17 de septiembre de 2015

EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA (XI) / NUESTRO HERMANO ULTRAMUNDO FEÉRICO: La música del Tejo de las hadas






“Finalmente, llegamos al corazón del propio ultramundo[i] celta y sus habitantes. A lo largo de todo este libro ha quedado claro que no hay parte alguna de este mundo que no afecte o actúe como entrada al ultramundo. El ultramundo celta es contiguo al nuestro, superponiéndose a él, sus aguas filtrándose para siempre a través de las apenas perceptibles grietas que marcan las fronteras no vistas. El focalizar muestra atención en él es equivalente a desplazarnos en su dirección.
Los habitantes del ultramundo son el pueblo de los sidhe, o montículos, aquellos a los que llamamos el género feérico. El nombre ‘faery’[ii] ha adquirido desafortunadas connotaciones, evocando imágenes de criaturas con alas de mariposa y sacarina de un tamaño levemente mayor al de los insectos. Si hemos de tener algo de comprensión de las gentes de los sidhe en la tradición celta, debemos borrar connotaciones semejantes y entender que ellos tienen una estatura y un poder, por lejos, mucho mayores de lo que podamos concebir. Inmortales, capaces de pasar entre los mundos a voluntad, con recursos que parecen mágicos a los humanos, aparecen como protagonistas principales en la tradición celta, tanto entonces como ahora.
El poseer consciencia viva [awareness] de los seres feéricos es aún algo fuerte en los países célticos. Se los considera como vecinos, una raza que exige un enorme respeto, que pueden ayudarnos o causarnos daño según la naturaleza de la alianza que los mortales tengamos con ellos. Entre personas con un marco esotérico estrecho o con ninguno, existe el cuidado saludable y exagerado de no llegar a involucrarse demasiado con los seres feéricos, no sea que se precipiten incautamente en sus moradas [realms] y no puedan encontrar la salida al exterior otra vez. Son sólo los temerarios o los intrépidos exploradores del ultramundo quienes bogan activamente por hallar a los seres feéricos y adentrarse caminando por los senderos que llevan a sus moradas.
Los seres feéricos siempre han sido una raza aparte. No son, ni lo han sido jamás, humanos. En la tradición irlandesa es posible verlos como deidades primitivas, como vemos en ‘The Fosterage in the House of the Two Pails’ (el acogimiento en la casa de los dos cubos), donde los Tuatha De Danann se retiran a los montículos de las colinas huecas de los sidhe, dejándoles el territorio a los Milesios. Sin embargo, su existencia separada aún repercute en la existencia de los mortales, arrojando luz sobre la naturaleza de nuestros propósitos espirituales hacia el entorno, del cual son ellos guardianes naturales. En el texto ahora nuevamente traducido ‘The Yew Tree of the Disputing Sons’ (el tejo de los hijos contendientes), vemos cuán cuidadosos debemos ser cuando invadimos territorio encantado sin efectuar la restitución o la alianza.
El admirable libro de W. Y. Evans-Wentz The Fairy Faith in Celtic Countries [iii] (la fe en lo feérico en los países célticos) revela nuestra alianza ininterrumpida con los seres feéricos y pone de relieve la dislocación del habitante urbano respecto de tales alianzas. El autor hace hincapié en la importancia de nuestro estudio de los seres feéricos como ‘una llave para abrir el cerrojo de los misterios de la mitología céltica’, y señala que

En verdad, el imperio céltico es más grande de lo que lo fue nunca antes de que César destruyera su unidad política; y sus ciudadanos no han olvidado la antigua fe de sus ancestros en un mundo invisible.

[…][iv]








The Yew Tree of the Disputing Sons
(el tejo de los hijos contendientes)

- traducido al inglés, a partir del gaélico irlandés, por Caitlín Matthews -



[Comentario]

