23 de marzo de 2012

EL BACIYELMO




“Lo que veo, y columbro… no es sino un hombre sobre un asno pardo, como el mío, que trae sobre la cabeza una cosa que relumbra…”

Quijote, I, 21




Sancho se ha puesto viejo. El alba y los ladridos
que inventa el viento afuera no lo quieren creer.
La puerta del corral quedó entreabierta ayer:
uno lo oyó roncar, otro vació los nidos.

Su calcetín rotoso, cansado de esperar
a Juana, que se fue, calla otro agujero.
Le han visto mala cara el cura y el barbero.
No hay agua en la bacía: Dios lo va a perdonar…

A la aldea le duelen rezongos de aspas rotas.
Todo vuelve a su huella, al trillado camino.
El mundo hoy se ha salvado también de la locura.

Pero en la oscuridad que hechizan las bellotas,
Sancho retornará, por fin, al gran Mambrino,
el yelmo que ahí, a solas con él, vibra y fulgura. (1)



Gustavo Aritto
©2009 
/ Registro Nac. Prop. Intelectual - Rep. Argentina

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(1) “Baciyelmo” es, como se sabe, el neologismo creado por Sancho Panza (Quijote, I, cap. 44) para resolver su disputa con Don Quijote sobre una bacía de barbero que el caballero creyó porfiadamente el yelmo encantado del moro Mambrino (I, cap. 21). La imagen de portada (sin título registrado) proviene de la página digital www.fotolog.com.ar/qkypepito/15145916/.

Este poema forma parte del tríptico LA CENIZA Y LA LÁMPARA [Tres meditaciones sobre el paso del tiempo]. El conjunto fue dedicado (en vida) a mi amiga Susana Raimondo.

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