24 de abril de 2013

EL PLENILUNIO DE TAURO (25 / 04 / 2013): RAÍCES ESPIRITUALES DEL FESTIVAL DE WESAK




Vesak 2 300x116 Vesak: la gran fiesta del Buda





“El Festival de Wesak. Es el Festival del Buddha, el Intermediario espiritual entre Shamballa, el centro espiritual más elevado, y la Jerarquía. El Buddha es la expresión de la Sabiduría de Dios, la Personificación de la Luz y el Que señala el propósito divino. La fecha será fijada anualmente de acuerdo a la Luna llena de Tauro, así como sucede actualmente, siendo el gran Festival de Oriente.”


Alice Bailey, La Reaparición de Cristo




 "EL MENSAJERO LUNAR": LUNA LLENA DE TAURO



Un artículo de la

Ciudad Virtual de la Gran Hermandad Blanca





Perspectivas de Sabiduría 5:   El Señor Rudra


Tauro es considerado el signo de la iluminación más alta en el que el hombre puede recibir un gran nivel de luz para reforzar la buena voluntad. En Tauro está la constelación de Rohini (entre los 11 y los 24 grados de Tauro), que se conoce en el Occidente como Aldebarán. Es el “Ojo del Toro,” en nosotros el tercer ojo sobre la frente. Dice que Rudra, el Señor de la Vibración Cósmica surgió del tercer ojo. Hablando simbólicamente, está montado sobre el toro, y cada vez que el Sol se mueve a través de Tauro, podemos recibir un impulso fresco para fortalecer nuestra buena voluntad. Es por ello que el tema de El Mensajero Lunar de este mes es: “Perspectivas de Sabiduría 5: El Señor Rudra.”


  
El Niño en el Vientre de la Madre


El alma es un viajero por los senderos en espiral de la evolución y entra en el vientre de la madre en una etapa particular en el momento de la fecundación. Allí la conciencia del creador se encuentra inducida por la pareja de creadores (padre y madre) para crear su propia estructura al estilo de los padres. El espacio y el lugar de este suceso presentan a un globo del espacio que da la estimulación al niño en el útero de la madre.

Lo que el cuerpo físico de la madre es para el niño, es lo que el globo del espacio es para el alma: sirve como un modelo conforme al cual el niño debe desarrollarse. El centro de la cabeza es el punto más elevado y el primero en formarse en el momento de la fecundación; se corresponde con la primera casa del horóscopo. La columna vertebral se crea en segundo lugar en el feto; contiene la esencia de nuestro ser. El Maestro EK dice que el cilindro hueco en la columna vertebral es el estrecho pasaje en el que el espacio existe como Hombre.

El ombligo se manifiesta como un centro del espacio inferior. Se corresponde con la séptima casa y el descendente. Los dos puntos trabajan como dos polos para distribuir la materia del tejido que forma al cuerpo físico. El centro de la cabeza trabaja como el polo positivo y el plexo solar como el polo negativo, como el centro de expresión dentro de la objetividad. El ombligo une a la madre y al niño. Este simboliza al vínculo entre la naturaleza como la madre y el Señor como el niño con la conciencia desarrollándose poco a poco.

Durante la formación del tubo espinal, la conciencia del creador es lanzada hacia abajo y hace un viaje a través de este canal para investigar el sendero descendente. El tercer libro del Bhagavatam describe esto como el viaje de Brahma, el creador, dentro del cañón del tallo de la flor del loto sobre el que está sentado. Brahma es la manifestación de cuatro caras del Señor y preside la creación de los universos. Las cuatro caras representan las cuatro etapas de la creación que conocemos como existencia, conciencia de la existencia, pensamiento y acción y que también encontramos en los cuatro reinos de la naturaleza: mineral, vegetal, animal y hombre.



El Creador Nacido del Loto


Brahma nace en una flor de loto que brota desde el ombligo de la persona cósmica. El loto es el principio en despliegue perpetuo del espacio como su contenido. Los científicos antiguos lo llamaron “la Mente del Espacio” o en sánscrito “Mahat”; nuestra mente es una parte de ella.