Esta historia cuenta la causa de la Batalla de Mag Mucrama, que fue la lucha entre Eogan mac Ailill Olom y Lugaid mac Con. Ella revela la íntima relación entre el mundo-medio y el mundo de los sidhe, poblado de los seres feéricos, y en la necesidad de cuidar nuestro trato con ellos.
Inicialmente, es Ailill quien causa un desequilibrio entre los mundos con su acto de hacer pastar caballos en el dominio de los sidhe. Como devolución, ellos pisotearon su pastura, entonces Ailill y sus camaradas salieron a investigar y atrapar a los culpables. Ellos dieron muerte al feérico Eogabul, violando además y matando a Aine, la mujer feérica. La venganza de Fer Fí por el asesinato de su padre y su hermana es muy sutil. Él generó con su inventiva un tejo de robustez y belleza tan sin paralelo que el hijo de Ailill, Eogan, y sus hijos adoptivos, (Lugaid) Mac Con y Cían, ambos dos lo reclamaron para sí mismos. En otra versión de este cuento, la razón por la cual los tres querellantes fueron conducidos al tejo es que Fer Fí, el arpista encantado [the faery harper], hace música en ese preciso lugar. La disputa gira en torno a la posesión del músico. En esta versión, Ailill gana el árbol como premio para su propio hijo, y una batalla conduce a la otra. En la terrible masacre que sigue, los sidhe hallan su venganza plena.
Puede que se considere extraño entre guerreros de nobleza principesca el luchar por un árbol, pero los antiguos árboles de Irlanda eran puntos focales de encuentro tribal y se consideraba que eran poseedores de memoria y que tenían el poder de testigos. Los árboles eran emblemas centrales de la continuidad tribal. El tejo de este cuento es una invención creada por las habilidades de los de los sidhe y sólo puede ser descubierto por aquellos a quienes los seres feéricos desean castigar. Este texto está atribuido a Cormac mac Culennáin, el obispo-rey de Cashel († 908) y se lo localiza en la compilación del siglo XII el Leabhar Laignech (Libro de Leinster).



[Texto del relato]


1. QUE uno de ustedes me pregunte sobre la historia del tejo maravilloso: ¿por qué será que a él, precisamente, se lo llama el Tejo de los Hijos enfrentados por la Disputa?
2. ¿De qué madera es el hermoso árbol venenoso, víctima de traición semejante? ¿De qué naturaleza era originariamente la amistad que existía antes de que los disputantes hijos le diesen a él su nombre?
3. De su territorio escogió Ailill este prado para la pastura de sus caballos: de Dún Cláre a Dún Gair, de Ane a Dún Ochair.
4. A la parca población de los sidhe le disgustaba esta invasión de su tierra; ellos solían destruir los pastos cada Samhain[v]: ¡ninguna historia que iguale a ésta!
5. Ailill fue con Ferchess mac Commán a observar el agradable pasto; vieron ellos sobre el llano tres vacas y a tres personas pastoreándolas.
6. ‘¡Estos son los ladrones!’, dijo Ailill con engreimiento. ‘Una mujer y dos hombres, no hay duda, y sus tres vacas sin cuernos’.
7. ‘Son ellos quienes han pisoteado los pastos y consumido nuestra hacienda para robarnos, cantando la dulce música de los sidhe a fin de hacer dormirse a la raza de Adán.’
8. Si están ellos cantando la música de los sidhe’, dijo Ferchess mac Commán, ‘¡no vayamos más cerca hasta derretir algo de cera para nuestros oídos!’
9. Ellos no pudieron oír la dulce música después de meterse con fuerza cera adentro de sus oídos.[vi] De pronto, cada uno de los presentes vio al otro: ¡un encuentro sorpresivo!
10. Furiosamente, Eogabul (de los sidhe y Ailill se trabaron en lucha de parte a parte del campo; Eogabul fue derribado de un golpe, y Aine (de los sidhe) fue vencido.
11. Ailill vino hasta Aine, superándola en vigor, la redujo y se abalanzó sobre ella; la conoció[vii] él entonces, no con su consentimiento sino por la fuerza.
12. Aine usó su cuchillo para zafarse de Ailill,  ¡y mi testimonio no miente! Le rebanó su oreja derecha de la cabeza inclinada encima de ella, por lo que, en adelante, a él se lo llamó Ailill Sin oreja.
13. Esto encolerizó, entonces, a Ailill; clavó él con violencia su lanza en Aine; no le rindió honor alguno, la abandonó muerta.
14. En lo que respecta a Ferchess, ninguno escapó jamás de él cuando desenvainaba su arma sin recibir heridas y magullones, aun cuando fuesen una muestra amistosa de sus destrezas en la batalla.                                   
15. Fer Fí se retiró al montículo de los sidhe donde el pueblo de sus parientes vivía, muchos fueron los lamentos a causa de las muertes de Aine y de Eogabul.
16. Al día siguiente mismo, al alba, las huestes montadas de los sidhe salieron afuera; pusieron fuego a Dún Cláre y Dún Crott, provocaron un incendio expandido por todas partes.
17. ‘Encaminémonos a Dún Ochair Mág’, se decían uno a otro entre ellos mismos. ‘Demos muerte a Ailill en su casa y a la hija de Conn El De Las Cien Batallas.’
18. ‘Nada tenemos que reclamar sobre la hija de Conn’, dijo Fer Fí, hijo de Eogabul. ‘No sin peligros, sino con bravura vengaré yo a mi padre.’
19. Fer Fí se dirigió hacia el oeste con Aebléan, su hermano; ellos pergeñaron una estrategia a la altura de su honorabilidad: dieron forma al Tejo[viii] de los Hijos Contendientes.
20. El lugar donde crearon el árbol era en Ess Máge de los grandes clanes; tres se llegaron hasta el árbol que lo deseaban para sí mismos: Mac Con, Cían y Eogan.
21. Mac Con, sin miramientos, reclamó el árbol para sí, tanto la madera vieja como los brotes verdes; aquí Cían lo reclamó desde la semilla, lo mismo los brotes rectos que los torcidos.
22. No menos ambiciosamente[ix] fue pretendido por Eogan, quien reclamó todo lo que crecía encima del suelo y todo lo que crecía debajo.
23. Así fueron las disputas de los hombres, los hijos de una misma madre; cada uno de los resueltos tipos reclamó el árbol para sí.
24. ‘Yo aceptaré el dictamen de tu padre’, dijo Mac Con De la Espada Roja. ‘Cualquiera sea el lugar[x] que él fije oficialmente para ti o para mí, no apelaré si pierdo.’
25. Entonces, Ailill dio duro dictamen; por tal motivo Mac Con se enojó terriblemente. Ailill concedió el tejo a Eogan, y soslayó a Mac Con menospreciándolo.
26. Para vengar eso, Mac Con desafió entonces a Ailill a dar una batalla; así se hizo, sin demora, y la Batalla de Cenn Febrat fue librada.
27. Mac Conn fue herido allí y desde entonces anduvo rengo, un acontecimiento triste; Da Dera, el bufón del Dárine, cayó en manos de Cairpre.
28. Este conflicto fue causa de la furiosa batalla de Mag Mucrama de los pastos rojos; el martes fue librada, donde las cabezas de Irlanda cayeron.
29. Así cayó Art mac Conn, alto rey de Irlanda la inconquistable; allí cayeron atrozmente los siete hijos de Ailill.
30. Allí fue herido Lug Lága, quien realizó una audaz proeza: asesinó a Art mac Conn El Justo, y a Bénne Britt de los Britones.
31. Allí cayeron los vengativos Mac Con y Ferchess mac Commán, y Sadb, hija de Conn, por el veneno del hermoso tejo.
32. Se trata no de un árbol sino de una aparición espectral de los sidhe, su naturaleza no es de este mundo; ni es de madera su tronco, sino de una horrífica penumbra.
33. El árbol brindó refugio contra los cortantes vientos, suficiente para trescientos guerreros; su madera estacionada hubiese bastado para una casa, fue protección contra todo peligro.
34. Él está misteriosamente ocultado por los sidhe gracias a una astuta artimaña. Sólo uno entre cien es lo suficientemente desafortunado para encontrarlo; entonces, es un hallazgo eterno de desgracia.
35. Del norte y del sur cayeron guerreros, a causa del veneno del tejo de ramas rojizas; del este y del oeste cayeron ellos: no insistas ya más en preguntarme por qué.”


