5 de octubre de 2015

EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA (XVI): UNA GEMA DEL PUEBLO GALÉS: "MABINOGION"





“La literatura mística y oculta de los celtas britones del sur de Bretaña deriva en parte de la colección de cuentos conocida como el Mabinogion[1], la cual, aunque existente en un manuscrito del siglo XIV, obviamente fue compuesta en fecha muy anterior, como lo prueba su carácter mitológico. Las Tríadas galesas consagran material similar, que data, probablemente, del siglo XII, pero embalsamando un saber místico mucho más antiguo. El, así llamado, Book of Taliesin (Libro de Taliesin), escrito, o más probablemente re-escrito, en algún momento del siglo XV, está a un mismo nivel de igualdad con aquello. Los muchos esfuerzos hechos para refutar el carácter auténtico y antiguo del material mitológico contenido en estos manuscritos han manifiestamente fracasado, hechos, como fueron, por gente de letras en su mayor parte no compenetrada con la ciencia mitológica.
La cuestión de la supervivencia del conocimiento druídico en la poesía bárdica de Gales es algo que se ha debatido con inusual fogosidad. Uno de los protagonistas de la teoría de su continuidad fue el Rev. Edgard Davies, quien, en su Mythology of the British Druids (mitología de los druidas británicos), irresponsablemente y con incondicional entusiasmo se abocó a su consolidación. Ha sido probado de modo suficientemente amplio por Nash y otros[2] que sus traducciones de los antiguos poemas galeses fueron un tanto inexactas y embrolladas, y que sus nociones mitológicas de la existencia de una región ‘Helio-Arkite’ en Gales hasta fecha tardía fueron bastante absurdas. Sin embargo, como las ‘traducciones’ de sus críticos fueron igualmente malas y sus puntos de vista igualmente equivocados, debemos admitir ciertas concesiones para él. Sus teorías fueron más adelante elaboradas por Algernon Herbert en sus obras anónimas: Britannia alter the Romans (1836) (Britannia después de los romanos) y The Neo-Druidic Heresy (1838) (la herejía neo-druídica), en las que dio por creencia suya que la adhesión de los druidas al antiguo paganismo había provocado un cisma en la Iglesia británica, y alentado el mantenimiento de una herejía neo-druídica en ese lugar.
Sus oponentes indicaron no sólo que la mayoría de las traducciones eran inexactas, sino que muchos de los pasajes que se creyó de naturaleza mística o mitológica eran, en realidad, de origen cristiano. Sin embargo, al hacerlo, llegaron demasiado lejos, tan lejos, en efecto, como Davies y Herbert habían llegado en la otra dirección. La verdad es cuando los poemas galeses de The Book of Taliesin (El libro de Taliesin), The Red Book of Hergest (El libro rojo de Hergest), The Black Book of Caermarthen (El libro negro de Caermarthen), y el Mabinogion, son tamizados y examinados científicamente, ellos aun contienen un residuo de material místico o mitológico no esclarecible por los métodos de sus críticos.
No fueron éstos mitólogos o místicos practicantes, y la mayor parte de ellos (Nash, en particular, como lo mostró Skene) tenía modos muy limitados de descartar evidencias que se les volvían en contra de sus ideas. Ellos enfatizaron la noción de que los bardos de Gales - Taliesin, Llywarch Hën, y Aneurin – hacían referencia a las deidades de la antigua Bretaña estéticamente, como podrían haberlo hecho los poetas augustos a los dioses de la mitología clásica. Pero la manera directa y personal en que a menudo se hacen las alusiones vuelve una idea así insostenible.
Más aun, como se demostrará, no existe nada que sea intrínsecamente imposible en la idea de que la religión y el misticismo británico antiguos tardaron muchos siglos en desaparecer de Gales y otras partes distantes de la isla después de la partida de los romanos. Aquellos que adoptan la negativa tienen que explicar la presencia de de cientos de supersticiones que sobreviven en Gran Bretaña en el presente, la quema de un ídolo druídico galés en Londres junto con su sacerdote en el reinado de Enrique VIII, el sacrificio de toros, comparativamente reciente, en las Highlands de Escocia, en conexión con ritos primitivos, la existencia de celebraciones tales como el culto a Shoney en el norte de Escocia, y muchos otros festivales que se aducirán como prueba en su debido lugar, la observancia tardía de rituales de brujería, un remanente colapsado de religión celtíbera, y una legión de evidencias por el estilo. Tienen también aclarar satisfactoriamente el que perduren antiguas creencias por todas partes en territorios donde el paganismo ha estado, en lo esencial, arraigado aparentemente por siglos, el nagualismo en México y América Central, la Antiche Religione o el culto a Diana en la Italia moderna, y creencias y prácticas similares en los Balcanes y Rusia.

