“La literatura mística y oculta de los celtas britones
del sur de Bretaña deriva en parte de la colección de cuentos conocida como el
Mabinogion[1],
la cual, aunque existente en un manuscrito del siglo XIV, obviamente fue
compuesta en fecha muy anterior, como lo prueba su carácter mitológico. Las
Tríadas galesas consagran material similar, que data, probablemente, del siglo
XII, pero embalsamando un saber místico mucho más antiguo. El, así llamado, Book of Taliesin (Libro de Taliesin),
escrito, o más probablemente re-escrito, en algún momento del siglo XV, está a
un mismo nivel de igualdad con aquello. Los muchos esfuerzos hechos para
refutar el carácter auténtico y antiguo del material mitológico contenido en
estos manuscritos han manifiestamente fracasado, hechos, como fueron, por gente
de letras en su mayor parte no compenetrada con la ciencia mitológica.
La cuestión de la supervivencia del conocimiento
druídico en la poesía bárdica de Gales es algo que se ha debatido con inusual
fogosidad. Uno de los protagonistas de la teoría de su continuidad fue el Rev.
Edgard Davies, quien, en su Mythology of
the British Druids (mitología de los druidas británicos),
irresponsablemente y con incondicional entusiasmo se abocó a su consolidación. Ha
sido probado de modo suficientemente amplio por Nash y otros[2]
que sus traducciones de los antiguos poemas galeses fueron un tanto inexactas y
embrolladas, y que sus nociones mitológicas de la existencia de una región
‘Helio-Arkite’ en Gales hasta fecha tardía fueron bastante absurdas. Sin
embargo, como las ‘traducciones’ de sus críticos fueron igualmente malas y sus
puntos de vista igualmente equivocados, debemos admitir ciertas concesiones
para él. Sus teorías fueron más adelante elaboradas por Algernon Herbert en sus
obras anónimas: Britannia alter the
Romans (1836) (Britannia después de los romanos) y The Neo-Druidic Heresy (1838) (la herejía neo-druídica), en las que
dio por creencia suya que la adhesión de los druidas al antiguo paganismo había
provocado un cisma en la
Iglesia británica, y alentado el mantenimiento de una herejía
neo-druídica en ese lugar.
Sus oponentes indicaron no sólo que la mayoría de las
traducciones eran inexactas, sino que muchos de los pasajes que se creyó de
naturaleza mística o mitológica eran, en realidad, de origen cristiano. Sin
embargo, al hacerlo, llegaron demasiado lejos, tan lejos, en efecto, como
Davies y Herbert habían llegado en la otra dirección. La verdad es cuando los
poemas galeses de The Book of Taliesin (El
libro de Taliesin), The Red Book of
Hergest (El libro rojo de Hergest), The
Black Book of Caermarthen (El libro negro de Caermarthen), y el Mabinogion, son tamizados y examinados
científicamente, ellos aun contienen un residuo de material místico o
mitológico no esclarecible por los métodos de sus críticos.
No fueron éstos mitólogos o místicos practicantes, y
la mayor parte de ellos (Nash, en particular, como lo mostró Skene) tenía modos
muy limitados de descartar evidencias que se les volvían en contra de sus
ideas. Ellos enfatizaron la noción de que los bardos de Gales - Taliesin,
Llywarch Hën, y Aneurin – hacían referencia a las deidades de la antigua
Bretaña estéticamente, como podrían haberlo hecho los poetas augustos a los
dioses de la mitología clásica. Pero la manera directa y personal en que a
menudo se hacen las alusiones vuelve una idea así insostenible.
Más aun, como se demostrará, no existe nada que sea
intrínsecamente imposible en la idea de que la religión y el misticismo
británico antiguos tardaron muchos siglos en desaparecer de Gales y otras
partes distantes de la isla después de la partida de los romanos. Aquellos que
adoptan la negativa tienen que explicar la presencia de de cientos de
supersticiones que sobreviven en Gran Bretaña en el presente, la quema de un
ídolo druídico galés en Londres junto con su sacerdote en el reinado de Enrique
VIII, el sacrificio de toros, comparativamente reciente, en las Highlands de
Escocia, en conexión con ritos primitivos, la existencia de celebraciones tales
como el culto a Shoney en el norte de Escocia, y muchos otros festivales que se
aducirán como prueba en su debido lugar, la observancia tardía de rituales de
brujería, un remanente colapsado de religión celtíbera, y una legión de
evidencias por el estilo. Tienen también aclarar satisfactoriamente el que
perduren antiguas creencias por todas partes en territorios donde el paganismo
ha estado, en lo esencial, arraigado aparentemente por siglos, el nagualismo en
México y América Central, la Antiche
Religione o el culto a Diana en la Italia moderna, y creencias
y prácticas similares en los Balcanes y Rusia.
[…]
Antes de proceder al examen del material místico que
contienen, será mejor resumir brevemente la información de ese orden según la
poseemos relativa a las principales divinidades de las cuales estos cuentos y
poemas relatan las aventuras. Algunas de ellas han sido identificadas con
dioses de los Gaelios [Gaels], pero
la mayoría de ellas tienen un carácter local y estrictamente ‘galés’. Se puede
asegurar, de todos modos, que son tanto de origen britón como goidélico,
producto de una mezcla de creencias y relatos comunes a ambas ramas de la
familia céltica, según lo reconoce la mayoría de las autoridades de consulta
obvia.
