18 de marzo de 2013

"UNA TIERRA SIN CAMINOS" (XIX): KRISHNAMURTI / POR UNA "FONOMENOLOGÍA" DE LO FRAGMENTADO








“Agoté esta copa: 
ahora, no hay nada, 

excepto el éxtasis de la disolución…”  

Rumi

                               


De


La conciencia fragmentada

(Diálogos en Saanen, Suiza, 1971)




“KRISHNAMURTI: Yo no propongo el orden, parto del desorden. Nosotros estamos en desorden, eso es evidente. Hay guerra, hay división en nacionalidades, el hombre y la mujer luchan el uno contra el otro. Estamos en guerra con los demás y dentro de nosotros; eso es desorden. Es un hecho. Sería absurdo proponer el orden; ¡no hay orden!

Interlocutor: ¿No hay orden en la vida natural?

KRISHNAMURTI: Probablemente lo hay en la naturaleza. Pero ésa no es mi pregunta. Nosotros nos preguntamos: ¿podemos ustedes y yo considerar todo este fenómeno de la existencia como un movimiento unitario, no fragmentado en lo consciente y lo inconsciente?

Interlocutor: Pero eso sería orden.

KRISHNAMURTI: Es lo que estamos discutiendo, yo no sé adónde irá a conducirnos. En esta conversación intentamos descubrir si nuestras mentes son capaces de mirar la vida como un todo, como un movimiento unitario y, por lo tanto, sin contradicción.

Interlocutor: ¿Pero no indica la misma definición de «inconsciente» que uno es incapaz de mirarlo?

KRISHNAMURTI: Esto debemos examinarlo despacio. Supongamos ahora que yo no puedo considerar la vida como un todo. ¿Soy consciente de que miro la vida de modo fragmentario? Comencemos con eso. ¿Ustedes se dan cuenta, saben que dividen la vida?

Interlocutor: No.

Interlocutor: ¿No es «la vida como un todo» un concepto abstracto?

KRISHNAMURTI: Si proponemos, como una idea, que la vida es un proceso unitario, entonces eso es un concepto. Pero si nos damos cuenta de que vivimos en fragmentos, y nos preguntamos si esa división fragmentaria puede ser cambiada, entonces quizá descubramos lo otro.

Interlocutor: A mí me parece que en primer lugar debo descubrir lo que yo soy, antes de que pueda comenzar a cambiar. ¡No me gustan los hippies, y eso es lo que soy! Tal vez yo pudiera cambiar eso si antes me ajusto a lo que soy.

KRISHNAMURTI: Vea, señor, no estamos hablando acerca del cambio. Esta mañana intentamos investigar la siguiente pregunta: ¿cómo considero la vida?

Interlocutor: Si estoy fragmentado no puedo oírla como un todo.

KRISHNAMURTI: Así es. ¿Estamos fragmentados? Comencemos con eso.

Interlocutor: Puede ser que la fragmentación no esté a nivel consciente como usted dijo: artista, científico, sacerdote. La fragmentación está en el inconsciente.

KRISHNAMURTI: En primer lugar esté absolutamente seguro de que ha descartado lo superficial; de que ya no está atrapado en los diversos enfoques fragmentarios nacionalistas y religiosos de la vida. Esté muy seguro de que ha desechado todo eso por completo; es una de las cosas más difíciles de hacer. Pero vayamos más al fondo de la cuestión.

Interlocutor: Si estas divisiones existen de hecho al nivel consciente, ¿no constituye una fragmentación el descartarlas?

KRISHNAMURTI: Llegaremos a eso. Al examinar el consciente y ver su fragmentación, daremos naturalmente con lo otro. Entonces ambos se reunirán, porque hemos dividido la existencia en lo consciente y lo inconsciente, en lo oculto y lo visible. Ese es el punto de vista psicológico, psicoanalítico. Para mí no hay tal cosa. Yo no divido la vida en consciente e inconsciente. Pero al parecer esa división existe para la mayoría de nosotros.
Ahora bien; ¿cómo ha de examinar uno el inconsciente? Usted ha dicho que existe esta división entre el consciente y el inconsciente, y que se puede estar superficialmente libre de las divisiones que la cultura ha producido. ¿Cómo examinará el inconsciente con todas sus fragmentaciones?

