23 de abril de 2012

EL SUEÑO Y LOS SUEÑOS EN EL TIBET DE LOS INICIADOS



Extracto del libro:



INICIACIONES E INICIADOS DEL TIBET

Alexandra David-Néel
(1868 - 1969)




§ De cómo hay que dormir y utilizar el tiempo consagrado al sueño


 Los Gelugspas o lamas de "bonete amarillo", discípulos de Tsong Khapa, muestran menos inclinación hacia la vida contemplativa que sus colegas de "bonete rojo". La mayoría de los ermitaños que habitan los desiertos pertenecen a alguna de las grandes sectas rojas: Karmapas, Sakyapas o Dzogchens-pas. Los Gelugspas que desean vivir en retiro se contentan, casi siempre, con ocupar algunas de las casitas llamadas tshamps jang (casas de meditación), que se construyen algo apartadas aunque no lejos de un monasterio, o bien se unen a una colonia de riteud. pas (ermitaños), cuyas viviendas individuales se agrupan en los lugares desiertos. Los más ricos poseen residencias en lugares retirados,. donde les es permitido permanecer cuando desean aislarse. Sus prácticas de meditación son en general menos complicadas y menos raras que las de los místicos denominados naldjorpas. Sin embargo no hay que suponer que se atienen a la pura meditación intelectual. Por el contrario. Muchos "rojas" reconocen que los diversos ejercicios que practican no son más que muletas que utiliza su invalidez mental para poder caminar a lo largo del sendero espiritual y llegar al abandono de todos los ritos, mientras que la mayoría de los "amarillos" parecen suponer que el ritualismo es esencial, y vacilan antes de repudiarlo. Los más versados de entre ellos en las prácticas de entrenamiento psíquico insisten en la utilidad de conservar el control de sí mismos, incluso durante el sueño. En esto no hará más que seguir a Tsong Khapa, que consagra a este tema varias páginas de su gran obra —el Lamrin.

Expondré a continuación el sentido de esto. Es importante, dice Tsong Khapa, no perder el tiempo que consagramos al sueño, ya sea volviéndonos, una vez dormidos, inertes como una piedra, ya sea dejando naufragar el espíritu en la incoherencia de sueños absurdos o nefastos. Las manifestaciones desordenadas de actividad mental a las que nos entregamos en sueños representan para el durmiente un gasto de energía que podría servir para fines útiles. Además, las acciones que se realizan o los pensamientos en que nos detenemos durante el sueño dan un resultado idéntico al de las acciones y los pensamientos de un hombre despierto. Por lo tanto, conviene "no fabricar el mal" cuando se duerme. Ya he señalado que los lamas profesan esta teoría, y volvemos aquí a encontrarla, patrocinada por uno de los más ilustres. Es una teoría que sorprenderá a muchos occidentales. ¿Cómo es posible —preguntarán— que una acción imaginaria pueda tener los mismos resultados que una acción real? ¿Tendremos, pues, que poner preso al hombre que haya soñado que robaba la cartera de un transeúnte? Esta comparación es mala y no corresponde al punto de vista de los lamaístas. Para ellos no se trata de "cárcel" ni de "juez" que condene al ladrón. La creencia en la retribución del bien y del mal por un Poder consciente y personal no existe entre los tibetanos. Incluso en las teorías religiosas populares, el papel de Chindjé, Juez de los Muertos, consiste simplemente en aplicar las leyes inflexibles de las que él no es autor, y que no puede reformar de manera alguna. Por otra parte, Tsong Khapa y sus discípulos no se dirigen aquí a los oyentes comunes. Según ellos, las consecuencias más graves de un pensamiento o de una acción son las modificaciones de orden psíquico que producen en el individuo. El acto material acarrea, para quien lo realiza, consecuencias materiales visibles, más o menos agradables o desagradables, pero el acto mental que lo ha precedido (es decir, la voluntad de realizar el acto material), determina o mejora al autor de manera invisible, crea en él afinidades y tendencias ocultas que le son beneficiosas o nefastas, y este cambio íntimo en el carácter del individuo puede, a su vez, provocar resultados de orden material.