El primer grupo en atraer nuestra atención, y quizás
el más llamativo, es el de Llyr, según aparece aludido en el Mabinogion. Llyr es dios del mar, y los
hechos de sus hijos Bran y Manawydden, su hija Branwen, y los medio-hermanos
Nissyen y Evanissyen se narran en las historias de Branwen y Manawydden. Éstas
hacen referencia a la invasión de Irlanda, con cuyo rey se había casado
Branwen. Manawydden es Señor de Elysium, y un artesano y agricultor. Bran es
principalmente famoso como poseedor de una cabeza mágica que, después de la
muerte, profetizaba y protegía la isla de Bretaña de las invasiones. Él
presidía la poesía y la música de los bardos, y se le otorgó carácter de titán.
Parece haber estado asociado al mundo del más-allá, o más bien al inframundo de
la fertilidad, igual que su hermana Branwen, según lo revela el que ésta
poseyera un caldero mágico.”
“-Además hemos visto, señor, una gran montaña junto
al bosque y la montaña avanzaba, y una elevada cresta en la montaña, y a cada
lado de la cresta, un lago. Y el bosque, la montaña y todo lo demás avanzaban.
-No
hay nadie aquí que pueda reconocer eso, a excepción de Branwen. Interrogadla.
Los mensajeros acudieron junto a Branwen.
-Princesa —dijeron-, ¿qué es todo esto, según tu
opinión?
-Aunque no sea princesa, sé de qué se trata
-respondió ella-. Los hombres de la isla de Fuertes atraviesan el agua para
venir aquí, pues han sabido de mis sufrimientos y deshonor.
-¿Qué es ese bosque que hemos visto sobre las olas?
-le preguntaron.
-Son las vergas y los mástiles de los barcos
-respondió.
-¡Oh! -dijeron ellos-. ¿Y la montaña que se ve junto
a los navíos?
-Es Bendigeit Vran, mi hermano, atravesando el vado.
No cabría en ningún barco.
-¿Y la elevada cresta y los lagos a ambos lados de
la cresta?
-Es él, lanzando irritadas miradas sobre esta isla;
los dos lagos a ambos lados de la cresta son sus ojos, uno a cada lado de su
nariz.
Y entonces reunieron apresuradamente a todos los
guerreros de Iwerddon y a todos los grandes jefes y se mantuvo consejo.
-Señor -dijeron los nobles a Matholwch-, el único
consejo posible es retroceder allende Llinon (río de Irlanda) y dejar el Llinon
entre tú y él, y destruir el puente que cruza el río. En el fondo del río hay
una piedra imantada y ningún barco o navío puede atravesarlo.
Se retiraron al otro lado del río y destruyeron el
puente. Bendigeit llegó a tierra y se dirigió con su flota hasta la orilla del
río.
-Señor -le dijeron sus nobles-, tú conoces la
peculiaridad de este río; nadie lo puede atravesar, y no tiene puente por
encima de él. ¿Cuál es tu consejo con respecto al puente?
-No veo otro que éste: Aquél que es jefe, sea
puente. Yo seré el puente -respondió.
Fue entonces por vez primera cuando se pronunciaron
estas palabras y aún hoy sirven de proverbio. Bendigeit se tendió encima del
río, enlazaron zarzos sobre él y las tropas pasaron por encima de su cuerpo. En
el momento en que se levantaba, los mensajeros de Matholwch acudieron a
saludarle de parte de Matholwch, su pariente por alianza, asegurándole que en
nada había faltado por su propia voluntad.”
Branwen, Hija de Llyr (Mabinogion)
“Los hijos de Don, otro grupo britón, son Gwydion,
Gilvaethwy, Amaethon, Govannon, y Arianrhod, con sus hijos Dylan y Llew. Ellos
nos recuerdan a los irlandeses Tuatha De Danann, y sus aventuras se describen
en el mabinogi de Math, que relata la
pasión de Gilvaethwy por la doncella de Math, Goewin, y la manera en que
Gwydion procura el cerdo mágico de Pryderi, que le ha sido regalado por Arawn
Señor de Annwn o el Hades. Math es obviamente un dios territorial y local de
Gwynedd, en Gales, un mago par excellence,
un ‘dios del druidismo’. Gwydion es el patrono de la poesía, la adivinación y
la profecía, el bardo ideal, así como un filósofo y erudito. Amaesthon es un granjero, y Govannon, un ‘herrero’ o
artífice, especie de Vulcano celta. Arianrhod, o ‘Rueda de Plata’, representaba
la constelación de Corona Boreal, pero está además asociado a la fertilidad de
la tierra.”
“El águila se posó en las
rodillas de Gwydyon. Y entonces Gwydyon le tocó con su vara encantada y
recuperó su propia semblanza. Jamás nadie había visto a un hombre presentar más
triste aspecto. Sólo era piel y huesos.
Gwydyon se dirigió con él a
Kaer Dathyl e hicieron traer allí a los mejores médicos que se pudieron
encontrar en Gwynedd. Antes de finalizar el año estaba completamente
restablecido.
-Señor -dijo entonces a Math,
hijo de Mathonwy-, ya es tiempo de que reciba, satisfacción del hombre que me
ha producido tantos sufrimientos.