Brahma se pregunta, “¿Dónde estoy y de dónde brota este loto?” Luego hace un recorrido descendente por el cañón del tallo para conocer la profundidad del océano sobre el que está flotando. Luego reflexiona sobre cómo crear esta unidad de la creación. Desde los cielos más allá de la existencia cósmica recibe la sensación de que él no es una entidad separada del resto; que es una parte del todo y él es un mundo dentro de un mundo y un creador dentro del creador. Así, llega a entender que él no es el creador sino un creador.

El tallo sutil del loto también se llama Brahma Danda, la vara del creador. La tenemos dentro de nuestra columna vertebral como el Sushumna de donde emergen los centros o chakras. Sostener una vara exterior, como lo hacen los reyes o los obispos, es un símbolo para esta vida vertical del fuego de la serpiente.

La forma masculina de Brahma, el creador de cuatro caras, es diferente del absoluto, que también es nombrado con la forma neutra Brahman o Narayana, Para-Brahman y “el trasfondo”. La creación comenzó con un impulso surgido del Uno absoluto que es la base para todo en la creación. Con la aparición de este impulso, se forman el tiempo y la naturaleza. Este impulso se describe como un huevo que emerge de Brahman y por tanto también se llama Brahmananda, el Huevo Cósmico.

El simbolismo del huevo y la forma circular forman una de las claves principales de la sabiduría antigua. “El Señor hizo que el huevo surgiera de las aguas e hizo que la semilla de la creación surgiera a partir del agua en el huevo. Como una semilla se incorporó como su propia presencia, YO SOY”, dice el Bhagavatam.

El auto-refulgente huevo de oro de la manifestación de Brahma es también el “ombligo de oro”. Puesto que surge del trasfondo junto con el huevo, el Brahama de cuatro caras es considerado también como el mismo Señor en la capacidad de su hijo. El Rig Veda describe a la personalidad del padre, del trasfondo como eterna, mientras que la personalidad del hijo es periódica en su surgimiento y fusión. Al período entre un surgimiento y una fusión se le llama un período de creación que en los Puranas es llamado un Día de Brahma. Este se divide en catorce partes iguales llamadas Manavantaras. Cada Manvantara es presidido por una gran conciencia que se llama Manu. Hay 14 Manus que pertenecen a los niños nacidos de la mente de Brahma. Un Manu es el prototipo de cada raza humana en la creación. La humanidad actual pertenece al séptimo Manu llamado Manu Vaivasvata.



El Tercer Logos


Al principio creativo, Brahma, también se le llama 3er Logos, la Actividad Inteligente o Fuego por Fricción, además del 1er Logos de Voluntad Divina y el 2do. Logos de Amor-Sabiduría. Brahma no es tan adorado como los otros dos Logos o la Madre Divina. En la India hay muy pocos templos para él. Esto es porque el trabajo del 3er Logos está casi terminado; ahora tratamos de expresar Amor y Sabiduría y luego la Voluntad de Dios. En sus libros, el maestro DK dice que durante la primera existencia sistémica se creó la forma física. Ahora estamos en la segunda existencia sistémica, de Amor y Sabiduría, y en la próxima existencia sistémica sólo existirá el 1er Logos de Voluntad. El trabajo de Brahma es como construir una casa. Una vez que se construye, los habitantes se mudan allí y las actividades de construcción se acaban totalmente.

Los Puranas pertenecen a las más antiguas escrituras; ellos describen cómo, al principio de la creación, las inteligencias cósmicas y los seres surgieron en la creación a través de Brahma. En esto él es sólo un medio del Señor. Siempre que se consideraba a sí mismo como el creador y se olvidaba del Señor absoluto, surgieron fallas. Como Brahma, cuando estaba sentado en el loto, contemplando sobre “¿Quién soy yo?”, él no obtuvo respuesta. Cuando surgió la pregunta, “¿Qué debo hacer?”, recibió la respuesta del trasfondo de que él debía volverse hacia dentro. Y él entendió que no era más que ESO. Cuando la pregunta surgió otra vez “¿Qué debo hacer?” la respuesta del interior dijo: “Crea”. La creación ocurrió a través de él mientras estaba en la presencia de ESO.

Primero los 4 Kumaras salieron de él. Se los describe como los jóvenes eternos y también se los llama Manasa Putras. Los hijos de la Mente Cósmica. Nacieron de Brahma sin él quererlo.