Los tibetanos atribuyen gran importancia al dominio del subconsciente (que evidentemente no denominan así). Ellos creen que las manifestaciones de nuestra verdadera naturaleza se encuentran trabadas por el estado de violencia que siempre padecemos durante la vigilia, cuando somos conscientes de nuestra personalidad social, de lo que nos rodea, de las enseñanzas, de los ejemplos que nuestra memoria hace presentes, y miles de otras cosas. El secreto de esta naturaleza real se encuentra en los impulsos que no derivan de ninguna consideración basada en estos terrenos. El sueño, al abolir estas cosas en gran medida, libera el espíritu de las trabas que lo sujetan durante la vigilia, y deja juego más libre a los impulsos naturales. Por lo tanto es el individuo verdadero quien actúa durante el sueño, y sus actos, imaginarios desde el punto de vista de quien está despierto, son muy reales en cuanto a la volición, y comportan todas las consecuencias vinculadas a estos últimos. Basándose en estas ideas, los Maestros místicos recomiendan observar atentamente la conducta que tenemos en sueños, y los sentimientos que nos animan, para llegarla conocernos a nosotros mismos. De todos modos tienen buen cuidado de aconsejar al discípulo que se aplique a discernir la parte que las influencias que provienen del plano del estado de vigilia pueden tener en la conciencia del durmiente. En suma, la opinión de los místicos tibetanos es que la intención equivale a la acción. El asesino se vuelve asesino' en el momento que ha decidido cometer su crimen. Si algún obstáculo impide realizarlo, esto no cambia para nada el estado psíquico del criminal. Si admitimos esta teoría, tendremos que reconocer que el asesinato cometido en sueños denota, en el durmiente, tendencias criminales, solamente contenidas por la violencia de las influencias diversas que actúan sobre él en estado de vigilia. Y, como ya hemos dicho, todas las consecuencias de la formación mental (dudjé) que es la voluntad de "matar" actúan mecánicamente en consecuencia.

Para terminar con este asunto de los sueños, añadiré que los tibetanos saben perfectamente que los sueños pueden ser producidos por circunstancias reales, que determinan en el durmiente sensaciones que él traspasa al sueño, y convierte en visiones fantasmagóricas. Por ejemplo, un hombre que siente frío al quedarse dormido puede soñar que acampa entre la nieve con sus compañeros. Pero si en el mismo sueño quita, por medio de la violencia o de la astucia, la manta o el abrigo a uno de sus compañeros para calentarse él, realmente este individuo tiene tendencias egoístas.

Como en todos los países, existen en el Tibet personas que creen en los sueños premonitorios. De todos modos, los lamas místicos no alientan en modo alguno la superstición en este sentido. Los sueños de la gran mayoría de los hombres provienen, dicen, del desarreglo de su imaginación cuando duermen. Las únicas indicaciones que pueden obtenerse, aplicándose a ello, son las que conciernen a las disposiciones ocultas de nuestro carácter, como ya se ha dicho. Un número muy reducido de naldjorpas, que han adquirido facultades psíquicas particulares, tienen a veces sueños premonitorios, o se enteran, también en sueños, de acontecimientos que pasan lejos de ellos. Pero estas informaciones misteriosas son con mayor frecuencia recibidas por ellos en medio de trances de tipo especial, en los cuales el sujeto no está dormido ni necesariamente sumergido en la meditación. A veces el anuncio toma la forma de apariciones subjetivas simbólicas.
La manera de ejercitarse para llegar a ser "un naidjorpa que no duerme" nos es descrita de la manera siguiente:

"Cuando llegue el momento de dormir, sal afuera, lávate los pies, acuéstate luego en la postura del "león", sobre el costado derecho, las piernas tendidas, el pie izquierdo descansando sobre el pie derecho.
"Ten en seguida la percepción de la luz, captando perfectamente todas las características de la claridad. Si el naidjorpa está impregnado de esta claridad en el momento de dormir, su espíritu no estará cubierto por las tinieblas durante el reposo.
"Evoca en la memoria la doctrina de Buda. Medita en ella hasta el momento de ceder al sueño; ten también cuidado de rechazar todas las ideas depravadas que puedan surgir en ti. Actuando de este modo, el tiempo pasado en el sueño no diferirá del tiempo en que permaneces despierto. Tu espíritu continuará, cómodamente, las operaciones mentales hacia las que lo hayas dirigido y, mientras duermes practicarás la virtud. Conviene también conservar activa la "conciencia del despertar". Aunque el cuerpo haya sido vencido por el sueño, el espíritu debe permanecer lúcido y velar. "Tu sueño debe ser leve como el de las bestias salvajes. Así podrás despertarte en el momento mismo que tú hayas fijado."


