1 de junio de 2015

EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA (II): ARTURO, EL SANTO GRIAL Y LOS GIGANTES DE LAS ESTRELLAS





“Es a la tradición antigua a lo que debemos volver en pos del origen de las fuerzas que penetraron la puesta en marcha de la Mesa Redonda, pues ésta posee su prototipo en los cielos nocturnos. Se la describe bien, literalmente, como la sabiduría ‘estrellada’. La inclinación de la Tierra y el plano de su órbita alrededor del Sol, y la posición del propio Sol en el espacio galáctico, brindan ciertas imágenes que calan muy hondo en el alma del hombre.
En apariencia, tenemos un ancho cinturón de constelaciones que circundan la Tierra, los signos del zodíaco. Éstas son como el ecuador de una esfera celeste que comprende la Tierra. Entre este borde del zodíaco y el punto polar central, la Estrella Polar, en torno a la cual parecen girar, existen otras diversas constelaciones. Éstas no reciben en absoluto el mismo grado de atención que las del zodíaco. Nosotros podemos ignorar, para nuestros fines, aquellas constelaciones que han recibido nombre en los pasados pocos cientos de años y concentrarnos en aquellas constelaciones listadas por los antiguos.
Hay una gran cantidad de constelaciones que aparecen debajo de la inclinación del Zodíaco. Son las estrellas del Hemisferio Sur. La mayor parte de ellas es, no obstante, visible al menos en ciertos momentos del año a observadores del Hemisferio Norte. En efecto, un observador en El Cairo, que está aproximadamente 30° por encima del Ecuador, puede ver constelaciones ubicadas a hasta 60° en el Hemisferio Sur. Ninguna constelación por debajo de esta línea de visión posee un nombre antiguo, de modo que en nuestras investigaciones nosotros estamos, francamente, tratando con una cultura del Norte, comparativamente hablando.
El Cairo está en el mismo grado de latitud que los grandes observatorios estelares babilónicos antiguos y el sitio tradicional de la Atlántida, hacia el Oeste.
Dentro de la mitología clásica griega necesitamos remontarnos al panteón familiar de Zeus y sus camaradas olímpicos, a los dioses que ellos expulsaron, que eran sus padres, y a los que se conoce como Titanes.
El origen de los Titanes – o dioses gigantes – yace a tal punto remoto en el tiempo que tuvieron como telón de fondo escénico sólo la tierra y el cielo. Ellos nacieron de la Madre Tierra primitiva, Gaia, y de la paternidad de Urano, lo profundo celestial, el primitivo Padre Cielo.
Había doce Titanes, seis hermanos y seis hermanas, y tenemos una historia extraña de cómo Urano originariamente no cejó en seguir procreando con Gaia y aprisionando todos sus hijos dentro de ella. En otras palabras, todas las fuerzas arquetípicas que forman la subsiguiente vida sobre la Tierra provienen de los cielos estrellados, y su evolución se mantiene dentro de los confines de la esfera terrestre, una gran ordalía cósmica[1].
Tarde o temprano esta siembra primordial de influencias cósmicas adentro de la esfera terrestre tenía que detenerse y así se describe en el mito titánico como Gaia forjando una hoz de pedernal y dándosela al más joven de los Titanes a fin de que pudiese castrar a Urano. La hoz es un instrumento de siega y de desmonte de cuanto se fue en vicio; su forma de luna creciente la hace particularmente un arma de los poderes receptivos femeninos. El hecho de que sea de pedernal, la piedra usada para las más antiguas herramientas del hombre y también la fuente de las chispas del fuego, resulta asimismo significativo. Ella mantiene dentro de sí toda la subsiguiente civilización humana y la tecnología.




