[Valle de Ongamira, Córdoba, Argentina] |
"Yo que he visto a mi Señor con el ojo del corazón,
le digo: - ¿Quién
eres Tú? Y Él me responde: - Tú.”
Mansur Al-Hallaj
A
María Villegas Bonay,
comechingona
“Te
recuerdo
-le oí decirme al fuego.
Eres
el eco de una llama antigua,
la
estela de ese Acorde recluso en la semilla
aún
por estallar.
No
mires hacia atrás, hermano, no te vuelvas
a la
torre del miedo
donde
la hoz [2] se oxida…”
En el fondo de piedra
de un mortero,
que algún Hermano Blanco salvó
para la luna,
como un mamboretá bajo el rocío,
vi a la tribu y su canto circular.
A tres nubes brillantes,
que eran cuatro,
extendían sus manos diminutas.
Yo rocé con mis dedos de gigante
el espejo del sueño.
“No
los toques
- oí la voz de nuevo -:
¿Qué sabes tú aún de
acariciar la muerte?
Tú que vienes del mundo,
de esa danza macabra y
engañosa
de tristes mercenarios,
de exiliados de Dios que
buscan, buscan, buscan…
hasta caer rendidos de
rodillas
en el campo minado…”
Y yo cerré mis ojos,
y la rueda nocturna
de los comechingones
se disolvió en un vórtice sutil,
y así las cuatro lumbres
(que parecían tres)
como leves palomas remontaron
a algún indescifrable palomar… [3]
El alba se apresura
a apagar la plegaria
de los grillos.
El soplo misterioso de una ráfaga
hace que el Valle suene igual que un cuenco.
Dulce caña quemada.
Dulce rumor lejano,
Ojo de Agua. [4]
Y repentinamente,
del capullo unigénito del fuego
una niña desnuda y un desnudo varón
salen como recién despiertos.
“Dos que son sólo uno.
Uno y acaso tú.
¿No sientes en tus venas
vibrando como un pájaro
la profecía azul
de sus sienes gemelas?...”
Nos miras, me miramos.
Ahora escarbo la tierra.
Ahora la escarba él,
que es ella y tú y yo.
¿Qué horror, qué maravilla, debemos profanar?
“Luz, heraldo sin nombre, luz no vista,
cristal que no ha opacado
la atroz memoria humana
de siglos y milenios
de sedienta codicia,
del orzuelo y el pus del mal
de ojo,
de tórrida lujuria…”
No hay nadie más conmigo en el capullo.
Soy eco de mi eco.
Agua en el fuego soy,
fuego en el aire,
la hélice de un sueño,
un puñado de Dios, rayo y pupila
que libremente gira
y gira, gira, gira, gira…
“Cuando se raje el hielo
y el Disco al fin resuene ION… ION… ION…,
y la Ciudad emerja sin
guardianes
empinando su blanca pirámide
y sus fuentes, [5]
yo cerraré la Puerta de Ongamira
y me echaré a dormir entre
mis llamas…
Vendrán del Norte los que
busquen agua.
Vendrán del Este los que
tengan sed.
Yo no estaré, Señor,
yo no estaré…”
GUSTAVO ARITTO
[1] Puerta dimensional de Ongamira, en la formación rocosa homónima
próxima a Capilla del Monte, en la
Córdoba argentina. Se trata de la región dominada por las
Sierras de Erks, el hábitat pentadimensional de la Hermandad Blanca intraterrestre. Las tribus de
comechingones aborígenes, exterminadas por los conquistadores, fueron
depositarias de misterios milenarios aún no develados. Una tradición los
conecta con el Grial y el Bastón de Mando de los Templarios. El Valle del
Silencio fue sitio de rituales sagrados para su culto lunar, además de atribuirse
lazos con el sistema estelar de Sirio (y, por ende, de la Gran Pirámide
egipcia). Sus característicos morteros de piedra, distribuidos según cálculos
astronómicos eran, aparte de un utensilio básico, receptores de energía
cósmica.
[2] Alusión oblicua
a Chronos - Saturno.
[3] La imagen
proviene de Isaías, 60: 8, según ya se registró en la nota 71. Detrás, más veladamente, está
sugerido el Tetragrámaton cabalístico que oculta el nombre de Dios (YOD – HE –
VAU – HE).
[4] Ojo de Agua
es una localidad vecina a Ongamira, también en Capilla del Monte.
[5] Kayona es el nombre de
la mítica ciudad que pasa por ser la primera sociedad humana en el planeta.
Habiendo florecido en tiempos anteriores a Lemuria, su declinación fue
aparentemente un eco de la de la
Atlántida y sus beligerancias. Su ubicación originaria
coincide con los contornos sudamericanos, habiendo sufrido una inmersión bajo
el casquete antártico a causa de la destrucción del quinto planeta Maldek y la
consecuente conmoción del eje terrestre. La llamada Hermandad Blanca fue su
regente tras la época de Guardianes galácticos provenientes de la Nebulosa de Orión. Una
pirámide blanca era el templo central, y la paz y el amor la constituían como
sociedad; una tradición la hace asimismo refugio de la Piedra Esmeralda
llegada a la Tierra
con la memoria universal, que la civilización cristiana asimilaría como el
Santo Grial. Por otra parte, se la considera depositaria del duodécimo Disco Solar, fragmentos del patrón
primigenio de calibración del tiempo en la Galaxia , cuya sede primitiva fue el desierto de
Gobi y cuyo escondite actual quiere localizarse en el mítico Lago Paititi (probablemente en Perú). Ión
es el mantram transmitido como activador del disco de Kayona. El despertar
conjunto de los trece patrones pondrá término a la era conocida como
Encantamiento del Sueño que los mayas profetizaron hacia 2013.
Poema incluido en LA ESPIRAL DE FUEGO. Siete palimpsestos del caos, de la serie Catorce cerrojos, V; Bs. As., 2008.
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