-Con toda seguridad -respondió
Math-. No puede seguir sin darte satisfacción.
-Me gustaría obtenerla lo antes
posible.
Entonces reclutaron las tropas
de Gwynedd y marcharon hacia Ardudwy. Gwydyon iba a la cabeza y se dirigió a
Mur y Castell. Al enterarse de que se acercaban, Blodeuwedd cogió a sus doncellas
y se dirigió a través del río de Kynvael hacia una corte situada en la montaña.
Su terror era tal, que sólo podían marchar andando hacia atrás; así cayeron en
el agua sin darse cuenta y se ahogaron todas, a excepción de Blodeuwedd.
Entonces Gwydyon la alcanzó y le dijo:
-No te mataré, haré algo peor.
Te dejaré ir con la forma de pájaro. Para castigarte por la vergüenza que has
echado sobre Lleu Llaw Gyffes, jamás te atreverás a mostrar tu cara a la luz
del día, pues temerás a todos los demás pájaros. Habrá enemistad entre ti y
todos los pájaros y su instinto les conducirá a agolparse a tu alrededor y a
tratarte con desprecio por todos los lugares donde te encuentren. No perderás
tu nombre, sino que te seguirás llamando Blodeuwedd para siempre.
En efecto, en el lenguaje
actual, Blodeuwedd es «búho». Por esta razón, los pájaros odiaron al búho. Y el
búho se ha llamado hasta ahora Blodeuwedd.”
Math, Hijo de Mathonwy (Mabinogion)
“Otro grupo que encontramos en el Mabinogion es el de Pwyll, Príncipe de Dyved, su esposa Rhiannon, y
su hijo Pryderi. Pwyll intercambia lugares durante un año con Arawn, Rey de
Annwn, o Hades, y hace la guerra a su rival Havgan. Otro grupo más aun es el de
Beli y sus hijos Llud, Caswallawn y Llevelys.”
Texto crítico: LEWIS SPENCE, The Mysteries of Britain: Secret
Rites and Traditions of Ancient Britain (los misterios de la Gran Bretaña : ritos y
tradiciones secretos en la antigua Bretaña), Chapter III: The Mystery of Keltic Philosophy (Cap. III:
el misterio de la filosofía celta), p. 71-78; Senate, London, 1997 (1ra ed.:
Rider & Company, 1928). Traducción de estos fragmentos, para su sola
lectura en este blog: G. Aritto /
2015.
♦♦♦♦♦
“Muy pocos
investigadores han advertido la enorme importancia de las Cuatro Ramas de el Mabinogi [sic] para el estudio del
romance artúrico. Dado que Arturo mismo está ausente y ninguno de los
prominentes caballeros y damas de su corte es reconocible con facilidad, los
cuentos han sido generalmente ignorados hasta tiempos tardíos. Empero, tomemos
justamente el primer episodio – el pacto de amistad entre Arawn, el cazador
sobrenatural, y Pwyll; Pwyll está yaciendo con la esposa de Arawn bajo la
apariencia de Arawn; su fidelidad y castidad tentadas. Mientras, por un lado,
hay una clara afinidad con la narración irlandesa de Manannan y la esposa de
Fiachna, hay una aun más notable relación con las experiencias de Gawain en el
castillo del Caballero Verde de la obra maestra poética inglesa. No es que este
texto galés del siglo XI fuera la fuente literaria, incluso en varios grados de
consideración, del poema inglés del siglo XIV; pero ambos fueron deudores,
aparentemente, de una muy conocida tradición galesa de la tentación del héroe
por la esposa del rey cazador, Arawn. En otras figuras sobrenaturales de las
Cuatro Ramas, tenemos los prototipos de la hechicera Viviana, que engañó a
Merlín, y del Rey Lisiado de los romances del Grial, el Amfortas de Wagner.
Originalmente, por su puesto, estos personajes míticos no tenían relación
alguna con los cuentos que circulaban sobre Arturo, pero hacia el siglo XII
habían sido atraídos adentro de su órbita.
La narración más
temprana que sobrevive en la cual el heroico Arturo está rodeado de figuras
extraídas de este mundo primitivo y por otras reunidas a partir del folclore y
la historia, se incluye en el Mabinogion bajo el título de Kulhwch y Olwen. Probablemente puesto en
copia alrededor de 1100, podría ser denominado un mabinogi (aunque no es una de las Cuatro Ramas), por relatar los
hechos de un príncipe desde su nacimiento hasta su matrimonio, y referirse
frecuentemente a él como un mab, es
decir, un muchacho o joven. Por otro lado, presagia claramente el típico
romance de dos siglos más tarde: el héroe es un pariente cercano de Arturo; el
amor es la fuerza impulsora; las búsquedas forman la materia básica de sus
aventuras; y su recompensa es la mano de una hermosa novia. Arturo, elevado por
fin al rango de ‘príncipe soberano de esta isla’, preside una hueste de
guerreros, y cuando Kulhwch los nombra no nos sorprende encontrarnos de nuevo con
nuestros conocidos de siempre: Kei, Bedwir, Lluch (escrito Llwch), Mabon hijo
de Modron, y Manawidan hijo de Llyr.