Interlocutor: ¿No sería mejor examinar y descubrir si existe un consciente y un inconsciente?

Interlocutor: ¿Cuál es la definición del inconsciente?

KRISHNAMURTI: Al parecer, la definición del inconsciente es: aquello que no conocemos. Pensamos que conocemos la conciencia superficial, pero que no sabemos qué es el inconsciente. Escuchen lo que dijo aquel caballero: nosotros hemos hecho esta división, ¿pero es ella real?

Interlocutor: ¡Si el inconsciente no fuera real, después de una plática en Saanen estaríamos liberados!

KRISHNAMURTI: Están el consciente y el inconsciente. Yo no digo que la división exista, pero eso es lo que hemos aceptado. ¿Conocen ustedes su mente consciente?, ¿lo que piensan, cómo piensan, por qué piensan? ¿Son conscientes de lo que hacen y de lo que no hacen? Piensan que comprenden al consciente, pero podrían no comprenderlo. ¿Cuál es la realidad? ¿De veras conocen al consciente? ¿Conocen el contenido de la mente consciente?

Interlocutor: ¿No es la mente consciente aquello que, por definición, comprendemos?

KRISHNAMURTI: Usted puede comprender una cosa y puede no comprender otra. Puede comprender una parte del contenido de la conciencia y puede no saber nada acerca de la otra. ¿Conoce usted, pues, el contenido de su mente consciente?

Interlocutor: Si lo conociéramos no habría este caos en el mundo.

KRISHNAMURTI: Por supuesto, es natural.

Interlocutor: Pero no lo conocemos.

KRISHNAMURTI: Esa es la cuestión. Pensamos que lo conocemos. Pensamos que conocemos las operaciones de la mente consciente, pero lo que hay es una serie de hábitos: ir a la oficina, hacer esto o aquello. Y pensamos que comprendemos el contenido de la mente superficial. Pero yo cuestiono eso y, mucho más aún, cuestiono que el inconsciente pueda ser, en modo alguno, investigado por el consciente. Si no conozco el contenido de la consciencia, ¿cómo puedo examinar el contenido del inconsciente? Así es que debe haber un enfoque por completo distinto.

Interlocutor: ¿Cómo sabemos que el inconsciente existe?

Interlocutor: Por sus manifestaciones.

KRISHNAMURTI: Usted dice, «por sus manifestaciones». Vale decir que, conscientemente usted puede estar haciendo algo, pero el motivo inconsciente puede ser por completo distinto del impulso consciente.

Interlocutor: Acción negativa.

KRISHNAMURTI: Claro. Por favor, tratemos de entendernos. Si el contenido del consciente no puede ser conocido en su totalidad, ¿cómo puede ese consciente, que es superficial, que no se conoce a sí mismo, examinar al inconsciente con todo su contenido oculto? Hasta ahora tenemos un solo modo de investigar, el cual consiste en considerar conscientemente al inconsciente. Por favor, vean la importancia de esto.

Interlocutor: ¿No es verdad que para cada manifestación consciente interna existe también una paralela manifestación externa?

KRISHNAMURTI: Evidentemente. Podemos plantearlo de este modo: ¿conozco el contenido de mi conciencia? ¿Lo percibo, lo comprendo, lo he observado sin prejuicio, sin fórmula de ninguna clase?

Interlocutor: Yo creo que el problema es más profundo. Su consciente es lo que usted conoce, lo que usted percibe; todo cuanto no percibe, lo que no conoce, eso es su inconsciente.

KRISHNAMURTI: Comprendo. Es lo que él acaba de decir. Por favor, conceda unos pocos minutos de reflexión a esto que fue dicho por alguien. Si yo desconozco el contenido de mi conciencia superficial, ¿puede esa conciencia, que es incompleta en la comprensión de su superficialidad, examinar al inconsciente? Eso es lo que ustedes hacen ahora, ¿no es así? Tratan de observar conscientemente al inconsciente. ¿No?

Interlocutor: Esto es imposible. No podemos hacerlo.

Interlocutor: No existe frontera entre el consciente y el inconsciente.

