23 de marzo de 2013

"UNA TIERRA SIN CAMINOS" (XXIV): KRISHNAMURTI ANTE LA ESPERANZA HUMANA Y EL FUTURO






“Era como un seguro viviente contra la estupidez humana. Era bueno saber que teníamos ese seguro ahí; era grato, satisfactorio. Y cuando murió, sentimos que en el mundo se había formado un enorme hueco donde antes había usina de vida, de belleza, de inteligencia. Y eso nos hizo sentirnos inseguros. Y cuando uno se siente inseguro, hay temor, angustia, tristeza, desorientación. La pregunta es: ¿Qué significado real tenía la presencia viva de Krishnamurti si uno no se había consubstanciado con la enseñanza hasta convertirla en el aire, el sol y el pan psicológico de cada día? Usted lo expresó bien: una especie de seguro, era bueno saber que estaba ahí... mientras que aquí todo seguía igual. En ese sentido, la muerte de Krishnamurti no va a modificar nada que no haya modificado en vida.”


Armando Clavier, en diálogo con Fabio Zerpa




Pregunta: Nunca ha hablado usted del futuro. ¿Por qué? ¿Le tiene usted miedo?

Krishnamurti: ¿Cuál es la importancia del futuro en nuestra vida? ¿Por qué habría de tener importancia? ¿Qué entendemos por futuro? El mañana, el ideal, la sempiterna esperanza de la utopía, de lo que yo debería ser, el dechado en diferentes formas de una sociedad ideal, ¿es eso lo que entendéis por futuro? Vivimos de esperanza, y la esperanza es instrumento de nuestra muerte. Cuando esperáis, estáis muertos, porque la esperanza consiste en eludir el presente. No esperáis cuando sois felices. Es sólo cuando sois desdichados, cuando os veis frustrados, restringidos, cuando sufrís, cuando penáis, cuando sois prisioneros, que miráis hacia el futuro. Cuando estáis realmente gozosos, felices, el tiempo no existe. Vivimos con esperanza desde el nacimiento hasta la muerte porque somos infelices, desde el comienzo hasta el mismísimo fin; y la esperanza es la vía de escape, no la resolución de nuestro estado actual, que es de infelicidad. Miramos hacia el futuro como medio de evitar el presente, y el hombre que elude el presente yendo hacia el pasado o hacia el futuro, no vive. Él no conoce la vida tal como es vivida, sólo conoce la vida con relación al pasado o al futuro. La vida es dolorosa, tortuosa, por eso buscamos evadirnos de ello; y si se nos promete el cielo, somos perfectamente felices. Por eso es que el partido, de izquierda o de derecha, termina por vencer. Los partidos siempre prometen algo para mañana o para cinco años después, y ello nos seduce y le acordamos fe, y al final resultamos destruidos. Porque queremos esquivar el presente, si no podemos mirar hacia el futuro nos volvemos hacia el pasado los instructores del pasado, los libros del pasado, el conocimiento de lo que dijeron Sankara, Buda y otros. Vivimos, pues, en el pasado o en el futuro, y un hombre que vive en el pasado o en el futuro tiene efectivamente las respuestas de los muertos, pues todas esas respuestas son meras reacciones. De nada sirve, por lo tanto, hablar del pasado y del futuro, de recompensas y castigos. Lo importante es descubrir cómo vivir, cómo estar libre de miserias en el presente. La virtud no es para mañana. Un hombre que procura ser misericordioso mañana es un necio. La virtud no ha de ser cultivada; ella está en la comprensión de lo que es en el presente.
¿Cómo habéis de vivir en el presente sin la pena, sin el dolor del infortunio? El sufrimiento no ha de resolverse en términos de tiempo sino por la comprensión; sólo puede resolverse en el presente, y es por eso que yo no hablo del futuro. Surge una extraordinaria actividad y vitalidad cuando hay observación directa de lo que es; pero vosotros deseáis jugar con las cosas, y cuando jugáis con cosas serias os quemáis. Os veis arrastrados por esperanzas y recompensas, y el hombre que persigue la esperanza vive en la muerte.
Nuestro problema consiste en saber si el dolor puede terminar por el proceso del tiempo, que es la continuidad. El dolor no puede tener fin a través del tiempo, porque el proceso del tiempo es continuación del sufrimiento, y por lo tanto no resuelve el sufrimiento. El dolor puede terminar instantáneamente. la libertad no está al final sino al comienzo. Para comprender esto tiene que haber un comienzo de libertad: la libertad de ver lo falso como falso, la capacidad de ver las cosas como son, no en el tiempo sino ahora. Esto lo hacéis cuando estáis vitalmente interesados, cuando os halláis en una crisis. ¿Qué es una crisis, después de todo? Es una situación que reclama vuestra plena atención sin que os refugiéis en creencias. Cuando no hay solución, cuando no hay respuesta alguna de la mente, cuando la mente no tiene una respuesta ya hecha, ninguna conclusión, y sois incapaces de resolver el problema, entonces os halláis en una crisis. Pero por desgracia, mediante vuestro estudio de los libros y vuestro seguimiento de instructores, vuestra mente tiene una explicación para todo problema; por lo tanto nunca estáis en un momento de crisis. Hay un reto a cada minuto, y una crisis viene cuando la mente no tiene respuesta ya preparada. Cuando no podéis hallar una salida, consciente o inconscientemente, por medio de palabras o por medio de evasiones, entonces os halláis en una crisis. La muerte es una crisis, aunque podéis rodearla de explicaciones. Estáis en crisis cuando perdéis vuestro dinero, cuando miles quedan destruidos en un solo segundo. El terminar es la crisis; pero vosotros nunca termináis, siempre deseáis que las cosas continúen. Sólo cuando hay una crisis sin evasión ni escapatoria, y por lo tanto os enfrentáis con ella directamente, sólo entonces el problema se resuelve. La inquietud por el futuro es evadirse de la crisis; la esperanza es eludir lo que es. Para hacer frente a la crisis es preciso despojarse completamente del futuro y del pasado; es inútil, por consiguiente, hablar del futuro.”




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(Ojai, California, cerca de Pine Cottage, la casa de J. K.)




Extraído de J. Krishnamurti, La revolución fundamental (Doce conferencias pronunciadas en India, 1949-1950), Cap. VI; Kier, Bs. As., 1989. Traducción: A. Orzábal Quintana.




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