30 de abril de 2012

SRI AUROBINDO: LUZ DE ORIENTE Y OCCIDENTE (I)




Extracto del libro:


HERÁCLITO Y ORIENTE

Sri Aurobindo
(la India: Calcuta, 1872 - Pondicherry, 1950)



Capítulo IV 
El camino hacia arriba y hacia abajo


Fuera de su principio eterno único del fuego -a la vez que sustancia y fuerza única- Heráclito explica  el cosmos como evolución e involución, lo que en su lenguaje figurado define como "el camino hacia arriba y hacia abajo". "El camino hacia arriba y hacia abajo", dice, "es uno  el mismo". Del fuego, principio radiante y productor de energía, proceden el aire, el agua y la tierra, tal es el desarrollo de la energía en la ruta que desciende; y en la tensión misma de este trabajo hay asimismo una fuerza potencial de retorno que hace remontar las cosas a su fuente en el sentido inverso. En el equilibrio de estas dos fuerzas ascendente y descendente, radica toda la acción cósmica; todo es equilibrio de fuerzas opuestas. Como el movimiento de retroceso del arco, con el que Heráclito lo compara, el movimiento de la vida es una energía de acción y reacción que retiene una energía de liberación, siendo compensada cada fuerza de acción por una correspondiente fuerza de reacción. Todas las armonías de la existencia se crean por la resistencia de una a otra.

En la teoría india del samkhya, encontramos la misma idea: la evolución de estados sucesivos de energía extraídos de una misma sustancia-fuerza primera. Allí en verdad, el sistema propuesto es más completo y más convincente. Comienza por la energía original, la energía raíz, mula-prakriti, que como sustancia primera, pradhana, se transforma por desarrollo y cambio, en cinco principios sucesivos. Esto es, el éter, ignorado pon los griegos como primer principio, pero redes cubierto por la ciencia moderna, y no el fuego; luego siguen el aire, el fuego -energía ígnea, radiante y eléctrica- el agua, la tierra, lo fluido y lo sólido. Como Anaxímenes, el samkhya reconoce en el aire, el primero de los cuatro principios admitidos por los griegos, aunque no lo considere la sustancia originaria, y así difiere del orden de Heráclito. Mas él concede al principio del fuego la función de crear todas las formas, -así como Agni, en el Veda, es el gran conductor de los mundos- y por lo menos allí los dos pensamientos coinciden. En efecto, es posible que Heráclito haya elegido el fuego -en tanto que principio de energía, al margen de toda formación y transformación- como símbolo representante material de lo Uno. Recordemos al respecto hasta qué punto la ciencia moderna tiene en cuenta a estos pensadores antiguos por la importancia que ella concede a la electricidad y a las fuerzas radioactivas el fuego y el rayo heraclíteo, el triple Agni indio- en la transformación de los átomos y la transmutación de la energía. 

Pero los griegos no impulsaron hasta el discernimiento final que en la India se atribuyó a Kapila, el supremo pensador analítico; la discriminación entre Prakriti (sustancia) y sus principios cósmicos, los veinticuatro tattvas (principios) constituyen los aspectos subjetivos y objetivos de la naturaleza, y entre Prakriti y Purusha, alma-conciencia y energía naturaleza.Asimismo, mientras que en el samkhya, el éter, el fuego y los otros principios son la evolución objetiva de Prakriti, los aspectos evolutivos de la physis original; los antiguos griegos no pudieron superar estas expresiones de la naturaleza y ascender hasta la idea de una energía pura, que diera cuenta de la faz subjetiva de las mismas. El fuego de Heráclito ha de servir a la vez de sustancia primera de cualquier materia, de dios y de la eternidad. El pensamiento científico moderno ha conservado esta preocupación por la energía naturaleza y tampoco ha tenido éxito en penetrar sus relaciones con el alma; también allí encontramos parejo esfuerzo -por identificar algún principio primero de la naturaleza por la fuerza original, éter o electricidad.

La teoría de la creación del mundo por alguna suerte de transformación evolutiva fuera de la sustancia o energía original, parinama, es común en los sistemas de los antiguos griegos y en el de los indios, cualesquiera sean sus divergencias respecto de la naturaleza de la physis originaria. Lo que distingue a Heráclito entre los primeros sabios helénicos es su concepción del camino ascendente y descendente, que es un solo y mismo camino en el descenso y en el retorno. Lo dicho sé corresponde con la idea india denivritti y pravritti, doble movimiento del alma y la naturaleza: pravritti hacia el afuera y hacia el antes, nivritti el movimiento de retorno hacia lo interior. Los pensadores indios se concentraron en este doble principio en lo que respecta a la acción del alma individual que ingresa y se retira del proceso de la naturaleza; sin embargo, ellos veían un movimiento periódico análogo de la naturaleza misma antes y después, lo cual lleva a un ciclo siempre repetido de creación y disolución; sostenían la teoría de un pralaya (conflagración) periódico. La teoría heraclítea parece proponer una solución parecida. En caso contrario sería necesario suponer que puesta en juego, la tendencia descendente prevalece siempre sobre la tendencia ascendente, o bien que el cosmos procede siempre de la sustancia originaria y a ella retorna eternamente; mas de allí, en verdad, nunca regresa. Lo múltiple será entonces eterno no sólo como manifestación de potencia, sino dentro del hecho mismo de la manifestación.

Es posible que Heráclito haya tenido esta idea, pero no es la conclusión lógica de su teoría. Ello contradice lo que sugiere a la evidencia su metáfora del camino, la cual implica un punto de partida y uno de retorno. También existe la afirmación clara de los estoicos en el sentido de que Heráclito creía en la teoría de la conflagración cósmica, que no podrían sostener si por lo general no se la hubiera admitido como propia de su enseñanza. Los argumentos modernos que enumera Ranade contra esta concepción se sustentan en equívocos. Lo que declara Heráclito no es simplemente que lo uno es siempre múltiple, que lo múltiple es siempre uno, sino en sus propios términos, "que fuera de todo, lo Uno, y fuera de lo Uno, todo". Trátase de la misma idea que Platón explícita en términos diferentes cuando dice "La realidad es a la vez múltiple y una, y en su división está siempre reunida"7. Lo cual representa una constante corriente y contracorriente de cambio, el camino que asciende y desciende, y nosotros podemos suponer que si lo uno, por un cambio de arriba a abajo, deviene por entero el todo en el proceso descendente, mas permanece sin embargo eternamente lo único, fuego siempre-viviente, asimismo el todo, por un desarrollo ascendente, puede retornar por completo a lo Uno y no obstante existir en esencia, ya que de nuevo es posible que se manifieste en el ser y diversificado porque se repite el movimiento descendente. Cualquier dificultad desaparece si recordamos que el proceso implica evolución e involución -así como el vocablo indio que designa la creación, srishti, significa liberación o proyección de lo que estaba retenido o latente- y que la conflagración destruye las formas existentes, pero no el principio de multiplicidad. No subsistiría entonces ninguna inconsecuencia en la teoría heraclítea de la conflagración periódica; más bien se trataría de la mayor expresión de cambio, la culminación lógica, completa de su sistema.


Heráclito llorando, por Hendrick ter Brugghen (1628)


Sri Aurobindo, Heráclito y Oriente, Ediciones Leviatán, Bs. As., 1982; Prólogo de Alfredo Llanos. También asequible en formato digital en www.elaleph.com.©2000


Video de portada: Fragmento de la carta "El enigma de este mundo", de Sri Aurobindo. El audio en castellano forma parte del programa La huella del Maestro, bajo derechos reservados de http://lahuelladelmaestro.blogspot.com.ar/



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