17 de agosto de 2012

EL UNICORNIO






   
 “… pues, aunque vio cómo sufría, no preguntó
        a su anfitrión: ‘Señor, ¿de qué sufrís?’…”
       
      Wolfram von Eschenbach, Parzival, IX
                                                                 
                                                                      
                                            A Carl G. Jung


La encía del horror. Eso que no se nombra.
Es mi río que nace, nocturno y sin testigos.
En la alta torre, un sueño que fuerza los postigos,
va a empujar al vacío a mi deforme sombra.

No hay nadie más conmigo donde arde la herida:
somos el viento y yo y algún otro difunto.
La sangre fue un hechizo, y mi rostro, un trasunto.
¿Qué me ocultó la luna del alba en la partida?

El bosque me adivina dudando en el umbral:
cuándo resurge virgen mi codiciado cuerno,
cuándo raja la siesta mi íntimo cristal…

Soy tu pobre unicornio; vi luz en la ventana.
Dios me ha perdido el rastro y aún busca en el infierno
algún pétalo suelto del Oro que nos sana. [1]




GUSTAVO ARITTO








[1] Aparte de cierta alusión a un Arcano Mayor del Tarot (el 16: La Torre o La segunda muerte), este texto reúne el simbolismo hermético de la Magna Obra alquímica y su paralelo “proceso de individuación”; sus fases, elementos y cualidades más obvios están en él. El final evoca la imagen central del tratado chino El Secreto de la Flor de Oro, que R. Wilhelm tradujo y Jung comentó con fascinación.

Este soneto está incluido en La espiral de fuego: Siete palimpsestos del caos, Bs. As., 2008.

Fotografía: Casa de C. Jung en Bollingen, sobre el Lago de Zürich, Suiza (septiembre, 1973). Todos los derechos reservados por Richard Friedman. Fuente: http://rchrd.com/photo/archives/2006/01/cg_jungs_house.html - Abajo: Grabado con un Unicornio para la 1a edición de Psicología y alquimia.




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