Lo mismo ocurre también con nosotros. Cuando estamos vinculados con la Divinidad, surgen pensamientos en nosotros que están de acuerdo con eso. Incluso cuando tenemos la sensación de que estamos pensando, los pensamientos vienen de círculos superiores. Cuando el creador le aconsejó a los Kumaras que cooperaran con él para la creación, ellos simplemente sonrieron y permanecieron en silencio. Su propósito era diferente de lo que pensaba el creador. Ellos conocían su tarea, y así se negaron a crear. Brahma se enojó y los maldijo a estar enterrados en la materia de toda la creación. Esta alegoría explica el nacimiento de la mente y el nacimiento de los Maestros en todos los planos, así como su trabajo en beneficio de los seres. No son personalidades, sino principios que trabajan en el cosmos y en nosotros.



Brahma y Saraswathi


Otros seres salieron a través de Brahma y se manifestaron en el universo – Rudra, las vibraciones en el espacio; los Prajapatis, los progenitores de los seres de la creación, los Señores del poder, la forma y la materia; Saraswathi, el Verbo Divino nacido de Brahma… La Palabra surge de la subjetividad del que habla y viaja a través del sonido en el espacio, del que habla al oyente. Cuando Brahma vio la belleza de Saraswathi, se olvidó de su deber y corrió tras ella. Se dice que los Prajapatis se rieron de él cuando vieron su deseo. Marichi, la mente de Brahma, le dijo que no era bueno tener deseo por ella. Brahma se dio cuenta de su error y sintió vergüenza. Comprendió que debía utilizar a Saraswathi para el bienestar de la creación, pero no utilizarla para su propio deseo egoísta.

Esta alegoría de Brahma creando a Saraswathi desde adentro de sí mismo y de seguirla para impregnarla explica el misterio de cómo la creación surge dentro de la objetividad, es similar a la historia bíblica de la creación de Eva a partir de Adán. Este misterio también señala el poder de la Palabra. Nosotros mismos nos perdemos cuando corremos detrás de los pensamientos y ellos brotan de nosotros como palabras y acciones. Podemos fácilmente caer si no usamos el habla correctamente y así nos hacemos daño a nosotros mismos y a otros. Que no permitamos ser guiados por nuestros pensamientos sino que nosotros siempre guiemos a nuestros pensamientos. Somos el Maestro y debemos dirigir los pensamientos conforme a nuestros deberes. Sin embargo, no es un crimen cometer errores. Incluso el creador cometió errores. Lo importante es darse cuenta de los errores, corregirlos y aprender la lección.



______________________


Fuentes: K.P. Kumar: Doctrina de la Presencia Eterna / Notas de seminarios. E. Krishnamacharya: Ciencia del Simbolismo. The World Teacher Trust / Ediciones Dhanishta España (www.worldteachertrust.org / www.edicionesdhanishtha.com)


GHB - Informacion difundida por http://hermandadblanca.org/ /2013/04/20/el-mensajero-lunar-luna-llena-de-tauro/
  


12 de abril de 2013

CRÓNICA DEL MINOTAURO Y EL MONSTRUO [1]





                                  



                                             « Je suis l’Empire à la fin de la décadence,

                                             ………………………………………...
                                                                                     Plus rien à dire!
                                Seul un poème un peu niais qu’on jette au feu… »
                                 
                                                           Paul Verlain, « Langueur » [2]






I. LA CELDA ILUMINADA



Huyo de los racimos en septiembre:
sus negras manos buscándome en
la noche, sus
cinco dedos enguantados de luna,
se me vuelven humanos (no sé),
tan demasiado humanos que
me asustan;
y aunque me voy quedando
tristemente ciego
poco a                                                                                                     10
poco,
yo sé (de muchos días) que su dulce sangre al sol
es roja,
roja como la obscura sangre de los hombres
cuando se han hecho ya párpado inmóvil,
labio que aprieta
un encarnado mirto,
sólo harapos y astillas de esternón,
mordedura de un sueño del que nadie despierta en
este mundo,                                                                                           20
del que no quiero hablar,
no quiero…

Porque anoche mi cuerpo fue espumoso y blanco:
allí, donde se eriza mi espesura,
donde en secreto entibio
mis dos huevos gemelos [3],
ya no hay dolor, ¿sabés?,
ya no hay dolor ni hay miedo.

