10 de octubre de 2015

EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA (XVIII): REMONTANDO LA ESPIRAL HACIA EL ORIGEN






EN ALGÚN LUGAR Jean Markale enfatiza con fervor que los celtas sueñan su historia más de lo que la viven. Tal vez en esa sentencia hermosa y temeraria anide, como un pájaro que se sabe a salvo del ojo humano, el último Secreto. No sé si fue el único pueblo -o mosaico armonioso de pueblos- en hacerlo; sí puedo confesar, sin hesitar, que, entre aquellos que me han legado generosamente su cultura, es el único capaz de hacerme sentir lo mismo. Sólo los chinos de la Antigüedad, espías entusiastas del Tao y amanuenses de los astros que les susurraron el I Ching, logran disuadirme de echar a perder, entregado al ilusorio y aniquilador mercadeo de la historia, el impulso creativo que anima mi vida y la del congénere humano, mineral, vegetal, animal o dévico con quien el azaroso Destino desafíe mi espontaneidad y mi asombro, mi promesa de no regresar nunca por el mismo camino…


En un segundo, el perfume más evanescente puede hacernos caer en picada a las raíces de nuestro ser, verticalizada toda nuestra vida por una sensación fugaz: hemos sido conectados por un mero olor con otro lugar y otro tiempo. La suma que hemos cambiado en el reconocimiento de este momento, esto es la espiral: el sendero que hemos seguido para alcanzar el mismo punto en otro giro.
Todas nuestras experiencias son como ese aroma arrobador: las situaciones ocurren recurrentemente con una familiaridad casi tediosa hasta que hayamos logrado dominarlas a la luz de la anterior curva del tiempo. Cuanto más hacemos esto, más empinado el gradiente, que es la medida de nuestro crecimiento. La espiral que recorremos alrededor de la vida es el medio que tenemos para compararnos a nosotros con nosotros mismos… El tiempo mismo es cíclico, y mediante la espiral de sus recurrentes estaciones revisamos el progreso y el crecimiento de nuestro propio entendimiento.
Nuestra es la casa espiral que construimos para mantenernos el torrente continuo de la vida, desde influjo que de otro modo no sería comprobado hacia lo desconocido. Dado que lo que es desconocido tiene poder sobre nosotros, resultaríamos, de lo contrario, tan vulnerables como lo sería un caracol si su concha se alargara y se volviera recta. La familiaridad con las experiencias de la vida se curva en torno nuestro y nos protege, creando esas misteriosas vistas de montañas de giros a medias ocultos que nos mantienen brillantes con la especulación y la anticipación.
El declive del camino recto es prohibitivo para la mayoría de nosotros. El místico llama a esto el “atajo”, el Sendero de la Iluminación; pero lo que alumbra el camino del místico ciega al hombre común, no preparado para la luz del conocimiento pleno. Para él, la verdad develada es muerte; en vez de eso, debe él realizar su ascenso gradual, permitiéndose a sí mismo la reafirmación protectora de sus suaves giros.

Jill Purce[i]



Llegar al encuentro del que es siempre un desconocido libres del hule cerebral que inexorablemente distorsionará al otro, a lo que el otro perciba en nosotros, a nosotros mismos, a la magia de esa coincidencia asaz inexplicable en el magma del espacio-tiempo: ¿por qué nos será tan difícil, tan cercano a lo imposible? Con abnegado aliento Jiddu Krishnamurti intentó propagar ese evangelio, sin mayor éxito, durante sesenta y tantos años. Sin embargo, algo hay de inefable en el “espíritu” celta que, a despecho de ese esfuerzo banal que llamamos “argumentar”, parece querer contagiarnos –sin persuadirnos de nada- su misteriosa frescura innata, su pasión por transformar cada hecho de la vida en una vivencia sin precedentes, sin pautas, sin precintos dogmáticos. No importa de qué se trate, ni cuáles fueron sus motivos, ni cuáles sus consecuencias; sólo lo que encierra de imprevisible su suceso mismo será lo que transforme alguna zona aún incógnita de nuestra consciencia minando su inercia digitada. A diferencia de la memoria de los antiguos chinos, la celta no sobrevive por acumulación sino que son sus aspectos invocados, los necesarios para conferir sentido al acontecer actual, lo que las conjunciones y disyunciones cósmicas reaniman al activarse un nuevo "eón" en el trayecto individual o colectivo. Puede ser el primer umbral de un relato que fingirá consagrarse a las vicisitudes de una conquista pero, muy en el fondo, sólo nos hablará de la naturaleza inasible y proteica del lenguaje de las palabras:


“Fue un Primero de Mayo que los Milesios llegaron a Irlanda. Vinieron con sus mujeres y sus hijos y con todos sus tesoros. Eran muchos, y llegaron en barcos. Hay quien dice que venían de una tierra más allá del azul más distante del cielo, y que sus barcos dejaron una estela entre las estrellas, que aún puede verse en las noches de invierno.”

“Inisfal”[ii]


Pronto, muy pronto, Ameirgín, el primer poeta de Irlanda, pedirá con su voz interior al Universo que la isla desaparezca por un momento, y la isla desaparecerá. Era la voz de un pájaro, de un mediador interdimensional.
O bien el incidente trágico que borre en el seno de las aguas del mar el límite entre la vida y la muerte, confiados todos al bucle dorado de la Promesa:


“Cuando nuestro barco chocó con la hundida nave
las salvajes olas a raudales invaden
Lo mismo el vivar que la puerta oeste, de popa a proa.
El capitán dice: ‘Temo, mis muchachos,
que a la pálida muerte escuche su llamada;
navegaremos con ella y con el viento, con
la esperanza de la tierra deseada’.”

[“When our boat atruck the sunken wreck /
 the wild waves did pour in
As from the well or wate-gate, from her /
 stern anto her stem.
The Captain said: ‘I fear, my boys, /
 pale death is close at hand;
We’ll sail her in close by the wind, in
/hopes to gain the land’.”][iii]







Todo nos alienta a re-cordar que un Universo en constante autocreación y autodestrucción nos acoge y habita a un tiempo, conforme a leyes cósmicas que aún desconocemos, pero cuyo dominio ha sido, como esa Tierra de Promisión, anunciado a quienes supieron y saben escudriñar humildemente las señales y prodigios. Dos aspectos particularmente entrañables de esa conflagración incesante adentro mío hallo entre las operaciones más sutiles de la magia céltica. Uno, la visión de que no hay Orden sin Caos intrínseco. Otro, que todo proceso creador presupone la existencia y la manifestación (interna, externa) del Vacío. Para quien fije sus ojos en las estrellas, la Matrix que se entretiene haciéndonos extraviar en los recodos de sus diversos laberintos pierde eficacia y se desvanece ante el ritmo y el movimiento de cuya empatía mutua resurge, una vez más, la espiral de fuego de nuestro Destino creativo:


“… yo personalmente he recibido las más fuertes y más afables impresiones. ¡La sensación de comunicarse a través del tiempo fue particularmente fuerte y pareció darse de ida y vuelta! Uno podría recoger algo de las actitudes de esta gente antigua y ellos también, al parecer, podrían ganar algo del contacto a través del tiempo. De nuevo, nuestra usual concepción del tiempo como un fenómeno lineal está puesta en duda.
Notas personales del incidente rezaban: ‘A partir de mis impresiones psíquicas, eso pareció en gran medida un culto al Sol y al Mar, y yo descubrí que el mantener un marco mental simpatético proporcionaba una cierta cuantía de enseñanza. Una decoración común en los templos prehistóricos es la espiral…
‘Aquí, evidentemente, estaba la significación de la espiral, una revolución o un desenrollado, a partir de un punto central a fin de impulsar la vida hacia delante. Y para retroceder a una consciencia de los orígenes uno puede seguir la espiral en sentido reverso, taladrando un agujero contemplativo hacia el origen mismo y el centro de las cosas.
‘Esta no es una experiencia modelo que se preste fácilmente a la descripción verbal, pero aquellos que lo deseen pueden hallar una cantidad sorprendente de revelaciones si se toman el trabajo de contemplar la concha de un caracol real, estudiando los ejemplos modelo y patrones de la naturaleza como lo hicieron nuestros remotos precursores.’
Este retroceder al punto inicial central de la espiral contiene dentro, además, una verdad profunda que tiende a ser esquivada por muchos expositores esotéricos modernos de Occidente. Esto es, que el camino a las estrellas, como dijo el antiguo rey, se comienza mejor introduciéndose en la Tierra. Cristo mismo descendió al Hades antes de su resurrección y ascensión, y el camino que el mostró se repite en el gran sistema cósmico de la Divina Commedia de Dante. Se lo enfatiza en la alquimia rosacruz (visita el interior de la Tierra, al purificarte tú descubres la piedra oculta)…”

[…]

“… La vida en general es cíclica, o de hecho espiral, y cualquiera sea el punto en que un alma se halle sobre la espiral determinará si una fase o muchas se experimentan o no en una sola vida. Así, se puede observar a algunos individuos llevar vidas muy plácida, estables; otros pueden atravesar un sinnúmero de diferentes experiencias de condiciones de vida en el curso de una misma encarnación física, casi como si estuviesen repletando una vida con muchas. Todo depende de su punto en la espiral.
El poeta Yeats se interesó muy mucho por esta línea de investigación de lo que el denominó ‘giros’ [‘gyres’]. El giro de las curvas de la espiral proporciona además paralelismos entre diferentes fases de expresión de la vida, distanciadas en el tiempo cuando se lo considera como lineal.
Estos principios generales son capaces de una expansión infinita por ser el modelo subyacente sobre el cual se construye la estructura de la vida personal. Del mismo modo, existe, en la práctica, una complejidad considerable en el modo en que las relaciones polares tienen lugar…”

Gareth Knight[iv]




 

“Los monjes irlandeses, trabajando en sus rocosas islas, estaban completamente rodeados por el océano –su memento constante del flujo perpetuo y el movimiento en vórtice del cosmos. Esta así llamada ‘página ornamental’ del Libro de Durrow es una página para la meditación y la preparación para la verdad de los evangelios que siguen. Constituidos por una sola línea, como el plegarse y desplegarse del arabesco islámico, estos bucles celtas representan la creación y disolución continuas del mundo.” 

