25 de noviembre de 2012

SOLILOQUIOS EN UNA FOSA DE IBERAH (II)






SOLLOZOS DE UNA MÁSCARA DOGON



¡Tétrico
golpe    de    tambor!/
¡Tarum – ba – Po! / Mi hebra derramada.
  Mi aguijón   en   la   roja   oscuridad. /  Mi  cuenco  roto.
Tibio huevito mío.    /    Arrancado  de  mí,  y  Amma  dormía.
                         Ojitos que aluciérnaga una miel de leche extraña.   /¡Retum – ba - Po!          
   Herrero enmascarado,  /  obrero de la luna segadora,  /  guadaña de mi velo.
      Dormimos  juntos  siempre,  /  la misma piel por sábana,  /  y adentro el mismo río…
            El damalisco reclinó sus cuernos  / para sentir por fin en la ceniza  / el sabor de la muerte…  
           Entre  las  lenguas  de  humo  de  otra  orgía,    /   ratas  enloquecidas   buscan…  buscan…
           Granos somos de tiempo,         /     la sangre manoseada,     /   el plomo  y  la lava del engaño,
     el filo  en  el puñal  del sacrificio  y  el becerro;    /   lluvia,  en  el trueno,  sed,  en  la raíz…
     Nos envuelven las hélices    /   de un sueño  de semillas imantadas.    /     Todo nos llama…
         Pero Thoth el egipcio nos prometió su oro / y el canto sin origen de Sothis, que nos guarda:
              ¿Oyes  esa  cascada  de  cristal   /   fluyendo  en   la  ordenada  jungla   de  los  astros?
                   Es  nuestro  propio  eco:  regresemos…    /      De  nuevo  ser  la  órbita  y  el  centro.
                          De  nuevo,   aquella  c áscara  rajada,    /    y   el   cordón  que  refulge   y   el  ombligo.
                                           El triple imán que anuda  / y la espiral que gira… gira….
                                                                  Ser   la    primera   chispa…                          







GUSTAVO ARITTO
© 2012


Un poema "gemelo" a éste, El cráter", fue publicado en este mismo blog con fecha 14-05-2012. El lector interesado en la entidad y las cualidades del mundo intraterreno de Iberá (o Iberah) podrá encontrar información en las notas al mencionado poema. Queda en manos del internauta asomado a este texto el lograr, mediante la fijación personalizada del tamaño de página, que la imagen de la "máscara" resulte aproximada al óvalo original.



Nota al poema

El pueblo de los dogon (o dogones), oriundos habitantes de Malí, es, como se sabe, uno de los más fascinantes enigmas etnológicos. Sus extraordinarios conocimientos astronómicos (muy minimizados por algunos escépticos) indujeron a aceptar en su raza un origen extraterrestre asociado a Orión e íntimamente ligado al sistema estelar de Sirio (su  deificada Po), de la constelación del Can Mayor. La criptolengua sigui so era la usada exclusivamente por los miembros de la cofradía conocida como Sociedad Sigui de las Máscaras, los Oloubarou, quienes presidían la ceremonia ritual funeraria homónima cada 65 años. Les estaba prohibido a las mujeres aprenderla y usarla; aquí, no obstante, el poema deja oír voz de mujer.  El árbol era, como para otros pueblos antiguos, morada del alma expectante del difunto. Su dios-creador absoluto se llamaba Amma. Las dos estrellas registradas del sistema Sirio (A y B) parecen haber expresado una suerte de “reconciliación mítica” entre los dioses egipcios Horus y Seth (los griegos identificaron a este último como “Typhón”, es decir, un “cegador cometa”). Los dogon –que parecen haber reconocido ahí tres estrellas- concibieron a Po (Sirio B) como la semilla o placenta cósmica, germen de la planta Digitaria exilis o Fonio, fuente de su alimentación básica. Po o Sirio B se emplaza, así, como un verdadero “huevo cósmico” (tradicionalmente bipartito) propiciador del Big Bang que originó el universo físico. Sus aún inexplicables saberes acerca de la galaxia incluyeron la visión de la órbita elíptica de Sirio B y la ubicación de Sirio A en uno de sus polos (representada aquí dentro del óvalo). Todo el sistema estelar (incluyendo nuestro Sol, Alfa de Centauro, Proción, Altair, etc.) configuraron para ellos una colosal “molécula cósmica”. En esta “letanía” una virgen llora su violación; las referencias a una intervención extraterrestre y la elíptica alusión a la manipulación genética descansan en ese complejo y misterioso conocimiento. Varones y mujeres tenían graneros separados en la aldea dogon, aparte unos de otros, como la toguna, recinto exclusivo para reunión de hombres, tomaba distancia de la casa íntima para varonas en período menstrual. Entre sus ritos de paso, la circuncisión les era normalmente practicada, tanto a los niños como a las niñas púberes, por un herrero de la tribu. La disposición visual, tergiversada en esta página por las limitaciones tecnológicas de la misma, así como el círculo que aparece en el foco inferior de la elipse (aquí forzado también a ser una insignificante marca cuadrada por el sistema de edición), son un calco del esquema arquetípico del Huevo Cósmico que, sometido a una triangulación mística, utilizó Salvador Dalí para configurar su pintura El Cristo de San Juan de la Cruz.



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