“Era como un seguro
viviente contra la estupidez humana. Era bueno saber que teníamos ese seguro
ahí; era grato, satisfactorio. Y cuando murió, sentimos que en el mundo se
había formado un enorme hueco donde antes había usina de vida, de belleza, de
inteligencia. Y eso nos hizo sentirnos inseguros. Y cuando uno se siente
inseguro, hay temor, angustia, tristeza, desorientación. La pregunta es: ¿Qué
significado real tenía la presencia viva de Krishnamurti si uno no se había
consubstanciado con la enseñanza hasta convertirla en el aire, el sol y el pan
psicológico de cada día? Usted lo expresó bien: una especie de seguro, era
bueno saber que estaba ahí... mientras que aquí todo seguía igual. En ese
sentido, la muerte de Krishnamurti no va a modificar nada que no haya modificado
en vida.”
Armando Clavier, en diálogo con Fabio
Zerpa
“Pregunta: Nunca ha hablado usted del
futuro. ¿Por qué? ¿Le tiene usted miedo?
Krishnamurti: ¿Cuál es la importancia del
futuro en nuestra vida? ¿Por qué habría de tener importancia? ¿Qué entendemos
por futuro? El mañana, el ideal, la sempiterna esperanza de la utopía, de lo
que yo debería ser, el dechado en
diferentes formas de una sociedad ideal, ¿es eso lo que entendéis por futuro?
Vivimos de esperanza, y la esperanza es instrumento de nuestra muerte. Cuando
esperáis, estáis muertos, porque la esperanza consiste en eludir el presente.
No esperáis cuando sois felices. Es sólo cuando sois desdichados, cuando os
veis frustrados, restringidos, cuando sufrís, cuando penáis, cuando sois
prisioneros, que miráis hacia el futuro. Cuando estáis realmente gozosos,
felices, el tiempo no existe. Vivimos con esperanza desde el nacimiento hasta
la muerte porque somos infelices, desde el comienzo hasta el mismísimo fin; y
la esperanza es la vía de escape, no la resolución de nuestro estado actual,
que es de infelicidad. Miramos hacia el futuro como medio de evitar el
presente, y el hombre que elude el presente yendo hacia el pasado o hacia el
futuro, no vive. Él no conoce la vida tal como es vivida, sólo conoce la vida
con relación al pasado o al futuro. La vida es dolorosa, tortuosa, por eso
buscamos evadirnos de ello; y si se nos promete el cielo, somos perfectamente
felices. Por eso es que el partido, de izquierda o de derecha, termina por
vencer. Los partidos siempre prometen algo para mañana o para cinco años
después, y ello nos seduce y le acordamos fe, y al final resultamos destruidos.
Porque queremos esquivar el presente, si no podemos mirar hacia el futuro nos
volvemos hacia el pasado los instructores del pasado, los libros del pasado, el
conocimiento de lo que dijeron Sankara, Buda y otros. Vivimos, pues, en el
pasado o en el futuro, y un hombre que vive en el pasado o en el futuro tiene
efectivamente las respuestas de los muertos, pues todas esas respuestas son
meras reacciones. De nada sirve, por lo tanto, hablar del pasado y del futuro,
de recompensas y castigos. Lo importante es descubrir cómo vivir, cómo estar
libre de miserias en el presente. La virtud no es para mañana. Un hombre que
procura ser misericordioso mañana es un necio. La virtud no ha de ser
cultivada; ella está en la comprensión de lo que es en el presente.
¿Cómo
habéis de vivir en el presente sin la pena, sin el dolor del infortunio? El
sufrimiento no ha de resolverse en términos de tiempo sino por la comprensión;
sólo puede resolverse en el presente, y es por eso que yo no hablo del futuro.
Surge una extraordinaria actividad y vitalidad cuando hay observación directa
de lo que es; pero vosotros deseáis
jugar con las cosas, y cuando jugáis con cosas serias os quemáis. Os veis
arrastrados por esperanzas y recompensas, y el hombre que persigue la esperanza
vive en la muerte.
Nuestro
problema consiste en saber si el dolor puede terminar por el proceso del
tiempo, que es la continuidad. El dolor no puede tener fin a través del tiempo,
porque el proceso del tiempo es continuación del sufrimiento, y por lo tanto no
resuelve el sufrimiento. El dolor puede terminar instantáneamente. la libertad
no está al final sino al comienzo. Para comprender esto tiene que haber un
comienzo de libertad: la libertad de ver lo falso como falso, la capacidad de
ver las cosas como son, no en el tiempo sino ahora. Esto lo hacéis cuando
estáis vitalmente interesados, cuando os halláis en una crisis. ¿Qué es una
crisis, después de todo? Es una situación que reclama vuestra plena atención
sin que os refugiéis en creencias. Cuando no hay solución, cuando no hay
respuesta alguna de la mente, cuando la mente no tiene una respuesta ya hecha,
ninguna conclusión, y sois incapaces de resolver el problema, entonces os
halláis en una crisis. Pero por desgracia, mediante vuestro estudio de los
libros y vuestro seguimiento de instructores, vuestra mente tiene una
explicación para todo problema; por lo tanto nunca estáis en un momento de
crisis. Hay un reto a cada minuto, y una crisis viene cuando la mente no tiene
respuesta ya preparada. Cuando no podéis hallar una salida, consciente o inconscientemente,
por medio de palabras o por medio de evasiones, entonces os halláis en una
crisis. La muerte es una crisis, aunque podéis rodearla de explicaciones.
Estáis en crisis cuando perdéis vuestro dinero, cuando miles quedan destruidos
en un solo segundo. El terminar es la crisis; pero vosotros nunca termináis,
siempre deseáis que las cosas continúen. Sólo cuando hay una crisis sin evasión
ni escapatoria, y por lo tanto os enfrentáis con ella directamente, sólo
entonces el problema se resuelve. La inquietud por el futuro es evadirse de la
crisis; la esperanza es eludir lo que es.
Para hacer frente a la crisis es preciso despojarse completamente del futuro y
del pasado; es inútil, por consiguiente, hablar del futuro.”
(Ojai, California, cerca de Pine Cottage, la casa de J. K.) |
Extraído de J. Krishnamurti, La revolución fundamental (Doce
conferencias pronunciadas en India, 1949-1950), Cap. VI; Kier, Bs. As.,
1989. Traducción: A. Orzábal Quintana.
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