[…]

Antes de proceder al examen del material místico que contienen, será mejor resumir brevemente la información de ese orden según la poseemos relativa a las principales divinidades de las cuales estos cuentos y poemas relatan las aventuras. Algunas de ellas han sido identificadas con dioses de los Gaelios [Gaels], pero la mayoría de ellas tienen un carácter local y estrictamente ‘galés’. Se puede asegurar, de todos modos, que son tanto de origen britón como goidélico, producto de una mezcla de creencias y relatos comunes a ambas ramas de la familia céltica, según lo reconoce la mayoría de las autoridades de consulta obvia.
El primer grupo en atraer nuestra atención, y quizás el más llamativo, es el de Llyr, según aparece aludido en el Mabinogion. Llyr es dios del mar, y los hechos de sus hijos Bran y Manawydden, su hija Branwen, y los medio-hermanos Nissyen y Evanissyen se narran en las historias de Branwen y Manawydden. Éstas hacen referencia a la invasión de Irlanda, con cuyo rey se había casado Branwen. Manawydden es Señor de Elysium, y un artesano y agricultor. Bran es principalmente famoso como poseedor de una cabeza mágica que, después de la muerte, profetizaba y protegía la isla de Bretaña de las invasiones. Él presidía la poesía y la música de los bardos, y se le otorgó carácter de titán. Parece haber estado asociado al mundo del más-allá, o más bien al inframundo de la fertilidad, igual que su hermana Branwen, según lo revela el que ésta poseyera un caldero mágico.”


“-Además hemos visto, señor, una gran montaña junto al bosque y la montaña avanzaba, y una elevada cresta en la montaña, y a cada lado de la cresta, un lago. Y el bosque, la montaña y todo lo demás avanzaban.
-No hay nadie aquí que pueda reconocer eso, a excepción de Branwen. Interrogadla.
Los mensajeros acudieron junto a Branwen.
-Princesa —dijeron-, ¿qué es todo esto, según tu opinión?
-Aunque no sea princesa, sé de qué se trata -respondió ella-. Los hombres de la isla de Fuertes atraviesan el agua para venir aquí, pues han sabido de mis sufrimientos y deshonor.
-¿Qué es ese bosque que hemos visto sobre las olas? -le preguntaron.
-Son las vergas y los mástiles de los barcos -respondió.
-¡Oh! -dijeron ellos-. ¿Y la montaña que se ve junto a los navíos?
-Es Bendigeit Vran, mi hermano, atravesando el vado. No cabría en ningún barco.
-¿Y la elevada cresta y los lagos a ambos lados de la cresta?
-Es él, lanzando irritadas miradas sobre esta isla; los dos lagos a ambos lados de la cresta son sus ojos, uno a cada lado de su nariz.
Y entonces reunieron apresuradamente a todos los guerreros de Iwerddon y a todos los grandes jefes y se mantuvo consejo.
-Señor -dijeron los nobles a Matholwch-, el único consejo posible es retroceder allende Llinon (río de Irlanda) y dejar el Llinon entre tú y él, y destruir el puente que cruza el río. En el fondo del río hay una piedra imantada y ningún barco o navío puede atravesarlo.
Se retiraron al otro lado del río y destruyeron el puente. Bendigeit llegó a tierra y se dirigió con su flota hasta la orilla del río.
-Señor -le dijeron sus nobles-, tú conoces la peculiaridad de este río; nadie lo puede atravesar, y no tiene puente por encima de él. ¿Cuál es tu consejo con respecto al puente?
-No veo otro que éste: Aquél que es jefe, sea puente. Yo seré el puente -respondió.
Fue entonces por vez primera cuando se pronunciaron estas palabras y aún hoy sirven de proverbio. Bendigeit se tendió encima del río, enlazaron zarzos sobre él y las tropas pasaron por encima de su cuerpo. En el momento en que se levantaba, los mensajeros de Matholwch acudieron a saludarle de parte de Matholwch, su pariente por alianza, asegurándole que en nada había faltado por su propia voluntad.”

Branwen, Hija de Llyr (Mabinogion)



“Los hijos de Don, otro grupo britón, son Gwydion, Gilvaethwy, Amaethon, Govannon, y Arianrhod, con sus hijos Dylan y Llew. Ellos nos recuerdan a los irlandeses Tuatha De Danann, y sus aventuras se describen en el mabinogi de Math, que relata la pasión de Gilvaethwy por la doncella de Math, Goewin, y la manera en que Gwydion procura el cerdo mágico de Pryderi, que le ha sido regalado por Arawn Señor de Annwn o el Hades. Math es obviamente un dios territorial y local de Gwynedd, en Gales, un mago par excellence, un ‘dios del druidismo’. Gwydion es el patrono de la poesía, la adivinación y la profecía, el bardo ideal, así como un filósofo y erudito. Amaesthon es un granjero, y Govannon, un ‘herrero’ o artífice, especie de Vulcano celta. Arianrhod, o ‘Rueda de Plata’, representaba la constelación de Corona Boreal, pero está además asociado a la fertilidad de la tierra.”