Un gran número de otros importantes eventos ocurrieron con esta cesación de la entrada de influencias creativas cósmicas dentro de la esfera de la Tierra. Ellos hubieron de conducir a la instauración de significados sexuales de la generación (simbolizada por el nacimiento de Afrodita), y a la instauración de los significados de equilibrio, o justicia cósmica, (las Furias o Erinias). Fueron originadas otras generaciones no-humanas, tal como una raza de gigantes que están también mencionados en el Libro del Génesis. Además de las ninfas del fresno, las cuales pueden significar un tipo de orden angélico / elemental mediador; el fresno es hasta el día de hoy un árbol particularmente mágico, aparte de su importancia en la mitología Escandinava como Yggdrasil, un Árbol de la Vida nórdico.
[…]
Estas extrañas criaturas y otras semejantes[2], representan, no el mal, sino fuerzas primitivas. Les fueron conocidas a las antiguas civilizaciones atlantes prediluvianas, y memorias borrosas de ellas han llegado a nosotros como creencias persistentes que pueden parecer no más que supersticiones. Sin embargo, su vitalidad expresa un núcleo profundamente oculto de verdad.
Nuestra preocupación principal, de todos modos, son los desarrollos artúricos a partir del mito titánico. Sus primeros orígenes comunes se evidencian en similitudes corroboradas en el cielo nocturno. Así, la Mesa Redonda es una forma de zodíaco celeste. La cresta de la dinastía Pendragon se entronca con uno de los dioses titánicos. Las antiguas fuerzas se muestran, también, en los patrones sonoros similares de los nombres. Por ejemplo, el Rey Uriens de Gore (Uriens of Gore), el esposo de la media-hermana de Arturo, la hechicera Morgan le Fay, es semejante al gran cazador del firmamento, Orión. El patrón del caballero de la Mesa Redonda como héroe solar se describe en los cielos como Hércules. Una antigua orden de caballería ha de ser fundada en los Centauros.
La tradición de los caballeros rescatando bellas doncellas –con todo lo que esto implica en el simbolismo más profundo más allá de la caballería social- se ha de fundar en las constelaciones circumpolares relacionadas con el mito de Perseo y Andrómeda. Las extrañas naves del Santo Grial están en la gran constelación antigua de la Nave Argo (en tiempos modernos desintegrada en numerosas agrupaciones constelares más pequeñas) y las fuerzas espirituales de los cisnes (El Cisne), las águilas (El Auriga), y los caballos alados (Pegaso) están ahí también. Lo mismo se puede afirmar de las fuerzas telúricas más primarias respecto de las formas monstruosas, Hidra, Serpiente, Lobo, Erídano, e incluso la Copa del propio Grial – Cráter.



Mediante estos símbolos buscamos alcanzar los mismos abismos imaginativos que fueron sondeados por William Blake cuando escribió: ‘El gigante Albión fue Patriarca de los atlantes; él es el Atlas de los griegos, uno de aquellos griegos llamados Titanes. Las narraciones de Arturo son los hechos de Albión, aplicados a un Príncipe del siglo quinto’.
Son las mismas fuentes antiguas, en su versión greco-irlandesa, las que brindan los relatos de los antiguos Tuatha de Danaan –los hijos de la diosa Dana-, que han pasado al mito y la leyenda artúrica y del Grial, y más tarde a los mazos del Tarot, y los cuatro instrumentos mágicos tradicionales relacionados con los Cuatro Elementos: la Lanza, la Espada, la Copa y la Piedra (o Escudo).
Los Thuata de Danaan, un Día de Mayo, o Beltaine, en medio de la bruma, llegaron ‘a través del aire y del elevado aire’ a Irlanda, desde un lugar con cuatro ciudades, cada una con cuatro hombres sabios para enseñar a los hombres jóvenes ‘destreza y conocimiento y sabiduría perfecta’. En las palabras de Lady Gregory:

Y ellos trajeron de esas cuatro ciudades sus cuatro tesoros: una Piedra de la Virtud de Falies, que fue llamada la Lia Fail, la Piedra del Destino; y de Gorias trajeron ellos una Espada; y de Finias una Lanza de la Victoria; y de Murias el cuarto tesoro, el Caldero del que ninguno jamás se alejó insatisfecho.