Kulhwch y Olwen difiere marcadamente
de las Cuatro Ramas en la escasez, en términos comparativos, de elementos
estrictamente mitológicos. La línea principal de la trama es conocida por los
folcloristas como la ‘Hija del Gigante’, y no resulta difícil identificar un
parecido en el esbozo general con un ejemplo famoso del tipo: el romance griego
de Jasón, Medea y el Vellocino de Oro…
“Arturo partió con sus
guerreros de la isla de Bretaña en búsqueda de Eidoel y llegaron ante el castillo
fortificado de Glini, donde Eidoel estaba encerrado. Glini estaba en la muralla
del castillo y exclamó:
-Arturo, ¿qué quieres de mí
ahora? ¿Ni siquiera puedo vivir en paz en este pico rocoso? Aquí no hay bienes,
ni placer, no tengo trigo ni avena, y todavía quieres perjudicarme.
-No he venido aquí para
causarte mal alguno, sino para buscar a tu prisionero –respondió Arturo.
-Te daré al prisionero, aunque
no estaba dispuesto a dárselo a nadie. Además tendrás mi ayuda y mi apoyo.
Los hombres de Arturo le
dijeron entonces:
-Señor, vuelve a casa; no
puedes ir a la cabeza de tu ejército buscando cosas tan insignificantes como
ésta.
-Gwrhyr Gwalstawt Ieithoedd
(Intérprete de Lenguas) -dijo Arturo-, a ti corresponde esta misión: conoces
todas las lenguas, sabes incluso conversar con ciertos pájaros y ciertos animales.
Eidoel, a ti te corresponde ir con mis hombres en busca de tu primo hermano.
Kei y Bedwyr, siempre he confiado en que todo lo que vosotros busquéis será
conseguido. Marchad, pues, por mi a esta búsqueda.
Marcharon hasta que encontraron
al Mirlo de Cilgwri. Gwrhyr le preguntó:
-En nombre de Dios, ¿sabes algo
de Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera noche de su
nacimiento?
El mirlo respondió:
-Cuando vine aquí por vez
primera había un yunque de herrero y entonces era un pájaro joven. Desde
entonces no ha habido allí otro trabajo que el que hiciera mi pico cada tarde. Ahora
no queda de él más de lo que hay en una nuez; que Dios me castigue si alguna
vez he oído hablar del hombre por el que me preguntáis. No obstante, haré lo
que es justo y propio hacer por los mensajeros de Arturo. Existe una raza de
animales que Dios creó antes que a mí: os guiaré hasta ellos.
Fueron hasta él lugar donde se
encontraba el Ciervo de Redynvre.
-Ciervo de Redynvre, hemos
venido hasta ti, mensajeros de Arturo, porque no conocemos animal más viejo que
tú. Dinos, ¿sabes algo respecto a Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a
su madre la tercera noche de su nacimiento?
El ciervo dijo:
-Cuando vine aquí por primera
vez sólo tenía dos púas a ambos lados de mi cabeza y aquí no había más árbol
que un joven roble que creció hasta convertirse en un roble de cien ramas; el roble
cayó y ahora no queda nada de él, salvo una cepa roja y podrida. Desde aquel
día hasta ahora he estado aquí. Nada he oído acerca del hombre por quien
preguntáis. No obstante, puesto que sois mensajeros de Arturo, seré vuestro
guía hasta el lugar donde se encuentra un animal que Dios creó antes que a mí.
Llegaron al lugar donde estaba
el Búho de Kwm Kawlwyt.
-Búho de Kwm Kawlwyt, aquí
están los mensajeros de Arturo: ¿sabes algo de Mabon, hijo de Modron, que fue
arrebatado a su madre la tercera noche de su nacimiento?
-Si lo supiera os lo diría.
Cuando vine aquí por vez primera, el gran valle que veis estaba cubierto de
bosque y vino una raza de hombres que lo devastó. Creció un segundo bosque y éste
es el tercero, y en lo que a mí respecta, mis alas son simples muñones. Desde
aquel día hasta ahora, jamás había oído hablar del hombre por el que me
preguntáis. Sin embargo, quiero ser guía de los mensajeros de Arturo, hasta que
lleguemos al lugar donde está el animal más viejo de este mundo y que ha volado
sobre los lugares más lejanos, el Aguila de Gwernabwy.
Gwrhyr dijo:
-Aguila de Gwernabwy, nosotros,
los mensajeros de Arturo, hemos venido hasta aquí para preguntarte si sabes
algo respecto a Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera
noche de su nacimiento.
El águila dijo:
-Hace mucho tiempo que llegué
aquí y cuando llegué por vez primera había una roca desde cuya cima picoteaba
los astros cada noche; ahora sólo tiene un palmo de altura. Estoy aquí desde
entonces y, sin embargo, nada he oído del hombre por el que me preguntáis. No obstante,
una vez fui a buscar alimentos a Llynn Llyw y cuando llegué allí clavé mis
garras en un salmón pensando que con él tendría comida por mucho tiempo; pero
me arrastró a las profundidades y sólo con grandes esfuerzos pude
desembarazarme de él. Mis parientes y yo nos reunimos para intentar
despedazarlo, pero envió mensajeros para hacer la paz conmigo y vino en persona
para entregarme cincuenta arpones de carne de su espalda. Si él no sabe nada de
lo que buscáis, no conozco a nadie que pueda saberlo. En todo caso os guiaré
hasta el lugar donde se encuentra.