KRISHNAMURTI: Por lo tanto, ¿qué hará usted? No se deje dominar por las teorías. Vea, yo fui educado con un trasfondo brahmánico altamente tradicional y cruel. De la mañana a la noche a usted le enseñan qué es lo que debe hacer y no hacer, qué es lo que debe pensar. Lo condicionan desde el momento en que nace. Esto se hace conscientemente todos los días, por medio del templo, de la madre, el padre, el medio ambiente, la cultura brahmánica. Después usted muda de condicionamiento y adopta otro, y luego otro. Hay un condicionamiento tras otro. Todo lo cual es impuesto sobre usted por la sociedad, por la civilización, sea de intento, sea por accidente. Ahora bien, ¿cómo va usted a separar una cosa de la otra?; todas están interrelacionadas. Yo puedo rechazar muy rápidamente la tradición brahmánica, o puedo no hacerlo, o pensar que lo hice y estar, no obstante, atrapado en ella. ¿Cómo he de comprender la totalidad de este contenido?

Interlocutor: Yo soy ese contenido.

KRISHNAMURTI: ¡Por supuesto, la conciencia es su contenido! Por favor, véanlo. Mi conciencia está compuesta por la tradición brahmánica, la teosófica, la del Instructor del Mundo, todo eso; el contenido total de esta conciencia es eso. Ahora bien, ¿puedo mirar ese contenido como una totalidad, o tengo que hacerlo fragmentariamente? Espere, vea primero la dificultad. ¿Existe algún contenido profundamente oculto en el fondo, de modo tal que yo no lo conozco? ¿Es que nunca podré conocer más que el contenido superficial? Ese es el problema. ¿Cómo descondicionar la mente que tiene tal contenido?

Interlocutor: Usted dijo que tomaba el ejemplo de un condicionamiento brahmánico, lo cual sigue siendo un enfoque fragmentario. Pero su relación con un padre, una madre, o con alguien que está terriblemente nervioso o que a uno lo frustra, esto es aun más importante. Si usted pregunta: «¿Cómo he de descondicionar la mente, cómo he de descondicionarme?», yo diría: ¿Cómo he de cambiar?

KRISHNAMURTI: Es la misma cosa, señor.

Interlocutor: Por ejemplo, yo creo que primero uno debe llegar a ser lo que verdaderamente es.

KRISHNAMURTI: ¿Qué es usted? Usted es todo ese condicionamiento. ¿Es usted consciente de todo su condicionamiento? Antes de hablar acerca del cambio, uno debe, en primer lugar, preguntarse: ¿me doy cuenta de mi condicionamiento? No sólo en lo superficial sino en las capas más profundas. Como el caballero lo señaló, yo puedo estar atrapado en una tradición cristiana, comunista o brahmánica; pero también he vivido con una familia donde la madre puede haber sido brutal o nerviosa. ¡Afortunadamente en la familia donde esta persona creció, había trece hijos y a nadie le importaba!

Interlocutor: Yo tengo la sensación de que me voy descondicionando mientras lo escucho a usted.

KRISHNAMURTI: Eso es, simplemente escuche, a eso quiero llegar. Prosigamos.

Interlocutor: La atención debe descondicionar la mente.

KRISHNAMURTI: No, señora. Eso es especulación. Por favor sigamos con esto. Yo soy todo mi contenido; el contenido es mi conciencia, es el conocimiento, la experiencia, la tradición, la educación, el padre nervioso, la madre brutal o regañona. Todo eso constituye el contenido que soy «yo». Ahora bien; ¿me doy cuenta de ese contenido; No se encojan de hombros diciendo «no lo sé»; de ese modo no pueden seguir avanzando. Si ustedes no se dan cuenta ‑y me temo que así sea, si es que puedo señalarlo‑ ¿cómo hemos de proseguir entonces?

Interlocutor: La mente se da cuenta de que está condicionada. Ella ve el condicionamiento.

KRISHNAMURTI: Entiendo. Mire, yo puedo ver una parte de mi condicionamiento; puedo ver que estoy condicionado como comunista, o musulmán, pero en esto hay otras partes. ¿Puedo investigar conscientemente los diversos fragmentos que componen el «yo», el contenido de mi conciencia? ¿Puedo considerar conscientemente todo esto?

Interlocutor: Pero nosotros no estamos separados de ello.