Jill Purce[v]








Poemas y relatos de viajes y aventuras presuntamente deudoras del mundo dejan oblicuamente expresada esa concepción “inmanentista” de la energía espiritual y de lo divino.  La tierna fragilidad última de sus héroes, por mejor dotados que se lo presente, y la fortaleza natural de sus figuras femeninas no hacen sino ahondar más y más la gracia y la dimensión típicamente “humanas” de sus creaciones. Nunca pude sentir míos los dioses que aprecian o desprecian a las estirpes del Mahabarata, a Odiseo o a Eneas; por el contrario, las potestades y seres latentes en la luz (o la oscuridad) de otros reinos que configuran el cosmos físico y psíquico de estas narraciones o efluvios líricos, parecen haber estado ahí, en alguna región negada de mí mismo, desde siempre. Evidentemente, el Dios-Padre (o, mejor, la Diosa-Madre) de los pueblos celtas, había hecho morada, junto a sus difuntos transfigurados, en el templo generoso y violento, leal y corrompible, de su corazón.   


“Venir a Roma: ¡vaya, tanta labor para tan poco provecho! El Rey a Quien tú buscas aquí, a menos que Lo traigas contigo, no Lo encontrarás.”

[Comino to Rome, much labour and little profit! The King whom you seek here, unless you bring Him with you, you will not find Him.”]

Epigrama anónimo irlandés del siglo IX[vi]



Podemos descansar en el seno insondable y oscuro del Cosmos. La verdad –a la que el celta evolucionado consagró sus facultades como hermana de la belleza y la compensación universal- es luz, sólo la ofuscación de la luz da lugar a la oscuridad, a la fealdad de lo vulgar y lo ignorante, a la deuda kármica que pesa sobre nuestros hombros. Ni el vértigo de lo Infinito ni la desazón ante el Vacío, que tanto rehuyeron, por ejemplo, los griegos, cuyos mitos les sirvieron sirvieron como antídoto, fueron desheredados de la metafísica, la vocación naturista y la imaginación del genio celta. Hasta en la cosmovisión de un exiliado de la polis como el gran iniciado Heráclito se reclama un  logos  que (heleno al fin) imponga alguna "medida" para el río indetenible de la realidad. En el bosque de los druidas, nada se pierde, nada nos excluye de su propia esencia; todo nos devuelve continuamente a nuestro Origen común e inagotable, todo se equilibra:


“El árbol que arde sin consumirse no es la única visión que deslumbra al errante Peredur. El río en cuya orilla se yergue divide el valle en dos praderas y lo que él ve allí, en mi opinión, capta la esencia del druidismo mejor que ninguna otra cosa. En una de las praderas pastan unas ovejas negras; en la otra, pastan ovejas blancas. Cada vez que bala una oveja negra, una de las blancas cruza el río hasta la otra pradera, al tiempo que se vuelve negra. Cuando bala una oveja blanca, sucede lo contrario. En el relato irlandés The Voyage of Mael Duin [el viaje de Mael Duin] , el héroe y sus compañeros de viaje tienen una experiencia similar que, en su caso, ocurre en una de las maravillosas islas descubiertas en sus viajes.
No hace falta ser muy sutil para reconocer que lo que aquí se representa es la noción del Equilibrio Cósmico entre los dos mundos. César menciona que a los druidas se les empleaba para ofrecer sacrificios en bien de los individuos que estuvieran gravemente enfermos o a punto de enfrentar algún peligro. Resulta instructivo que en la versión de Peredur las ovejas deban cruzar un río, frecuentemente la frontera entre dos mundos. El Equilibrio Cósmico debe restablecerse cada vez que es perturbado, un proceso que se complica por el hecho de no ser estático, sino dinámico, tal como demuestra el modo en que las ovejas negras y blancas se intercambian constantemente. Desde cierto punto de vista, podría considerarse esto como el flujo entre el ‘yin’ y el ‘yang’ del taoísmo chino al que, en determinados aspectos, se asemeja el druidismo. Pero esto es algo que, desde luego, está implícito en todas las religiones. Allí donde se ceba la calamidad, los líderes religiosos rápidamente ven en ella un justo castigo divino por algún pecado colectivo que ha alterado el Equilibrio Cósmico.
Tal como señala Jean Marx, aun hay otra consideración que hacer en cuanto a las ovejas blancas y negras: su número total es inalterable. Es ‘como si existiera una especie de capital limitado de almas y espíritus que circularan entre los dos mundos’, dice.
La imagen chamánica del Más Allá –espejo de nuestro mundo- ilustra este principio de equilibrio. Los dos mundos son simétricos.”

Ward Rutherford[vii]






Vacío y plenitud son los dos aspectos esenciales de esa Matriz creativa que conocemos como Grial, da lo mismo que se lo conciba como el Caldero de la Inspiración céltico o la sagrada Vasija pagano-cristiana). Plenitud y Silencio, el otro nombre que cifra la anhelada disolución de la consciencia en la Consciencia Cósmica. Sin su subyacencia a todas las cosas, a todos los hechos, nada podría ser creado (es decir, co-creado):




Silencio absoluto – le susurra un ser de Luz al gran José Trigueirinho -. Ningún movimiento en el espacio cósmico. La Noche colma el gran Vacío.
Una pequeña centella se enciende. Es el despertar. De esa centella, que permanece encendida, emerge un vórtice de luz que en movimiento giratorio va penetrando el espacio cósmico. Es el inicio de una nueva creación.

La noche, símbolo de la receptividad, del misterio, permite al hombre contemplar las estrellas y sumergirse en busca del propio origen. La noche está permanentemente presente. En realidad, ella acoge la luz de la alborada, mas no se deshace; por el contrario, permanece como sustrato invisible para que el día pueda manifestarse; la noche es la urdidura que, de día, recibe la trama de la luz.”[viii]


Sólo si las palabras son también las cosas, o sea, sólo si se es un mago iniciado por la Jerarquía, instruido en el temor de las leyes superiores, puede serse, también, un poeta, un creador de Destino. ¿Hay en la ruidosa Biblioteca de la Modernidad algo tan espeluznante y, a la vez, sublime, como lo que el poema El Viaje de Bran nos cuenta del retorno del héroe a su lugar en Irlanda? No le bastaron sus hazañas entre las “salvajes olas” del mar, ni haber conocido el hidromiel de la Isla de la Alegría ni la Isla de las Mujeres. “Pero – comenta J. Marx- uno de los compañeros de Bran languidece por la tierra de los hombres, y lo impulsa a retornar. Por fin desembarcan en Irlanda, y cuando él anuncia que Bran, hijo de Fecal, le responden que ese personaje murió ya, pero que el relato de su partida se ha transmitido a través del tiempo”[ix]… Vacío y plenitud, ruido y Silencio. Como el que tiene que vivir Oisín, otro héroe, el bellísimo relato que trabaja sus días (y sus noches) abandonado a la lírica voz de su emotiva primera persona. También lo dejó “todo” por un Paraíso que le ofreció el amor de una mujer y la eterna juventud a cambio de no volver a pisar con sus talones su propia tierra. “Todo” lo tuvo, pero, sin embargo, no logró resistir el llamado del pueblo que lo había visto nacer y crecer junto a su padre. Y entonces, volvió. Nada era igual –por supuesto; a nadie reconoció ni lo reconoció nadie, pero quiso, igual, ayudar a unos paisanos que no había visto nunca:


“Apenas se hubo sentido libre, el corcel blanco se estremeció y relinchó. Luego, partiendo con la velocidad de una nube en marzo, me dejó allí de pie, desamparado y afligido. Instantáneamente, un lamentable cambio se produjo en mí: mi vista comenzó a empañarse, la rubicunda belleza de mi rostro desapareció, perdí todas mis fuerzas y me desplomé en tierra, convertido en un viejo arrugado, ciego, marchito y débil.
Jamás volví a ver al corcel blanco. Jamás recuperé mi vista, mi juventud, mis fuerzas; y he seguido viviendo acongojado siempre por la pérdida de mi gentil esposa Niam la de los Cabellos de Oro, y recordando siempre a mi padre Finn y a los desaparecidos camaradas de mi juventud.”[x]


Porque, sí, cuesta eso de despedirse. Acaso nos cueste incluso más el hoy tan trillado “desapego” del mundo y esta vida de ilusiones que el olvidarnos de nosotros mismos. Siento que esa hermosa trama de ritmos, cadencias y timbres, de vibraciones mentales y significados nuevos para mí, ya no me abandonarán jamás. Más que cualquier otra literatura occidental, el legado verbal (y necesariamente musical) de los celtas vive y muere (ya sé que son dos nombres para lo mismo) al unísono con la espiral que, frágil e a los tumbos como un niño, va trazando mi ardua trayectoria de esta experiencia en la tierra. Adentrarme en su magia es conocerme un poco mejor, amarme y amar un poco más, celebrar el camino sin comienzo ni fin, los pasas dados y lo no dados aún, sanarme de mí mismo, saberme más libre, eximido del tiempo planetario, eterno igual que cada ser que me ha servido de maestro.

