21 de abril de 2015

EL SONIDO QUE NOS CREA (III): LEYES, VIBRACIONES Y UNIVERSOS




INTUICIONES REVELADAS
POR EL UNIVERSAL

JOSÉ TRIGUEIRINHO



Leyes que rigen el trabajo creador y constructor


La Jerarquía espiritual[i] conoce el propósito de la existencia de un universo y, fundamentándose en las leyes que rigen el trabajo creador y constructor, provee los medios para que ese propósito se cumpla. Realiza tal emprendimiento basándose en la energía de la voluntad y en los secretos de la acción del Verbo[ii]. La creación y la disipación de un universo se da por el poder del verbo, que tiene profunda acción sobre los éteres y sobre los seres que viven allí. Por lo tanto, las leyes que rigen el trabajo creador y constructor están vinculadas con él.

Según esas leyes, se revelan los patrones arquetípicos que serán expresados por la Palabra; el sonido es la manifestación de ella. Al ser pronunciada, su energía penetra el vacío y, reconociéndose a sí misma como sonido, crea los niveles de existencia. A partir de la reverberación del sonido, esos niveles van asumiendo las cualidades que les corresponden.
La emisión de la Palabra perdura hasta el final de aquel ciclo universal. Cuando ese ciclo está más o menos en la mitad, la sustancia del nivel más denso comienza a entrar en resonancia con el sonido que vibra en su esencia; entonces va disolviéndose gradualmente la vibración de ese sonido, del mismo modo que una taza de cristal comienza a vibrar hasta romperse con la resonancia de determinadas notas musicales. Este proceso se repite en cada nivel de consciencia hasta que, al final de este gran ciclo, todos ellos están disueltos en el origen de la Palabra.


Las jerarquías dévicas son consciencias que trabajan con el sonido inmaterial y conocen los secretos de esas leyes. Cumplen su evolución en niveles etéricos cósmicos y, en ciertos casos, tienen función de mensajeras, canalizadoras de las energías de los Espejos – red de comunicación cósmica.

Los devas tejen las estructuras que dan forma a la Vida o la disipan. A una señal de las Jerarquías dévicas, la esencia de las fuerzas de la naturaleza se eleva y seres elementales – de la tierra, del agua, del aire, del fuego y de los éteres – llenan con sus sustancias los cuerpos donde la Vida se manifestará. También con una señal de esas Jerarquías, se desarma la trama etérica que permite la existencia de la vida formal, liberando la energía para que ella se reconozca en su forma pura. Toda esa obra magnífica – hasta hoy incomprendida por el hombre terrestre que sólo busca usufructuarla – es fruto de la acción de las leyes que rigen el trabajo creador y constructor en los mundos manifestados.

La meta del individuo despierto es colaborar con esas leyes. Para eso, debe abandonar el sentido de posesión, y también el hábito de atribuir valor pecuniario a los bienes del universo y a su labor. A partir del momento en que se percibe la vida como el fluir de una esencia única y en que esa esencia devela al ser una parte de su amplitud, ya no habrá forma de que él permanezca en el estado en el que se encuentra. Aunque sea en un vislumbre, habrá conocido la libertad y participado de la obra que es la existencia universal. Entonces, como hijo de la ley mayor, él se regocijará y sabrá algo acerca del verdadero sentido de las palabras de cristo: ‘Las zorras tienen guaridas, y la aves del cielo, nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza'.

¿Cuándo estará la consciencia terrestre preparada para expresar ese dinamismo, que no implica carencia, sino que abriga en sí el sentido de la totalidad?”


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Ley de la resonancia vibratoria


“La estructura etérica que impregna y une al mundo terrestre es un sistema muy sutil, de gran delicadeza, y sería capaz de mantener una vibración sagrada en todo el planeta si la humanidad colaborase con ello. Recibe influencia directa e indirecta de lo que es emitido por los seres que evolucionan en la órbita y, en este sentido, su funcionamiento está regido por la ley de resonancia vibratoria. La Jerarquía tiene agentes vinculados a este sistema y lo utiliza como importante instrumento para la realización del plan evolutivo. Por intermedio de él, ella neutraliza gran parte de las desarmonías creadas por la humanidad de superficie, pero dentro de los límites determinados por la ley del karma. Según esta ley, una parte de las desarmonías debe retornar al hombre y a la esfera planetaria, con una intensidad que varía de acuerdo con el potencial negativo emitido.

El sonido tiene gran repercusión sobre la materia, hecho que en general no es considerado con la debida atención. No sólo el ruido externo, sino especialmente el de las formas-pensamiento y de las emanaciones astrales, genera nódulos densos en la trama psíquica planetaria, que tienen que ser removidos. Si no fuese disipado ocultamente, un ruido muy intenso sería capaz de rasgar las capas etéricas que protegen al planeta. Tiene poder negativo suficiente para provocar movimientos sísmicos y para desencadenas tumultos en multitudes que se dejen sugestionar por fuerzas caóticas. Por lo tanto, como la humanidad aún no es consciente de estos hechos, las emisiones humanas necesitan ser cuidadosamente canalizadas, disipadas o neutralizadas por la Jerarquía.

