(Re-publicado por eliminación del video original anterior por YouTube)
Beethoven en mi vida
A la memoria de mi maestro
don Pedro Callegari
Reubicado artísticamente en el cosmos del período "clásico" de la música europea por la musicología de los últimos veinte años, Beethoven fue asociado hasta los años 80s a la sensibilidad y la estética propias del pre-romanticismo. Una sugestión crítica parecida - aunque menos ardua y controvertida - sufrió la figura, ambivalente en cierto modo, de Goethe (¿hará falta evocar la famosa declaración de su Fausto?: "Dos almas, ¡ay de mí, imperan en mi pecho, y cada una de la otra anhela desprenderse..."). Por el pudor del que no puede esgrimir autoridad y por no desvirtuar estas líneas íntimas que no aspiran a más que dejar una estela de emoción, no avanzaré sobre este aspecto. Sin embargo, cuando mentamos a Beethoven poco nos cuesta congregar a algunos de aquella tribu más o menos contemporánea al apogeo romántico: Schiller, Heine, los hermanos Grimm, Rousseau, los Shelley, Lord Byron, Turner... Napoleón... Y pocos mitos tan caros a la época (y a casi todas las épocas) como el del titán Prometeo encadenado por Zeus. Su figura irradia un espectro de significaciones aún no del todo esclarecidas. Sabemos que su impulso más básico es el problema de la libertad en el hombre, su derecho a homologarse a "los dioses" y el dudoso castigo que merece el atrevimiento de crear. Confiando en recibir alguna otra revelación sobre este punto en conexión con el músico alemán, me arriesgo aquí (como en tantos otros lugares de este blog) a traer un vistazo ocultista, otra vez, el de J. Trigueirinho. A propósito de la historia de la "caída" (de la humanidad y de los ángeles), y de la naturaleza y la implantación del Mal en el planeta, nos sale al encuentro el siguiente comentario: "El ingreso de conciencias de planetas más evolucionados en la Tierra durante las primeras fases de este cuarto ciclo de expresión [se refiere a la raza de los atlantes] contribuyó para que fuese desencadenado el proceso de separación de los sexos en la humanidad. Tal hecho, ocurrido concretamente durante la Tercera Raza [la de los lemurianos, precedente a la atlante], fue simbólicamente descrito en el mito de Prometeo, el titán que robó el fuego de los cielos y lo trajo a la Tierra; por eso fue encadenado a una roca donde, hasta que fuese salvado por Hércules, un buitre ininterrumpidamente le picoteaba el hígado. En ese mito tenemos representada la prisión en la cual se encuentra el ser interior del hombre por su propia elección, y también su liberación. Prenuncia la venida de energías solares en auxilio de la humanidad terrestre, hecho que es hoy claramente percibido por aquellos que respondieron positivamente al llamado para esa liberación" (Secretos develados (Iberah y Anu Tea)). Tal vez esta original perspectiva resulte afín al universo de ideas, sentimientos e impulsos que creo experimentar al escuchar el Concierto para Piano n° 4 en Sol Mayor Op. 58 que suena en el video, que, junto con muchas de sus sonatas, es la obra de Beethoven a la que sigo retornando sin cansarme nunca, sin dejar de descubrir algo nuevo cada vez, cada día. En ella creo contemplar lo humano cercenado, por un lado, por el poder de lo Absoluto y lo cósmico, y librado, por otro, a su Destino de digno niño-héroe co-creador a la par Dios. Y es al promediar el 2° Movimiento.: Andante con moto cuando irrumpe, abruptamente, como el umbral de la Prueba de acceso a la ardua liberación final, la instancia del Hombre preguntándose a sí mismo y a su incógnito Creador por qué justo a él, que qué sería del Universo sin su frágil arcilla apasionada, que cómo soportaría Aquél su soledad estéril, su vacío añorando eternamente a la criatura (la única) soñada para expresarlo como luz y oscuridad, amor y miedo. Europa -me atrevo a aventurarlo - no había vuelto a rozar las alturas de un "drama" psicológico y metafísico tan prodigioso desde Shakespeare. Y acaso algo de la desintegración del Todo y su recuperación en el milagro precario de lo humano, que podría también estar discurriendo como el genio de Ariel en su Sonata Op. 31 n°2 en Re menor, La tempestad, se abre paso aquí por entre la tétrica amenaza de la orquesta. Martha Argerich confiesa, en la documental del franco-suizo Georges Gachot Conversación nocturna (producida en 2002), que fue la audición de esos trinos allí preparados por su demiurgo, siendo ella todavía una niña, el hito contundente y perentorio de su vínculo atávico con la música y el piano. Era, como en el video, el siempre-joven Claudio Arrau, chileno inigualable y universal, quien lo descifró aquella noche en el Teatro Colón de Buenos Aires: el abismal Concierto n° 4 ".. que je ne joue pas ..." (... que yo no toco...) - confiesa la colosal artista argentina haciéndose cargo de la sagrada conmoción a sus lejanos ya seis años...
Su música visionaria se me vuelve un pájaro que, a la vez, anida en el corazón de cada uno y aspira a alcanzar el Empíreo donde cesa toda dualidad y caduca el tiempo. A diferencia de la de Bach, que se siente originada en los confines mismos de Dios, siempre mucho antes de dar con nosotros, y proyectada como una espiral sin fin más allá de nuestra finitud, la de este "Prometeo" que expurga nuestras culpas nos reclama compás a compás, acorde a acorde, susurrándonos en secreto que, sin nosotros ahí hechos un mismo nudo de fuego con ella, su trabajo y su victoria habrán sido en vano.
Gustavo Aritto
Versión del video: Bavarian Broadcast Symphony Orchestra, bajo la dirección de Leonard Bernstein; al piano, Claudio Arrau. En ocasión de "The Amnesty International Concert" (Concierto de Amnistía Internacional), 17-10-1976.
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