2 de mayo de 2013

OTRO LLANTO DE ORFEO








"Enter the Pleroma and see that nothingness is all
And you must destroy a world to be born..."
(1)

THERION, Abraxas




Pero fue Iliana, y no yo, la que entonces recordó las palabras postreras del Maestro cuando la sombra de los cipreses de Tarsos nos rozaron los pies con la nueva de que un credo de mentiras piadosas había violado con su virus nuestro escondite. El exilio no bastaba; la más atroz tiranía palidecía frente al eco de aquel Cristo presunto en el revés del viento. Entonces el Maestro, fingiendo una convicción que hacía mucho, mucho no surcaba su rostro, sacó el disco del cuero lanudo de cabra que lo había envuelto durante lustros en el fondo de la cueva. Un resplandor ajeno a cualquier luz conocida en la tierra los fascinó al instante con el vértigo alucinado. Por fin tenían permiso para mirarlo con sus propios ojos. No teman –dijo, sentado junto al fuego que los igualaba a los doce desde el centro de la ronda circular-. Pronto se acostumbrarán a esta maravilla. Lo saben desde que Orfeo los admitió en mi cónclave tras la ya remota: es sólo uno de los tantos que los Mayores enviados a Gea-Urantia confiaron a la armonía de la quinta morada inaudible aún para los pueblos emborrachados de engaños. Debemos separarnos, tomar caminos que se apretarán de Olimpíada en Olimpíada hasta volver a cruzarse. Hoy cada uno se quedará con un trozo; será el suyo solamente suyo y de ningún otro. No habrá impostor ni mercenario alguno sobornado para desvirtuar la verdad que logre infiltrarse cuando la espiral del tiempo los reúna de nuevo en otra parte. No bien hayan completado el disco esa noche, podrán iniciar la plegaria y declararse uno a otro la música que los anima. Por entonces no harán falta palabras para entenderse…Enseguida arrojó al suelo la piel, y les extendió por turno aquel remolino hecho de extraños átomos. No tuvieron que hacer fuerza; tampoco hubieron de cuidar el tamaño ni la forma de su respectiva porción. Pedazo tras pedazo de inconsistente luz cerró en sus manos apabulladas su celosa pupila para ser guardada en el saco que discretamente se colgaron al cuello.

Pero fue Iliana, la muchacha adivina de Lesbos, y no yo, quien, al borde del poniente, recordó todo aquello ante sus once cofrades recién llegados sin mover sus labios de indeleble carmín. Las gentes de Gea-Urantia (nos informan) luchan ahora, atolondradas e insomnes, por trazar mapas que se aproximen a la tierra que pisan; viven preguntándole al mar qué fue de aquella isla de sus ancestros, qué, de la orgullosa ciudad que arañaba las antiguas nubes con sus moles, dónde claudicó bajo sus negras encías el último faro que pestañeaba en el hielo… No es para ellos tiempo de respuestas sino de revelaciones, y éstas –como sabemos- nunca llegan de fuera… Nada más dejó salir de ella, y todos comprendieron que había que empezar como si jamás hubiesen espiado el secreto del triángulo ni el misterio sonoro de la cuerda. Uno estuvo a punto de renunciar a su membresía y entregar cobardemente su saco; otro, menos valiente y que tuvo que palparse de acá arriba a aquí abajo para discernir si era todavía un varón, simuló náuseas y fue humillado en medio de la reunión por intentar acabar con su vida en el despeñadero. Sin embargo, y es lo único que importa, todos y cada uno ofreció finalmente su parte del disco como garantía de ser el mismo, el auténtico hermano devuelto por las hélices de la eternidad. Tres… cuatro… siete… nueve… once… doce… Así, según su virtud y la de su silencio, fueron restaurando el vórtice al espacio sobre el polvo azulado del valle. Creo que las alas verdosas de un relámpago se estremecieron en la bóveda dorada cuando se juntaron las partes unidas como por el deseo irresistible de un imán. Pero, aunque ajustaron con perfección de geómetra, un sector ínfimo del disco original, apenas visible incluso para los dos o tres que decían poder prescindir hasta de la miríada de los números, los desafió al filo de la oscuridad. ¿Quién falta? – pensó Agathón y todos lo escucharon- Nadie… - susurró igual que un sollozo el corazón de Iliana. Y cautivado por una tristeza que ningún cálculo podría expresar jamás, escrutaron el sitio con ojos llenos de espanto, buscando un signo que les trajera paz, que los perpetuase dignos del Secreto.

Qué cosa: ni repararon en mí, en mí, que estaba sentado junto al fuego con ellos, ni un mero recuerdo de quien puso en ellos la semilla de la música, de las curvas voluptuosas de la danza, de las nupcias con el vino y de la sangre, la sangre caliente que es también divina. Me fui llorando y a solas, desnudo como siempre: ¿qué podía esperarse de quienes otrora confundían el hediondo silbido de mi orto con mi meliflua flauta encantada?

Ya lejos, traspuestas las cuchillas de aquella landa estéril de Venus, oí los gritos del jolgorio a mis espaldas. (Si supieras, si pudieses imaginar apenas, el espectáculo diminuto y precario que da la pequeña tierra que los hace tan feroces... Cuando giremos de nuevo juntos a la par de los eternos Gemelos (2) nos reiremos de aquel tumulto caliente...) Tras un par de intentos fallidos, los pobres herederos del legendario Pitágoras, ese otro egregio fanfarrón de Tarsos que me endilgó la patraña de que el ombligo humano no es sino el cerrojo tramposo de su propia celda, habían recuperado, amada hermana Isis, el disco y la mentira. Te devuelvo el Anj (3) que me prestaste: ¿me queda acaso algún cerrojo por girar?...

Sí... Siempre...




GUSTAVO ARITTO
©2009

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(1) "Penetra el Pleroma y ve que la nada es todo, / y que debes destruir un mundo para nacer...".
(2) Cfr. la visión del planeta que se le ofrece a Dante en Paradiso, XXII, 151-2: "L' aiuola che ci fa tanto feroci, / volgendom' io con li eterni Gemelli..." ("La pequeña tierra que nos hace tan feroces, al girar yo con los eternos Gemelos...).
(3) Anj (o Ankh), la llave-cruz ansada de la vida, asociada a Isis (Hathor, Afrodita-Venus, Ishtar, María...), símbolo de fertilidad y de la evolución universal hacia la superación de los opuestos.

Imagen de portada: Andy Goldsworthy (Cheshire, Inglaterra, 1956), una de sus composiciones en Land Art (“arte terrestre”).



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