este movimiento horizontal del tiempo, sería posible para nosotros comprender el tiempo y la mutación en relación con las células cerebrales.

KRISHNAMURTI: Comprendo. ¿Comprende usted, señor?

D: Sí señor. Es una cuestión muy importante.

KRISHNAMURTI: Me pregunto si el llamado movimiento horizontal no era un movimiento muy superficial y condicionado. El joven repetía lo que le habían enseñado, y en determinado momento hubo una ruptura ¿entiende?

P: No, no entiendo. ¿Qué quiere decir un movimiento superficial de condicionamiento?

KRISHNAMURTI: Quiere decir que el niño aceptaba, repetía, transitaba el sendero proyectado por la tradición y la teosofía. Él lo aceptaba.

P: Todos nosotros hacemos eso.

KRISHNAMURTI: Todos nosotros lo hacemos en distintos grados. La pregunta es: ¿por qué recorrió él ese trayecto?

P: No. La pregunta es: ¿qué desencadenó eso que súbitamente le hizo decir que no existía un punto fijo?

KRISHNAMURTI: Mírelo como si ‘K’ no estuviera aquí, como si él hubiera muerto. ¿Cómo contestaría usted esa pregunta? Yo estoy aquí y entonces puedo contestarle o no, pero si yo no estuviera aquí, ¿cómo respondería usted?

P: Una manera de hacerlo sería examinar lo que usted ha dicho, junto con las influencias que operaban sobre usted para ese entonces, ver en qué punto tuvo lugar la ruptura y cuáles fueron las crisis, internas y externas, que se registraron para producir esa ruptura.

KRISHNAMURTI: Pero supongamos que usted no supiera nada de todo eso, y no obstante tuviera que contestar la pregunta seriamente ahora; ¿qué haría? Lo que usted sugiere tomaría tiempo, requeriría una investigación. ¿Cómo encontraría usted la respuesta ahora? ¿Cómo la encontraría si estuviera enfrentado a este problema de que hubo un joven que siguió el sendero tradicional, la idea de un punto fijo, de una meta fija, usando para ello el tiempo, la evolución, y que en un punto determinado rompe con todo eso? ¿Cómo lo descifraría?

D: Es como esto: calentamos agua. Hasta los cien grados ella permanece uniforme, luego hay una completa transformación.

KRISHNAMURTI: Pero llegar a ese punto toma tiempo.

P: Si yo no tuviera el trasfondo histórico, el único modo de investigar sería ver si este proceso es posible dentro de mi propia conciencia.

D: Yo apuntaba a otra cosa. El tradicionalista diría que hay un proceso que, como el punto de ebullición del agua, conduce a una transformación. La tradición solamente lo ayuda a uno para llegar hasta el punto de ebullición. Usted puede negar la tradición, pero la tradición es necesaria para conducirlo hasta ese punto.

P: Si no estuvieran disponibles los datos históricos de Krishnamurti que muestran cómo él es dirigido a través de diversos sadhanas, y a uno le presentaran solamente el hecho de este fenómeno de Krishnamurti, el único modo de investigar sería mediante el conocimiento de uno mismo.

F: Usted parece estar creando una relación entre el anterior estado de desarrollo y el estado presente del ser. ¿Hay una relación entre ambos estados? Usted dice que uno conduce al otro, uno antes que el otro, y de ese modo los está acomodando en el tiempo.

P: El fenómeno de Krishnamurti es que él nació de padres brahmines..., toda la historia que conocemos. Yo miro lejos hacia atrás y noto que hasta llegar a un punto, Krishnamurti hablaba del tiempo, de la salvación como un punto, una meta final. Y de pronto, él niega toda la cosa.

KRISHNAMURTI: ‘F’ pregunta por qué relaciona usted este movimiento, el movimiento horizontal, con el movimiento vertical. No hay relación entre ambos movimientos. Por lo tanto, manténgalos separados.

P: Cuando yo miro a Krishnamurti, miro todo el panorama que su vida abarca.

KRISHNAMURTI: Mire, pero no relacione los dos movimientos.

P: Si lo que usted dice ha de ser significativo, resulta esencial comprender este proceso del tiempo y de la libertad con respecto al tiempo. Por lo tanto pregunto: ¿qué es lo que desencadenó eso en usted? Si usted me dice que ello simplemente ocurrió, yo diré: muy bien, si ello ocurre, ocurre; y si no, no. Y continuaré con mi vida.