  

Extraído de Caitlín and John Matthews, The Encyclopedia of Celtic Wisdom (la enciclopedia de la sabiduría celta), Part IV / Chapter 12: In the House of the Sidhe (Parte IV / Cap. 12: en la casa de los sidhe), Barnes & Noble, New York, 1994; p. 388-389 / 428-431. Traducción del extracto y notas, a los únicos fines de su aparición en este blog: G. Aritto / 2015.




[i] “The otherworld”, en el original; como en todos los escritos anteriores de esta serie, entendido como “el otro-mundo” (su traducción hegemónica), supra- e infra-existente respecto del orden tridimensional-material del “mundo-medio” en que moramos en el planeta.

[ii] Para los alcances posibles de significado y de referentes del término inglés “fairy” y del gaélico “sidh(e)”, ver, de esta misma serie, los textos de P. Berresford Ellis y de S. Knight – junto con las notas relacionadas - en EN UN CLARO DEL BOSQUE CELTA (IV y VIII).

[iii] New York, Lemma Publishing Co., 1973.

[iv] A continuación, los autores comentan y traducen (con detalle de sus fuentes y versiones originales) los relatos titulados ‘The Wooing of Etain’ (el cortejo de Etain), y el ya mencionado ‘The Fosterage in the House of the Two Pails’.

