6 de noviembre de 2013

NACIÉNDONOS





El pétalo azulado de la fogata en la orilla detuvo por un instante los remos. Pero no. A la deriva, el río, nosotros y el crepúsculo nos perdíamos en la misma herida. El borde agazapado de la noche fue revelándonos que íbamos a morir así, juntos, de a poco. Porque no era el río y nosotros y el crepúsculo: éramos uno y lo mismo, un único dolor, una única estela, comenzando a terminar de nacer…

Los habíamos dejado atrás, igual que a un sueño que no quiere abandonarnos. Nadie respondió desde la orilla a nuestro largo alarido.



GUSTAVO ARITTO


Texto incluido en LA ESPIRAL DE FUEGO. Siete palimpsestos del caos, Bs. As., 2008.

Pintura: E. Munch, Paisaje marítimo con luna


No hay comentarios:

Publicar un comentario