F: No existe un factor desencadenante.

P: Cierto cerebro hace ciertos ruidos, y súbitamente comienza a hacer otros, y Krishnamurti ha estado diciendo que las células cerebrales mismas son el tiempo. No nos apartemos de eso. Por lo tanto, las células cerebrales de Krishnamurti, que son tiempo, experimentaron alguna clase de mutación.

KRISHNAMURTI: Lo expondré muy sencillamente. El cultivo de un cerebro, de cualquier cerebro, lleva tiempo. La experiencia, el conocimiento, los recuerdos, son almacenados en las células del cerebro. Este es un hecho biológico. El cerebro es el resultado del tiempo. Ahora bien, este hombre al llegar a un punto quiebra el movimiento. Tiene lugar un movimiento por completo diferente, lo cual significa que las mismas células cerebrales experimentan una mutación. Y ‘P’ dice: usted debe contestar y decir qué es lo que ocurrió; de otro modo, lo que ocurrió fue meramente una casualidad.

D: Si es una casualidad, nosotros lo aceptaremos así.

B: Y la respuesta de Krishnaji puede ayudarnos a producir una mutación en nosotros mismos.

S: Hay dos explicaciones posibles; una es la teosófica, de que los Maestros cuidaron de Krishnamurti y que por eso él no fue afectado por las experiencias; la otra explicación es la que está basada en la reencarnación.

D: Cuando dice que el niño Krishnamurti no fue afectado por las experiencias, ¿cómo lo sabe? El niño escribió La búsqueda, El sendero.

KRISHNAMURTI: Dejemos eso por un momento. ¿Cómo ocurrió ello? ¿Cuál es su respuesta? Dados estos hechos, y al enfrentarse a ellos, ¿cómo responde?



B: Señor: ¿cómo podemos nosotros explicar el cambio que en usted tuvo lugar en 1927? De acuerdo a lo que dijo Mrs. Besant, las dos conciencias no se habrían fundido. Nosotros no lo sabemos. Sólo usted puede decir qué es lo que en realidad ocurrió. Nosotros no tenemos el conocimiento personal ni la capacidad de saberlo.

KRISHNAMURTI: Investiguémoslo juntos.

F: Yo lo expresaré de este modo: el hombre se despertó en otro estado. Un estado no conduce al otro. No hay conexión entre los dos.

P: Yo digo que las células cerebrales no pueden comprender por ellas mismas al tiempo como otra cosa que un movimiento horizontal. A menos que esto se comprenda, no podemos explorar a mucha profundidad el problema del tiempo.

KRISHNAMURTI: Explorémoslo. Ante todo, ¿está de algún modo involucrado el tiempo en ello?
Si usted me pregunta cómo me ocurrió esto a mí, yo realmente no lo sé, ¿comprende? Pero pienso que podemos investigarlo juntos. Si usted me preguntara: “¿fue usted anoche a dar un paseo?”, yo le diría: “si”. Mientras que si me pregunta: “¿cómo le ocurrió eso a usted?”, yo realmente no sé decir cómo ocurrió. ¿Qué hay de malo en eso?

P: En sí mismo está todo muy bien. Pero nosotros estamos tratando de comprender la naturaleza esencial de este movimiento del tiempo, y del movimiento fuera del tiempo. Dejando a un lado la cuestión de cómo le ocurrió esto a usted, es importante que investiguemos en la naturaleza del tiempo; no al nivel del tiempo cronológico y del tiempo psicológico, porque eso ya lo hemos examinado suficientemente.

KRISHNAMURTI: Empecemos con la percepción. El ver, ¿está envuelto en la percepción?

P: ¿Qué ocurre con las células cerebrales en el proceso de ver?

KRISHNAMURTI: En el proceso de ver, las células cerebrales, o bien responden en los viejos términos, o son retenidas en estado de latencia; ellas mismas se mantienen en suspenso sin el pasado.

P: Usted dice que en la percepción ‑que es instantánea‑ las células cerebrales no responden. Si ellas no operan, ¿existen?

KRISHNAMURTI: Sí. Existen como el depósito del conocimiento, que es el pasado. Las células cerebrales son, estamos todos de acuerdo, el depósito de los recuerdos, de la experiencia, del conocimiento. Ese es el viejo cerebro. En la percepción, el viejo cerebro no responde.

P: ¿Dónde está?