Porque me vio y me quiso,                                                                30
sin decir nada,
me esperó en mi lecho,
en mi rotoso lecho de juncos desolados;
yo seguí el parpadeo torpe de la lámpara
(por acá, por allá, dando la vuelta…),
y oí en su voz mi nombre,
y un alivio de reumas trepó por mi espinazo:
“¿Ya has llegado, Asterión?”
(a la derecha, recto, ahora a la izquierda…)
“…¿Por qué tardaste tanto?...”                                                           40

Un tumulto de buitres
estrangulaba el crepúsculo en lo alto,
pero yo no volví a mirar el cielo:
de otra luna sin velos
ni menguantes
me hablaba su mirada donde era verde el mar;
y cuando hundí mi rostro,
mi pellejo carnudo, mi cuero avergonzado,
entre sus tersas laderas germinales,
supe que alguien, por fin, me había acariciado…                        50
Cómo no manosear con las palabras,
cómo decir, después de tantas noches tórridas,
su otra boca entreabierta al sur de todo,
al sur enmarañado, al sur,
otra que enciende íntima su encía
y no afila marfiles…

Una, dos, tres se dieron a la fuga:
las negras olas
devolverán mañana con la aurora
sus enaguas intactas;                                                                         60
las demás se extraviaron en mi encierro fatal,
alimentando uñas y cabellos
con la azulada locura y la violácea ojera
de que nos salva el sueño.

Reuní a tus seis mancebos,
vos que sabés salir,
bajo la doble hacha de la entrada, y andáte:
yo ya no necesito su carroña virgen;
mojá, Teseo, tu espada en los racimos
y decíles que fue mi corazón.                                                         70
Que me viste morir, hocico en tierra.
Que en mi sobaco hediondo hallaste este papiro,
este rollo inconcluso     
                                                                                                      

                                   ¿Te sientes solo?  ¡Contáctanos!
                                             frustrados-y-suicidas@enredos.org

y te van a creer.
Adiós, hijo de Egeo, no te pierdas.
Te tengo que dejar:
la hermosa noche ya va siendo un pálpito,
y en la celda escondida donde duermo feliz,
ella, tu desertora,                                                                              80
acaba de poner lumbre a la lámpara.


  


II. SUEÑO CON CENIZAS



… Para saber que aún estaba vivo, me mostrabas mi cara en tu espejismo recién brotado del mar, de un mar que volvía y volvía a amodorrarse entre mis piernas vencidas; sobre los afelpados pétalos de la resaca dejé mi doble ofrenda sin hueso…
                                            Porque nada podía esperar de tus ojos, ni de tu arena desnuda hasta el ombligo; porque tus labios me decían lo mismo que la tarde gris: “… fruto de la ceniza, adentro de tu pecho las tinieblas cubren el cielo para siempre…” [4]

               Por todo eso, creo, me apresuré a contemplar en tu mano abierta en el aire igual que una paloma, mi último espolón, el rostro paulatino que me iba adulterando la vecindad de la muerte; no era el mío (lo sé), pero era yo…  Mi frente, ahora espaciosa y clara, no procreaba cuernos sino cejas de urgentes alas obscuras, alertas, y en mi mirada había un otoño tristón, de pupilas esquivas, agudas como la flecha que se abría paso en mi esternón; mandíbula tenaz, sien con nervaduras y latidos…
                                Antes de que te hubiese llevado la luz de mi mundo, yo me transfiguré en una sonrisa apenas y el cristal se deshizo y desperté…  Vos que en la oscuridad me mirabas apretujar el sueño clandestino, ¿no me oíste balbucir dormido alguna cosa?
-- “Duele” –decía tu gemido-, “duele, duele…” Yo entonces te besé. 
-- ¿Y qué decía entonces?...


  
  

III. AGENDA



Qué sé yo;
hace tiempo que el viento no me habla de nada,
ni comparten conmigo, cuando llueve despacio,
ya su verde plegaria los olivos.
Las argucias del humo de las antiguas hierbas,
que años atrás lamían
mis noches con corales,
hoy sólo le hacen cosquillas a mi hocico,
y la orgía del vino,                                                                                  90
su coágulo dulzón,
el mosto espeso,
no me acuerdo por qué me sigue dando miedo.

