11 de mayo de 2012

LA MALDICIÓN DE BABEL (II): EL VERBO Y EL COSMOS (II)




José Trigueirinho: 
otra versión cosmológica del lenguaje humano



Dejo a continuación librados a la curiosidad y el discernimiento de quien se acercare a este anotador unos fragmentos del "Apéndice: Revelaciones sobre la vida", del libro Secretos develados (Iberah y Anu Tea), de José Trigueirinho Netto. Su pensamiento y sus visiones vienen irrigando este espacio con su agua fresca y pura, agua nacida de una fuente a la que muy pocos humanos, de hoy y de siempre, hayan tenido acceso. Llevo leídos menos de la mitad de sus caudalosos libros, y sólo algunos capítulos, algunos artículos sueltos, en su portugués original, que intuyo mucho más de lo que domino. Me arriesgaría a afirmar que no existe, en el entorno de los últimos cincuenta años, en Occidente al menos, un corpus de literatura cosmológica, metafísica o iniciática que haya fundado su discurso en una matriz de coherencia, vocación holística y belleza como el fluyente “work in progress” de este humilde Profeta del Silencio oriundo de Säo Paulo, Brasil, nacido en 1931. 

Desde la aparición paulatina del conjunto de escritos producido por Helena P. Blavatsky o por Carl Jung el mundo no había recibido, creo, un impacto intelectual y espiritual tan entusiasta y riguroso. Su pensamiento ( en la 'avant garde' teórica de la presente hecatombe planetaria) abreva en la más profunda e intrincada tradición ocultista, esotérica y filosófica; figuras de Oriente y de Occidente, de la remota Antigüedad, la Europa medieval y la modernidad de todas partes se transfiguran en su redoma de alquimista. Imagino que el tiempo irá transformando su prédica serena en un nuevo Humanismo, en alguna Hermenéutica universal destinada a develar e iluminar los símbolos que la Era de Acuario ya está activando, según lo habilita este Universo, para la necesidad de toda criatura puesta a prueba en la Tierra. 

A diferencia de otros muchos (exploradores de ruinas y sabuesos de signos, "canalizadores" y "facilitadores"), cautivos de su ego apasionado y de un cierto sentimiento de posesión sobre los hechos que delatan como primicias exclusivas y los secretos que guardan como druidas en el exilio, Trigueirinho le habla directamente al centro divino de nuestra arcilla pretenciosa y escapista, desarticulando la trama interna automatizada y engañosa que lo desvirtúa y aplaza. 

Sólo por los espurios manejos escondidos del Sistema mundial que agoniza sus libros no son aún de discusión imprescindible en las aulas donde se siguen atrofiando mentes y sensibilidades. Muy a pesar de la perseverante incisión de sus detractores, empeñados en confundirlo con facciones o clanes como la New Age y otras especies (de las que discreta u ostensiblemente ha tomado distancia crítica), su “Alfa-y-Omega” es una inconmovible experiencia de lo Supremo, una fe que descansa en el Espíritu que, como Padre y Madre, posibilitó el Cosmos versátil y transmutante irradiado desde su propio Misterio. No hay dimensión de existencia ni expresión de vida que no merezca en sus textos un respetuoso y amoroso tratamiento. Leerlo es abismarse en una aventura que, lejos de todo reduccionismo intelectual o ideológico, libre de cualquier cómoda profesión religiosa o metafísica, conduce al inexorable desafío de entender qué y quién somos, cómo funciona el Universo que nos acepta en su seno, qué es Dios y qué ese derrotero inexplicable y profusamente absurdo que nos consolamos en llamar "Destino", o su contraparte ilusionada, el incierto "libre albedrío". Nada humano (ni animal ni vegetal ni mineral ni sutil) echa de menos su atención puntual y esclarecedora. Lo esencial – siempre invisible a los ojos – se vuelve en su voz vicaria un testimonio tangible y verosímil de lo trascendente, del reino real por antonomasia que nos reclama como sus legítimos herederos. Su intención desconoce las fáciles estrategias y tácticas de la persuasión o del soborno pseudo espiritualista, tan obscenamente multiplicado hoy día. No he hallado en su jungla delicada y atroz un solo vestigio de conmiseración, de complacencia o de amedrentamiento, medios eficaces para quienes ocultan proyectos y réditos personales o sectarios entre nosotros. Sus revelaciones (lo mismo sobre los tiempos que se aproximan que sobre los que atesoran las huellas primordiales de la historia planetaria) jamás apelan al negocio de la denuncia ni la novedad efectistas. Su susurro íntimo, sin obsecuencias ni digresiones que nos induzcan ni nos distraigan, es un clamor convencido de la incesante renovación de cuanto goza de algún grado de realidad, el preanuncio de que cada uno es un Iniciado en potencia, de que somos (desde siempre - sacerdotes sin   otro ministerio que el de bregar por la olvidada divinización de la vida. Entregarse a su torrente de ideas e imágenes implica releer los Vedas y el I Ching, a Homero, a Dante y a los románticos heteróclitos, las fascinantes aporías de la Física Cuántica o el fraudulento diario del domingo, con una óptica asaz irreconocible, desde una nunca antes avizorada orilla,   una atalaya que restaura la jubilosa unidad de la vida y la muerte, cuya escisión tanta opresión y pesar ha acarreado al hombre. 

