- ¿Hay alguien ahí? - preguntó el caminante
de confusa melena al detenerse a orillas de la ansiada arboleda añil.
- Nooooooooooooo - oyó vibrando como añicos en el aire.
Si fuésemos "alguienalguienalguienaenaenaenaen" no moraríamos en este bosqueosqueosqueosque
desde hace cientos y cientos de tus solesolesolesolesoles...
- ¡Por fin... por fin... por fin...!
- le susurró su voz por dentro,
y dejó caer su mochila y hundió su pie izquierdo
en la silenciosa agua del arroyo que no vio.
Una humilde llama azulada oscilaba más allá
hechizada de ocasoasoasoaso...
Una humilde llama azulada oscilaba más allá
hechizada de ocasoasoasoaso...
G. A.