Afuera vienen pasando cosas raras,
pero de cuando en cuando
me hace falta salir para mirar borrosamente el mar,
mojar mi crin en su holocausto blanco,
y tropiezo en la playa
con los fósiles del último naufragio,
latas caducas,                                                                                        100
aguijones de descartable plástico,
el póstumo calambre de alquitrán de un pez
que no entendió,
jirones de papiros
girando con hélices de arena en los remolinos,
sobados y sobados a ciegas por mis dedos,
como el de ayer,
que sin querer me traje clavado en mi bastón:

                                    ¿Qué dice? ¿Podés leérmelo?…

... Antes (me acuerdo),                                                                     110
siendo menos añosa mi voz,
más parecida, quizás, a la zampoña rústica,
inventaba canciones.
¿Qué eran tontas, sin gracia? Ya lo sé;
pero eran mías,
de esas contadas cosas
que te dan todo, ¿sabés?,
que te dan todo sin pedirte nada.
Una –recuerdo- salió de mí allá arriba,
acodado en el promontorio ríspido:                                                 120
                                                               
                                                                 “A ver algún corazón
                                                                 donde no aniden los cuervos.
                                                                 A ver, a ver algún cuervo
                                                                 donde anide un corazón…”

No era tan mala, ¿no?.
Y otra, que nunca terminé,
solía adelantar las rabias del verano:

                              “A ver qué dice el trueno,
                                a ver qué ha dicho.
                               A ver qué escribe el viento,                        130
                               A ver qué ha escrito…
                               Porque viene siguiéndome una nube
                               para contarme algo,
                               alguna “nueva”;
                               llena de viento y trueno.
                              ¿Qué me querrá decir que ya no sepa?...”

(Por acá, por allá, dando la vuelta…)
Cada día me cuesta más volver,
barrer las mismas hojas con mi cola rala,
los mismos corredores                                                                     140
(a la derecha, recto, ahora a la izquierda…)
y extender mi mano para palpar los juncos
repetidos,
los repliegues quietos de aquella última vez
que oí mi nombre,
que vi la lumbre trémula...

No, no es eso, no son mis coyunturas
ni los catarros que fomenta el rocío de invierno
ni las caries;
¿viste ese puño que te aprieta por dentro                                         150
y que te va poniendo viejo el corazón
y opaca la mirada?

Siete estrellas cerraron su rojizo párpado en el cielo
desde que ella se fue,
sin hacer ruido, sin tocarme el hombro,
oculta en el gorjeo de las golondrinas,
y se llevó la luz
y me dejó el silencio...

En lo hondo de las promiscuas pesadillas
me acecha cada tanto                                                                         160
el monstruo aquel de frente despejada y pupilas agudas
que hace ya siglos
me sonrió en el precipicio helado del espejo
donde miré mi fin, que tarda y tarda,
junto al mar;
sigo esperando verlo cara a cara,
pero hoy en día,
si le arrebato al aire una paloma tórrida,
se me enfría en las manos
y se rompe en un capullo siniestro de lata incandescente…           170

Hablar solo no es bueno, pero alivia;
martes, miércoles, jueves…
voy a dormir un rato,
la mañana no está para sentarse en la arena;
traigo enredado entre las pantorrillas
un terso despojo de papiros                                       
corrompidos por la sal  y la lujuria                     
de las algas celosas:                  
                                                               













                                                                                 (Qué dirá,                                                                                                                                                                                         
                                                                                                       me pregunto…)     





GUSTAVO ARITTO

Burzaco (Gran Buenos Aires / Sur), 1993




[1] Este poema resultó Primer Finalista en el Premio Internacional de Poesía Sant Jordi – Edición 2006, de Girona, España, otorgado por el Grup Plomes Poétiques. Fue incluido posteriormente en La espiral de fuego. Siete palimpsestos del caos, 2008.
[2] “Soy el Imperio en el fin de la decadencia… (…) …¡Qué queda por decir! / Sólo un poema insulso que tiramos al fuego…”. De  “Languidez”.
[3] La metáfora es de Walt  Whitman.
[4] Versos del poema “La fin d’un monstre” (“El fin de un monstruo”), de Paul Éluard, inspirado en el último “Minotauro” que dibujó P. Picasso (tinta de portada).