A este coloso del ocultismo acuariano, en cuyo generoso crisol Naturaleza y Cultura se anudan de nuevo como dos facetas de una sola entidad, no le hace falta más que la palabra despojada y certera, la que remeda el mantra con poder: sabe que estamos “condenados” a ser libres, y que la llave de la celda que nos ha atrapado y malogrado cíclicamente durante miles y miles de años solares está, según lo advirtió claramente el Nazareno cuyo aliento lo mueve y anima, dentro, muy dentro nuestro, donde palpita y espera brotar la Verdad.



Gustavo Aritto

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Según la concepción esotérica del autor brasileño, el término palabra puede referirse al impulso de creación de un universo o de sus mundos, o puede representar alguna fase de la evolución de la humanidad o la vibración esencial de un ser. Se trataría de la "formalización de una idea", de un símbolo evocador. El "hombre común" (es decir, el que siguiendo el libre albedrío se apartó de las leyes universales y, así, de su proyecto evolutivo) se distanció de la esencia y, del mismo modo, su palabra se distanció del Verbo que debería animarla. Como consecuencia, los idiomas actuales no retratan de manera adecuada las realidades del mundo interior. Pero el pulsar de la palabra puede actuar sobre las estructuras energéticas, plasmándolas, transformándolas, aglutinándolas o desintegrándolas. La palabra es un instrumento de creación, pudiendo servir de vehículo a patrones arquetípicos e impulsar el desarrollo de sectores del Plan Evolutivo. Así, si penetra los éteres imbuida de fuerza creadora, activa elementales y devas, y los pone en el dinámico trabajo de concretar lo que ella inspira. Para que la palabra actúe de ese modo, antes de proferirla, el individuo se une a la esencia de lo que será transmitido. Se interioriza y percibe el tiempo, el espacio, el sonido y las vibraciones de una manera diferentes y en otros ritmos. Cuando la búsqueda personal de unión va ascendiendo, cuando va abandonando el ámbito de las relaciones para ingresar en el de las ideas y después en el propio Verbo, recién entonces la consciencia humana se expande y los cuerpos sutiles (esto es, el astral, el mental, el cuerpo de luz monádico) van adquiriendo mayor luminosidad, liberándose, poco a poco, de la sujeción a las fuerzas materiales. Cada fase de la existencia tendría un sonido característico, su propia nota, parte del acorde universal. Para cumplir su papel en esta armonía global, el ser humano debe emitir esa nota, afinada y al unísono con el Todo. El sonido es vibración, y no sólo existe en el mundo tangible sino también en el interno. A los sentimientos, a los pensamientos, a la irradiación del alma y de la mónada les corresponden diferentes sonidos. Asimismo, la Naturaleza actúa por medio del sonido, construyendo el molde sutil de todo lo que se manifiesta. El cosmos emite, en sus estratos físicos, una pulsación; ésta le permite expandirse sin perder el equilibrio, pues en los intervalos entre las pulsaciones el universo puede estabilizarse en el mismo patrón del impulso recibido. Lo que el Yoga y muchas filosofías orientales asociaron a la respiración humana está vinculado a algo más interno, a la pulsación cósmica. Fundamentado en ese conocimiento, surgió el trabajo con mantras. El mantra, entonado en un ritmo concadenado y constante, puede poner al individuo en sintonía con esa pulsación. De ese modo, las percepciones sensoriales pueden quedar momentáneamente suspendidas y el el ser sumergirse en la eternidad.El poder creativo consciente, ora por medio del pensamiento, ora por el sonido, se retiró a los planos interiores hace ya mucho y será restituido a la humanidad de superficie cuando estuviere en condiciones de manejar la energía en el plano formal sin dejarse envolver por las fuerzas de la materia.