KRISHNAMURTI: Está ahí. No está muerto. Está ahí porque tengo que emplear el conocimiento para pensar. Las células del cerebro tienen que usarse.

P: ¿Qué es lo que opera, entonces? Si las células cerebrales no operan, ¿qué es lo que opera?

KRISHNAMURTI: Un cerebro totalmente nuevo. Esto es sencillo. El viejo cerebro está lleno de imágenes, recuerdos, respuestas, y estamos habituados a responder con el viejo cerebro. La percepción no está relacionada con el viejo cerebro. La percepción es el intervalo entre la vieja respuesta y la respuesta nueva, la respuesta que el cerebro viejo aún no conoce. En ese intervalo el tiempo no existe.

F: Esto es contrario a la opinión de los psicólogos, según la cual la sensación es en sí misma directa. En el intervalo entre la sensación y la percepción, se introducen los recuerdos y distorsionan todo. Por lo tanto, la sensación es intemporal, pero el intercalo es tiempo.

KRISHNAMURTI: Aclaremos bien esto. Usted me formula una pregunta. El viejo cerebro responde conforme a la información que posee, conforme al conocimiento; si el viejo cerebro no posee conocimientos, si carece de información, hay un intervalo entre la pregunta y la respuesta.

E: El intervalo se debe a la pereza de las células cerebrales.

KRISHNAMURTI: No.

F: Los vestigios de la memoria continúan en el cerebro.

KRISHNAMURTI: Si usted me preguntara qué distancia hay entre aquí y Delhi, yo no sabría contestarle. Por mucho que pensara con las células cerebrales, ello no ayudaría. El hecho no está registrado. Si lo estuviera, entonces pensaría en eso y contestaría. Pero no hay conocimiento al respecto. En ese no-saber hay un estado en el cual el tiempo no existe.

D: Por mucho que espere, ello no me hará saberlo.

KRISHNAMURTI: En el momento en que sé, el saber es tiempo.

P: Usted ha hablado de una mente nueva. La pregunta es: ¿qué le ha ocurrido al viejo cerebro?

KRISHNAMURTI: Está quieto.

P: ¿Existe?

KRISHNAMURTI: Por supuesto que existe; de otro modo yo no podría hablar el idioma.

P: El problema está en el tiempo, considerado como un movimiento horizontal con continuidad. Cuando usted dice que el otro cerebro continúa existiendo...

KRISHNAMURTI: De otro modo yo no puedo funcionar. Llamémoslos, por conveniencia, el viejo y el nuevo cerebro. El viejo cerebro, a través de los siglos, ha reunido toda clase de recuerdos, ha registrado todas las experiencias y funcionará todo el tiempo en ese nivel. Tiene su continuidad en el tiempo. Si le falta continuidad, se vuelve neurótico, esquizofrénico, desequilibrado. Necesita tener una continuidad sana, racional. Bien, ése es el viejo cerebro con todos sus recuerdos acumulados. Una continuidad semejante jamás podrá descubrir nada nuevo, porque es sólo cuando algo se termina que existe algo nuevo.

F: ¿Continuidad de qué? Cuando usted dice continuidad, eso tiene un movimiento.

KRISHNAMURTI: Ello está sumando, restando, ajustando; no es algo estático.

D: Hay un movimiento circular, éste es una continuidad.

KRISHNAMURTI: Primero déjeme ver esta continuidad, el movimiento circular, como una repetición de lo viejo. En un momento dado, yo lo llamo ‘lo nuevo’, pero eso sigue siendo lo viejo. Ansío lo nuevo e invento lo nuevo dentro del círculo.

P: Está lo nuevo que es una reacomodación de lo viejo, y está lo ‘nuevo’ que no es una reacomodación de lo viejo. ¿Qué es lo otro nuevo que no es la invención de lo viejo? ¿Es algo reconocible, es perceptible?

KRISHNAMURTI: Es perceptible, pero no reconocible.

P: Por lo tanto, no es una experiencia.

KRISHNAMURTI: Es una percepción sin el observador.

D: Pero no en términos del pasado.





KRISHNAMURTI: Percepción significa algo nuevo.

F: La sensación es sin el pasado. La sensación no está cargada, es directa.