KRISHNAMURTI: Entiendo. ¿Cómo he de mirar los diversos contenidos de mi conciencia? ¿O es ése un proceso totalmente erróneo?

Interlocutor: Debe serlo.

KRISHNAMURTI: Vamos a investigar; no diga «debe serlo».

Interlocutor: Yo no veo cómo puede uno encarar todas estas partes. Parece que si uno es capaz de limitarse a lo que realmente ve a su alrededor y que ocupa el primer plano de su visión, sin juicio o concepto anticipado acerca de cómo debería mirarlo, entonces uno comienza a ver también el subconsciente.

KRISHNAMURTI: Entiendo. Pero no ha contestado todavía a mi pregunta: ¿puede usted mirar el contenido de su conciencia? siendo usted parte de este contenido. Si no conoce el contenido de su conciencia, ¿cómo puede decir, «estoy en lo correcto», o «estoy equivocado», «aborrezco esto o aquello», «esto es bueno» o «esto es malo», los hippies son agradables, «los hippies son desagradables»? Usted no está en situación de juzgar en absoluto. Por lo tanto, ¿puede conocer el contenido de su propia conciencia?

Interlocutor: ¿Qué es aquello que se da cuenta del condicionamiento? so es, sin duda, lo importante.

KRISHNAMURTI: Avancemos, pues, un poco más. ¿Nos damos cuenta de que nuestra conciencia es su contenido? ¿Comprende lo que digo? El contenido constituye la conciencia. Por lo tanto, la conciencia no está separada de su contenido; el contenido es la conciencia ¿Está absolutamente claro esto? Bien; entonces, ¿qué hace usted? Lo real es que el contenido compone su conciencia; sea usted comunista, cristiano, budista o responda a la influencia de su padre, de su madre, a las presiones de la civilización, o a lo que fuere, todo eso es el contenido. ¿Dice usted, «eso es un hecho»? Empiece por ahí, permanezca con ello. ¿Qué hace usted, entonces?

Interlocutor: Yo veo que el proceso habitual que implica mi intento de actuar sobre lo que veo, es en sí fragmentación; y cuando eso es visto con claridad, ceso de actuar sobre lo que veo.

KRISHNAMURTI: No, usted no comprende el verdadero sentido de mi pregunta.

Interlocutor: No podemos hacer nada, no hay nada que hacer.

KRISHNAMURTI: Espere: no se mueva de ahí.

Interlocutor: Este proceso debe conducir al orden mundial.

KRISHNAMURTI: De eso se trata, justamente. El orden del mundo, o el desorden, es el contenido de mi conciencia, la cual está en desorden. Por lo tanto, he dicho: «yo soy el mundo, y el mundo es lo que yo soy». El «yo» está compuesto por todas las diferentes partes del contenido, y así es el mundo. El hecho es que el contenido de mi conciencia es la conciencia. ¿Cómo he de proceder a partir de ahí para descifrar los diversos contenidos, examinarlos, desechar algunos, retener otros? ¿Quién es la entidad que examina? Esa entidad, que parece separada, es parte de mi conciencia, la que es el resultado de la cultura en que he sido educado. El segundo hecho es: si existe una entidad que examina cada fragmento de ese contenido, entonces tal examinador es parte del contenido, y ese examinador se ha separado del contenido por diversas razones psicológicas de seguridad, defensa, protección; y él también es parte de la cultura. De modo que en el examen descubro que hago trampa, que me engaño a mí mismo. ¿Usted ve esto?
La división como el examinador, el observador que se separa a sí mismo del contenido, analizando, rechazando o aceptando, todo eso es también el resultado del contenido. ¿Veo esto con toda claridad? Si lo veo, ¿entonces qué es la acción? Me enfrento con este problema. Yo estoy tremendamente condicionado, y una parte de este condicionamiento es el deseo de seguridad. Un niño necesita estar seguro; el cerebro necesita estar por completo seguro para funcionar sanamente. Pero ese cerebro, queriendo estar seguro, puede encontrar seguridad en alguna creencia neurótica, o en alguna acción neurótica. Así ha encontrado seguridad en la tradición y se aferra a ella. Y ha encontrado seguridad en esta división como el observador y lo observado, porque ello es parte de la tradición; ¡porque si yo descarto al observador estoy perdido!
De modo que ahora me enfrento al hecho de que esa división en el observador y lo observado, o cualquier movimiento que yo haga, es parte del contenido. ¿Esto es claro para usted? Entonces, ¿qué hay que hacer? No estamos discutiendo el consciente o el inconsciente, porque ello es parte de esto. Decimos que la mente consciente observa en un determinado nivel, pero que existen motivos más profundos, intenciones, vitalidades más hondas, y la totalidad de eso es el contenido de mi conciencia, que es la conciencia del mundo.
¿Qué he de hacer, entonces? Mi mente comprendí que debe estar libre del condicionamiento, de otro modo yo soy un esclavo de eso; veo que habrá guerras, que habrá antagonismo, división. Entonces la mente, con inteligencia, dice que debe descondicionarse a cualquier precio. ¿Cómo puede hacer eso sin la división en el analizador y lo analizado? Sabiendo que el contenido es la conciencia, y que todo esfuerzo que yo haga para salirme de él, sigue siendo parte de ese contenido. ¿Comprende? Entonces, al enfrentarse a esto, ¿qué es lo que uno ha de hacer?