Vuelven ahora a mí los versos de T. S. Eliot que sirvieron de acápite al libro que se me permitió escribir como amanuense de este universo con el título LA ESPIRAL DE FUEGO. Siete palimpsestos del Caos; pertenecen a Little Gidding, el último de sus Four Quartets. Ya fueron evocados cierta vez en este blog, pero siento que vuelven hoy a reclamar un lugar, y así, con gozosa emoción, los dejo de nuevo para que sean ellos la última palabra:


“We shall not cease from exploration,
And the end of all our exploring
Will be to arrive where we started,
And know the place for the first time.”

[No dejaremos de explorar,
Y el fin de toda nuestra exploración
Será volver a donde comenzamos
Y conocer el lugar por primera vez.]




♦♦♦♦♦♦♦♦




Gustavo Aritto
Gran Buenos Aires / Sur









[i] THE MYSTICAL SPIRAL. Journey of the Soul (la espiral mística – viaje del alma), Thames and Hudson, London, 1974, p. 7. (Trad. del fragmento: G. A.)

[ii] En Cuentos Maravillosos de la Irlanda Céltica (recopilación y versión inglesa de Ella Young bajo el título original de Celtic Wonder Tales, Dublín, 1910), Columba, Santiago, Chile, 1988. Traducción castellana: Mónica Cumar y Juan Zegers.

[iii] J. N. Healy, Irish Ballads and Songs of the Sea, Mercier (Cork), 1971. Versión castellana de R. Sainero, en Leyendas celtas, Leyendas sobrenaturales del mar: “El soldado muerto”, Madrid, Akal, 1989.

[iv] THE SECRET TRADITION IN ARTHURIAN LEGEND. The Magical and Mystical Power Sources Within the Mysteries of Britain (la Tradición Secreta en la leyenda artúrica – las fuentes de poder místico y mágico dentro de los Misterios de Gran Bretaña), Part II / 15. Merlin and Nimuë, y Part III / 18. Sexuality in Magic and Psychism (Parte I / 15. Merlín y Nimuë, y Parte III / 18. la sexualidad en la magia y el psiquismo); The Aquarian Press, Irthlingborough, Northhamptonshire, 1983. (Trad. del fragmento: G. A.)

[v] Op. cit., Página del Libro de Durrow, Irlanda, siglo VII. (Trad. de la cita: G. A.)

[vi] En Keneth Hurlstone Jackson (ed. / trad), A Celtic Miscellany (una miscelánea céltica), § Epigram (el epigrama); Penguin Classics, Aylesbury, 1971. (Trad.: G. A.).

[vii] El misterio de los druidas, Barcelona, Ed. Martínez Roca, 1994, p. 94-95. Trad.: Patricia Shelly.

[viii] J. Trigueirinho, La Creación (En los caminos de la energía), Parte II. La creación en el Universo: “Los procesos de creación”, p. 104; Buenos Aires, Kier, 1994; trad.: Diana Zermoglio.

[ix] La literaturas célticas, Cap. I. La literatura irlandesa, p. 65; Buenos Aires, Eudeba, 1964.

[x] “Oisín de Tirnanoge”, en Cuentos populares y leyendas de Irlanda, Buenos Aires, Espasa-Calpe / Austral, 1947 (sobre la reelaboración hecha por Patric Weston Joyce, Old Celtic Romances, London, 1879 / Dublin, 1961).

6 de octubre de 2015

EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA (XVII /: ESCOCIA DE LAS BALADAS / "The Twa Corbies"





Los dos cuervos


Una vez, mientras iba caminando,
Escuché a dos cuervos lamentarse;
Y uno de ellos dijo al otro:
“¿dónde comeremos este día?

“Detrás de aquella cerca abandonada
He visto un caballero asesinado,
Y nadie sabe que yace allí tendido
Salvo su halcón y su perro y su dama.

“Su perro se fue tras de la caza,
Se halcón se fue en busca de presas,
Su dama se fue con otro amante,
Así que podremos disfrutar nuestra comida.

“Te posarás sobre su cuello blanco,
Y yo le arrancaré sus ojos claros.
Con un dorado mechón de su cabello
Más tarde techaremos nuestro nido.

“Muchos por él se habrán de lamentar,
Pero nadie sabrá dónde se ha ido;
Sobre sus huesos ya blancos y desnudos
El viento va a soplar eternamente”.


¤¤¤

The Twa Corbies
[Texto original en escocés]


As I was walking all alone,
I heard twa corbies making a mane;
The tane unto t’other say,
“Where sall we gang and dine to-day?”

“In behint you auld fail dyke
I wot there lies a new-slain knight;
And naebody kens that he lies there,
But his hawk, his hound, and his lady fair.

“His hound is to the hunting gane,
His hawk, to fetch the wild-fowl hame,
His lady’s ta’en another mate,
So we may mak our dinner sweet.

“Ye’ll sit on his white hause-bane
And I’ll pike out his bonny blue een.
Wi’ae lock o’his gowden hair,
We´ll theek our nest when it grows bare.

“Mony a one for him makes mane,
But nane sall ken whare he is gane;
O’er his white banes, when they are bare,
The wind sall blaw for evermair”.




[El texto de esta balada escocesa proviene de “Minstrelsy” III, 239, una recopilación realizada por Walter Scott en 1803. Los eruditos la consideran como una variación sobre “The Three Ravens”, recogida por Ravencroft en Melismata (1611).]


Texto original y versión castellana, así como los comentarios críticos citados abajo, de Jorge Fondebrider y Gerardo Gambolini, en Canciones celtas (‘Reynardine’ y otras baladas), Buenos Aires, Javier Vergara, 2000.

[En este estupendo volumen (que incluye la generosa reproducción de la notación musical de la línea melódica básica encabezando cada canción), y más allá de las inexorables divergencias interpretativas suscitadas siempre por una traducción, sobre todo tratándose de textos de un grado tan alto de sutileza y de misterio, se echan, sí, verdaderamente de menos las oportunas referencias bibliográficas puntuales de los filólogos eminentes evocados en la muy responsable introducción general a la antología. – G. A.]



¤¤¤¤¤¤



“Para M. J. C. Hodgart, ‘una balada es una canción que comenta la vida por medio de un relato en estilo popular”. G. H. Gerould define balada como “una canción folclórica que cuenta una historia”. Francis B. Gummere, por su parte, describe las baladas como ‘poemas destinados al canto, de naturaleza muy impersonal, probablemente conectados en sus orígenes con la danza comunal, pero sometidos a un proceso de transmisión oral entre personas libres de influencias literarias”. Esta última característica se acentúa en la definición de Albert B. Friedman quien, por su parte, señala que se trata de ‘una narración breve, tradicional, impersonal y cantada, transmitida oralmente de generación en generación, marcada por su propia y peculiar estructura y su propia retórica, sin influencia de las convenciones literarias’. Ramón Menéndez Pidal, finalmente, remite el género a un tronco europeo común que, con sus respectivas variantes, puede rastrearse en los romances españoles, las narraciones épico-líricas francesas, las viser de Suecia y Dinamarca, los cantos narrativos del norte de Italia, de Alemania, de Servia, de Grecia y de Finlandia. El erudito español señala especialmente que ‘las baladas inglesas y escocesas han sido tenidas por congéneres de los romances’, que, siempre según su definición, son ‘poemas épico-líricos breves que se cantan al son de un instrumento, sea en danzas corales, sea en reuniones tenidas para recreo simplemente o para el trabajo en común’.

De acuerdo con todos estos puntos de vista, una balada de las llamadas ‘tradicionales’ no puede ser equiparada a un poema. En primer lugar, en el poema hay un único poeta que expresa una subjetividad individual, mientras que en las baladas pueden intervenir distintos agentes [sic]  - a veces lejanos en el tiempo y el espacio – que van modificando la subjetividad original – acaso de un hipotético autor -  hasta llegar a sentimiento comunal, con frecuencia distante del propósito original de la balada. En segundo término, las baladas, aunque desde antiguo hayan sido recopiladas en colecciones, no fueron compuestas para ser leídas sino cantadas, y, por lo tanto, están estrechamente asociadas a la música, de la que recibirán no pocos condicionamientos; entre otros, los patrones rítmicos que llegarán incluso a determinar la naturaleza de su versificación y rimas.”

[J. Fondebrider / G. Gambolini, Palabras Preliminares, “Una aproximación al término ‘balada’”, p. 7-9]


“La mayoría de las baladas tradicionales proviene de Gran Bretaña. Allí existen zonas bien determinadas donde la tradición baladística se desarrolló y desde donde se expandió hacia otras regiones de la isla e, incluso, de ultramar. William Entwistle estudió el problema y llegó a la conclusión de que las regiones de tradición baladística más antiguas son: 1) el sur de Inglaterra, 2) las Midlands, 3) la frontera anglo-escocesa, 4) las Tierras Bajas de Escocia, y 5) el noreste de Escocia. De todas, la más importante es esta última.
[…]
Diversas son las circunstancias para que así haya sido. En primer lugar, el noreste de Escocia era una región fronteriza entre dos etnias distintas con diferentes lenguas, costumbres y organizaciones sociales: por un lado, los habitantes de las Tierras Altas, predominantemente celtas; por el otro, los habitantes de las Tierras Bajas, de origen anglosajón. Durante la Edad Media ese tenso equilibrio se rompió y, a partir del siglo XI, el noreste de Escocia se transformó en un inmenso campo de Batalla hasta la definitiva conquista anglosajona, que terminó por relegar a los celtas a unos pocos territorios occidentales. Sin embargo, parte del patrimonio cultural celta sobrevivió a la declinación de ese grupo. Entre otras cosas, en el terreno específico de las baladas. David Buchan señala que ‘en la canción folclórica gaélica hay una marcada ausencia de los temas clásicos de las baladas […] sin embargo, debería tenerse en cuenta que gran parte del folclore británico tiene sustento en lo celta y, siendo el noreste de Escocia un territorio ocupado durante siglos por ese pueblo y luego, una región fronteriza, el elemento celta ha pervivido […] Los invasores anglosajones y anglonormandos de los primeros tiempo de la Edad Media adoptaron como propias muchas de las melodías anteriores a su llegada. La evidencia de esto es la falta de proporción de canciones del noroeste escocés construidas sobre la base de cuartetas, forma celta por excelencia, y la manera en que las cadencias de las melodías folclóricas compuestas entre los siglos XII y XIV derivan de prototipos gaélicos”.