“El águila se posó en las rodillas de Gwydyon. Y entonces Gwydyon le tocó con su vara encantada y recuperó su propia semblanza. Jamás nadie había visto a un hombre presentar más triste aspecto. Sólo era piel y huesos.
Gwydyon se dirigió con él a Kaer Dathyl e hicieron traer allí a los mejores médicos que se pudieron encontrar en Gwynedd. Antes de finalizar el año estaba completamente restablecido.
-Señor -dijo entonces a Math, hijo de Mathonwy-, ya es tiempo de que reciba, satisfacción del hombre que me ha producido tantos sufrimientos.
-Con toda seguridad -respondió Math-. No puede seguir sin darte satisfacción.
-Me gustaría obtenerla lo antes posible.
Entonces reclutaron las tropas de Gwynedd y marcharon hacia Ardudwy. Gwydyon iba a la cabeza y se dirigió a Mur y Castell. Al enterarse de que se acercaban, Blodeuwedd cogió a sus doncellas y se dirigió a través del río de Kynvael hacia una corte situada en la montaña. Su terror era tal, que sólo podían marchar andando hacia atrás; así cayeron en el agua sin darse cuenta y se ahogaron todas, a excepción de Blodeuwedd. Entonces Gwydyon la alcanzó y le dijo:
-No te mataré, haré algo peor. Te dejaré ir con la forma de pájaro. Para castigarte por la vergüenza que has echado sobre Lleu Llaw Gyffes, jamás te atreverás a mostrar tu cara a la luz del día, pues temerás a todos los demás pájaros. Habrá enemistad entre ti y todos los pájaros y su instinto les conducirá a agolparse a tu alrededor y a tratarte con desprecio por todos los lugares donde te encuentren. No perderás tu nombre, sino que te seguirás llamando Blodeuwedd para siempre.
En efecto, en el lenguaje actual, Blodeuwedd es «búho». Por esta razón, los pájaros odiaron al búho. Y el búho se ha llamado hasta ahora Blodeuwedd.”

Math, Hijo de Mathonwy (Mabinogion)



“Otro grupo que encontramos en el Mabinogion es el de Pwyll, Príncipe de Dyved, su esposa Rhiannon, y su hijo Pryderi. Pwyll intercambia lugares durante un año con Arawn, Rey de Annwn, o Hades, y hace la guerra a su rival Havgan. Otro grupo más aun es el de Beli y sus hijos Llud, Caswallawn y Llevelys.”



Texto crítico: LEWIS SPENCE, The Mysteries of Britain: Secret Rites and Traditions of Ancient Britain (los misterios de la Gran Bretaña: ritos y tradiciones secretos en la antigua Bretaña), Chapter III: The Mystery of Keltic Philosophy (Cap. III: el misterio de la filosofía celta), p. 71-78; Senate, London, 1997 (1ra ed.: Rider & Company, 1928). Traducción de estos fragmentos, para su sola lectura en este blog: G. Aritto / 2015.



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“Muy pocos investigadores han advertido la enorme importancia de las Cuatro Ramas de el Mabinogi [sic]  para el estudio del romance artúrico. Dado que Arturo mismo está ausente y ninguno de los prominentes caballeros y damas de su corte es reconocible con facilidad, los cuentos han sido generalmente ignorados hasta tiempos tardíos. Empero, tomemos justamente el primer episodio – el pacto de amistad entre Arawn, el cazador sobrenatural, y Pwyll; Pwyll está yaciendo con la esposa de Arawn bajo la apariencia de Arawn; su fidelidad y castidad tentadas. Mientras, por un lado, hay una clara afinidad con la narración irlandesa de Manannan y la esposa de Fiachna, hay una aun más notable relación con las experiencias de Gawain en el castillo del Caballero Verde de la obra maestra poética inglesa. No es que este texto galés del siglo XI fuera la fuente literaria, incluso en varios grados de consideración, del poema inglés del siglo XIV; pero ambos fueron deudores, aparentemente, de una muy conocida tradición galesa de la tentación del héroe por la esposa del rey cazador, Arawn. En otras figuras sobrenaturales de las Cuatro Ramas, tenemos los prototipos de la hechicera Viviana, que engañó a Merlín, y del Rey Lisiado de los romances del Grial, el Amfortas de Wagner. Originalmente, por su puesto, estos personajes míticos no tenían relación alguna con los cuentos que circulaban sobre Arturo, pero hacia el siglo XII habían sido atraídos adentro de su órbita.
La narración más temprana que sobrevive en la cual el heroico Arturo está rodeado de figuras extraídas de este mundo primitivo y por otras reunidas a partir del folclore y la historia, se incluye en el Mabinogion bajo el título de Kulhwch y Olwen. Probablemente puesto en copia alrededor de 1100, podría ser denominado un mabinogi (aunque no es una de las Cuatro Ramas), por relatar los hechos de un príncipe desde su nacimiento hasta su matrimonio, y referirse frecuentemente a él como un mab, es decir, un muchacho o joven. Por otro lado, presagia claramente el típico romance de dos siglos más tarde: el héroe es un pariente cercano de Arturo; el amor es la fuerza impulsora; las búsquedas forman la materia básica de sus aventuras; y su recompensa es la mano de una hermosa novia. Arturo, elevado por fin al rango de ‘príncipe soberano de esta isla’, preside una hueste de guerreros, y cuando Kulhwch los nombra no nos sorprende encontrarnos de nuevo con nuestros conocidos de siempre: Kei, Bedwir, Lluch (escrito Llwch), Mabon hijo de Modron, y Manawidan hijo de Llyr.
Kulhwch y Olwen difiere marcadamente de las Cuatro Ramas en la escasez, en términos comparativos, de elementos estrictamente mitológicos. La línea principal de la trama es conocida por los folcloristas como la ‘Hija del Gigante’, y no resulta difícil identificar un parecido en el esbozo general con un ejemplo famoso del tipo: el romance griego de Jasón, Medea y el Vellocino de Oro…