Cuando hubieron llegado al
lugar donde estaba, el águila dijo:
-Salmón de Llynn Llyw, he
venido hasta aquí con los mensajeros de Arturo para preguntarte si sabes algo
respecto a Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado del lado de su madre la tercera
noche de su nacimiento.
-Os voy a decir todo lo que sé.
Cada marea remonto el río hasta los muros de Kaer Loyw y fue allí donde me
ocurrió la mayor calamidad de mi vida. Montad dos de vosotros sobre mis hombros
y nos dirigiremos allí para que me creáis.
Kei y Gwrhyr Gwalstawt
Ieithoedd (Intérprete de Lenguas) montaron sobre los hombros del salmón y
cuando llegaron junto a la muralla del prisionero, pudieron oír quejas y lamentaciones
desde el otro lado de la muralla.
-¿Quién se lamenta en esta casa de piedra? -dijo
Gwrhyr.”
Kilhwch
y Olwen (Mabinogion)
“Insertas en la línea
principal de la trama de la ‘Hija del Gigante’ hay muchas historias tradicionales.
Ya hemos conocido a Twrch Trwyth como el jabalí Troit en la lista de mirabilia de Nennius; y la cacería de la
bestia por Arturo en su guarida de Irlanda, cruzado el Canal de San Jorge, a
través de un incierto itinerario por el sur de Gales, y ya en Cornwall, es
presentada como de lo más peligroso entre las tareas asignadas a Kulhwch, y se
lo trata con una extraordinaria precisión geográfica. De modo similar, la
incursión de Arturo en Annwn para hacerse del caldero mágico, lo cual fue el
tema del críptico poema tratado en el primer capítulo[3], se convierte en otro de
los trabajos impuestos por Ysbaddaden. Acá el glamour extraño ha sido disipado,
y tenemos solamente el relato prosaico de un ataque al criado del Rey de
Irlanda a fin de obtener un caldero para hacer hervir carne para el banquete de
bodas de Kilhwch….
[…]
El más sofisticado
esfuerzo en la colección de Lady Guest es El
Sueño de Rhonabwy. Compuesto al menos cien años después que Kulhwch, fue diseñado para crear el
efecto fantasmagórico de un sueño, y además para servir como probación de
memoria para un recitador, según lo proclama la última línea: ‘Nadie, ni bardo
ni narrador-de-historias, sabe el Sueño
sin un libro debido a la gran cantidad de colores que había en los caballos y
todos los diferentes tipos de raros colores, tanto en las armas como en el
atuendo, y en las preciosas capas y las piedras mágicas.’”
[…]
Esta narración anticipa
de modos llamativos una pesadilla descripta por De Quincey, aun cuando no
existe aquí la sensación de terror e indefensión que el Opiómano aporta: ‘el sentir un vasto campo perdido en la
frontera, una infinita cabalgata pasando de largo… La mañana era llegada de un día
grandioso… En algún lugar - yo no sabía dónde-, de algún modo - cómo yo no lo sabía-,
por obra de ciertos seres –yo no sabía quiénes -, una batalla, una lucha, una
agonía, se estaba llevando a cabo… se estaba desplegando como un tremendo drama
o una pieza de música.’ El autor
galés prefirió un tono más ligero, y la conclusión es un anticlímax deliberado,
pero no puede haber mayores dudas sobre su logro en reproducir la incoherencia
de nuestras aventuras nocturnas mediante el uso del anacronismo, la
introducción de personajes inesperados, mudanzas rápidas de lugar, y
particularmente por la inserción de un motivo [theme] tan irrelevante como
la partida de ajedrez y la concomitante batalla de los cuervos, quienes, y lo
ha demostrado la investigación, eran formas-pájaro de Modron, la diosa madre de
Owain y sus compañeros, supervivientes espeluznantes del paganismo británico.
Empero, junto con este elemento arcaico podemos detectar toques
comparativamente tardíos: la influencia la crónica mendaz de Geoffrey of
Monmouth probablemente explica la identificación de Baddon con Bath, y el
concepto de Arturo como un emperador a quien los hombres de Escandinavia y
Dinamarca debían lealtad y a quien las Islas de Grecia pagaban tributo.”
“El escudero dijo a Owein:
-¿Es contra tu voluntad que los
escuderos del emperador Arturo están hiriendo a tus cuervos, matando a unos y
molestando a otros? Ruégale que se lo impida.
-Señor -dijo Owein a Arturo-,
si te place, llama a tus hombres.
-Continúa tu partida -respondió
el emperador.
Y entonces el escudero regresó
a su pabellón. Acabaron aquella partida y comenzaron otra. Cuando empezaron a
mover las piezas, vieron a cierta distancia de ellos un pabellón amarillo moteado
y coronado con una imagen de águila en oro cuya cabeza estaba adornada con una piedra
preciosa. Del pabellón salía un escudero de cabellos rubios y rizados, hermosos
y bien arreglados, con una capa de brocado verde y un broche de oro en el
hombro derecho tan espeso como el dedo corazón de un guerrero, con calzas de
fina tela, zapatos de cordobán moteado y hebillas de oro. Tenía aspecto noble,
rostro blanco, mejillas rojas y grandes ojos de halcón. Sostenía en la mano una
lanza con el asta amarilla moteada y punta recién afilada, coronada con un
vistoso estandarte. El escudero se dirigió con aire irritado y paso precipitado
hacia el lugar donde Arturo y Owein jugaban inclinados sobre el ajedrez. Se
dieron cuenta de que estaba furioso. No obstante saludó a Owein y le dijo que
sus mejores cuervos habían sido matados y que los otros estaban tan heridos y
habían sido tan maltratados que ni uno solo podía levantar sus alas del suelo
más de una braza.