[J. Fondebrider / G. Gambolini, ibidem, “Localización de las baladas”, p. 10-12]



¤¤¤¤¤¤



Una lectura “alquímica” de
“The Twa Corbies”


“El propósito del poder de vida-muerte, que encuentra exteriormente una sintética representación por el acto sexual tanto para hombres como para mujeres, es generar Cambio. El objetivo de la genuina iniciación es reemplazar la incesante danza de los cambios por un número reducido de modificaciones [alterations] elegidas y de largo alcance que sometan las energías aleatorias. El resultado final es una modificación del mundo, una liberación que comprende no sólo al individuo, sino que resuena a través de la humanidad y el planeta mismo…
En nuestra búsqueda del Cuervo Negro (Black Crow), debemos compenetrarnos no solamente con la naturaleza de la Diosa que toma la forma de cuervo, sino con ése el más mágico de todos los temas, el significado de los Nombres. La etimología de los vocablos Corvus y Corpus  es un ejemplo interesante de generación mágica de palabras interrelacionadas… El origen de ciertas palabras (algunos sirían de todas las palabras) descansa en potentes patrones creativos que son propiedad común de grandes grupos, relacionados a través del entorno, la cultura y el contacto con el Mundo Interno (Innerworld).
En la magia práctica, las palabras poseen una significación tradicional que no debería subestimarse. Una vez más, encontramos que la interpretación literal desvirtuada en esta significación, oscureciendo su valor.
Uno de los aspectos principales y más populares de las prácticas ocultas divulgadas es el concepto de la Palabra de Poder. Algunos grupos abocados a la magia, afines a la religión oficial del Estado o a la ortodoxia hebraica, plantean como exigencia que las Palabras son, y sólo puede ser, el ‘Nombre de Dios’ judeo-cristiano. Esta banalidad ha sido hegemónica en el ocultismo durante tanto tiempo que ha adquirido un peso espurio de suyo, compuesto  por un esmalte glamoroso de secretismo, mistificación e ignorancia descarada bajo la impostura de autoridad jerárquica. Sin embargo, ello deriva de genuinas raíces mágicas, y los Nombres religiosos al menos cargan con el poder de la creencia derivada de miles de adoradores, la mayor parte de los cuales están muertos hoy día.
El ocultismo moderno ha tratado de tomar distancia de algunas de las más ortodoxas o vacías Palabras de Poder, a menudo con resultados calamitosos. Al menos una respetada autoridad moderna nos enseña que las palabras tienen que ser investidas, que su potencia tiene que ser impuesta sobre ellas, metida adentro de ellas por el esfuerzo del facilitador [operador]  y, quizá, mago.
Así, en un extremo tenemos a aquellos que creen firmemente que la magia sólo puede ser accionada mediante la aplicación de los nombres divinos de una confederación tribal del Oriente Medio, mientras que, en el otro, tenemos a quienes enseñan que las palabras no son esencialmente mágicas, pero deben forzosamente acabar por serlo gracias al músculo de la consciencia activada [awareness] humana. Amabas posturas lamentan que comentaristas inteligentes se burlen tan frecuentemente del Arte.
El advenimiento del Cuervo Negro en la alquimia es un estadio de desarrollo más avanzado del del cuervo carroñero que merodeaba por los campos de batalla de las antiguas guerras. El Cuervo es el Animal-Tótem de la Diosa de la Muerte [the Totem Beast of the Goddess of Death] , descomponiendo el cuerpo que el espíritu podría haberse liberado. En nuestro contexto alquímico, a menudo se lo describe o muestra de forma ilustrativa como una de las etapas de la Transmutación. Tiene el significado de la materia negra y putrefacta, y puede estar referido a la materia de la psiquis así como a la del cuerpo físico muerto.
La interrelación de Corvus y Corpus  debería resultar evidente desde el punto de vista de la magia. En Philosophia Reformata, Mylius 1622, se muestra una buena ilustración de este Advenimiento.
Mucho tiempo antes de que fueran publicadas las exposiciones alquímicas, el cuervo estaba perfilado en la tradición oral, y está íntimamente vinculado al simbolismo prototípico de la mitología del Grial. En el Mabinogion, el Rey-Dios celta Bran toma su nombre de la palabra raven (cuervo); él es de una estatura gigantesca, potente en la batalla, y es el poseedor del Caldero de la Inmortalidad.
En la balada ‘The Twa Corbies’, dos cuervos (crows) o grajos (ravens) se hacen un festín con el cuerpo de un caballero recién muerto. Todos, su Halcón, su Perro y su Amada lo han dejado:

And o’er his banes when they are bare
The wind sall blaw for ever mair.

Aquí nos encontramos con la primitiva batalla-de-cuervos dentro del onírico contexto cortesano, lo cual realmente es una construcción atemporal, aunque superficialmente medieval en su estilo. Los cuervos hablan entre sí, mofándose de la futilidad de la aspiración moral. Ellos no son, por lo tanto, literales aves de carroña, sino los Animales-Tótem del Poder de Recibir[i]. En los cuentos heroicos irlandeses, son una manifestación de la Diosa. Esto se refleja en su uso del cuerpo del Caballero como comida y como materiales de construcción del nido: en la Rueda de la Vida nada se pierde, todo es reconfigurado [rearranged].”



Extraído de R. J. Stewart, The UnderWorld Initiation (A Journey Towards Psychic Transformation) [la iniciación a través del InfraMundo – un viaje hacia la transformación psíquica], Part I / Chapter 5: The Power of Taking (Parte I / Cap. 5: El Poder de Recibir], p. 97-99. The Aquarian Press, Wellingborough, Northhamptonshire, 1985. Traducción del pasaje y nota: G. Aritto / 2015, para su sola lectura en este blog.

Este arduo pero formidable volumen de Stewart, ya usado un par de veces en este espacio digital, dedica su Parte II, titulada Foundations of the Hidden Tradition in Song and Balladry (fundamentos de la Tradición Oculta en la canción y la composición de baladas), a una exploración hermenéutica, de perfiles ocultistas, de nueve baladas escocesas, a partir de textos originales fijados por la tradición oral. Esas baladas son (en inglés): “The Leaves of Light”, “Young Tam Lin”, “Thomas The Rhymer”, “Lord Bateman”, “The Daemon Lover”, “The Wife of Usher’s Well”, “The Cruel Mother”, “The False Knight on the Road”, y “Down in Yon Forest”.  Algunas entre ellas nos han llegado también en forma de relato, figurando en colecciones de cuentos tradicionales / folclóricos de Escocia.


"Twa Corbies",
por Henry Justice Ford (1860-1941)




[i] Al comienzo del capítulo, Stewart define: “En la Tradición del InfraMundo [UnderWorld Tradition], y en general en las enseñanzas esotéricas, el Poder Negativo, el de la catálisis y la descomposición, está simbolizado por una forma femenina antropomórfica. Esta forma actúa como vehículo para el Poder de(l) Recibir [Power of Taking], y se lo puede expresar como la imagen de una diosa, una espontánea construcción de la consciencia, o incluso, temporalmente, como una mujer humana. Nosotros estamos especialmente compenetrados con este Poder bajo la mediación de seres del Inframundo, y ciertos órdenes o tipos de ser están íntimamente comprometidos con los viejos Misterios de la interacción dinámica entre los humanos y el entorno.” [ibidem, p. 92] El capítulo inmediatamente anterior trata del estadio previo en el proceso iniciático de transformación; se titula, por complementación con éste, (traducible como “El Poder de Recibir / Tomar”) “The Power of living” [el Poder de(l) Dar]. 


5 de octubre de 2015

EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA (XVI): UNA GEMA DEL PUEBLO GALÉS: "MABINOGION"





