29 de junio de 2012

EL ASILO DE LOS CLONES: CRÓNICA DE UN REPTILIANO DESERTOR






“… No. No es que hayan perdido la razón; eso nunca ha morado en sus mentes. De muy hondo de las mazmorras de este fértil planeta azul los han invocado con sus imanes cósmicos. Pero en ello ni se te ocurra indagar: es probable que también extravíes tu cerebro en el mero intento. Lo cierto es que se vienen tiempos difíciles, muchacho, días y noches en que la Tierra no tendrá paz y los cielos estarán sordos a toda súplica. Los virus oníricos que van habitando el cuenco dormido de nuestra frente no cejan en mutar; mutan para confundirnos, para que sus abominables profecías acaben por desquiciarnos y sean, a la larga, tachadas de falsas. Sin embargo – créemelo -, la encía abovedada de una ola más alta que esta torre se está preparando en el fondo del gran Océano para borrar toda memoria de Poseidonis [1] antes que se complete la luna. Ya llegará la terrible nueva a las puertas del Asilo, y volverás a avergonzarte de no haber confiado, una vez más, en tu guardián. Sé que llevas a ocultas de mí un asiduo diario íntimo, sé dónde celosamente lo escondes y cuál es tu verdadero temor. Por ejemplo, una visión se apoderó anoche de mí revelándome lo que estabas escribiendo, encerrado en tu claustro, en tu saturado palimpsesto de cuarzo. ¿Que no es posible? Escucha, que voy a hacer audibles algunas de esas anotaciones cuya música aún vibra en mí: ‘… Los grises reptilianos [2]  suben y bajan por el hoyo de la torre sin que nuestros ojos logren verlos…Pero Abigail y yo podemos percibir su sombra erizada contra los muros mientras dormimos… Dos camaradas blancos, de padres carbonizados por la última erupción, el buen titiritero que había derrotado a sus manitas de un solo pliegue [3], y una niña amarilla trasladada, sin origen conocido, desde un desierto que llaman Gobi, han desaparecido durante esta lunación de nuestro pabellón: nada se nos permite preguntar, nadie trajo alivio a la angustia que no nos deja tragar ni una ración de avena… Pronto será algo normal que no estemos más en nuestra cama, y sólo habrá que callar…’ ¿Lo ves? ¿Te he mentido jamás? ¡Ay, tierno mancebo de bucles dorados, cuánto te queda por aprender antes del fin! Anota. Hay en Undal [4] más agujeros clandestinos que estrellas moribundas en la galaxia. No te aflijas, hermoso heraldo de pezones pujantes y sienes azules: pronto verás de nuevo a tus hermanos de sangre. Sólo aflígete si acaso reconoces a más de uno con su mismo rostro. Será señal nefasta de que los brujos rojos [5] siguen su labor sin pausa, seguramente con el favor mendaz de los tránsfugas que embaucan con la lengua y con la dádiva a este pueblo ignorante y debilitado por el miedo. Por la mirada te harás uno con cada uno, y zafarás así de la abominable ilusión del espejo que en la Matrix los multiplica y pervierte. Oirás a los Otros balbucir maldiciones, y te horrorizará sorprenderlos a solas babeando bilis verde y ofrecerles su sexo a las bestias que todavía asolan la ciudad. Así los fabrican, así los incuban, pacientemente, huevo tras huevo, en sus madrigueras de obsidiana… Como recién te decía, no es que hayan perdido la razón. Del puterío donde el Universo evacua merecidamente sus instintos, de allí los recogen para librar sus combates, oficiar de impostores en las embajadas que resten, transfundir pestes o detonar explosivos. Ten cuidado de con quién hablas, hoy no existe cara que no sea una máscara. Pero si de algo, por gracia, podemos todavía sentirnos dueños, eso es nuestro silencio. Ahora me voy, pupilo melancólico. Es tiempo de develarte mi rostro y entonces despedirme en paz. Recuerda que al León algún día vendrá a recompensarlo el buen Escanciador [6] por cuya agua cambiarán los usureros del mundo entero todo el rojizo oro que estimarán en más que nuestro humillado auricalco [7], toda la sabia negra de hasta el último fósil derrotado por la luz. Te espero entonces allá, en alguna parte, después de que suene el Acorde: los milenios que abruman a los humanos como tú no son más que un parpadeo de la eternidad…”
Así, a punto de despertar Layf, su pupilo secreto de barba rala, el Guardián espantoso salió de la oscuridad que lo salvaba en el sueño. La alarma exasperó al instante la torre hexagonal del orfanato: los suyos habían detectado su traición y ya se movían en su busca. Pero el generoso reptiliano de voz melodiosa y rasgadas pupilas bermejas no les daría el gusto. Una sonrisa final para su pupilo, y su pobre cuerpo viejo se arrojó al vacío hecho un poltrón desde la atalaya. Inexplicablemente, el veterano desertor nunca imaginó que otro Layf de mirar extraño juntaría abajo, a regañadientes, sus restos aplastados contra el hielo en una zorra de carga.




Gustavo Aritto
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[1] Mítica cosmópolis que pasa por haber sido capital de la Atlántida.
[2] Los Reptilianos son entidades muy avanzadas, aunque peligrosos, hostiles y negativos, que tienen a los humanos por seres inferiores. Aunque pertenecen a la raza de los Grises hoy intraterrestres, el ocultismo cosmológico sostiene que son sabios en el conocimiento de la genética y que conjuntamente con otras Jerarquías los podemos considerar como nuestros “padres creadores”, habiendo sido los instigadores principales de la generación de la especie humana en este planeta. Los Grises son, en general, seres de condición inmoral y vibración espiritual muy baja, resabio de la caída y el exterminio de las razas. Otras dos subrazas, moradoras de las profundidades interdimensionales de la Tierra, son sus congéneres: los Reticulianos (procedentes del sistema Zeta Reticulis) y los Rigelianos (oriundos de Rigel). Fenómenos como los zombies centroamericanos, los “chupacabras”, los vacunos desollados, injustificables conflictos bélicos, entre otros, les son atribuidos o, en su defecto, al menos asociados.
[3] Señal innata característica de un niño afectado por el Síndrome de Down.
[4] Nombre de la que pasa por ser la última isla que sobrevivió, hace unos 13.000 años, al hundimiento de la Atlántida.
[5] De las cuatro razas que, se dice, conocieron los atlantes en la Tierra, blanca, amarilla, azul (o negra) y roja, ésta última generó la abominable secta de brujos que, abusando de sus conocimientos, manipularon la naturaleza humana con experimentos genéticos (cruzas, clonación, fertilización artificial) y practicaron transplantes. Deshonraron la alta ciencia que los venerables sabios transmitieron a la casta sacerdotal egipcia de El Ojo de Horus y, mucho más tarde, a los mayas americanos.
[6] Una tradición ocultista asegura que el auricalco (o aurichalcum) fue un metal más preciado que el oro entre los atlantes.
[7] “León” y “Escanciador”: referencias a las constelaciones de Leo y de Acuario, respectivamente, opuestos astrológicos y antípodas astronómicas en el recorrido de la eclíptica. La Casa de Leo atravesaba el sistema solar al producirse la destrucción del quinto planeta Maldek (hoy Cinturón de Asteroides) y el consecuente hundimiento de la Atlántida. En la de Acuario está ahora, a casi 13.000 años, bajo amenazas muy semejantes.


Imagen de portada: G. B. Piranesi, de la serie Carceri (Prisiones).


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