KRISHNAMURTI: La mente que se ha vuelto mecánica, anhela algo que sea nuevo. Pero lo nuevo está siempre dentro del campo de lo conocido. Al movimiento dentro del campo usted puede llamarlo horizontal, infinito, pero siempre está dentro de ese campo. Yo deseo lo nuevo en términos de lo viejo. La pregunta de ‘P’ era acerca del cerebro, el cual es el resultado del tiempo, de la experiencia, del conocimiento. ¿Qué ocurre con ese cerebro cuando hay una percepción que es nueva, una percepción en la cual no existen ni la experiencia ni el observador, una percepción que no es una experiencia para ser almacenada y recordada, y por lo tanto, destinada a convertirse en conocimiento?

F: El cerebro no responde.

KRISHNAMURTI: ¿Qué es lo que hace que no responda? ¿Cómo es que ocurre esto?

P: Deberíamos quedarnos con esta pregunta porque aquí está ocurriendo algo de vital significación. Todavía no hemos captado el sentimiento de ello.
Yo le escucho. Estoy atento. En ese estado de atención no hay otra cosa que sonido y movimiento. En ese estado, ¿puedo comprender qué le ha ocurrido a toda la carga del pasado?

KRISHNAMURTI: Eso es bastante sencillo. El pasado está operando continuamente; registra cada acontecimiento, cada experiencia ‑tanto las conscientes como las inconscientes-. Todo se está vertiendo dentro; la luz, el sonido.

P: Las células cerebrales actúan tanto si estoy consciente como si estoy inconsciente.

KRISHNAMURTI: Sí. Ahora bien, cuando ese cerebro opera, está actuando siempre desde el pasado. En primer lugar, ¿qué hay de malo en eso?

P: Si uno lo observa, son como ondas proyectadas; el pensamiento es como ondas, y de pronto estoy atento y no hay ondas.

KRISHNAMURTI: En ese estado de atención hay percepción. Ese estado de atención es percepción.

D: Cuando yo veo el hecho de que mi cerebro está registrando todo, y súbitamente me doy cuenta de que ello prosigue sin el observador, eso me aniquila. Si ello prosigue sin mí, entonces yo no existo más.

KRISHNAMURTI: Es como una máquina grabadora que lo registra todo.

D: ¿Por qué necesito llamarlo una máquina? Es algo maravilloso. Y yo no conozco el cómo ni el porque de ello.

KRISHNAMURTI: Usted ha escuchado ese ruido de bocina. Las células del cerebro lo han registrado. No hay resistencia ni aceptación.

D: Hay más que eso.

KRISHNAMURTI: Vaya despacio. Este cerebro es una máquina que registra. Es una cinta grabadora que todo lo registra constantemente. Viene usted y reta al cerebro. Él responderá en términos de agrado y desagrado; usted es un peligro y ‘P’ no es un peligro. En ese instante ha nacido el ‘yo’.
La función del cerebro es registrar.

D: Ese es un enunciado parcial. Que el cerebro registra es un hecho, pero puede haber algo más que eso...

KRISHNAMURTI: Usted salta, se adelanta. La función del cerebro es registrar, grabar. Cada experiencia, sea consciente o inconsciente, cada sonido, cada palabra, cada matiz prosigue su camino propio con independencia del pensador como entidad separada. Al resistir ese sonido que es desagradable, al escuchar algún halago, algún insulto, al desear más o al desear menos, desde ese registro emerge el ‘yo’, el ‘mí’.

P: Cuando el registro tiene lugar, soy consciente del sonido.

KRISHNAMURTI: ¿Y eso qué implica? Que el sonido es agradable o desagradable. En el instante de experimentarlo, el ‘yo’ no interviene en absoluto.

P: Existe un estado con el sonido y un estado sin el sonido.

KRISHNAMURTI: Ahora viene la nueva acción. Yo registro ese sonido ‑el sonido feo, el sonido horrible-, y no hay respuesta al mismo. En el momento en que hay respuesta, esa respuesta es el ‘yo’. Tal respuesta aumenta o disminuye conforme al placer, al dolor, al sufrimiento.
Ahora bien, la pregunta de ‘P’ era: ¿cómo es que el cerebro, que hace todo esto automáticamente, mecánicamente todo el tiempo ‑sea que funcione en sentido horizontal o en círculos- cómo hará ese cerebro para ver alguna vez sin el registrador o sin registrar?