En la leyenda artúrica tenemos la aparición de esos mismos tesoros. La espada Excalibur de Arturo, que provenía de los talleres de feéricos de la Dama del Lago y que fue devuelta a ella al final de la misión de Arturo. La Lanza que produjo el Golpe Doloroso que provocó el maligno encantamiento de la Tierra de Logres de la Leyenda del Grial. La Copa que es representativa del propio Santo Grial, aun cuando la forma real del grial nunca se hace visible a ojos mortales. La piedra que apareció flotando en el río, con la espada de un rey clavada en ella, pasible de ser desenvainada sólo por aquel sobre quien recayera el destino del reino terrenal, en el caso de Arturo, o del reino espiritual, en el caso de Galahad.
La Copa y la Lanza tienen aun más antiguas raíces el palo y el caldero. Ambos fueron atributos del Dagda, el antiguo padre de los dioses. El Dagda es una figura titánica en la mitología irlandesa, cuyas funciones fueron después asumidas por Lugo Lavadha, el dios sol y maestro de todas las habilidades. Luego el palo se volvió refinado en la tecnológicamente más eficiente lanza y, en tiempos aun más tardíos, Lugo Lavadha se tornó humanizado como el mejor caballero del mundo, Lanzarote (Lancelot) del Lago.
El Dagda y su caldero aparece además en la rama galesa de la mitología celta como Bran el Bendecido (Bran the Blessed). Bran poseía un caldero que les restauraba a los guerreros heridos devolviéndoles la vida y que les brindaba alimento ilimitado –dos requisitos importantes, por cierto, para el hombre tribal primitivo. Una característica de gran envergadura es alguna sugerencia de decapitación en las leyendas de Bran. Esto aparece más tarde, en paralelo con las leyendas del Grial, como la cabeza de Juan el bautista sobre una bandeja.
En las leyendas originales de Bran, la cabeza de Bran continúa dando recepción a sus camaradas durante siete años en las islas del lejano Oeste antes de ser traída a Londres para ser enterrada en el Monte Blanco (White Mount), sobre el cual ahora se asienta la Torre de Londres, como una infalible atalaya contra la invasión extranjera. Hay una tradición posterior de que Arturo la exhumó en virtud de que no necesitaba ayudas primitivas como aquella para su defensa del ámbito, un acto de hybris que conllevó su derrumbe y el éxito de las subsiguientes invasiones. Se trata de una glosa posterior sobre el hecho que la tradición artúrica asumió suya a partir de la más temprana tradición de Bran. El caldero es una forma primitiva del Grial y el nombre de Bran aparece, algo cambiado, como Bron, uno de los reyes guardianes del Grial, y, como Hebrón, ¡de la progenie de José de Arimatea!
En una de las versiones galesas de la leyenda artúrica hallada en el Mabinogion (un manuscrito tardío pero que contiene material oral muy antiguo) recibimos alguna idea de la dinámica de la leyenda del Grial pre-cristiana artúrica en el relato de Peredur, el Hijo de Evrawc, un antecedente de Percivale o Parzifal.
Esta es una versión localizada del antiguo héroe griego Hércules, quien es representado en las constelaciones como lo arquetípico humano enfrentado a doce trabajos, los cuales quedan representados por los signos del zodíaco. El número y la naturaleza de estos trabajos pueden variar de cultura en cultura pero todos ellos significan el héroe, forjando su individualidad desprendida del abrazo del alma grupal, en la evolución de la consciencia humana individualizada. Esto se recapitula en el proceso de la infancia y la adolescencia, pero es además una tarea microcósmica de la totalidad de la raza humana, en una evolución de la consciencia desde el hombre-animal hasta el hombre-angélico, desde los instintual a los modos intuitivos de percepción y comportamiento.
En las versiones más primitivas de esta pauta de desarrollo humano, en una forma que le habla al entendimiento del hombre tribal más consciente-del-grupo, esto se ofrece y entiende mejor como una cacería, incluso una suerte de cacería del tesoro, cuya recompensa es un compromiso de matrimonio y un ascenso en el estatus a fin de convertirse en un emparentado con la realeza. El patrón se preserva en muchos relatos folclóricos y cuentos de hadas.
El Mabinogion, traducido por Lady Charlotte Guest en 1849, ha sido comparado con la choza de un campesino construida con piedras antiguas a partir de un monumento de la antigüedad. Probablemente surgió a la existencia a partir de cuenteros medievales que juntaron fragmentos de la tradición oral, obteniéndolos de fuentes tanto antiguas como contemporáneas que no entendieron totalmente.
Cinco de los relatos se relacionan específicamente con Arturo y, pese a la configuración amorfa y rudimentaria de la narrativa[3], que ubica sus méritos literarios por debajo de los antiguos poemas épicos y las antiguas sagas, evidencian un punto de transición donde el mito se está volviendo relato folclórico y romance.
[…]
En otro poema galés, The Spoils of Annwn[4], Arturo y sus hombres perpetran un atraco al aposento de los dioses paganos que es diversamente llamado Fortaleza de las Hadas[5] o Fortaleza de Cristal. En algunos versos se lo considera una isla y en otros versos como una región subterránea. Los nombres diversos, que incluyen Fortaleza de los Ricos y la Isla de la Puerta Activa, todo apunta a los planos internos, el mundo astral, y las fuerzas feéricas y elementales ahí dentro.
Ellos asaltan Annwn para obtener como ganancia el caldero de su señor, el cual es cuidado por nueve doncellas que se encuentran en distintas formas en el mito antiguo. El caldero podría identificarse con el del Dagda o con el caldero de la inspiración de la diosa Keridwen. En esta versión es además una vasija para comprobar el coraje de los guerreros, ya que ella no ha de hacer hervir la carne de un cobarde. En verdad, sólo siete retornaron a salvo de esta incursión particular, cuyo número místico enfatiza el hecho de que estamos tratando con los fragmentos de un ritual iniciático.
Un ritual de iniciación es la concentración en escala pequeña, en forma simbólica, de las tareas que han de ser realizadas por el alma en su viaje evolutivo. Es, así, un dispositivo para orientar la dirección del esfuerzo en lenguaje pictórico que habla al alma.
Al señor de Annwn, o el Inframundo, cuyo nombre es Pwyll, se lo encuentra más tarde en una forma más refinada como Pellas o Pellam, el cuidador del Castillo del Santo Grial, Carbonek. Entonces, aunque la más reciente Búsqueda del Santo Grial puede haber sido cristianizada y templada con influencias orientales, en sus raíces se entronca en gran parte con la antigua tradición de Misterios de Gran Bretaña.
De todos modos, no es el primitivo Arturo el que ha mantenido las imaginaciones de los hombres a lo largo de centurias. Sin duda este nivel de leyenda proto-artúrica aporta mucho del poder detrás del florecimiento tardío medieval de la leyenda hacia la imagen de una sociedad de caballeros y damas ideal en una tierra de cuento de hadas de hermosos palacios, recios castillos, verdes parajes, bosques encantados, con claros y fuentes y aventuras misteriosas. Este cuadro idealizado de la vida del siglo XII es el patrón que mantiene la imaginación moderna.
Por lo tanto, examinemos la Hermandad de la Mesa Redonda según este aspecto del siglo XII, pero mantengámonos atentos al saber profundo y antiguo de las estrellas que él encarna. Saber que se remonta atrás en las brumas más allá del tiempo registrado cuando la humanidad estaba en su infancia.
En algún sentido, las idealizaciones de la leyenda artúrica son como los sueños de la adolescencia, el material más antiguo característico de las fantasías de la infancia, más vívidos y más amenazadores e inmediatos. Buscamos explorar el poder detrás de estas imágenes de la infancia y la adolescencia raciales a fin de encontrar nuestro camino en el mundo moderno, donde nos tambaleamos con incertidumbre hacia el manejo de las responsabilidades de la adultez cósmica, con los poderes como de dioses sobre la vida y la muerte a los que el desarrollo de la mente concreta nos ha inducido en nuestra tecnología, poderes que imponen tanto el rápido crecimiento en estatura moral como la autodestrucción.”