Interlocutor: O aceptar el mundo tal como es, o rechazarlo totalmente. No podemos aceptarlo tal como es.

KRISHNAMURTI: ¿Quién es usted para aceptarlo? ¿Por qué debería usted aceptarlo o rechazarlo? Él es un hecho. El sol existe. ¿Lo acepta usted o lo rechaza? ¡Está ahí! Usted se enfrenta con esto, y si lo rechaza, ¿quién es la persona que lo rechaza? La persona es parte de esa conciencia que ella está rechazando; sólo que es una parte que no le conviene. Y si acepta, aceptará aquella parte que le conviene.

Interlocutor: Pero es todavía más difícil que eso; porque si usted está condicionado para ser sólo un hindú, podría no saberlo siquiera. Volviendo a lo que usted dijo antes acerca de un patrón neurótico: uno puede estar filo en un patrón neurótico y no saberlo.

KRISHNAMURTI: Por eso es que voy a señalarle algo, señor.

Interlocutor: ¿Cómo puedo rechazarlo?

KRISHNAMURTI: Usted no puede rechazar nada. ¡Eso está ahí! ¿Cuál es entonces la acción que tiene lugar cuando usted observa que nada puede hacer?

Interlocutor: Uno se detiene. Siente que toda esta conciencia no lo es realmente, y que uno podría ser un monstruo. Y alcanzado el sentimiento de que uno es esto, se detiene. Pero el proceso continúa, no puede evitarse.

KRISHNAMURTI: No. El proceso continúa sólo cuando no he comprendido el contenido de mi conciencia: si éste es neurótico, o no lo es, si es homosexual o no ‑el contenido‑ todo eso está implicado. Y si yo escojo una parte y me aferro a ella, eso es la misma esencia de la neurosis. De modo que cualquier acción de mi parte ‑que es parte del contenido de mi conciencia‑ no puede ser una acción descondicionada; no puede hacerse de ese modo. ¿Entonces qué he de hacer? ¿Lo ha entendido? No lo rechazaré ni lo aceptaré. Eso es un hecho.

Interlocutor: Cualquier cosa que uno hace sólo ahonda la división.

KRISHNAMURTI: Por lo tanto, ¿qué hace usted?

Interlocutor: Uno nada puede hacer.

KRISHNAMURTI: ¡Espere, usted es demasiado rápido! ¡Usted no sabe qué significa no hacer nada!

Interlocutor: Sólo puedo decir lo que dijo Freud: Uno debe traer al consciente aquello que está en el inconsciente.

KRISHNAMURTI: No estoy interesado en lo que dice Freud.

Interlocutor: Yo si lo estoy

KRISHNAMURTI: ¿Por qué?

Interlocutor: Porque eso es un hecho. Usted puede verlo en la naturaleza.

KRISHNAMURTI: ¿Cita usted a Freud, o lo ha observado en sí mismo? ¿Se trata de su propia experiencia cuando dice que el inconsciente aflora de pronto y actúa, o que el inconsciente impide la acción? Usted sigue pensando en términos de división: el consciente y el inconsciente. Yo no pienso para nada en esos términos.