[v] A propósito del Samhain, día consagrado al Hallowe’en, comenta Caitlín Matthews en este mismo volumen: “El nombre gaélico para los espíritus de los muertos es sluagh sith o la ‘hueste de paz’ – un eufemismo propiciatorio. Sin embargo, los sithean son también de la familia feérica. No es poco significativo que el momento cuando los muertos y los seres feéricos están más activos es en Samhain, Hallowe’en. 
“Samhain marca el Año Nuevo celta y el comienzo del año agrícola; se lo celebraba y se lo celebra con gran fervor. En tiempos remotos todas las fogatas de Irlanda eran apagadas y reencendidas a partir de la que se prendía sobre la colina de Tlachtga. El festival es uno de larga vigencia; no sólo ha sobrevivido en forma reconocible como una costumbre tradicional popular en los países célticos, se ha extendido a América…” [‘Consulting the Ancestors’ (consultando a los ancestros), en “The Memory of the Ancestros” (la memoria de los ancestros), Parte I, Cap. 4, p. 117-118; trad. de la cita: G. A.]

[vi] Acaso fuera el silencio, y no la música humanamente audible, lo más terrible de oír en la voz y el arpa encantadas del mundo feérico. Eso era, quizás, lo que verdaderamente no podían soportar. Como lo intuyó y parafraseó, bajo el título de “El silencio de las sirenas”, Franz Kafka a partir del presuntuoso encuentro de Odiseo con las temibles cantoras aladas (Odisea, Rapsodia XII).

[vii] “… he had knowledge of her…”: denotando relación carnal, con la misma acepción y el mismo uso con que aparece, por caso, en el Antiguo Testamento. La acotación contigua, “not by consent but by force”, diferencia, sin embargo, el cuadro dramático acá presentado del típico encuentro bíblico, motivado y perpetrado con naturalidad y mutuo acuerdo. ¿Acaso habrá sido esto obra del puño cristiano del escriba?...

[viii] El tejo, en el entorno mítico celta, es depositario de un simbolismo asociado a la Resurrección y la Vida Eterna. Su lugar en el mágico alfabeto Ogam es el de la quinta vocal, Idho, y su lugar en el calendario cósmico del planeta, el del solsticio de invierno / verano (21 de diciembre gregoriano). Saturno y Plutón son sus entidades planetarias regentes, y sus elementos afines, Tierra y Agua. Sus runas esenciales, Yr y Eohl. Deidades como Bamba, Dione, Ártemis y Perséfone figuran en su panteón femenino natural, atribuyéndosele el aspecto divino de la Triple Diosa. Guardián del Inframundo, oficia de Guía para las almas que transitan su camino desde este mundo al Otro. Las culturas cristianas dieron una entusiasta acogida al simbolismo y los atributos esotéricos que a este árbol que fascinó a Europa otorgó el pagano legado de los pueblos celtas. Aquí le rinden honores nombres como Eógan ("nacido del tejo") y Fer ("hombre de tejo").

[ix] “No less comprehensively”, en la versión de C. Matthews: según exige una de las mujeres shakespeareanas, “nada menos que todo…”.

[x] Wherever he awards it to you or to me”, en el enigmático inglés de C. Matthews: me pregunto, perplejo, cuál será la expresión puesta en boca de Mac Con en el gaélico original. La vaguedad y la ambigüedad se apoderan aquí, como por hechizo, de actores y acciones; el lenguaje ha perdido toda sujeción a la frágil lógica de la mente concreta y de las relaciones humanas. La semilla del Caos ha sido (im)plantada y dará frutos inmediatos. Como en medio del vórtice atroz desatado en la céltica leyenda del Rey Lear, transmutada en sublime paroxismo por Shakespeare, debemos aceptar como natural que desaparezcan personajes en la nada (¿a quién le habla Mac Con? ¿A dónde se fue Cían?: ¿hay ahí algún lector de intelecto menos indigente que el mío que pueda aventurar una respuesta? - una confrontación con alguna otra versión podría servir de ayuda) y que de la nada hagan otros su impetuosa, incontenible irrupción. Una muestra más de cuán lejos de los miedos y preconceptos judeo-greco-romano-cristianos se expandía en libertad la (“medieval”) mente y la inspiración de los celtas. Y mucho de ese precioso abismo psíquico sería dotado de un nuevo lenguaje, de nuevas perspectivas, por los relatos mágicos, de hadas, de niños, o como quiera que se los pretenda rotular, primero por la prolijidad intimista de Ch. Perrault, pero después, y mucho más profundamente, por la salvaje genialidad de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm en la Alemania oprimida por las hordas napoleónicas y liberada por el fuego sagrado del Romanticismo, donde ardieron todos los terrores y todos los anhelos imposibles del compulsivo Occidente.
  


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