25 de agosto de 2015

EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA (VII): LA POESÍA Y EL ARPA DE LOS BARDOS (2)







La poesía y los poetas 
en la Irlanda primitiva




“Irlanda fue, por igual en los días más tempranos y en los más recientes, la tierra de los poetas.
En tiempos muy antiguos, Grecia y Roma, únicamente, superaron a Irlanda como guardadoras de los poetas y jardines nutrientes de la poesía.
Desde la más remota antigüedad de la que tenemos registro legendario, el poeta fue uno de los más grandes, de los que mayores honores recibieron, en su tierra. En la escala social mantenía el puesto inmediato al rey, y a la mesa se lo distinguía en el lugar junto al rey... Sin embargo, en cuanto a lo sagrado de la persona en sí, el rey ostentaba el lugar siguiente al del poeta. La vida de los reyes era frecuentemente cercenada, pero rara vez ocurría el homicidio sacrílego de un poeta.
Cuando Fachtna Finn (que fue Poeta Principal de Ulster mucho antes de la Era cristiana) se enteró de que los jefes de Ulster urdían el asesinato en una fiesta de sus dos reyes, Congal Clairnach y Fergus MacLeide, les salvó la vida a ambos haciéndolos sentar a cada uno entre poetas. Los asesinos tuvieron, entonces, que detener sus manos criminales pues, de lo contrario, los poetas podrían haber sido muertos sin querer. En las muy raras ocasiones en que un desastre tal acontecía en el país, toda la nación guardaba duelo por la calamidad, y al sacrílego sinvergüenza que hubiera sido culpable del crimen atroz, le hacían el vacío sus semejantes, era él maldecido por Dios y, más aun, sufría el castigo del repudio por siempre.
Cuando Cuain O’Lochain, poeta principal de Erin, fue, en 1024 sentenciado a muerte por el pueblo de Teffia, los Annals of Clonmacnois (anales de Clonmacnois) registran: ‘tras cuyo cumplimiento surgió, del bando que lo mató, un perfume y un olor nefasto, que fue él conocido de inmediato en todo el resto del territorio’[i]. Y en los Annals of Loch Cé (anales de Loch Cé), continuando con la historia ulterior de los sacrílegos que habían perpetrado la muerte del poeta, dice: ‘de modo manifiesto, Dios ejerció sobre los partícipes de su asesinato poder de un poeta, ya que les fue dirigida una muerte cruel, y sus cuerpos se pudrieron, hasta que los gusanos y los buitres se los hubieran devorado’.
La multa extrema del poeta[ii] era la misma que la del rey – y su paga honorífica usualmente el mismo. Y debido a lo sagrado de su posición, estaba, igual que el rey, sujeto a la degradación en su rango por cualquier pecado que manchase la blancura de su oficio. Y por pecados más veniales era, como rey y plebeyo, susceptible a la ley, que prescribía, por caso, que debería él pagar una multa por la acción improcedente de satirizar a un hombre en su ausencia; y por realizar una sátira por poder, haciendo recitar su sátira por un substituto, mientras se protegía a sí mismo en la cobarde seguridad de la distancia. Y tenía que responder por crímenes cometidos por cualquier extranjero que pague un arancel entre sus alumnos.[iii]
Desde tiempos muy antiguos, en Irlanda casi todas las cosas dignas de registrarse se vertieron en verso para su más fácil remembranza, su recitado más agradable y su mejor recepción auditiva. Las más antiguas Vidas de Santos están en verso,  o bien, donde nos han llegado en una mixtura de verso y prosa, la prosa es meramente un ejercicio posterior de paráfrasis del verso cuya lengua estaba resultando obsoleta. La historia antigua y la genealogía estaban en verso, y del mismo modo las antiguas leyes. Cuando [San] Patricio hizo reunir en códigos las leyes, ha de recordarse que se le pidió a un filé que “pusiera una hebra de poesía en torno a ellas”. Registros estándares tan antiguos como el Libro de los Derechos (Book of Rights),  y el Calendario de Aengus (Calendar of Aengus), están rimados. Incluso han llegado hasta nosotros antiguos libros de texto, sobre materias diversas, completamente en verso.[iv]
Algunos de los académicos continentales como Zeuss y Nigra, están de acuerdo con autoridades irlandesas eminentes en que fue el irlandés antiguo quien inventó la rima, y la introdujo, a través del latín, en los países de Europa.
Constantine Nigra (citado por Hyde) dice:

‘La idea de que la rima se originó entre los árabes se debe rechazar absolutamente como fabulosa… La rima, asimismo, no pudo en modo alguno haber evolucionado a partir del progreso natural de la lengua latina. Entre los latinos, ni la cosa ni el nombre existieron. Los primeros ejemplos seguros de rima, entonces, son hallados en suelo celta y entre las naciones célticas… concluimos que la asonancia final o rima puede haber derivado sólo de las leyes de la fonología céltica.’

Y Zeuss:

‘La forma de la poesía celta, a juzgar tanto por los más antiguos como por más recientes ejemplos expuestos, parece ser más ornamentada que la forma poética de cualquier otra nación [sic], y más ornamentada todavía en los poemas antiguos que en los modernos; hecho a partir del cual la más notable ornamentación indudablemente ha dado en confirmar que en el mismo momento en que el Imperio Romano estaba precipitándose hacia su ruina, las formas célticas – primero todas, después en parte – se introdujeron no sólo en las canciones latinas, sino además en las de otras naciones [sic] y permanecen en ellas.’

El Dr. Atkinson piensa que se remonta tan lejos como a dos mil años el momento en que los irlandeses comenzaron a añadir gracia a su antiguo arte poético con la invención suya de la rima. A partir de los versos latinos de Colm y otros de los más tempranos santos  irlandeses, tenemos prueba positiva de que, en cualquier caso, la rima estuvo en uso en Irlanda en los tiempos más primitivos del cristianismo, tanto la rima vocálica (asonancia) como la rima consonántica llamada comharda.



Llegada de los Thuata Dé Danann


El primer poeta inglés en usar rima – en su verso en latín – fue Aldhelm, en el siglo octavo, quien, debe resaltárselo, fue un discípulo del monje irlandés Mael-dubh, cuya escuela estaba en el lugar en que se asienta la actual ciudad inglesa de Malmesbury. Y un siglo más tarde, según lo señala el profesor Zimmer, el poeta Otfried, que introdujo por vez primera la rima en el pueblo alemán, recibió su educación en el monasterio irlandés de St. Gall en Suiza. Incluso los primeros poetas en cantar en lengua islandesa llevaron los nombres irlandeses de Kormack y Sighvat, y lo hicieron por un ancestro mujer, y podemos concluir fehacientemente que su educación poética fue irlandesa. Muchos siglos antes de eso, el inmortal poeta galés Caedmon, fue educado por un irlandés, rodeado por un entorno de influencias literarias irlandesas, y nutrido de literatura irlandesa.
Douglas Hyde afirma:

‘Ya en el siglo séptimo los irlandeses no sólo usaban rima sino que construían intrincadas versificaciones (rhyming metres), cuando muchos siglos después de eso, las naciones germánicas sólo podían usar la aliteración. … Y en la primera mitad del siglo sexto, los poetas ingleses mostraban, en su mayoría, una indiferencia hacia la fineza de ejecución y de técnica, de la que ni el más mediocre bardo irlandés adscripto al más insignificante poeta principal podría haber sido culpado.’