“Arturo partió con sus guerreros de la isla de Bretaña en búsqueda de Eidoel y llegaron ante el castillo fortificado de Glini, donde Eidoel estaba encerrado. Glini estaba en la muralla del castillo y exclamó:
-Arturo, ¿qué quieres de mí ahora? ¿Ni siquiera puedo vivir en paz en este pico rocoso? Aquí no hay bienes, ni placer, no tengo trigo ni avena, y todavía quieres perjudicarme.
-No he venido aquí para causarte mal alguno, sino para buscar a tu prisionero –respondió Arturo.
-Te daré al prisionero, aunque no estaba dispuesto a dárselo a nadie. Además tendrás mi ayuda y mi apoyo.
Los hombres de Arturo le dijeron entonces:
-Señor, vuelve a casa; no puedes ir a la cabeza de tu ejército buscando cosas tan insignificantes como ésta.
-Gwrhyr Gwalstawt Ieithoedd (Intérprete de Lenguas) -dijo Arturo-, a ti corresponde esta misión: conoces todas las lenguas, sabes incluso conversar con ciertos pájaros y ciertos animales. Eidoel, a ti te corresponde ir con mis hombres en busca de tu primo hermano. Kei y Bedwyr, siempre he confiado en que todo lo que vosotros busquéis será conseguido. Marchad, pues, por mi a esta búsqueda.
Marcharon hasta que encontraron al Mirlo de Cilgwri. Gwrhyr le preguntó:
-En nombre de Dios, ¿sabes algo de Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera noche de su nacimiento?
El mirlo respondió:
-Cuando vine aquí por vez primera había un yunque de herrero y entonces era un pájaro joven. Desde entonces no ha habido allí otro trabajo que el que hiciera mi pico cada tarde. Ahora no queda de él más de lo que hay en una nuez; que Dios me castigue si alguna vez he oído hablar del hombre por el que me preguntáis. No obstante, haré lo que es justo y propio hacer por los mensajeros de Arturo. Existe una raza de animales que Dios creó antes que a mí: os guiaré hasta ellos.
Fueron hasta él lugar donde se encontraba el Ciervo de Redynvre.
-Ciervo de Redynvre, hemos venido hasta ti, mensajeros de Arturo, porque no conocemos animal más viejo que tú. Dinos, ¿sabes algo respecto a Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera noche de su nacimiento?
El ciervo dijo:
-Cuando vine aquí por primera vez sólo tenía dos púas a ambos lados de mi cabeza y aquí no había más árbol que un joven roble que creció hasta convertirse en un roble de cien ramas; el roble cayó y ahora no queda nada de él, salvo una cepa roja y podrida. Desde aquel día hasta ahora he estado aquí. Nada he oído acerca del hombre por quien preguntáis. No obstante, puesto que sois mensajeros de Arturo, seré vuestro guía hasta el lugar donde se encuentra un animal que Dios creó antes que a mí.
Llegaron al lugar donde estaba el Búho de Kwm Kawlwyt.
-Búho de Kwm Kawlwyt, aquí están los mensajeros de Arturo: ¿sabes algo de Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera noche de su nacimiento?
-Si lo supiera os lo diría. Cuando vine aquí por vez primera, el gran valle que veis estaba cubierto de bosque y vino una raza de hombres que lo devastó. Creció un segundo bosque y éste es el tercero, y en lo que a mí respecta, mis alas son simples muñones. Desde aquel día hasta ahora, jamás había oído hablar del hombre por el que me preguntáis. Sin embargo, quiero ser guía de los mensajeros de Arturo, hasta que lleguemos al lugar donde está el animal más viejo de este mundo y que ha volado sobre los lugares más lejanos, el Aguila de Gwernabwy.
Gwrhyr dijo:
-Aguila de Gwernabwy, nosotros, los mensajeros de Arturo, hemos venido hasta aquí para preguntarte si sabes algo respecto a Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado a su madre la tercera noche de su nacimiento.
El águila dijo:
-Hace mucho tiempo que llegué aquí y cuando llegué por vez primera había una roca desde cuya cima picoteaba los astros cada noche; ahora sólo tiene un palmo de altura. Estoy aquí desde entonces y, sin embargo, nada he oído del hombre por el que me preguntáis. No obstante, una vez fui a buscar alimentos a Llynn Llyw y cuando llegué allí clavé mis garras en un salmón pensando que con él tendría comida por mucho tiempo; pero me arrastró a las profundidades y sólo con grandes esfuerzos pude desembarazarme de él. Mis parientes y yo nos reunimos para intentar despedazarlo, pero envió mensajeros para hacer la paz conmigo y vino en persona para entregarme cincuenta arpones de carne de su espalda. Si él no sabe nada de lo que buscáis, no conozco a nadie que pueda saberlo. En todo caso os guiaré hasta el lugar donde se encuentra.
Cuando hubieron llegado al lugar donde estaba, el águila dijo:
-Salmón de Llynn Llyw, he venido hasta aquí con los mensajeros de Arturo para preguntarte si sabes algo respecto a Mabon, hijo de Modron, que fue arrebatado del lado de su madre la tercera noche de su nacimiento.
-Os voy a decir todo lo que sé. Cada marea remonto el río hasta los muros de Kaer Loyw y fue allí donde me ocurrió la mayor calamidad de mi vida. Montad dos de vosotros sobre mis hombros y nos dirigiremos allí para que me creáis.
Kei y Gwrhyr Gwalstawt Ieithoedd (Intérprete de Lenguas) montaron sobre los hombros del salmón y cuando llegaron junto a la muralla del prisionero, pudieron oír quejas y lamentaciones desde el otro lado de la muralla.
-¿Quién se lamenta en esta casa de piedra? -dijo Gwrhyr.”