Extraído de Gareth Knight, The Secret Tradition in Arthurian Leyend (The Magical and Mystical Power Sources Within the Mysteries od Britain) (La tradición secreta en la leyenda artúrica – Las fuentes mágicas y místicas de poder dentro de los Misterios de Gran Bretaña). Part One. 2: The Titans and the Star Lore (Parte I, cap. 2: Los titanes y el saber de las estrellas). The Aquarian Press, Irthlingborough, Northamptonshire, U. K., 1983. Versión castellana de este fragmento: G. Aritto / 2015.

Imagen de arriba (inicio): Rembrandt, La caída de los Titanes






[1] “A great cosmic crucible”: en rigor, el punto exacto de fundición de un metal; por extensión, prueba o examen crucial. [Ésta y las restantes notas, de G. A.]

[2] El autor trata, en la sección aquí extirpada de esta versión, figuras y hechos de la materia mítica helénica: Gías, Koto, Briareo, gigantes de cien brazos surgidos del océano; los Cíclopes, Tifón; el dragón y la dragonesa Delfina, esta última, el ancestro de la ‘pitonisa’ de Delfos.

[3] “In spite of the shapeless and scrappy form of the narrative”: literalmente, “a pesar de la forma amorfa y mal estructurada de la narrativa”, en que “forma amorfa” resulta una suerte de oxímoron algo difícil de volcar fielmente a nuestro romance. Tal vez haya que entender que la “forma interior” del conjunto narrativo no halla expresión concreta en su manifestación verbal superficial.

[4]El botín de Annwn”.

[5] Fairy Fortress”, donde Fairy puede abarcar no sólo la entidad que conocemos y codificamos como hada sino todo el dominio de seres existentes en el reino dévico-elemental mejor definido por el celtismo galo feérico.


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