Como no podía ser de otra manera, los irlandeses, inventores de la rima, la llevaron a una perfección que maravilla, no siendo nunca igualados ni por aproximación por ningún otro pueblo, un hecho reconocido incluso por los que aún rehúsan aceptar como cierto que aquéllos le dieron origen.
‘Después del siglo séptimo’, dice el Dr. Hyde, en su Literary History of Ireland (historia literaria de Irlanda), ‘los irlandeses llevaron el sistema de rima a una perfección no soñada ni hasta hoy por otras naciones. Tal vez por ningún pueblo en el planeta en período alguno de la historia del mundo fue la poesía así de  cultivada, y aun más, tan bien remunerada, como en Irlanda.’ El Dr. Joyce dice, ‘Ninguna poesía de lengua europea alguna, antigua o moderna, puede compararse a la poesía irlandesa en riqueza melódica’.
Fue exuberante en metros hermosos, en aliteración, en rima asonante, en armonía consonántica. Las rimas estaban ubicadas no sólo al final del verso sino que frecuentemente se repetían, una y otra vez, dentro del verso, lo que resultaba de una desbordante riqueza melódica.
La técnica de la poesía irlandesa era, por lejos, más elaborada, compleja, intrincada y sutil que la de cualquier otra nación, antigua o moderna. Poseía una prosodia asombrosamente complicada, ‘astounding’ [pasmoso, que deja atónito] es el término que le aplica el Dr. Hyde.
Una prueba de la originalidad de la versificación irlandesa es que muchos términos técnicos usados en esta intrincada prosodia son irlandeses puros, no mostrando rastro alguno del latín ni otra influencia foránea. Y la influencia latino-cristiana habría dejado inevitablemente su impronta en el sistema de no haber sido el sistema llevado a la perfección total antes del arribo de [San] Patricio, y la introducción del conocimiento y el uso generales del latín entre los estudiosos y el clero.
Resulta trabajoso para nosotros llegar a comprender que en las antiguas Escuelas de Poetas irlandesas los estudiantes recibían ejercitación práctica en no menos de trescientos cincuenta tipos diferentes de metro. Doce años era el período mínimo[v] de estudio en las escuelas. Existían cuatro grados de poeta, requiriendo cada uno tres años de concentrado estudio. Cada grado se subdividía, a su vez, muy frecuentemente. Del grado más bajo, el bardo, había dieciséis divisiones diferenciadas por los metros que habían dominado. Como ejemplo de la sutileza y la complejidad prosódica de los metros, tomemos un tipo solo, el metro nath que era manejado por el bardo-rey, había seis tipos diferentes, divididos éstos, a su vez, en seis, algunos de los cuales tenían nada menos que seis subdivisiones. Por lo tanto, era una ardua tarea la que se erigía ante el aspirante al arte poético irlandés, y admirable y poderoso era el entrenamiento mental a través del cual pasaba el poeta irlandés.
El curso de literatura del poeta abarcaba siete veces cincuenta de los grandes poemas épicos bárdicos, cuya totalidad no sólo debía él memorizar, sino dominar en cada detalle, y, de requerírselo, debía ser capaz con cada uno de ellos de mantener como bajo un encanto cada reunión. Más aun, cuando accediera a su grado final, debía ser capaz de componer espontáneamente un poema corto sobre algún asunto sugerido. El poeta-ollam (poet-ollam, lit. el 'más grande' de los poetas), el poeta del rango más alto, debía dominar la historia irlandesa, las antiguas heredades y genealogías irlandesas de todas las más prominentes familias de Irlanda, siempre en condiciones y listo ante una notificación de último momento para recitar cualquier cosa exigida sobre alguno de esos asuntos. Pocos y sueltos por ahí son los académicos del siglo XX que poseen un conocimiento tan profundo de sus materias como lo hacían los poetas-ollam de mil quinientos años atrás.