Kilhwch y Olwen (Mabinogion)

“Insertas en la línea principal de la trama de la ‘Hija del Gigante’ hay muchas historias tradicionales. Ya hemos conocido a Twrch Trwyth como el jabalí Troit en la lista de mirabilia de Nennius; y la cacería de la bestia por Arturo en su guarida de Irlanda, cruzado el Canal de San Jorge, a través de un incierto itinerario por el sur de Gales, y ya en Cornwall, es presentada como de lo más peligroso entre las tareas asignadas a Kulhwch, y se lo trata con una extraordinaria precisión geográfica. De modo similar, la incursión de Arturo en Annwn para hacerse del caldero mágico, lo cual fue el tema del críptico poema tratado en el primer capítulo[3], se convierte en otro de los trabajos impuestos por Ysbaddaden. Acá el glamour extraño ha sido disipado, y tenemos solamente el relato prosaico de un ataque al criado del Rey de Irlanda a fin de obtener un caldero para hacer hervir carne para el banquete de bodas de Kilhwch….

[…]

El más sofisticado esfuerzo en la colección de Lady Guest es El Sueño de Rhonabwy. Compuesto al menos cien años después que Kulhwch, fue diseñado para crear el efecto fantasmagórico de un sueño, y además para servir como probación de memoria para un recitador, según lo proclama la última línea: ‘Nadie, ni bardo ni narrador-de-historias, sabe el Sueño sin un libro debido a la gran cantidad de colores que había en los caballos y todos los diferentes tipos de raros colores, tanto en las armas como en el atuendo, y en las preciosas capas y las piedras mágicas.’”

[…]

Esta narración anticipa de modos llamativos una pesadilla descripta por De Quincey, aun cuando no existe aquí la sensación de terror e indefensión que el Opiómano aporta: ‘el sentir un vasto campo perdido en la frontera, una infinita cabalgata pasando de largo… La mañana era llegada de un día grandioso… En algún lugar - yo no sabía dónde-, de algún modo - cómo yo no lo sabía-, por obra de ciertos seres –yo no sabía quiénes -, una batalla, una lucha, una agonía, se estaba llevando a cabo… se estaba desplegando como un tremendo drama o una pieza de música.’  El autor galés prefirió un tono más ligero, y la conclusión es un anticlímax deliberado, pero no puede haber mayores dudas sobre su logro en reproducir la incoherencia de nuestras aventuras nocturnas mediante el uso del anacronismo, la introducción de personajes inesperados, mudanzas rápidas de lugar, y particularmente por la inserción de un motivo [theme]  tan irrelevante como la partida de ajedrez y la concomitante batalla de los cuervos, quienes, y lo ha demostrado la investigación, eran formas-pájaro de Modron, la diosa madre de Owain y sus compañeros, supervivientes espeluznantes del paganismo británico. Empero, junto con este elemento arcaico podemos detectar toques comparativamente tardíos: la influencia la crónica mendaz de Geoffrey of Monmouth probablemente explica la identificación de Baddon con Bath, y el concepto de Arturo como un emperador a quien los hombres de Escandinavia y Dinamarca debían lealtad y a quien las Islas de Grecia pagaban tributo.”


