Soliloquio en una fosa de Iberah
… El grito se despeña.
Se está despedazando en el
acantilado
entre las rocas negras del
silencio…
… Duele
callar, atar la voz
junto
con las mandíbulas
y estos
vacíos párpados de piedra…
Lavémonos
las manos,
mientras
dure la luna,
en
el hilo de lava bermellón
que
se acerca encubriendo a una serpiente…
… Dicen que allá la esfera se
detuvo,
que el imán se ha dormido,
que todo es un hospicio de pájaros
y brújulas,
y los frutos se pudren en la rama
y los delfines han perdido el
rumbo…
A esos
hijos del Tiempo,
que
creyeron poder desentenderse
de
sus viejos titanes:
¿quién
les devolverá su sueño,
la
tregua que los rapta de su exilio de sangre,
cuando
tienten la almohada y no la encuentren?...
Nadie, como a nosotros.
Nuestra rabia de barba ensortijada…
Y el
pétalo rosado
del
beso y los pezones…
Somos aún el hígado y el pico de
los buitres,
los grilletes celosos,
la pregunta del fuego interrumpida…
la pregunta del fuego interrumpida…
… Y
la llave oxidada que los abre…
Somos
la herida eterna, el círculo y el cráter,
la
medida de todas las esperas…
Iberah…
Iberah…[1]
tres veces grande:
¡OKUKA OKUKA BANAI ICHÍ
SHIBANA KIKÍ NAHUA!... [2]
Me miro y nos confundo:
¿qué nos queda? ¿Qué es nuestro
todavía?
Nos oigo
y me recuerdo:
las
estrellas…
Y el ávido jaguar que afilan
nuestros dientes…
Y
las alas del águila…
Su ojo cenital contemplando la
ruina…
Su vuelo
sobre el viento que se eleva…
Hay que intentar huir antes que el
Sol nos corra…
Hay
que intentar vivir:[3]
mañana…
ayer… ahora…
Gustavo Aritto
©2012 – REG. PROP. INTELECTUAL – REP.
ARGENTINA
[1] Iberá (o Iberah) es el nombre de una reserva
natural lacustre en la provincia mesopotámica de Corrientes, Argentina. Bajo su
rica zona de lagunas y esteros pantanosos yace, en un nivel suprafísico, una
sonda de comunicación del antiguo centro inframundano homónimo. Iberah es
uno de los núcleos ocultos que sustentaron el desarrollo espiritual del
planeta. Antecesor de Shambalah,
se formó como centro regente de la Tierra en sincronicidad con la primitiva raza lemuriana (la Tercera Raza
terrícola, primera en acceder a la vida material tridimensional).
Actualmente el trabajo se destina ahí a la vida de la materia en sí, a la vida
de la sustancia que compone todas las formas manifestadas en el plano físico.
Los procesos de transmutación y de transubstanciación constituyen los
instrumentos de acción de esta enigmática morada intraterrestre, ancestro
milenario de toda práctica alquímica. De ahí que Hermes (el Mercurio romano)
sea su deidad patrona, cuyas virtudes de disolución y transformación, lo hacen
agente indispensable en operación de la coniunctio
oppositorum realizada sobre la naturaleza andrógina. Le son afines los
hechos y personajes que dominan el relato mítico helénico del gobierno de
Chornos, de su codicioso hijo Zeus y de los Titanes, oriundos éstos del planetoide
Quirón. Es su emblema la alegórica tríada animal de la Serpiente (aspecto luciferino del Conocimiento), el Jaguar (resabio instintual de lo
humano en evolución) y el Águila
(superación sublime del la “Caída” y el orden materialista). La figura de
Prometeo (evocada en el poema) le es entrañable. Consubstanciada con el legendario Templo (etérico) de Ibez, en algún sitio velado del corazón de Sudamérica, sus espejos se proyectan en
la región de la mencionada laguna de Iberá y en la región de Viedma (Río Negro,
Argentina).
[2] Escritura ortográfica: OKUKA / OKUKA BANAI ITI / SHIBANA
KIKI NAGUA. Mantra de entrega y preparación para la purificación.
[3] Cfr.
P. Valéry: “… le vent se
léve !... Il faut tenter de vivre !.”, en Le cimetiére marin,
estrofa final.
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Esteros de Iberah (Corrientes, Argentina)
Imagen de portada: "La puerta del Infierno", fotografía firmada por SKINNER. Publicada en el sitio:
Abajo: Una toma de los esteros de Iberah. Publicada en el sitio:
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