Aunque los poetas estaban unidos a ciertas cortes de rey o poeta-principal,  donde recibían un estipendio regular además de vivienda para residir, tierra y animales (el ollam, veintiuna vacas con su pastizal, dos sabuesos y seis caballos), ellos recorrían su provincia o el país, acompañados por su séquito, honrando con sus visitas a diversos príncipes y notables cuyo encomio cantaban  re proporción a sus méritos. Todas las cortes y todas las residencias les abrían sus puertas de par en par al poeta y su compañía. Veinticuatro era el número de asistentes prescripto por ley para el poeta ollam cuando ofrecían por sólo una noche, para cada anfitrión, el honor de su actuación. Cuando aquél llevaba la intención de quedarse más tiempo, o se dirigía en ocasión de una fiesta (a la cual, por supuesto, llegaban de igual modo otras compañías), la ley fijaba diez [días] para que continuara. Sin embargo, muy frecuentemente los más famosos poetas, considerándose a sí mismos mayores en magnitud que la ley, movían entre tres o cuatro veces el número prescripto de asistentes, y se imponían ellos y a su tribu durante días y semanas, meses, incluso, en las cortes que tenías como sus preferidas. ¡El poeta nacional del siglo sexto, Senchan Torpeist (sucesor de Dallan Forgaill), en ocasión de visitar la corte del rey Connaught, Guaire the Hospitable (Guaire el Hospitalario), junto a poetas participantes, estudiantes, sirvientes, esposas, perros y caballos, agasajó a su archipoderoso anfitrión por un año y un día con la compañía de su glamoroso trabajo! Y, dado que bajo ninguna inconcebible condición podía un anfitrión, y mucho menos un miembro de la realeza, solicitarle a un poeta que se fuera, esta visita sólo podría haber terminado cuando Guaire fuese devorado por la pobreza, de no haber sido el hermano del rey, el santo eremita Marban, bendecido con la inspiración de encargar a Senchan y su compañía partir hacia el este con una misión literaria (en busca del perdido Táin Bo Cualgne, que, dijo la tradición, había sido ‘portado hacia el este a través del mar con los Cuil’), la cual prometía tomar años, si no la eternidad, para ser cumplida.[vi]
La oda por la partida de Senchan a Guaire debe haber sonado en los oídos de aquel rey como una de las más dulces jamás dichas por poeta, si pasamos por alto la alarmante estrofa final:

[…]

‘¡Yo te declaro a ti, Oh Dios!
Quien no puede no cumplir la promesa,
Que, debiendo retornar a nuestra propia tierra,
Te visitaremos de nuevo, Oh Guaire, aunque ahora partimos.’[vii]
                                                                                                                                                                                                              
Dado que en una tierra de poesía y de hospitalidad esta clase privilegiada recibió el más fuerte incentivo para acrecentarse en número y multiplicarse, no debe sorprender que su cantidad y su presunción crecieran en una proporción tal que ellos, más de una vez, se volvieran una carga insoportable en los dominios de su tierra. Y tres veces en los primeros siglos – una de ellas en momentos cuando se dice que ellos y sus incontables seguidores constituían un tercio de la población de la Isla -, el pueblo que sufría, provocado hasta el punto de ultrajar la tradición sagrada, propuso desterrar del territorio a los poetas y sus bandas. Uno de los últimos de estos brotes populares del sentir anti-poetas fue el que fue apaciguado por Colm en la Convención de Drimceatt. No onstante, dos veces dentro de la segunda mitad siguiente del siglo, Reyes de Ulad (Ulster) tuvieron que brindar refugio a los bardos y salvarlos de la extinción.
Desde luego, eran los revoltosos y de mala reputación – de los que la tribu-de-los-poetas nunca quedaba libre, en los días de la modernidad, no más que en los antiguos – quienes arrastraban a los grupos todos organizados a estas periódicas rachas de descrédito. Los de poca valía herían severamente la organización toda, no sólo por la indignante imposición sobre la hospitalidad del pueblo, sino de igual modo por las exigencias compulsivas que ellos ejercían a un pueblo demasiado generoso. La ley consuetudinaria establecía que a un poeta se le pagara por su composición un precio que guardara relación con su prestigio y la valía de su obra. Pero en ocasiones los insensatos llegaban a cobrar lo que les pluguiera. Ninguna persona de bien se negaría a la exigencia de un poeta. Y, en el fondo, si alguno era tan poca cosa como para negarle a un poeta valioso su monto o bien lo suficientemente temerario para rehusarse a una exigencia, lo hacía a riesgo de terminar siendo satirizado con una sátira poética mordaz, la cual lo haría el hazmerreír de todo el país, y a los hijos de sus hijos de sus hijos, el hazmerreír de generaciones no nacidas aún. Y tan dotados en este arte malicioso eran algunos que se hizo legendario el hecho de que sus sátiras podían no sólo apestar las cosechas del sujeto satirizado, sino sacarle, realmente, ampollas en la cara.”[viii]                                                                                                                                                                                                                                                                                                   