“El escudero dijo a Owein:
-¿Es contra tu voluntad que los escuderos del emperador Arturo están hiriendo a tus cuervos, matando a unos y molestando a otros? Ruégale que se lo impida.
-Señor -dijo Owein a Arturo-, si te place, llama a tus hombres.
-Continúa tu partida -respondió el emperador.
Y entonces el escudero regresó a su pabellón. Acabaron aquella partida y comenzaron otra. Cuando empezaron a mover las piezas, vieron a cierta distancia de ellos un pabellón amarillo moteado y coronado con una imagen de águila en oro cuya cabeza estaba adornada con una piedra preciosa. Del pabellón salía un escudero de cabellos rubios y rizados, hermosos y bien arreglados, con una capa de brocado verde y un broche de oro en el hombro derecho tan espeso como el dedo corazón de un guerrero, con calzas de fina tela, zapatos de cordobán moteado y hebillas de oro. Tenía aspecto noble, rostro blanco, mejillas rojas y grandes ojos de halcón. Sostenía en la mano una lanza con el asta amarilla moteada y punta recién afilada, coronada con un vistoso estandarte. El escudero se dirigió con aire irritado y paso precipitado hacia el lugar donde Arturo y Owein jugaban inclinados sobre el ajedrez. Se dieron cuenta de que estaba furioso. No obstante saludó a Owein y le dijo que sus mejores cuervos habían sido matados y que los otros estaban tan heridos y habían sido tan maltratados que ni uno solo podía levantar sus alas del suelo más de una braza.
-Señor -dijo Owein-, llama a tus hombres.
-Juega, te lo ruego -respondió Arturo.
Entonces Owein dijo al escudero:
-Apresúrate, y en el lugar donde la batalla sea más dura enarbola el estandarte y que ocurra lo que Dios quiera.
Y entonces el escudero se dirigió en seguida al lugar donde los cuervos sufrían el más duro ataque y enarboló el estandarte. En cuanto estuvo alzado, éstos se elevaron en el aire irritados, llenos de ardor y de entusiasmo, para desplegar sus alas y reponerse de sus fatigas. Cuando hubieron recobrado su valor y poderes mágicos, se abatieron con el mismo impulso sobre los hombres que acababan de causarles cólera, dolor y pérdidas. A unos les arrancaron la cabeza, a otros los ojos, a otros las orejas y a unos cuantos los brazos; levantaron a algunos en el aire y hubo gran agitación en el aire no sólo por el batir de las alas y los graznidos exultantes de los cuervos, sino también por los gritos de dolor de los hombres a los que mordían, lisiaban o mataban. El tumulto era tan pavoroso que Arturo y Owein, inclinados sobre el tablero, lo oyeron.
Cuando levantaron los ojos, vieron venir a un caballero montado sobre un caballo tordo. El caballo era de un color extraordinario: era gris oscuro, pero su pata derecha era roja y amarilla desde lo alto de sus patas hasta la mitad del casco. Caballero y caballo iban protegidos con armas pesadas y extranjeras. La cota de armas de su caballo era de cendal rojo desde el arzón delantero hasta arriba y de cendal amarillo desde el arzón trasero hasta abajo. De la cadera del joven colgaba una espada de empuñadura de oro de un solo filo, en una vaina azul rematada en latón de España. El cinto de la espada era de cordobán negro, con placas doradas y la hebilla de marfil y negra la lengüeta de la hebilla. Su yelmo de oro se encontraba realzado por una piedra preciosa de gran virtud y coronado con una figura de leopardo amarillo-rojo, con dos resplandecientes piedras rojas en la cabeza. Incluso un guerrero, por muy intrépido que fuera de corazón, habría temido mirar al leopardo y con mayor razón al caballero. En la mano sostenía una larga y pesada lanza con el asta verde y roja desde el puño para arriba. La punta de la lanza era roja como la sangre de los cuervos en su plumaje. El caballero se dirigió al lugar donde Arturo y Owein estaban jugando inclinados sobre el ajedrez y vieron que se acercaba a ellos, agotado y encolerizado. El escudero saludó a Arturo y le dijo que los cuervos de Owein estaban matando a sus jóvenes y escuderos. Arturo miró a Owein y le dijo:
-Llama a tus cuervos.
-Señor -respondió Oweín-, continúa tu juego.
Y jugaron. El caballero regresó al lugar de la batalla, sin que nadie intentara detener a los cuervos. Arturo y Oweín jugaban ya desde hacía un rato, cuando oyeron un gran tumulto: eran los gritos de socorro de los hombres y los graznidos de los cuervos que elevaban sin esfuerzo en el aire a los hombres, aplastándolos y desgarrándolos a picotazos y dejándolos caer a trozos sobre el suelo.”

El Sueño de Rhonabwy (Mabinogion)



“Muy diferente en su carácter de Kulhwch y del Sueño de Rhonabwy es un grupo de tres romances arturianos, Geraint, la Dama de la Fuente y Peredur. En cada uno de ellos la secuencia de los incidentes se corresponde con mayor o menor proximidad con la de uno de los tres poemas de Chrétien de Troyes, que escribió en la segunda mitad del siglo XII; en cada uno, los elementos mitológicos y primitivos son mucho menos conspicuos; y la geografía de la Dama de la Fuente y Peredur  no evidencian nada de aquel conocimiento preciso de Gales y sus fronteras como sí lo hacen los dos cuentos previamente discutidos… Aunque en cada uno de estos romances hay todavía aspectos sobrenaturales –el rey enano en uno, la fuente que desata tormentas en el otro-[4] la motivación natural y la atención a problemas de conducta de orden práctico muestra que el desconocido autor vivía en un mundo muy diferente del mundo habitado por el autor de Kulhwch. No ha de olvidarse que Geraint  y la Dama de la Fuente no son traducciones de un texto escrito sino más bien relatos re-contados en base a la memoria, y especialmente los finales sufrieron las consecuencias.
Peredur tuvo en parte la misma historia en que fue elaborado a partir de recuerdos defectuosos de cuentos franceses o anglo-normandos de Perceval. Una de estas fuentes puede haber sido el poema de Chrétien sobre el héroe, pero, de ser así, fue catastróficamente desordenado y expandido. Por ejemplo, el héroe, que nos es más familiar como el caballero virgen del libro de Malory y el Parsifal de Wagner, se lo representa haciendo promesa de amor a tres damas sucesivamente y con la tercera vivió catorce años. ¿Habrá intentado el autor retratar a Peredur como un Don Juan reformado? Más probablemente él meramente suturó juntas, desordenadas, tres historias de amor independientes que se habían desarrollado en torno al héroe. Aunque introdujo una escena claramente correspondiente a la visita de Perceval al castillo del Grial, colocó en la vasija que corresponde al Grial una cabeza de hombre cortada, nadando en sangre. Cuando luego nos enteramos de que esa cabeza era la del primo de Peredur y que Peredur asumió la obligación de vengarlo, la confusión es aun más patente. Este texto galés, juzgado como arte, se ubica en el nadir mismo, pero como rompecabezas detectivesco literario se ubica muy alto.”