El delicado equilibrio de los niveles sutiles y etéricos de la Tierra es mantenido por operaciones de ingeniería sideral que el hombre aún ignora y que le están siendo parcialmente mostradas, a fin de que los individuos receptivos cooperen con el orden cósmico. Estas operaciones se basan en la ley de resonancia vibratoria.


Buscando comprender los mecanismos por los cuales la ley se expresa y actuando de acuerdo con ellos, el ser humano puede colaborar con el restablecimiento de la armonía en el planeta. Una ayuda considerable es brindada cuando el silencio externo se instala, pero inmensamente mayor es la que se presta cuando también se acallan los movimientos emocionales y mentales inarmónicos. El silencio y la paz son una necesidad, pues nutren la existencia concreta con una vibración mayor. Que cada uno los cultive en sí mismo como un tesoro de valor inestimable.

Hay otro punto para ser considerado en el campo de acción de la ley de resonancia vibratoria: a medida que los átomos son purificados, se trasladan e introducen en la regencia de leyes de subplanos superiores, y ven renovada la propia sustancia solar. Esta renovación intensifica el ritmo atómico normal del individuo y, a partir de allí, comienza a pulsar en él la esencia solar – esencia que va siendo dinamizada en la medida en que él se aproxima a la Jerarquía.

La presencia de naves extraterrestres realiza este trabajo de dinamización de la esencia solar en ámbito planetario, trayendo a los niveles materiales una vibración estelar y cósmica. Ejerce un papel análogo al del Maestro que se aproxima al discípulo. De este modo, todo el planeta eleva hoy su nivel vibratorio. Hay sistemas solares que pasan por procesos semejantes cuando son visitados por Logoi [iii] y por conciencias superiores; es lo que se produce ahora en este sistema solar y con la Tierra.

En el nivel del alma esto también ocurre a medida que la mónada [iv] despierta en el plano cósmico. Ese despertar, bastante estimulado en estos tiempos de transición, no se puede dar, y tampoco la mónada puede manifestarse, sin la aplicación de la ley de la resonancia vibratoria.

Cada ser trae en su centro una vibración, un sonido que le fue confiado cuando emanó de la Fuente Única. En este sonido, o vibración sintética, está contenida toda su trayectoria – desde el instante de su creación hasta su retorno al origen. Basándonos en la ley de la resonancia vibratoria, este sonido se manifiesta y, al hacerlo, se desdobla en otros, menores, que van interactuando con la sustancia de los niveles en los cuales se expresan. Estos pequeños sonidos se suman al sonido primordial, pero sin quitarle jamás la calidad original. Quedan impresos en torno de él y lo enriquecen, aunque sin macularlo.  

Las Jerarquías nos reconocen por lo que somos, por la nota que emitimos. Perciben nuestro sonido – aquello que nos está destinado como manifestación y trayectoria cósmica – y también los otros sonidos emitidos en el transcurso de nuestras vidas y experiencias en los universos materiales. Por la ley de la resonancia vibratoria, pueden actuar sin riesgo de errores ni de interferencia en nuestros rumbos, pues trabajan en sintonía con lo que nos fue destinado por el Espíritu Creador.”



Extraído de José Trigueirinho, LA TRAYECTORIA DEL FUEGO: Una introducción a las Leyes Eternas,  capítulos sobre Leyes regentes y Leyes de manifestación de la energía; Bs. As., Kier, 1996, págs. 64-66 y 81-83 respectivamente. Versión castellana: Diana Zermoglio.


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A propósito de los “sentidos ocultos” en el lenguaje humano


Se trata de la “vibración expresada por un término cuando éste es usado como fruto de una percepción superior, no material. Una palabra es un símbolo, una forma de canalización de un impulso interior que el individuo emite al interactuar con la vida manifestada.

La palabra debería haberse convertido para la humanidad en un instrumento de irradiación utilizado más concientemente. Existieron idiomas antiguos, como el Senzar, que guardaban en sí las posibilidades creadoras inherentes al Verbo interior. Empero, el poder creativo originariamente disponible para el hombre en el habla le fue siendo gradualmente retirado por las Jerarquías, debido al mal uso que él hacía de ese don, como de tantos otros que estuvieron disponibles para él.

Incluso con lo que el lenguaje sufrió al ser desvirtuado en el transcurso de los tiempos, está a disposición del hombre una energía remanente que puede ser canalizada por medio de las palabras, sea en la actuación sobre los éteres físicos, cuando se las pronuncia, sea en el [plano] astral o en el mental, cuando se las formula por medio del impulso de un deseo o de un pensamiento.