-Señor -dijo Owein-, llama a
tus hombres.
-Juega, te lo ruego -respondió
Arturo.
Entonces Owein dijo al
escudero:
-Apresúrate, y en el lugar
donde la batalla sea más dura enarbola el estandarte y que ocurra lo que Dios
quiera.
Y entonces el escudero se
dirigió en seguida al lugar donde los cuervos sufrían el más duro ataque y
enarboló el estandarte. En cuanto estuvo alzado, éstos se elevaron en el aire
irritados, llenos de ardor y de entusiasmo, para desplegar sus alas y reponerse
de sus fatigas. Cuando hubieron recobrado su valor y poderes mágicos, se
abatieron con el mismo impulso sobre los hombres que acababan de causarles
cólera, dolor y pérdidas. A unos les arrancaron la cabeza, a otros los ojos, a
otros las orejas y a unos cuantos los brazos; levantaron a algunos en el aire y
hubo gran agitación en el aire no sólo por el batir de las alas y los graznidos
exultantes de los cuervos, sino también por los gritos de dolor de los hombres
a los que mordían, lisiaban o mataban. El tumulto era tan pavoroso que Arturo y
Owein, inclinados sobre el tablero, lo oyeron.
Cuando levantaron los ojos,
vieron venir a un caballero montado sobre un caballo tordo. El caballo era de
un color extraordinario: era gris oscuro, pero su pata derecha era roja y
amarilla desde lo alto de sus patas hasta la mitad del casco. Caballero y
caballo iban protegidos con armas pesadas y extranjeras. La cota de armas de su
caballo era de cendal rojo desde el arzón delantero hasta arriba y de cendal
amarillo desde el arzón trasero hasta abajo. De la cadera del joven colgaba una
espada de empuñadura de oro de un solo filo, en una vaina azul rematada en
latón de España. El cinto de la espada era de cordobán negro, con placas
doradas y la hebilla de marfil y negra la lengüeta de la hebilla. Su yelmo de
oro se encontraba realzado por una piedra preciosa de gran virtud y coronado
con una figura de leopardo amarillo-rojo, con dos resplandecientes piedras
rojas en la cabeza. Incluso un guerrero, por muy intrépido que fuera de
corazón, habría temido mirar al leopardo y con mayor razón al caballero. En la
mano sostenía una larga y pesada lanza con el asta verde y roja desde el puño para
arriba. La punta de la lanza era roja como la sangre de los cuervos en su
plumaje. El caballero se dirigió al lugar donde Arturo y Owein estaban jugando
inclinados sobre el ajedrez y vieron que se acercaba a ellos, agotado y
encolerizado. El escudero saludó a Arturo y le dijo que los cuervos de Owein
estaban matando a sus jóvenes y escuderos. Arturo miró a Owein y le dijo:
-Llama a tus cuervos.
-Señor -respondió Oweín-,
continúa tu juego.
Y jugaron. El caballero regresó
al lugar de la batalla, sin que nadie intentara detener a los cuervos. Arturo y
Oweín jugaban ya desde hacía un rato, cuando oyeron un gran tumulto: eran los
gritos de socorro de los hombres y los graznidos de los cuervos que elevaban
sin esfuerzo en el aire a los hombres, aplastándolos y desgarrándolos a
picotazos y dejándolos caer a trozos sobre el suelo.”
El Sueño de Rhonabwy (Mabinogion)
“Muy diferente en su
carácter de Kulhwch y del Sueño de Rhonabwy es un grupo de tres
romances arturianos, Geraint, la Dama de la Fuente y Peredur.
En cada uno de ellos la secuencia de los incidentes se corresponde con mayor o
menor proximidad con la de uno de los tres poemas de Chrétien de Troyes, que
escribió en la segunda mitad del siglo XII; en cada uno, los elementos
mitológicos y primitivos son mucho menos conspicuos; y la geografía de la Dama de la Fuente y Peredur no evidencian nada de aquel conocimiento
preciso de Gales y sus fronteras como sí lo hacen los dos cuentos previamente
discutidos… Aunque en cada uno de estos romances hay todavía aspectos
sobrenaturales –el rey enano en uno, la fuente que desata tormentas en el otro-[4] la motivación natural y la
atención a problemas de conducta de orden práctico muestra que el desconocido
autor vivía en un mundo muy diferente del mundo habitado por el autor de Kulhwch. No ha de olvidarse que Geraint
y la Dama de la Fuente no son traducciones
de un texto escrito sino más bien relatos re-contados en base a la memoria, y
especialmente los finales sufrieron las consecuencias.