“Siguió su camino a través de un valle regado por un río. Sus limites eran boscosos, pero a ambos lados del río se extendían prados. En una de las orillas había un rebaño de corderos blancos y en la otra un rebaño de corderos negros. Cada vez que un cordero blanco balaba, un cordero negro atravesaba el agua y se volvía blanco. Cada vez que balaba, un cordero negro,
un cordero blanco atravesaba el agua y se volvía negro.
En la orilla del río vio un gran árbol y la mitad del árbol ardía desde la raíz hasta la cima y la otra mitad tenía verde hojarasca. Más arriba, Peredur vio sentado en la cima del monte a un joven que sujetaba con la correa a dos perros de caza de pecho blanco y moteados, tendidos a su lado. Peredur pensó que jamás había visto a nadie de aspecto tan regio. En el bosque que se
encontraba frente a él oyó a perros levantando una manada de ciervos. Peredur saludó al joven y éste le devolvió el saludo. Como del monte salían tres senderos, dos de ellos anchos y el tercero más estrecho, Peredur le preguntó a dónde conducían.”

Peredur, Hijo de Evrawc (Mabinogion)



“El Mabinogion, entonces, consiste en cuatro estratos diferentes del desarrollo de la ficción artúrica: 1. las Cuatro Ramas, formadas, en gran medida, de material mítico, galés e irlandés, hasta entonces desvinculado de Arturo; 2. Kulhwch, en el cual hallamos una cantidad sutil de este mismo material, junto con un predominio de motivos folclóricos diseminados, siendo todo el conjunto atraído dentro de la órbita de Arturo; 3. el Sueño de Rhonabwy, un experimento altamente exitoso al combinar tradiciones muy arcaicas acerca de Arturo y Owain con adiciones pseudos-históricas recientes, para dar una impresión vívida de un sueño; 4. tres romances que, aun incorporando mucho material de origen último galés e irlandés, tienen sus fuentes inmediatas en composiciones francesas o anglo-normandas del siglo XII. Aun así la continuidad de la tradición se puede eventualmente discernir a veces borrosamente, a veces con claridad, en sus abigarradas manifestaciones. Y Arturo, quien había desaparecido de este escenario terrestre en el temprano siglo VI, una figura oscura, recordada sólo por sus compañeros britones, se ha convertido para sus descendientes, siete siglos más tarde, no meramente en un rey glorioso, sino en un emperador, y para los franceses y anglo-normandos en el centro del círculo de caballeros más pletórico de aventuras que el mundo hubiera visto jamás.”



Texto crítico: ROGER SHERMAN LOOMIS, The Development of Arthurian Romance  (el desarrollo del romance artúrico), 2. The ‘Mabinogion’; Hutchinson University Library, London, 1963, p. 24-31. Traducción de estos fragmentos, para su sola lectura en este blog: G. Aritto / 2015.


Fragmentos del Mabinogion insertados: versión castellana (a partir del original en galés) de Victoria Cirlot, para su edición crítica Mabinogion: Relatos galeses,  Madrid, Siruela, 1988.