“La literatura mística y oculta de los celtas britones del sur de Bretaña deriva en parte de la colección de cuentos conocida como el Mabinogion[1], la cual, aunque existente en un manuscrito del siglo XIV, obviamente fue compuesta en fecha muy anterior, como lo prueba su carácter mitológico. Las Tríadas galesas consagran material similar, que data, probablemente, del siglo XII, pero embalsamando un saber místico mucho más antiguo. El, así llamado, Book of Taliesin (Libro de Taliesin), escrito, o más probablemente re-escrito, en algún momento del siglo XV, está a un mismo nivel de igualdad con aquello. Los muchos esfuerzos hechos para refutar el carácter auténtico y antiguo del material mitológico contenido en estos manuscritos han manifiestamente fracasado, hechos, como fueron, por gente de letras en su mayor parte no compenetrada con la ciencia mitológica.
La cuestión de la supervivencia del conocimiento druídico en la poesía bárdica de Gales es algo que se ha debatido con inusual fogosidad. Uno de los protagonistas de la teoría de su continuidad fue el Rev. Edgard Davies, quien, en su Mythology of the British Druids (mitología de los druidas británicos), irresponsablemente y con incondicional entusiasmo se abocó a su consolidación. Ha sido probado de modo suficientemente amplio por Nash y otros[2] que sus traducciones de los antiguos poemas galeses fueron un tanto inexactas y embrolladas, y que sus nociones mitológicas de la existencia de una región ‘Helio-Arkite’ en Gales hasta fecha tardía fueron bastante absurdas. Sin embargo, como las ‘traducciones’ de sus críticos fueron igualmente malas y sus puntos de vista igualmente equivocados, debemos admitir ciertas concesiones para él. Sus teorías fueron más adelante elaboradas por Algernon Herbert en sus obras anónimas: Britannia alter the Romans (1836) (Britannia después de los romanos) y The Neo-Druidic Heresy (1838) (la herejía neo-druídica), en las que dio por creencia suya que la adhesión de los druidas al antiguo paganismo había provocado un cisma en la Iglesia británica, y alentado el mantenimiento de una herejía neo-druídica en ese lugar.
Sus oponentes indicaron no sólo que la mayoría de las traducciones eran inexactas, sino que muchos de los pasajes que se creyó de naturaleza mística o mitológica eran, en realidad, de origen cristiano. Sin embargo, al hacerlo, llegaron demasiado lejos, tan lejos, en efecto, como Davies y Herbert habían llegado en la otra dirección. La verdad es cuando los poemas galeses de The Book of Taliesin (El libro de Taliesin), The Red Book of Hergest (El libro rojo de Hergest), The Black Book of Caermarthen (El libro negro de Caermarthen), y el Mabinogion, son tamizados y examinados científicamente, ellos aun contienen un residuo de material místico o mitológico no esclarecible por los métodos de sus críticos.
No fueron éstos mitólogos o místicos practicantes, y la mayor parte de ellos (Nash, en particular, como lo mostró Skene) tenía modos muy limitados de descartar evidencias que se les volvían en contra de sus ideas. Ellos enfatizaron la noción de que los bardos de Gales - Taliesin, Llywarch Hën, y Aneurin – hacían referencia a las deidades de la antigua Bretaña estéticamente, como podrían haberlo hecho los poetas augustos a los dioses de la mitología clásica. Pero la manera directa y personal en que a menudo se hacen las alusiones vuelve una idea así insostenible.
Más aun, como se demostrará, no existe nada que sea intrínsecamente imposible en la idea de que la religión y el misticismo británico antiguos tardaron muchos siglos en desaparecer de Gales y otras partes distantes de la isla después de la partida de los romanos. Aquellos que adoptan la negativa tienen que explicar la presencia de de cientos de supersticiones que sobreviven en Gran Bretaña en el presente, la quema de un ídolo druídico galés en Londres junto con su sacerdote en el reinado de Enrique VIII, el sacrificio de toros, comparativamente reciente, en las Highlands de Escocia, en conexión con ritos primitivos, la existencia de celebraciones tales como el culto a Shoney en el norte de Escocia, y muchos otros festivales que se aducirán como prueba en su debido lugar, la observancia tardía de rituales de brujería, un remanente colapsado de religión celtíbera, y una legión de evidencias por el estilo. Tienen también aclarar satisfactoriamente el que perduren antiguas creencias por todas partes en territorios donde el paganismo ha estado, en lo esencial, arraigado aparentemente por siglos, el nagualismo en México y América Central, la Antiche Religione o el culto a Diana en la Italia moderna, y creencias y prácticas similares en los Balcanes y Rusia.

[…]

Antes de proceder al examen del material místico que contienen, será mejor resumir brevemente la información de ese orden según la poseemos relativa a las principales divinidades de las cuales estos cuentos y poemas relatan las aventuras. Algunas de ellas han sido identificadas con dioses de los Gaelios [Gaels], pero la mayoría de ellas tienen un carácter local y estrictamente ‘galés’. Se puede asegurar, de todos modos, que son tanto de origen britón como goidélico, producto de una mezcla de creencias y relatos comunes a ambas ramas de la familia céltica, según lo reconoce la mayoría de las autoridades de consulta obvia.
El primer grupo en atraer nuestra atención, y quizás el más llamativo, es el de Llyr, según aparece aludido en el Mabinogion. Llyr es dios del mar, y los hechos de sus hijos Bran y Manawydden, su hija Branwen, y los medio-hermanos Nissyen y Evanissyen se narran en las historias de Branwen y Manawydden. Éstas hacen referencia a la invasión de Irlanda, con cuyo rey se había casado Branwen. Manawydden es Señor de Elysium, y un artesano y agricultor. Bran es principalmente famoso como poseedor de una cabeza mágica que, después de la muerte, profetizaba y protegía la isla de Bretaña de las invasiones. Él presidía la poesía y la música de los bardos, y se le otorgó carácter de titán. Parece haber estado asociado al mundo del más-allá, o más bien al inframundo de la fertilidad, igual que su hermana Branwen, según lo revela el que ésta poseyera un caldero mágico.”


“-Además hemos visto, señor, una gran montaña junto al bosque y la montaña avanzaba, y una elevada cresta en la montaña, y a cada lado de la cresta, un lago. Y el bosque, la montaña y todo lo demás avanzaban.
-No hay nadie aquí que pueda reconocer eso, a excepción de Branwen. Interrogadla.
Los mensajeros acudieron junto a Branwen.
-Princesa —dijeron-, ¿qué es todo esto, según tu opinión?
-Aunque no sea princesa, sé de qué se trata -respondió ella-. Los hombres de la isla de Fuertes atraviesan el agua para venir aquí, pues han sabido de mis sufrimientos y deshonor.
-¿Qué es ese bosque que hemos visto sobre las olas? -le preguntaron.
-Son las vergas y los mástiles de los barcos -respondió.
-¡Oh! -dijeron ellos-. ¿Y la montaña que se ve junto a los navíos?
-Es Bendigeit Vran, mi hermano, atravesando el vado. No cabría en ningún barco.
-¿Y la elevada cresta y los lagos a ambos lados de la cresta?
-Es él, lanzando irritadas miradas sobre esta isla; los dos lagos a ambos lados de la cresta son sus ojos, uno a cada lado de su nariz.
Y entonces reunieron apresuradamente a todos los guerreros de Iwerddon y a todos los grandes jefes y se mantuvo consejo.
-Señor -dijeron los nobles a Matholwch-, el único consejo posible es retroceder allende Llinon (río de Irlanda) y dejar el Llinon entre tú y él, y destruir el puente que cruza el río. En el fondo del río hay una piedra imantada y ningún barco o navío puede atravesarlo.
Se retiraron al otro lado del río y destruyeron el puente. Bendigeit llegó a tierra y se dirigió con su flota hasta la orilla del río.
-Señor -le dijeron sus nobles-, tú conoces la peculiaridad de este río; nadie lo puede atravesar, y no tiene puente por encima de él. ¿Cuál es tu consejo con respecto al puente?
-No veo otro que éste: Aquél que es jefe, sea puente. Yo seré el puente -respondió.
Fue entonces por vez primera cuando se pronunciaron estas palabras y aún hoy sirven de proverbio. Bendigeit se tendió encima del río, enlazaron zarzos sobre él y las tropas pasaron por encima de su cuerpo. En el momento en que se levantaba, los mensajeros de Matholwch acudieron a saludarle de parte de Matholwch, su pariente por alianza, asegurándole que en nada había faltado por su propia voluntad.”

Branwen, Hija de Llyr (Mabinogion)



“Los hijos de Don, otro grupo britón, son Gwydion, Gilvaethwy, Amaethon, Govannon, y Arianrhod, con sus hijos Dylan y Llew. Ellos nos recuerdan a los irlandeses Tuatha De Danann, y sus aventuras se describen en el mabinogi de Math, que relata la pasión de Gilvaethwy por la doncella de Math, Goewin, y la manera en que Gwydion procura el cerdo mágico de Pryderi, que le ha sido regalado por Arawn Señor de Annwn o el Hades. Math es obviamente un dios territorial y local de Gwynedd, en Gales, un mago par excellence, un ‘dios del druidismo’. Gwydion es el patrono de la poesía, la adivinación y la profecía, el bardo ideal, así como un filósofo y erudito. Amaesthon es un granjero, y Govannon, un ‘herrero’ o artífice, especie de Vulcano celta. Arianrhod, o ‘Rueda de Plata’, representaba la constelación de Corona Boreal, pero está además asociado a la fertilidad de la tierra.”


“El águila se posó en las rodillas de Gwydyon. Y entonces Gwydyon le tocó con su vara encantada y recuperó su propia semblanza. Jamás nadie había visto a un hombre presentar más triste aspecto. Sólo era piel y huesos.
Gwydyon se dirigió con él a Kaer Dathyl e hicieron traer allí a los mejores médicos que se pudieron encontrar en Gwynedd. Antes de finalizar el año estaba completamente restablecido.
-Señor -dijo entonces a Math, hijo de Mathonwy-, ya es tiempo de que reciba, satisfacción del hombre que me ha producido tantos sufrimientos.
-Con toda seguridad -respondió Math-. No puede seguir sin darte satisfacción.
-Me gustaría obtenerla lo antes posible.
Entonces reclutaron las tropas de Gwynedd y marcharon hacia Ardudwy. Gwydyon iba a la cabeza y se dirigió a Mur y Castell. Al enterarse de que se acercaban, Blodeuwedd cogió a sus doncellas y se dirigió a través del río de Kynvael hacia una corte situada en la montaña. Su terror era tal, que sólo podían marchar andando hacia atrás; así cayeron en el agua sin darse cuenta y se ahogaron todas, a excepción de Blodeuwedd. Entonces Gwydyon la alcanzó y le dijo:
-No te mataré, haré algo peor. Te dejaré ir con la forma de pájaro. Para castigarte por la vergüenza que has echado sobre Lleu Llaw Gyffes, jamás te atreverás a mostrar tu cara a la luz del día, pues temerás a todos los demás pájaros. Habrá enemistad entre ti y todos los pájaros y su instinto les conducirá a agolparse a tu alrededor y a tratarte con desprecio por todos los lugares donde te encuentren. No perderás tu nombre, sino que te seguirás llamando Blodeuwedd para siempre.
En efecto, en el lenguaje actual, Blodeuwedd es «búho». Por esta razón, los pájaros odiaron al búho. Y el búho se ha llamado hasta ahora Blodeuwedd.”