De los autores citados en este fragmento:

- Douglas Hyde: A Literary History of Ireland (una historia literaria de Irlanda)
--------------    : Irish Poetry (poesía irlandesa)

-         P. W. Joyce: Social History of the Ancient Irish (historia social de los antiguos irlandeses)    



Extraído de SEUMAS MacMANUS (Assisted by several Irish Sacholars / en colaboración con varios académicos irlandeses), The History of the Irish Race [A popular History of Ireland] (la historia de la raza irlandesa – una Historia popular de Irlanda), The Devin-Adair Company, Old Conecticut, U. S., 1966 –revisada / 1ra ed.: 1921. Chapter XXIV: The Poets (Cap. 24: los poetas). Traducción del inglés de este fragmento, exclusivamente para este blog: G. Aritto / 2015




Dunluce Castle, County Antrim, Ulster



[i] … that (sic) he  was easily known among the rest of the land”. Entiendo que el final de la cita algo inconexa de MacManus se refiere al poeta asesinado, (re)conocido definitiva e inequívocamente desde entonces. (G. A.)
[ii] Su paga honorífica (honour-price) era de siete cumals (veintiuna vacas). (N del A)
[iii] Un pasaje extraído de  las Brehon Laws (Leyes de Brehon): “El poeta (o tutor) comanda a sus alumnos. El hombre de quien se recibe educación está libre de los crímenes cometidos por sus alumnos, aunque él les brinde sustento y ropa, y ellos le paguen por su formación. Él está libre, aun cuando sea un extranjero a quien instruya, dé sustento y ropa, dado que no es por la paga sino por Dios por lo que él lo hace. Si da alimento e instruye a un extranjero por la paga, es entonces cuando se hace imputable por sus crímenes.” (N del A)
[iv] Cabe recordar que, según lo ha asegurado ya una parte notable de críticos e investigadores abocados al entorno medieval, aun a fines del siglo XIV los públicos de las Islas Británicas se mantenían entregados con naturalidad a la audición / representación de su la poesía y la narrativa de sus poetas. Un caso muy singular de la perduración de este hábito parece poder verificarse en la relación texto – audiencia del libro más famoso de Geoffrey Chaucer, The Canterbury Tales (los cuentos de Canterbury), que vivían no sólo en la transmisión oral, sino en su recitación acompañada de instrumentos musicales. (G. A.)
[v] The English Campion, en su History of Ireland (historia de Irlanda), registraba en su día (siglo XVI) que la duración del curso a veces se extendía a veinte años. (N del A)
[vi] Se trata de La aventura de Conle, historia sobre Conle el Rojo, hijo de Conn, conservada en el Libro de Ulster que data muy probablemente del siglo VIII. (G. A.)
[vii] Se han eliminado aquí las tres primeras estrofas. (G. A.)
[viii] Se eliminó aquí una nota del autor que recoge un hecho anecdótico que ejemplifica el cuadro dramático descripto. (G. A.)


La imagen subtitulada Llegada de los Thuata Dé Danann pertenece al sitio: http://www.oneillsofulster.com/



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