Interlocutor: No existe realmente una división.

KRISHNAMURTI: Pero sin embargo usted dice: el inconsciente aflora a la superficie.

Interlocutor: Es sólo una palabra, como «voluntad».

KRISHNAMURTI: Oh, no; cuando empleamos la palabra «inconsciente», lo hacemos con el definido significado de que hay algo que no es consciente. Para mí, eso afirma la fragmentación. En consecuencia, si usted sabe que está de tal modo fragmentado, ¿por qué se aferra a ello?

Interlocutor: ¡Nuestro inconsciente trabaja!

KRISHNAMURTI: Por supuesto que lo hace. Alguien dice que es heterosexual; muy en lo profundo probablemente es homosexual. Siempre nos estamos contradiciendo, siempre hipócritas. Yo digo, pues, que todo esto es parte de la conciencia: la tradición, Freud, el aferrarse a ello, el no aferrarse, el no gustar de los hippies y gustar de la gente formal es todo lo mismo. Así es que yo le digo: la totalidad del contenido es mi conciencia. No escogeré una parte en vez de otra; no me aferraré a una parte porque eso me agrada, o porque estoy condicionado de ese modo.

Interlocutor: Pero cuando usted dice «la mente religiosa», usted habla acerca de eso...

KRISHNAMURTI: Me temo que sí.

Interlocutor: ...usted también hace una división.

KRISHNAMURTI: Ah, no; yo digo que cuando no hay división de ninguna clase, no sólo en lo superficial sino en el contenido de la conciencia misma, como el observador y lo observado, cuando no hay nada de eso, entonces existe la cualidad de la mente religiosa. Eso quedó muy en claro.
Ahora, por favor, simplemente escuche. Cuando decimos que el contenido compone la conciencia ‑trátese de la filosofía freudiana o de su experiencia particular‑ en eso está incluido todo. El hombre pobre de la India jamás ha oído hablar de Freud, o de Cristo, pero aquel que fue educado en la mitología de Cristo, dice: eso es un hecho. Y el pobre aldeano con su Dios, dice: eso es un hecho. Ambos son el contenido de la propia conciencia. ¿Verdad, señor?

Interlocutor: Eso no está claro.

KRISHNAMURTI: Ya lo ve, usted rehúsa desprenderse del fragmento particular al que se aferró. Es con esto que debo bregar cuando voy a la India, porque durante siglos ellos han sido educados en la idea de que existen un Atman y un Brahman, Dios. Y creen, fundamentalmente, que la iluminación sólo es posible cuando ambos se reúnen. Y yo digo que eso es un disparate, que ambos fueron inventados por el pensamiento.
Ahora he llegado a este punto: veo por mí mismo que cualquier movimiento dentro de ese contenido, sigue siendo parte del contenido. Lo distingo enteramente ello es tan claro como la luz del sol, es un hecho absoluto. Entonces me digo: ¿cómo ha de liberarse la mente de su condicionamiento?

Interlocutor: Uno tendrá que ir más allá del condicionamiento.

KRISHNAMURTI: No, «ir más allá» significa seguir siendo parte de ello.

Interlocutor: Pero uno puede ir más allá de sí mismo cuando escucha.

KRISHNAMURTI: Sí, correcto.

Interlocutor: Yo lo escucho, lo escucho realmente, porque siento que usted está descondicionado.

KRISHNAMURTI: Entiendo, señor. Usted no me conoce, por favor, no diga, «usted está descondicionado»; no sabe lo que eso significa, de modo que tenga la bondad de no juzgar.

Interlocutor: Nosotros no queremos desprendernos de nuestro condicionamiento.

KRISHNAMURTI: ¡Consérvenlo y vivan con él, vivan en la inquietud, en la desdicha, tengan guerras! Si les gusta su condicionamiento, aférrense a él, permanezcan con él. ¡Y eso es lo que está sucediendo! El árabe se aferra a su condicionamiento y por eso combate a los israelíes. Y los israelíes se aferran al suyo. Ese es el mundo. Estoy sujeto en mi ancla particular y no quiero soltarla. Sabiendo, pues, todo esto, ¿qué ha de hacer la mente?