Título original: Initiations Lamaïques (1930). Versión castellana: Estela Canto; edición electrónica: www.upasika.com.

Una reseña biográfica y bibliográfica de gran interés sobre esta maestra occidental puede leerse en el blog de Revuyon Pangea:
http://revuyon.lacoctelera.net/post/2008/09/06/grandes-maestros-alexandra-david-neel






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Louise Eugénie Alexandrine Marie David, más conocida por su pseudónimo Alexandra David-Néel (24 de octubre de 1868, París - † 8 de septiembre de 1969, Digne (Alpes-de-Haute-Provence) fue sucesiva o simultáneamente orientalista, cantante de ópera, periodista, exploradora, anarquista, espiritualista, budista y escritora francesa. De su formación estudiantil, por años se deleita con los estoicos y con Epicteto en especial. Luego asiste a diversos estudios en la Sociedad Teosófica de Paris, y cursa Estudios Orientales, especialmente sánscrito y filosofía, en Sorbonne University, e inglés. Viaja por primera vez a India en 1890/1891 donde conoce a Swami Bhaskarananda, y toma contacto con la música tibetana de la cual se enamora, al igual que de la cultura oriental. En 1899 escribe un tratado anarquista que solo sale a la luz por el esfuerzo de su compañero de ese entonces y la obra se traduce a cinco idiomas. Viaja a Africa y se fascina con los llamados a la oración islámicos y estudia el Koran. Allí conoce al ingeniero Phillipe Neel y decide abandonar su celibato. Pero a los pocos meses cae en cuenta que la vida de casada no es para ella y, de acuerdo con su marido, se dedica a viajar. Planea un viaje de dieciocho meses y sin embargo retorna luego de 14 años. En 1912 conoce al Maharajá de Sikkim, Sidkeon Tulku, y allí comienza una incesante sucesión de experiencias amparada por su amigo y acompañada por su hijo adoptivo, el lama Yongden. No pudiendo retornar a Europa debido a la Primera Guerra Mundial, se detiene un corto tiempo en Japón y se hace amiga de monje Ekai Kawaguchi. De alli a Korea y luego a China, arriba finalmente a Lhasa. Es conocida principalmente por su visita a Lhasa (1924), capital del Tíbet, ciudad prohibida a los extranjeros. De allí retorna a Europa, se separa definitivamente de su marido, construye su Ermita en la Provence, Francia, y a los 69 (1937) vuelve a Tibet, luego de escribir más de 30 libros acerca de religiones orientales, filosofía y sus viajes. Financiada por su ahora ex esposo, viaja a China y a Tibet, retornando a Francia a los 89 años. En 1955 muere en un accidente su hijo adoptivo, y con mas de 100 años renueva su pasaporte para volver a Tibet, cuando finalmente muere. Sus enseñanzas fueron trasmitidas por sus principales amigos y discípulos: el lama tibetano Aphur Yondgen (su hijo adoptivo), y el frances Swami Asuri Kapila (Cesar Della Rosa). Sus obras han sido muy bien documentadas influyeron en los escritores "beat" Jack Kerouac y Allen Ginsberg, y en el filósofo Alan Watts. En febrero de 1973 sus cenizas fueron arrojadas en el Ganges y en octubre de 1982 y mayo de 1986, el Dalai Lama XIV visito su Ermita para rendir homenaje a la incansable viajera que, de algún modo, trajo el Tibet a Occidente.









Texto sánscrito entonado en el video de portada bajo el título aproximativo de Música tibetana sagrada para (el) templo

"Namo Ratna Trayaya, Namo Arya Jnana Sagara, Vairochana, Byuhara Jara Tathagataya, Arahate, Samyaksam Buddhaya, Namo Sarwa Tathagate Bhyay, Arhata Bhyah, Samyaksam Buddhe Bhyah, Namo Arya Avalokite shoraya Bodhisattvaya, Maha Sattvaya, Maha Karunikaya, Tadyata, Om Dara Dara, Diri Diri, Duru Duru Itte We, Itte Chale Chale, Purachale Purachale, Kusume Kusuma Wa Re, Ili Milli, Chiti Jvalam, Apanaye Shoha"






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