P: Ya hemos examinado esto. Yo quiero ir más lejos a partir de ahí. Nosotros escuchamos. El sonido pasa a través de nosotros. Hay atención. En ese estado, por un segundo, ha cesado el movimiento horizontal. ¿Qué le ha sucedido al viejo cerebro?

KRISHNAMURTI: Pero él está ahí todavía...

P: ¿Qué quiere usted significar cuando dice que esté ahí todavía?

KRISHNAMURTI: Mírelo, vea lo que ocurre. Está ese niño que grita. El sonido se registra ‑el grito del niño- y entonces surgen las reacciones: “¿por qué la madre no lo cuida?”, y así sucesivamente. Pero cuando hay un completo escuchar, ¿qué ha ocurrido con el viejo cerebro en ese escuchar? ¿Ha comprendido usted la pregunta? Estamos haciendo el viaje juntos.
Lo expondré de manera diferente. ¿Cuál es la necesidad esencial de un cerebro? (Pausa)
¿No necesita sentirse seguro, confiado, para funcionar? Uno ve que el cerebro necesita seguridad. Entonces tiene lugar algún acontecimiento, y el cerebro ve el hecho de que estaba equivocado al haber supuesto que había una cosa tal como la seguridad, el bienestar.

D: El cerebro no puede verlo.

F: Nosotros consideramos al cerebro como una acumulación de impresiones, un depósito de recuerdos, etcétera. Pero el depósito de los recuerdos está fuera del cerebro, que es sólo una lente.

P: ¿Por qué no observamos nuestras propias mentes en este momento, en lugar de referirnos en abstracto al cerebro?

KRISHNAMURTI: Escuchen: el cerebro de ustedes exige seguridad, necesita grandemente sentirse protegido, tanto en lo físico como en lo psicológico. Eso es todo cuanto estoy diciendo. Ese es el punto esencial.

D: ¿Cuál es la pregunta fundamental?

P: La pregunta fundamental es ésta: cuando existe este movimiento horizontal de la mente como tiempo, como memoria, como células cerebrales que están operando, ¿qué es lo que hace posible ‘lo otro’ y qué ocurre cuando ‘lo otro’ es?



KRISHNAMURTI: Se lo diré. Las células cerebrales necesitan seguridad, protección, necesitan estar a salvo para sobrevivir. Han sobrevivido por millones de años. ¿Qué ocurre ahora? Con el fin de sobrevivir, las células cerebrales, la mente, en su búsqueda de seguridad está siempre experimentando y se ata al gurú, al nacionalismo, al socialismo ‑queda adherida y tiene que ser despegada, desarraigada. A causa de su necesidad fundamental de seguridad y porque necesita sobrevivir, la mente ha inventado una secuencia temporal de supervivencia ‑horizontal o circular-. Cuando satisface esa necesidad fundamental, ¿qué ocurre? ¿No es por completo diferente la percepción en términos de seguridad?

D: ¿Es la exigencia de seguridad la que ofrece resistencia a la pregunta que usted formula?

KRISHNAMURTI: No. Mi mente ha obtenido su seguridad. Hasta ahora y por 70 años, ella no ha sido dañada porque ha desechado una supervivencia al precio de la ilusión. Ha desechado la invención de las creencias, de las ideas, porque en ellas no hay seguridad en absoluto. Han sido barridas debido a que son ilusorias. Por lo tanto, la mente está por completo segura, no segura en alguna cosa, sino segura en sí misma. Antes, ella buscaba seguridad por medio de algo ‑de la familia, de Dios, del egoísmo, de la competencia, de la búsqueda misma. La seguridad por medio de algo es la más grande de las inseguridades. La mente descarta eso. Por lo tanto puede percibir. Puede percibir porque no tiene ilusiones, motivos, fórmulas. A causa de que no busca seguridad alguna está completamente segura. La mente se halla entonces libre de ilusiones; ilusión no en el sentido de Sankara, sino simplemente la ilusión de que encontraré seguridad en la familia, en Dios, en el conocimiento que es el pasado. ¿Qué hay que percibir ahora? ‘Eso’ es el percibir.

E: Nosotros somos tal como estamos hechos; sabemos que nos hallamos a merced del cuerpo psicosomático y que ahí estamos muy inseguros. Y que debe haber un modo diferente de abordar esto. Somos muy vulnerables porque nuestros cuerpos son tan frágiles...

KRISHNAMURTI: Por lo tanto, protegeré el cuerpo. En ello no hay envuelto egoísmo alguno.