[1] Sobre el título de la colección se ha desatado y atado, desde su “descubrimiento” y su primera traducción inglesa por Lady Charlotte Guest en 1849, una de esas típicas, y tal vez ineludibles, controversias filológicas que han atravesado la densidad de muchas páginas y muchas décadas (e incluso siglos). Comenta Jeffrey Ganz en la Introducción a su versión inglesa de la obra: “La falta de influencia ejercida por El Mabinogion durante este período se puede atribuir al hecho de que no parece haber sido demasiado conocido, ni siquiera para la literatura galesa. Quedó en estado tan latente que no fue traducido al inglés hasta 1849, cuando apareció la versión de Lady Charlotte Guest. Lady Charlotte suministró, además, el título Mabinogion – previamente los cuentos fueron simplemente identificados como parte de este o aquel manuscrito – y corresponde alguna explicación sobre este título. Cada una de las Cuatro Ramas (Four Branches) termina con alguna forma de la frase: ‘Así acaba esta Rama del Nabinogi’. Como quiera que la palabra galesa mab significa ‘muchacho’, Lady Charlotte concluyó que mabinogi era un sustantivo que significa ‘una historia para niños’ y que mabinogion era el plural del vocablo. De hecho, la palabra mabinogion no existe en galés, aunque aparezca una vez, por error, en ‘Pwyll’. Mabinogi es una genuina palabra galesa, pero en estos textos se aplica sólo a las Cuatro Ramas en las que ella aparece. Estrictamente hablando, esta colección tendría que llamarse ‘El Mabinogi y otros cuentos galeses primitivos’ (‘The Mabinogi and Other Early Welsh Tales’), pero eso resulta enrevesado, mientras que ‘El Mabinogion’ está establecido y es práctico. Desgraciadamente, el significado de la palabra mabinogi en el presente contexto es todavía un problema. El Prof. Ifor Williams tuvo fue capaz de demostrar que mabinogi generalmente designa la historia de los primeros años de alguien, y sugirió que las Cuatro Ramas originariamente contaban la historia de Pryderi. De ser en verdad así, entonces la parte de Pryderi es estos cuentos ha sido reducida en forma considerable, no simplemente en las historias del norte, sino en ‘Pwyll’ y ‘Manawydan’ también. Uno debe preguntarse por qué no hay casi ninguna huella del material faltante de Pryderi en la tradición galesa; por qué un ciclo coherente de Pryderi habría sido dividido en cuatro narraciones distintas y sin relación mutua; y por qué el título ya-no-más-aplicable no fue sacado del final de cada Rama. Además, si la aparición tal vez fugaz de Pryderi en ‘Branwen’ no es acaso un intento de suministrar a las Cuatro Ramas una figura unificadora. Rachel Bromwich ha sugerido que mabinogi llegó a significar ‘un cuento de descendientes’, y que las Cuatro Ramas tratan, en realidad, sobre los hijos de las primitivas deidades célticas…” (The Mabinogion, Penguin Classics, London, 1976; p. 31-32)


[2] Véase su Taliesin, 1858. [N del A]

[3] Loomis alude aquí al antiguo poema Gododdin, atribuido al bardo Aneurin. Comenta allí el autor: “Arturo, entonces, fue humano, no divino. ¿Qué tipo de hombre fue él? La más remota referencia que sugiere la respuesta a esta pregunta se encuentra en un poema galés, el ‘Gododdin’, la mayor parte del cual se retrotrae al siglo VII o antes. Es un lamento por los guerreros británicos que cayeron en batalla con los anglos en algún sitio del norte de Inglaterra. De uno de los guerreros se dice que ‘atestó con cuervos negros la muralla del fuerte, pero él no era Arturo’. En otras palabras, no alimentó a los cuervos con tanta carroña como lo hizo Arturo, el inigualable.” (R. S. Loomis, op. cit, I. Arthurian origins (orígenes artúricos), p. 16.

[4] Como en otros lugares de esta larga serie EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA, no dejan de asombrarme las limitaciones mentales de algunas figuras verdaderamente eminentes en el campo de la Filología, la Hermenéutica, la Crítica. Lo que Loomis, pese a su erudición incalculable y su profunda labor filológica, no llegó a captar es, creo, el espíritu “holístico” que domina el origen insondable y el misterioso entramado de estas literaturas. Es la Consciencia Cósmica lo que se está expresando, la Mente Total que absorbe y unifica todos los fenómenos, todas las relaciones, todas las percepciones. Habría que preguntarse, más bien, por qué hemos perdido, a partir de mediados del siglo XV, los vínculos atávicos que manteníamos con este Universo, sus umbrales dimensionales (hoy relegados a la ciencia-ficción o a la mofa), nuestros reinos hermanos en el planeta, el movimiento de (auto)tranformación y de comunión que todo, por ínfimo que nos parezca, lo habita. Me viene el recuerdo de un libro de Laurens Van Der Post sobre los días y las noches de su entrañable maestro y compañero de ruta Carl Jung (Jung y la historia de nuestro tiempo). De pronto, en medio de uno de sus diálogos en voz baja, el autor se acuerda de ese aparte del perplejo Macbeth en que parece añorar los tiempos en que las piedras, los árboles, las aves conocían y divulgaban sin esfuerzo, más allá del espacio y el tiempo, la sangre en las manos del asesino. Jung, con su serenidad habitual y su resignación entusiasta, susurró que, aun así, el mundo seguía refutando la existencia del incosciente colectivo… Cuanto más me adentro en los misterios de las literaturas medievales menos “inaugural” me va pareciendo lo ocurrido en Occidente a partir del, así llamado, “Renacimiento”, su cogito y las libertades de su Ego. Paradójicamente, el propio Roger Sh. Loomis parece acompañarme en este sentimiento. Así concluye su libro aquí evocado, éstas son (en mi versión española) las líneas finales de su Epílogo: “Si se le pidiese a uno que resumiera en pocas palabras tanto la grandeza como las limitaciones de la literatura de la Mesa Redonda, quizás la mejor respuesta sería que ella produjo a Don Quijote”


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