¡Quién hubiese tal ventura sobre las aguas del mar
como hubo el conde Arnaldos la mañana de San Juan!
Con un falcón en la mano la caza iba cazar,
vio venir una galera que a tierra quiere llegar.
Las velas traía de seda, la ejercia de un cendal,
marinero que la manda diciendo viene un cantar
que la mar facía en calma, los vientos hace amainar,
los peces que andan n'el hondo, arriba los hace andar,
las aves que andan volando n'el mastel las faz posar.
Allí fabló el conde Arnaldos, bien oiréis lo que dirá:
--Por Dios te ruego, marinero, dígasme ora ese cantar.--
Romancero viejo: Romance del Conde Arnaldos, en su truncada versión del Cancionero sin año (fol. 193r, Amberes, 1548)
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