F: La vulnerabilidad está relacionada con el ego.

KRISHNAMURTI: Protegeré al cuerpo sin el ego; lo lavaré, lo cuidaré. Nosotros pensamos que protegemos el cuerpo mediante el ‘yo’. Una vez que convengamos profundamente en la necesidad de una completa supervivencia, en la necesidad de protección, de seguridad para el cerebro, resolveremos todos los otros problemas. Pongámoslo de este modo: ¿está la percepción relacionada con las células cerebrales, que exigen seguridad, supervivencia a cualquier costo?

P: Mi mente no funciona de esta manera. Por lo tanto, encuentro muy difícil escuchar. Estoy tratando de realizar un examen microscópico de la mente para ver si es posible llegar a un punto en que las células cerebrales cesen de funcionar. Las cuestiones de seguridad y de no‑seguridad carecen de relevancia. En este momento, si yo promuevo estas cuestiones, estoy perdida. Aquí me encuentro ante usted y quiero comprender este movimiento horizontal del tiempo, ver si puede haber un estado en que las células del cerebro cesen de funcionar. Cualquier clase de indagaciones, preguntas, respuestas que se alejen de esto, solamente conducirán a la confusión.

KRISHNAMURTI: ¿Dice usted que, habiendo terminado con lo que hemos dicho, mis células cerebrales están de una forma u otra en perpetuo movimiento?

P: Digo que cuando le escucho a usted, no hay movimiento en mi mente.

KRISHNAMURTI: ¿Por qué? ¿No será porque usted está escuchando con atención, una atención en la cual no hay un centro que atienda, un estado en el que uno está simplemente atento?

P: Ahora, en ese estado, pregunto: ¿dónde está la carga del pasado? Formulo esta pregunta para comprender el problema del tiempo y para ninguna otra cosa.

KRISHNAMURTI: Cuando usted dice que atiende, que presta atención completa, ¿está el tiempo en eso?

P: Al no haber respuesta, ¿cómo evaluarlo?

KRISHNAMURTI: Cuando hay atención no hay tiempo porque no hay absolutamente ningún movimiento. Movimiento significa medida, comparación: de aquí hasta allá, etcétera. En la atención no hay ondas, no hay un centro, no hay un medir. La siguiente pregunta es: ¿qué le ha sucedido al viejo cerebro? Permanezca ahí. Esa es su pregunta. ¿Qué ha sucedido? (Pausa)
¡Lo he captado! La atención no está disociada del cerebro. La atención es todo el cuerpo. El organismo psicosomático, que incluye las células cerebrales, está atento. Por lo tanto, las células cerebrales están sumamente quietas, vivas, y no responden con lo viejo. De Otro modo usted no podría estar atento.
Ahí está la respuesta. Y en esa atención, el cerebro puede funcionar. Esa atención es silencio, es vacío; llámelo como usted guste.
Desde ese silencio, desde esa inocencia, ese vacío, el cerebro puede operar; pero no lo puede el pensador en términos de buscar seguridad en algo.

P: ¿Significa eso que todo el cerebro ha experimentado una transformación?

KRISHNAMURTI: No. Lo que ha tenido lugar es una mutación. No existe el observador.

P: Pero las células cerebrales están igual.

KRISHNAMURTI: ¡Obsérvelo! No lo ponga de ese modo porque entonces está perdida. Obsérvelo en usted misma. Atención quiere decir atención completa ‑cuerpo, psiquis, células; todo está ahí lleno de vida, activo. En ese estado no existe un centro, no hay tiempo, no hay un observador como el ‘yo’. No hay tiempo en términos del pasado; no obstante, el pasado existe porque yo hablo el idioma. Tengo que saber cómo dirigirme a un lado o a otro.
¿Qué es lo que ocurre entonces con las células cerebrales? Ellas registran, pero no hay un ‘yo’. Por lo tanto, el ‘yo’ que forma parte de las células cerebrales, es borrado de las mismas.

Bombay
6 de febrero de 1971



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Diálogo extraído de J. Krishnamurti, Tradición y revolución (título original: Tradition and Revolution, London, 1972), 24;  Edhasa, Barcelona, 1978.Versión castellana: Armando Clavier.

Imagen inferior - derecha: "Árbol-cerebro", por Sandra Guevara, publicada en https://inspirarteyser.wordpress.com/2013/09/07/la-meditacion-una-poderosa-herramienta/






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