Math, Hijo de Mathonwy (Mabinogion)



“Otro grupo que encontramos en el Mabinogion es el de Pwyll, Príncipe de Dyved, su esposa Rhiannon, y su hijo Pryderi. Pwyll intercambia lugares durante un año con Arawn, Rey de Annwn, o Hades, y hace la guerra a su rival Havgan. Otro grupo más aun es el de Beli y sus hijos Llud, Caswallawn y Llevelys.”



Texto crítico: LEWIS SPENCE, The Mysteries of Britain: Secret Rites and Traditions of Ancient Britain (los misterios de la Gran Bretaña: ritos y tradiciones secretos en la antigua Bretaña), Chapter III: The Mystery of Keltic Philosophy (Cap. III: el misterio de la filosofía celta), p. 71-78; Senate, London, 1997 (1ra ed.: Rider & Company, 1928). Traducción de estos fragmentos, para su sola lectura en este blog: G. Aritto / 2015.



♦♦♦♦♦




“Muy pocos investigadores han advertido la enorme importancia de las Cuatro Ramas de el Mabinogi [sic]  para el estudio del romance artúrico. Dado que Arturo mismo está ausente y ninguno de los prominentes caballeros y damas de su corte es reconocible con facilidad, los cuentos han sido generalmente ignorados hasta tiempos tardíos. Empero, tomemos justamente el primer episodio – el pacto de amistad entre Arawn, el cazador sobrenatural, y Pwyll; Pwyll está yaciendo con la esposa de Arawn bajo la apariencia de Arawn; su fidelidad y castidad tentadas. Mientras, por un lado, hay una clara afinidad con la narración irlandesa de Manannan y la esposa de Fiachna, hay una aun más notable relación con las experiencias de Gawain en el castillo del Caballero Verde de la obra maestra poética inglesa. No es que este texto galés del siglo XI fuera la fuente literaria, incluso en varios grados de consideración, del poema inglés del siglo XIV; pero ambos fueron deudores, aparentemente, de una muy conocida tradición galesa de la tentación del héroe por la esposa del rey cazador, Arawn. En otras figuras sobrenaturales de las Cuatro Ramas, tenemos los prototipos de la hechicera Viviana, que engañó a Merlín, y del Rey Lisiado de los romances del Grial, el Amfortas de Wagner. Originalmente, por su puesto, estos personajes míticos no tenían relación alguna con los cuentos que circulaban sobre Arturo, pero hacia el siglo XII habían sido atraídos adentro de su órbita.
La narración más temprana que sobrevive en la cual el heroico Arturo está rodeado de figuras extraídas de este mundo primitivo y por otras reunidas a partir del folclore y la historia, se incluye en el Mabinogion bajo el título de Kulhwch y Olwen. Probablemente puesto en copia alrededor de 1100, podría ser denominado un mabinogi (aunque no es una de las Cuatro Ramas), por relatar los hechos de un príncipe desde su nacimiento hasta su matrimonio, y referirse frecuentemente a él como un mab, es decir, un muchacho o joven. Por otro lado, presagia claramente el típico romance de dos siglos más tarde: el héroe es un pariente cercano de Arturo; el amor es la fuerza impulsora; las búsquedas forman la materia básica de sus aventuras; y su recompensa es la mano de una hermosa novia. Arturo, elevado por fin al rango de ‘príncipe soberano de esta isla’, preside una hueste de guerreros, y cuando Kulhwch los nombra no nos sorprende encontrarnos de nuevo con nuestros conocidos de siempre: Kei, Bedwir, Lluch (escrito Llwch), Mabon hijo de Modron, y Manawidan hijo de Llyr.
Kulhwch y Olwen difiere marcadamente de las Cuatro Ramas en la escasez, en términos comparativos, de elementos estrictamente mitológicos. La línea principal de la trama es conocida por los folcloristas como la ‘Hija del Gigante’, y no resulta difícil identificar un parecido en el esbozo general con un ejemplo famoso del tipo: el romance griego de Jasón, Medea y el Vellocino de Oro…


“Arturo partió con sus guerreros de la isla de Bretaña en búsqueda de Eidoel y llegaron ante el castillo fortificado de Glini, donde Eidoel estaba encerrado. Glini estaba en la muralla del castillo y exclamó:
-Arturo, ¿qué quieres de mí ahora? ¿Ni siquiera puedo vivir en paz en este pico rocoso? Aquí no hay bienes, ni placer, no tengo trigo ni avena, y todavía quieres perjudicarme.
-No he venido aquí para causarte mal alguno, sino para buscar a tu prisionero –respondió Arturo.
-Te daré al prisionero, aunque no estaba dispuesto a dárselo a nadie. Además tendrás mi ayuda y mi apoyo.
Los hombres de Arturo le dijeron entonces:
-Señor, vuelve a casa; no puedes ir a la cabeza de tu ejército buscando cosas tan insignificantes como ésta.
-Gwrhyr Gwalstawt Ieithoedd (Intérprete de Lenguas) -dijo Arturo-, a ti corresponde esta misión: conoces todas las lenguas, sabes incluso conversar con ciertos pájaros y ciertos animales. Eidoel, a ti te corresponde ir con mis hombres en busca de tu primo hermano. Kei y Bedwyr, siempre he confiado en que todo lo que vosotros busquéis será conseguido. Marchad, pues, por mi a esta búsqueda.
Marcharon hasta que encontraron al Mirlo de Cilgwri. Gwrhyr le preguntó:
-En nombre de Dios, ¿sabes algo de Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera noche de su nacimiento?
El mirlo respondió:
-Cuando vine aquí por vez primera había un yunque de herrero y entonces era un pájaro joven. Desde entonces no ha habido allí otro trabajo que el que hiciera mi pico cada tarde. Ahora no queda de él más de lo que hay en una nuez; que Dios me castigue si alguna vez he oído hablar del hombre por el que me preguntáis. No obstante, haré lo que es justo y propio hacer por los mensajeros de Arturo. Existe una raza de animales que Dios creó antes que a mí: os guiaré hasta ellos.
Fueron hasta él lugar donde se encontraba el Ciervo de Redynvre.
-Ciervo de Redynvre, hemos venido hasta ti, mensajeros de Arturo, porque no conocemos animal más viejo que tú. Dinos, ¿sabes algo respecto a Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera noche de su nacimiento?
El ciervo dijo:
-Cuando vine aquí por primera vez sólo tenía dos púas a ambos lados de mi cabeza y aquí no había más árbol que un joven roble que creció hasta convertirse en un roble de cien ramas; el roble cayó y ahora no queda nada de él, salvo una cepa roja y podrida. Desde aquel día hasta ahora he estado aquí. Nada he oído acerca del hombre por quien preguntáis. No obstante, puesto que sois mensajeros de Arturo, seré vuestro guía hasta el lugar donde se encuentra un animal que Dios creó antes que a mí.
Llegaron al lugar donde estaba el Búho de Kwm Kawlwyt.
-Búho de Kwm Kawlwyt, aquí están los mensajeros de Arturo: ¿sabes algo de Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera noche de su nacimiento?
-Si lo supiera os lo diría. Cuando vine aquí por vez primera, el gran valle que veis estaba cubierto de bosque y vino una raza de hombres que lo devastó. Creció un segundo bosque y éste es el tercero, y en lo que a mí respecta, mis alas son simples muñones. Desde aquel día hasta ahora, jamás había oído hablar del hombre por el que me preguntáis. Sin embargo, quiero ser guía de los mensajeros de Arturo, hasta que lleguemos al lugar donde está el animal más viejo de este mundo y que ha volado sobre los lugares más lejanos, el Aguila de Gwernabwy.
Gwrhyr dijo:
-Aguila de Gwernabwy, nosotros, los mensajeros de Arturo, hemos venido hasta aquí para preguntarte si sabes algo respecto a Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera noche de su nacimiento.
El águila dijo:
-Hace mucho tiempo que llegué aquí y cuando llegué por vez primera había una roca desde cuya cima picoteaba los astros cada noche; ahora sólo tiene un palmo de altura. Estoy aquí desde entonces y, sin embargo, nada he oído del hombre por el que me preguntáis. No obstante, una vez fui a buscar alimentos a Llynn Llyw y cuando llegué allí clavé mis garras en un salmón pensando que con él tendría comida por mucho tiempo; pero me arrastró a las profundidades y sólo con grandes esfuerzos pude desembarazarme de él. Mis parientes y yo nos reunimos para intentar despedazarlo, pero envió mensajeros para hacer la paz conmigo y vino en persona para entregarme cincuenta arpones de carne de su espalda. Si él no sabe nada de lo que buscáis, no conozco a nadie que pueda saberlo. En todo caso os guiaré hasta el lugar donde se encuentra.
Cuando hubieron llegado al lugar donde estaba, el águila dijo:
-Salmón de Llynn Llyw, he venido hasta aquí con los mensajeros de Arturo para preguntarte si sabes algo respecto a Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado del lado de su madre la tercera noche de su nacimiento.
-Os voy a decir todo lo que sé. Cada marea remonto el río hasta los muros de Kaer Loyw y fue allí donde me ocurrió la mayor calamidad de mi vida. Montad dos de vosotros sobre mis hombros y nos dirigiremos allí para que me creáis.
Kei y Gwrhyr Gwalstawt Ieithoedd (Intérprete de Lenguas) montaron sobre los hombros del salmón y cuando llegaron junto a la muralla del prisionero, pudieron oír quejas y lamentaciones desde el otro lado de la muralla.
-¿Quién se lamenta en esta casa de piedra? -dijo Gwrhyr.”