Interlocutor: Me tranquilizo mucho. No hago nada.

KRISHNAMURTI: ¿Entienden la declaración? Él dice: cuando me enfrento con este hecho de que estoy totalmente condicionado, llego a silenciarme. Puedo hacerme trampas y decir que me estoy descondicionando, lo cual es parte de mi educación, de mi contenido. El dice: «yo llego a silenciarme». ¿Es así?

Interlocutor: No puedo evitar que se introduzca el «yo».

KRISHNAMURTI: De eso se trata. Él quiere significar realmente que eso es un modo de decir «yo». Ahora bien, ¿qué ocurre cuando usted se enfrenta con algo acerca de lo cual nada puede hacer? Hasta ahora ha pensado debido a su condicionamiento, que podía hacer algo, que podía cambiar, que podía manipular las cosas y alterarlas; pero ello sigue siendo parte del mismo campo, un moverse de un rincón del campo a otro. Cuando usted se da cuenta de que todo movimiento dentro de su campo es un movimiento condicionado, ¿qué ocurre? Cuando el árabe y el israelí dicen: vea, yo estoy condicionado y usted está condicionado, ¿qué es lo que ocurre? Prosiga, señor, ¿qué sucede?

Interlocutor: Entonces es posible vivir.

KRISHNAMURTI: Me doy cuenta de que estoy totalmente condicionado, y de que cualquiera de las tretas que puedo jugarme, son parte de mi condicionamiento. Convertirme de católico en hindú, pasar del hinduismo al comunismo, luego de vuelta al zen, y del zen a Krishnamurti, y así sucesivamente (risas) ello es parte de mi condicionamiento, es parte de todo este contenido. ¿Qué ocurre cuando me doy cuenta de esto?

Interlocutor: El proceso se detiene por sí mismo.

KRISHNAMURTI: ¿Se ha detenido en usted? ¡No teorice!

Interlocutor: Es un hecho. Se detiene por sí mismo.

KRISHNAMURTI: Es mucho más completo que eso. Usted va demasiado rápido, no avanza con ello. Desea un resultado

Interlocutor: La mente que ve esto, no es la misma mente que empezó la indagación.

KRISHNAMURTI: Así es. Vaya despacio, señor. ¿Qué le ha ocurrido a una mente que comenzó por indagar en su contenido y ha descubierto las extraordinarias divisiones, las contradicciones, la fragmentación, la agresividad, todo eso; qué le ocurre a una mente así?

Interlocutor: Se vuelve muy clara. Gana espacio, se encuentra en otro estado.

KRISHNAMURTI: Entonces, señor, le formularé una pregunta diferente. ¿Cuál es su acción en la vida cotidiana ‑no sólo durante una crisis- cuando usted se da cuenta de este hecho?

Interlocutor: Tal vez no nos damos cuenta de esto.

KRISHNAMURTI: Ese es el punto. O usted se da cuenta de esto como un hecho, y ese hecho cambia fundamentalmente toda la estructura de su conciencia, o usted no se da cuenta. Si no se da cuenta ‑como al parecer le ocurre- y meramente dice: «comprendo», eso nada significa. Cuando usted se enfrenta con este hecho, ¿cuál es su acción en la vida cotidiana? Relacione ambas cosas y entonces tendrá la respuesta. Es decir: me doy cuenta de que estoy condicionado como hindú. Comprendo que he sido educado en circunstancias peculiares ‑el instructor del mundo‑ la devoción, las velas, el culto, todo eso; cuando me enfrento al mundo, a la propiedad, al dinero, a la posición, al prestigio, veo que todo eso es parte del contenido, parte del «yo». ¿Cómo se relaciona esa percepción con mi vida cotidiana? A menos que las relacione, ello permanece siendo verbal, teórico, carente de sentido. Así, pues, debo relacionarlas. Si usted no puede responder a eso, entonces no lo ha comprendido, entonces está jugando con las palabras.

[…]”


Saanen
4 de agosto de 1971








Extraído de J. Krishnamurti, La conciencia fragmentada (El despertar de la inteligencia, III), Kier, Bs. As., 1994. Traducción originada por la Fundación Krishnamurti Latinoamericana.




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