El verdadero trabajo creativo del Verbo se inicia cuando la fuente de impulso que genera las palabras tienen sus raíces en planos superiores, a partir del nivel del alma. Podemos así comprender que un mismo vocablo puede tener diversos sentidos y actuar de modo diferente, dependiendo del nivel de energía que lo generó.”



De J. Trigueirinho, EL RESURGIMIENTO DE FÁTIMA (LIS), Bs. As., Kier, 1993; Glosario, págs. 163-164. Versión castellana: Héctor V. Morel.

Cfr, en este mismo blog, LA MALDICIÓN DE BABEL (II): EL VERBO Y EL COSMOS (II) – 11/05/2012.








[i] Las Jerarquías son Consciencias consagradas por la Regencia Central del cosmos, y totalmente libradas de vínculos con las fuerzas involutivas. Conducen la realización del Plan Evolutivo en los universos confederados y expresan la completa consecución de la ley. En los niveles cósmicos toda la red de la Jerarquía constituye un solo conjunto, conocido como Fraternidad Blanca o Hermandad Interna. La plena integración de una consciencia (individual) a ese conjunto acontece cuando ella se libera de las densas capas del individualismo humano y de su propio ego.

[ii] Emanación que canaliza el poder creador de la Fuente Única; es la Idea que impulsa el surgimiento de los universos.

[iii] Logos (sustantivo masculino griego cuyo plural es Logoi): Consciencia inmaterial, capaz de dar vida y expresión a los cuerpos celestes, tales como planetas, estrellas e incluso sistemas solares. Cualquier cuerpo celeste, en su esencia profunda e inmaterial, es un Logos, así como el hombre es un espíritu (o mónada). Los Logoi se desarrollan, y cada uno de ellos está en un grado evolutivo. La evolución logoica representa el punto inmediatamente superior al de Avatar. Los Logoi abarcan la evolución de innumerables esferas de conciencia. El cuerpo de manifestación de un Logos que se expresa por medio de un planeta, por ejemplo, incluye Entidades, Avatares, regentes gonádicos, mónadas y otras partículas de vida. El nivel inicial logoica es la consciencia planetaria. En fases más avanzadas, accede a la estelar, después a la galáctica y a otras más vastas. Un logos es un punto de convergencia de la luz inmaterial que nutre la existencia cósmica; goza de omnisciencia y omnipresencia en su esfera de acción. Espeja de modo perfecto el misterio de la unidad triple: indivisible, se revela como tres Aspectos que equilibrada y armoniosamente reflejan los impulsos emanados de su esencia. Los tres Aspectos del Logos equivales a las tres “Personas” de la divinidad, presentadas en varias religiones y filosofías: Primer Aspecto o Rayo de Voluntad–Propósito–Vida; Segundo Aspecto o Rayo de Amor-Sabiduría-Cosnciencia; Tercer Aspecto o Rayo de Inteligencia activa-Forma (Madre Universal o Espíritu Santo). Entre otras tareas cumplidas por los Logoi no manifestados por medio de universos, está la de regir centros planetarios (con sedes intraterrenas a niveles más sutiles), preparando etapas futuras en las que esos centros tendrán influencia más amplia y contundente sobre la vida de superficie en la Tierra.

[iv] Mónada: núcleo de consciencia interno del individuo, también conocido como espíritu. Concentra su energía predominantemente en planos superiores y, como sustancialidad, está constituido por el propio éter cósmico, ígneo. A partir del despertar del espíritu, el ser inicia su verdadero trayecto a la Fuente de Vida. En el proceso de “caída” o descenso a niveles de realidad más densos – cuya expresión máxima es la materia constitutiva de las dimensiones 1ra a 3ra -, aquél va perdiendo paulatinamente la noción de su verdadero estado, hasta que, habiendo cumplido ciertas etapas, vuelve a ser atraído a su propio plano, por actuación de su Regente (u Octava Mónada). La meta de un espíritu “en evolución ascendente” es la de unirse a ese Regente (que es su núcleo superior). Cuando el Regente funde en su centro a las siete mónadas coordinadas por él, se eleva, despertando como Avatar, conciencia divina realizada.
En el “nivel monádico” el ser ya ha disuelto el sentido de individualidad; el alma (verdadero núcleo de experiencia evolutiva), intermediaria de ese estado sublime para la consciencia humana, se rinde al espíritu y se funde con él. La ascensión de la consciencia a partir de la dimensión espiritual es siempre un proceso de síntesis, de unificación, que la hace retornar al Centro de toda la Vida.

Nota: La última imagen en margen derecho es toma fotográfica titulada "Desde la caverna", pertenece a Eric Pérez (Ciudad de México), y fue publicada, junto a muchas otras obras suyas, en el sitio siguiente: http://www.ericperez.com.mx/alquimia.html.




José Trigueirinho Netto

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