Kilhwch y Olwen (Mabinogion)

“Insertas en la línea principal de la trama de la ‘Hija del Gigante’ hay muchas historias tradicionales. Ya hemos conocido a Twrch Trwyth como el jabalí Troit en la lista de mirabilia de Nennius; y la cacería de la bestia por Arturo en su guarida de Irlanda, cruzado el Canal de San Jorge, a través de un incierto itinerario por el sur de Gales, y ya en Cornwall, es presentada como de lo más peligroso entre las tareas asignadas a Kulhwch, y se lo trata con una extraordinaria precisión geográfica. De modo similar, la incursión de Arturo en Annwn para hacerse del caldero mágico, lo cual fue el tema del críptico poema tratado en el primer capítulo[3], se convierte en otro de los trabajos impuestos por Ysbaddaden. Acá el glamour extraño ha sido disipado, y tenemos solamente el relato prosaico de un ataque al criado del Rey de Irlanda a fin de obtener un caldero para hacer hervir carne para el banquete de bodas de Kilhwch….

[…]

El más sofisticado esfuerzo en la colección de Lady Guest es El Sueño de Rhonabwy. Compuesto al menos cien años después que Kulhwch, fue diseñado para crear el efecto fantasmagórico de un sueño, y además para servir como probación de memoria para un recitador, según lo proclama la última línea: ‘Nadie, ni bardo ni narrador-de-historias, sabe el Sueño sin un libro debido a la gran cantidad de colores que había en los caballos y todos los diferentes tipos de raros colores, tanto en las armas como en el atuendo, y en las preciosas capas y las piedras mágicas.’”

[…]

Esta narración anticipa de modos llamativos una pesadilla descripta por De Quincey, aun cuando no existe aquí la sensación de terror e indefensión que el Opiómano aporta: ‘el sentir un vasto campo perdido en la frontera, una infinita cabalgata pasando de largo… La mañana era llegada de un día grandioso… En algún lugar - yo no sabía dónde-, de algún modo - cómo yo no lo sabía-, por obra de ciertos seres –yo no sabía quiénes -, una batalla, una lucha, una agonía, se estaba llevando a cabo… se estaba desplegando como un tremendo drama o una pieza de música.’  El autor galés prefirió un tono más ligero, y la conclusión es un anticlímax deliberado, pero no puede haber mayores dudas sobre su logro en reproducir la incoherencia de nuestras aventuras nocturnas mediante el uso del anacronismo, la introducción de personajes inesperados, mudanzas rápidas de lugar, y particularmente por la inserción de un motivo [theme]  tan irrelevante como la partida de ajedrez y la concomitante batalla de los cuervos, quienes, y lo ha demostrado la investigación, eran formas-pájaro de Modron, la diosa madre de Owain y sus compañeros, supervivientes espeluznantes del paganismo británico. Empero, junto con este elemento arcaico podemos detectar toques comparativamente tardíos: la influencia la crónica mendaz de Geoffrey of Monmouth probablemente explica la identificación de Baddon con Bath, y el concepto de Arturo como un emperador a quien los hombres de Escandinavia y Dinamarca debían lealtad y a quien las Islas de Grecia pagaban tributo.”


“El escudero dijo a Owein:
-¿Es contra tu voluntad que los escuderos del emperador Arturo están hiriendo a tus cuervos, matando a unos y molestando a otros? Ruégale que se lo impida.
-Señor -dijo Owein a Arturo-, si te place, llama a tus hombres.
-Continúa tu partida -respondió el emperador.
Y entonces el escudero regresó a su pabellón. Acabaron aquella partida y comenzaron otra. Cuando empezaron a mover las piezas, vieron a cierta distancia de ellos un pabellón amarillo moteado y coronado con una imagen de águila en oro cuya cabeza estaba adornada con una piedra preciosa. Del pabellón salía un escudero de cabellos rubios y rizados, hermosos y bien arreglados, con una capa de brocado verde y un broche de oro en el hombro derecho tan espeso como el dedo corazón de un guerrero, con calzas de fina tela, zapatos de cordobán moteado y hebillas de oro. Tenía aspecto noble, rostro blanco, mejillas rojas y grandes ojos de halcón. Sostenía en la mano una lanza con el asta amarilla moteada y punta recién afilada, coronada con un vistoso estandarte. El escudero se dirigió con aire irritado y paso precipitado hacia el lugar donde Arturo y Owein jugaban inclinados sobre el ajedrez. Se dieron cuenta de que estaba furioso. No obstante saludó a Owein y le dijo que sus mejores cuervos habían sido matados y que los otros estaban tan heridos y habían sido tan maltratados que ni uno solo podía levantar sus alas del suelo más de una braza.
-Señor -dijo Owein-, llama a tus hombres.
-Juega, te lo ruego -respondió Arturo.
Entonces Owein dijo al escudero:
-Apresúrate, y en el lugar donde la batalla sea más dura enarbola el estandarte y que ocurra lo que Dios quiera.
Y entonces el escudero se dirigió en seguida al lugar donde los cuervos sufrían el más duro ataque y enarboló el estandarte. En cuanto estuvo alzado, éstos se elevaron en el aire irritados, llenos de ardor y de entusiasmo, para desplegar sus alas y reponerse de sus fatigas. Cuando hubieron recobrado su valor y poderes mágicos, se abatieron con el mismo impulso sobre los hombres que acababan de causarles cólera, dolor y pérdidas. A unos les arrancaron la cabeza, a otros los ojos, a otros las orejas y a unos cuantos los brazos; levantaron a algunos en el aire y hubo gran agitación en el aire no sólo por el batir de las alas y los graznidos exultantes de los cuervos, sino también por los gritos de dolor de los hombres a los que mordían, lisiaban o mataban. El tumulto era tan pavoroso que Arturo y Owein, inclinados sobre el tablero, lo oyeron.
Cuando levantaron los ojos, vieron venir a un caballero montado sobre un caballo tordo. El caballo era de un color extraordinario: era gris oscuro, pero su pata derecha era roja y amarilla desde lo alto de sus patas hasta la mitad del casco. Caballero y caballo iban protegidos con armas pesadas y extranjeras. La cota de armas de su caballo era de cendal rojo desde el arzón delantero hasta arriba y de cendal amarillo desde el arzón trasero hasta abajo. De la cadera del joven colgaba una espada de empuñadura de oro de un solo filo, en una vaina azul rematada en latón de España. El cinto de la espada era de cordobán negro, con placas doradas y la hebilla de marfil y negra la lengüeta de la hebilla. Su yelmo de oro se encontraba realzado por una piedra preciosa de gran virtud y coronado con una figura de leopardo amarillo-rojo, con dos resplandecientes piedras rojas en la cabeza. Incluso un guerrero, por muy intrépido que fuera de corazón, habría temido mirar al leopardo y con mayor razón al caballero. En la mano sostenía una larga y pesada lanza con el asta verde y roja desde el puño para arriba. La punta de la lanza era roja como la sangre de los cuervos en su plumaje. El caballero se dirigió al lugar donde Arturo y Owein estaban jugando inclinados sobre el ajedrez y vieron que se acercaba a ellos, agotado y encolerizado. El escudero saludó a Arturo y le dijo que los cuervos de Owein estaban matando a sus jóvenes y escuderos. Arturo miró a Owein y le dijo:
-Llama a tus cuervos.
-Señor -respondió Oweín-, continúa tu juego.
Y jugaron. El caballero regresó al lugar de la batalla, sin que nadie intentara detener a los cuervos. Arturo y Oweín jugaban ya desde hacía un rato, cuando oyeron un gran tumulto: eran los gritos de socorro de los hombres y los graznidos de los cuervos que elevaban sin esfuerzo en el aire a los hombres, aplastándolos y desgarrándolos a picotazos y dejándolos caer a trozos sobre el suelo.”

El Sueño de Rhonabwy (Mabinogion)



“Muy diferente en su carácter de Kulhwch y del Sueño de Rhonabwy es un grupo de tres romances arturianos, Geraint, la Dama de la Fuente y Peredur. En cada uno de ellos la secuencia de los incidentes se corresponde con mayor o menor proximidad con la de uno de los tres poemas de Chrétien de Troyes, que escribió en la segunda mitad del siglo XII; en cada uno, los elementos mitológicos y primitivos son mucho menos conspicuos; y la geografía de la Dama de la Fuente y Peredur  no evidencian nada de aquel conocimiento preciso de Gales y sus fronteras como sí lo hacen los dos cuentos previamente discutidos… Aunque en cada uno de estos romances hay todavía aspectos sobrenaturales –el rey enano en uno, la fuente que desata tormentas en el otro-[4] la motivación natural y la atención a problemas de conducta de orden práctico muestra que el desconocido autor vivía en un mundo muy diferente del mundo habitado por el autor de Kulhwch. No ha de olvidarse que Geraint  y la Dama de la Fuente no son traducciones de un texto escrito sino más bien relatos re-contados en base a la memoria, y especialmente los finales sufrieron las consecuencias.
Peredur tuvo en parte la misma historia en que fue elaborado a partir de recuerdos defectuosos de cuentos franceses o anglo-normandos de Perceval. Una de estas fuentes puede haber sido el poema de Chrétien sobre el héroe, pero, de ser así, fue catastróficamente desordenado y expandido. Por ejemplo, el héroe, que nos es más familiar como el caballero virgen del libro de Malory y el Parsifal de Wagner, se lo representa haciendo promesa de amor a tres damas sucesivamente y con la tercera vivió catorce años. ¿Habrá intentado el autor retratar a Peredur como un Don Juan reformado? Más probablemente él meramente suturó juntas, desordenadas, tres historias de amor independientes que se habían desarrollado en torno al héroe. Aunque introdujo una escena claramente correspondiente a la visita de Perceval al castillo del Grial, colocó en la vasija que corresponde al Grial una cabeza de hombre cortada, nadando en sangre. Cuando luego nos enteramos de que esa cabeza era la del primo de Peredur y que Peredur asumió la obligación de vengarlo, la confusión es aun más patente. Este texto galés, juzgado como arte, se ubica en el nadir mismo, pero como rompecabezas detectivesco literario se ubica muy alto.”