Peredur tuvo en parte la misma historia
en que fue elaborado a partir de recuerdos defectuosos de cuentos franceses o
anglo-normandos de Perceval. Una de estas fuentes puede haber sido el poema de
Chrétien sobre el héroe, pero, de ser así, fue catastróficamente desordenado y
expandido. Por ejemplo, el héroe, que nos es más familiar como el caballero
virgen del libro de Malory y el Parsifal
de Wagner, se lo representa haciendo promesa de amor a tres damas sucesivamente
y con la tercera vivió catorce años. ¿Habrá intentado el autor retratar a
Peredur como un Don Juan reformado? Más probablemente él meramente suturó
juntas, desordenadas, tres historias de amor independientes que se habían
desarrollado en torno al héroe. Aunque introdujo una escena claramente
correspondiente a la visita de Perceval al castillo del Grial, colocó en la
vasija que corresponde al Grial una cabeza de hombre cortada, nadando en
sangre. Cuando luego nos enteramos de que esa cabeza era la del primo de
Peredur y que Peredur asumió la obligación de vengarlo, la confusión es aun más
patente. Este texto galés, juzgado como arte, se ubica en el nadir mismo, pero
como rompecabezas detectivesco literario se ubica muy alto.”
“Siguió su camino a través de
un valle regado por un río. Sus limites eran boscosos, pero a ambos lados del
río se extendían prados. En una de las orillas había un rebaño de corderos blancos
y en la otra un rebaño de corderos negros. Cada vez que un cordero blanco
balaba, un cordero negro atravesaba el agua y se volvía blanco. Cada vez que
balaba, un cordero negro,
un cordero blanco atravesaba el
agua y se volvía negro.
En la orilla del río vio un
gran árbol y la mitad del árbol ardía desde la raíz hasta la cima y la otra
mitad tenía verde hojarasca. Más arriba, Peredur vio sentado en la cima del
monte a un joven que sujetaba con la correa a dos perros de caza de pecho
blanco y moteados, tendidos a su lado. Peredur pensó que jamás había visto a
nadie de aspecto tan regio. En el bosque que se
encontraba frente a él oyó a
perros levantando una manada de ciervos. Peredur saludó al joven y éste le
devolvió el saludo. Como del monte salían tres senderos, dos de ellos anchos y
el tercero más estrecho, Peredur le preguntó a dónde conducían.”
Peredur,
Hijo de Evrawc (Mabinogion)
“El Mabinogion,
entonces, consiste en cuatro estratos diferentes del desarrollo de la ficción
artúrica: 1. las Cuatro Ramas, formadas, en gran medida, de material mítico,
galés e irlandés, hasta entonces desvinculado de Arturo; 2. Kulhwch, en el cual hallamos una
cantidad sutil de este mismo material, junto con un predominio de motivos
folclóricos diseminados, siendo todo el conjunto atraído dentro de la órbita de
Arturo; 3. el Sueño de Rhonabwy, un
experimento altamente exitoso al combinar tradiciones muy arcaicas acerca de
Arturo y Owain con adiciones pseudos-históricas recientes, para dar una
impresión vívida de un sueño; 4. tres romances que, aun incorporando mucho
material de origen último galés e irlandés, tienen sus fuentes inmediatas en
composiciones francesas o anglo-normandas del siglo XII. Aun así la continuidad
de la tradición se puede eventualmente discernir a veces borrosamente, a veces
con claridad, en sus abigarradas manifestaciones. Y Arturo, quien había
desaparecido de este escenario terrestre en el temprano siglo VI, una figura
oscura, recordada sólo por sus compañeros britones, se ha convertido para sus descendientes,
siete siglos más tarde, no meramente en un rey glorioso, sino en un emperador,
y para los franceses y anglo-normandos en el centro del círculo de caballeros
más pletórico de aventuras que el mundo hubiera visto jamás.”
Texto crítico: ROGER
SHERMAN LOOMIS, The Development of Arthurian Romance (el desarrollo del romance artúrico), 2. The ‘Mabinogion’; Hutchinson University
Library, London, 1963, p. 24-31. Traducción de estos fragmentos, para su sola
lectura en este blog: G. Aritto /
2015.
Fragmentos del Mabinogion
insertados: versión castellana (a partir del original en galés) de Victoria
Cirlot, para su edición crítica Mabinogion: Relatos galeses, Madrid,
Siruela, 1988.
[1] Sobre el título de la colección se ha
desatado y atado, desde su “descubrimiento” y su primera traducción inglesa por
Lady Charlotte Guest en 1849, una de esas típicas, y tal vez ineludibles,
controversias filológicas que han atravesado la densidad de muchas páginas y
muchas décadas (e incluso siglos). Comenta Jeffrey Ganz en la Introducción
a su versión inglesa de la obra: “La falta de influencia ejercida por El Mabinogion durante este período se
puede atribuir al hecho de que no parece haber sido demasiado conocido, ni
siquiera para la literatura galesa. Quedó en estado tan latente que no fue
traducido al inglés hasta 1849, cuando apareció la versión de Lady Charlotte
Guest. Lady Charlotte suministró, además, el título Mabinogion – previamente los cuentos fueron simplemente
identificados como parte de este o aquel manuscrito – y corresponde alguna
explicación sobre este título. Cada una de las Cuatro Ramas (Four Branches) termina con alguna forma
de la frase: ‘Así acaba esta Rama del Nabinogi’. Como quiera que la palabra
galesa mab significa ‘muchacho’, Lady
Charlotte concluyó que mabinogi era
un sustantivo que significa ‘una historia para niños’ y que mabinogion era el plural del vocablo. De
hecho, la palabra mabinogion no
existe en galés, aunque aparezca una vez, por error, en ‘Pwyll’. Mabinogi es una genuina palabra galesa,
pero en estos textos se aplica sólo a las Cuatro Ramas en las que ella aparece.