“Siguió su camino a través de un valle regado por un río. Sus limites eran boscosos, pero a ambos lados del río se extendían prados. En una de las orillas había un rebaño de corderos blancos y en la otra un rebaño de corderos negros. Cada vez que un cordero blanco balaba, un cordero negro atravesaba el agua y se volvía blanco. Cada vez que balaba, un cordero negro,
un cordero blanco atravesaba el agua y se volvía negro.
En la orilla del río vio un gran árbol y la mitad del árbol ardía desde la raíz hasta la cima y la otra mitad tenía verde hojarasca. Más arriba, Peredur vio sentado en la cima del monte a un joven que sujetaba con la correa a dos perros de caza de pecho blanco y moteados, tendidos a su lado. Peredur pensó que jamás había visto a nadie de aspecto tan regio. En el bosque que se
encontraba frente a él oyó a perros levantando una manada de ciervos. Peredur saludó al joven y éste le devolvió el saludo. Como del monte salían tres senderos, dos de ellos anchos y el tercero más estrecho, Peredur le preguntó a dónde conducían.”

Peredur, Hijo de Evrawc (Mabinogion)



“El Mabinogion, entonces, consiste en cuatro estratos diferentes del desarrollo de la ficción artúrica: 1. las Cuatro Ramas, formadas, en gran medida, de material mítico, galés e irlandés, hasta entonces desvinculado de Arturo; 2. Kulhwch, en el cual hallamos una cantidad sutil de este mismo material, junto con un predominio de motivos folclóricos diseminados, siendo todo el conjunto atraído dentro de la órbita de Arturo; 3. el Sueño de Rhonabwy, un experimento altamente exitoso al combinar tradiciones muy arcaicas acerca de Arturo y Owain con adiciones pseudos-históricas recientes, para dar una impresión vívida de un sueño; 4. tres romances que, aun incorporando mucho material de origen último galés e irlandés, tienen sus fuentes inmediatas en composiciones francesas o anglo-normandas del siglo XII. Aun así la continuidad de la tradición se puede eventualmente discernir a veces borrosamente, a veces con claridad, en sus abigarradas manifestaciones. Y Arturo, quien había desaparecido de este escenario terrestre en el temprano siglo VI, una figura oscura, recordada sólo por sus compañeros britones, se ha convertido para sus descendientes, siete siglos más tarde, no meramente en un rey glorioso, sino en un emperador, y para los franceses y anglo-normandos en el centro del círculo de caballeros más pletórico de aventuras que el mundo hubiera visto jamás.”



Texto crítico: ROGER SHERMAN LOOMIS, The Development of Arthurian Romance  (el desarrollo del romance artúrico), 2. The ‘Mabinogion’; Hutchinson University Library, London, 1963, p. 24-31. Traducción de estos fragmentos, para su sola lectura en este blog: G. Aritto / 2015.


Fragmentos del Mabinogion insertados: versión castellana (a partir del original en galés) de Victoria Cirlot, para su edición crítica Mabinogion: Relatos galeses,  Madrid, Siruela, 1988.








[1] Sobre el título de la colección se ha desatado y atado, desde su “descubrimiento” y su primera traducción inglesa por Lady Charlotte Guest en 1849, una de esas típicas, y tal vez ineludibles, controversias filológicas que han atravesado la densidad de muchas páginas y muchas décadas (e incluso siglos). Comenta Jeffrey Ganz en la Introducción a su versión inglesa de la obra: “La falta de influencia ejercida por El Mabinogion durante este período se puede atribuir al hecho de que no parece haber sido demasiado conocido, ni siquiera para la literatura galesa. Quedó en estado tan latente que no fue traducido al inglés hasta 1849, cuando apareció la versión de Lady Charlotte Guest. Lady Charlotte suministró, además, el título Mabinogion – previamente los cuentos fueron simplemente identificados como parte de este o aquel manuscrito – y corresponde alguna explicación sobre este título. Cada una de las Cuatro Ramas (Four Branches) termina con alguna forma de la frase: ‘Así acaba esta Rama del Nabinogi’. Como quiera que la palabra galesa mab significa ‘muchacho’, Lady Charlotte concluyó que mabinogi era un sustantivo que significa ‘una historia para niños’ y que mabinogion era el plural del vocablo. De hecho, la palabra mabinogion no existe en galés, aunque aparezca una vez, por error, en ‘Pwyll’. Mabinogi es una genuina palabra galesa, pero en estos textos se aplica sólo a las Cuatro Ramas en las que ella aparece. Estrictamente hablando, esta colección tendría que llamarse ‘El Mabinogi y otros cuentos galeses primitivos’ (‘The Mabinogi and Other Early Welsh Tales’), pero eso resulta enrevesado, mientras que ‘El Mabinogion’ está establecido y es práctico. Desgraciadamente, el significado de la palabra mabinogi en el presente contexto es todavía un problema. El Prof. Ifor Williams tuvo fue capaz de demostrar que mabinogi generalmente designa la historia de los primeros años de alguien, y sugirió que las Cuatro Ramas originariamente contaban la historia de Pryderi. De ser en verdad así, entonces la parte de Pryderi es estos cuentos ha sido reducida en forma considerable, no simplemente en las historias del norte, sino en ‘Pwyll’ y ‘Manawydan’ también. Uno debe preguntarse por qué no hay casi ninguna huella del material faltante de Pryderi en la tradición galesa; por qué un ciclo coherente de Pryderi habría sido dividido en cuatro narraciones distintas y sin relación mutua; y por qué el título ya-no-más-aplicable no fue sacado del final de cada Rama. Además, si la aparición tal vez fugaz de Pryderi en ‘Branwen’ no es acaso un intento de suministrar a las Cuatro Ramas una figura unificadora. Rachel Bromwich ha sugerido que mabinogi llegó a significar ‘un cuento de descendientes’, y que las Cuatro Ramas tratan, en realidad, sobre los hijos de las primitivas deidades célticas…” (The Mabinogion, Penguin Classics, London, 1976; p. 31-32)


[2] Véase su Taliesin, 1858. [N del A]

[3] Loomis alude aquí al antiguo poema Gododdin, atribuido al bardo Aneurin. Comenta allí el autor: “Arturo, entonces, fue humano, no divino. ¿Qué tipo de hombre fue él? La más remota referencia que sugiere la respuesta a esta pregunta se encuentra en un poema galés, el ‘Gododdin’, la mayor parte del cual se retrotrae al siglo VII o antes. Es un lamento por los guerreros británicos que cayeron en batalla con los anglos en algún sitio del norte de Inglaterra. De uno de los guerreros se dice que ‘atestó con cuervos negros la muralla del fuerte, pero él no era Arturo’. En otras palabras, no alimentó a los cuervos con tanta carroña como lo hizo Arturo, el inigualable.” (R. S. Loomis, op. cit, I. Arthurian origins (orígenes artúricos), p. 16.

[4] Como en otros lugares de esta larga serie EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA, no dejan de asombrarme las limitaciones mentales de algunas figuras verdaderamente eminentes en el campo de la Filología, la Hermenéutica, la Crítica. Lo que Loomis, pese a su erudición incalculable y su profunda labor filológica, no llegó a captar es, creo, el espíritu “holístico” que domina el origen insondable y el misterioso entramado de estas literaturas. Es la Consciencia Cósmica lo que se está expresando, la Mente Total que absorbe y unifica todos los fenómenos, todas las relaciones, todas las percepciones. Habría que preguntarse, más bien, por qué hemos perdido, a partir de mediados del siglo XV, los vínculos atávicos que manteníamos con este Universo, sus umbrales dimensionales (hoy relegados a la ciencia-ficción o a la mofa), nuestros reinos hermanos en el planeta, el movimiento de (auto)tranformación y de comunión que todo, por ínfimo que nos parezca, lo habita. Me viene el recuerdo de un libro de Laurens Van Der Post sobre los días y las noches de su entrañable maestro y compañero de ruta Carl Jung (Jung y la historia de nuestro tiempo). De pronto, en medio de uno de sus diálogos en voz baja, el autor se acuerda de ese aparte del perplejo Macbeth en que parece añorar los tiempos en que las piedras, los árboles, las aves conocían y divulgaban sin esfuerzo, más allá del espacio y el tiempo, la sangre en las manos del asesino. Jung, con su serenidad habitual y su resignación entusiasta, susurró que, aun así, el mundo seguía refutando la existencia del incosciente colectivo… Cuanto más me adentro en los misterios de las literaturas medievales menos “inaugural” me va pareciendo lo ocurrido en Occidente a partir del, así llamado, “Renacimiento”, su cogito y las libertades de su Ego. Paradójicamente, el propio Roger Sh. Loomis parece acompañarme en este sentimiento. Así concluye su libro aquí evocado, éstas son (en mi versión española) las líneas finales de su Epílogo: “Si se le pidiese a uno que resumiera en pocas palabras tanto la grandeza como las limitaciones de la literatura de la Mesa Redonda, quizás la mejor respuesta sería que ella produjo a Don Quijote”