Estrictamente hablando, esta colección tendría que llamarse ‘El Mabinogi y
otros cuentos galeses primitivos’ (‘The
Mabinogi and Other Early Welsh Tales’), pero eso resulta enrevesado,
mientras que ‘El Mabinogion’ está establecido y es práctico. Desgraciadamente,
el significado de la palabra mabinogi en el presente contexto es
todavía un problema. El Prof. Ifor Williams tuvo fue capaz de demostrar que mabinogi generalmente designa la
historia de los primeros años de alguien, y sugirió que las Cuatro Ramas
originariamente contaban la historia de Pryderi. De ser en verdad así, entonces
la parte de Pryderi es estos cuentos ha sido reducida en forma considerable, no
simplemente en las historias del norte, sino en ‘Pwyll’ y ‘Manawydan’ también.
Uno debe preguntarse por qué no hay casi ninguna huella del material faltante
de Pryderi en la tradición galesa; por qué un ciclo coherente de Pryderi habría
sido dividido en cuatro narraciones distintas y sin relación mutua; y por qué
el título ya-no-más-aplicable no fue sacado del final de cada Rama. Además, si
la aparición tal vez fugaz de Pryderi en ‘Branwen’ no es acaso un intento de
suministrar a las Cuatro Ramas una figura unificadora. Rachel Bromwich ha
sugerido que mabinogi llegó a
significar ‘un cuento de descendientes’, y que las Cuatro Ramas tratan, en
realidad, sobre los hijos de las primitivas deidades célticas…” (The Mabinogion, Penguin Classics, London,
1976; p. 31-32)
[2] Véase su Taliesin, 1858. [N del A]
[3] Loomis alude
aquí al antiguo poema Gododdin,
atribuido al bardo Aneurin. Comenta allí el autor: “Arturo, entonces, fue humano, no divino. ¿Qué tipo de hombre fue él?
La más remota referencia que sugiere la respuesta a esta pregunta se encuentra
en un poema galés, el ‘Gododdin’, la mayor parte del cual se retrotrae al siglo
VII o antes. Es un lamento por los guerreros británicos que cayeron en batalla
con los anglos en algún sitio del norte de Inglaterra. De uno de los guerreros
se dice que ‘atestó con cuervos negros la muralla del fuerte, pero él no era
Arturo’. En otras palabras, no alimentó a los cuervos con tanta carroña como lo
hizo Arturo, el inigualable.” (R. S. Loomis, op. cit, I. Arthurian origins (orígenes artúricos),
p. 16.
[4] Como en otros lugares de esta larga
serie EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA, no dejan de asombrarme las limitaciones
mentales de algunas figuras verdaderamente eminentes en el campo de la Filología , la Hermenéutica , la Crítica. Lo que Loomis, pese a
su erudición incalculable y su profunda labor filológica, no llegó a captar es,
creo, el espíritu “holístico” que domina el origen insondable y el misterioso
entramado de estas literaturas. Es la Consciencia Cósmica
lo que se está expresando, la Mente Total
que absorbe y unifica todos los fenómenos, todas las relaciones, todas las
percepciones. Habría que preguntarse, más bien, por qué hemos perdido, a partir
de mediados del siglo XV, los vínculos atávicos que manteníamos con este
Universo, sus umbrales dimensionales (hoy relegados a la ciencia-ficción o a la
mofa), nuestros reinos hermanos en el planeta, el movimiento de
(auto)tranformación y de comunión que todo, por ínfimo que nos parezca, lo
habita. Me viene el recuerdo de un libro de Laurens Van Der Post sobre los días y las
noches de su entrañable maestro y compañero de ruta Carl Jung (Jung y la historia de nuestro tiempo). De pronto, en
medio de uno de sus diálogos en voz baja, el autor se acuerda de ese aparte del
perplejo Macbeth en que parece añorar los tiempos en que las piedras, los
árboles, las aves conocían y divulgaban sin esfuerzo, más allá del espacio y el
tiempo, la sangre en las manos del asesino. Jung, con su serenidad habitual y
su resignación entusiasta, susurró que, aun así, el mundo seguía refutando la existencia
del incosciente colectivo… Cuanto más
me adentro en los misterios de las literaturas medievales menos “inaugural” me
va pareciendo lo ocurrido en Occidente a partir del, así llamado,
“Renacimiento”, su cogito y las
libertades de su Ego. Paradójicamente, el propio Roger Sh. Loomis parece
acompañarme en este sentimiento. Así concluye su libro aquí evocado, éstas son
(en mi versión española) las líneas finales de su Epílogo: “Si se le pidiese a
uno que resumiera en pocas palabras tanto la grandeza como las limitaciones de
la literatura de la Mesa Redonda ,
quizás la mejor respuesta sería que ella produjo a Don Quijote”…
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