Lecturas de J. Trigueirinho que abordan estos aspectos de la manifestación cósmica: Historia escrita en los Espejos (Principios de comunicación cósmica)La creación (En los caminos de la energía)Confines del universo (Nuevas revelaciones de la Ciencia Oculta)Léxico esotérico




“El Verbo y el sonido”

Por José Trigueirinho



“El Verbo es el instrumento de creación emanado de la Fuente. La Palabra es la “vestidura” del Verbo, es su cuerpo de manifestación. En cada nivel de consciencia la Palabra corresponde a un determinado elemento y expresa una cualidad diferente. Por lo tanto, para cada nivel hay un “idioma”. Se puede decir simbólicamente que recién cuando todos los niveles se integren y emitan su propio sonido al unísono, habrá una sola lengua, un solo idioma.

En la simbología contenida en la antigua historia de la Torre de Babel está oculta la llave de la manifestación de los niveles de consciencia y de su disolución, el retorno de la esencia a la Fuente. No obstante, esa historia, en la versión que hoy es conocida, no corresponde a su mensaje original. Cuando el Verbo penetra el Gran Vacío, nace la luz, que lo colma. De ella surge el sonido. La interacción del sonido con el espacio cósmico genera el calor y el movimiento, y la interacción de la luz con el sonido hace emerger el color. El Verbo es ocultado por el ritmo y se refleja en todos los planos, estando presente en cada uno de ellos en un grado diferente. Ese misterio se repite en cada creación de un universo y, por lo tanto, los términos luzsonidocolor, entre otros, tienen significados relativos, pues dependen del contexto en el que son utilizados.

Cuando se dice que un objeto es de determinado color, esto significa que él refleja aquel color tornándolo visible, mas también se sabe que los demás colores del espectro son absorbidos en su sustancia. En el mundo material los colores son expresiones de la luz en bandas vibratorias perceptibles a los ojos humanos. La esencia de esos colores es pura energía y se encuentra en escalas de vibración superiores a los de otros elementos tales como el sonido, el calor y los cuatro elementos materiales, tierra, agua, fuego y aire.

Cada centro intraterreno[1] expresa una cualidad de energía, un Rayo[2] específico. Aunque reciba todos los Rayos, manifiesta, en cada nivel de consciencia, aquel que corresponde a su tarea. Por lo tanto, hay un similitud entre la manifestación de un color por un objeto en el mundo material y la manifestación de un Rayo por un centro planetario en los diversos niveles de consciencia. Es la vibración del Espejo[3] del propio centro lo que determinará las energías a ser absorbidas o reflejadas por él – hecho que tiene relación directa con su Jerarquía y con el grado de trabajo que realiza en los diversos planos de existencia del universo. Así como el color es una cualidad sutil que se torna perceptible externamente solo cuando hay una base material que la reciba y la refleje, la luz de los Rayos es reconocida solamente cuando se refleja en algunos de los niveles de consciencia. Y, del mismo modo que la luz al atravesar el vacío no es vista pero existe, aunque no haya una base externa que reciba la luz de los Rayos, acontece el trabajo sutil realizado por ella.

Al penetrar la naturaleza de la manifestación formal, la consciencia humana puede depararse con [sic] ciertos símbolos. La concepción de los cuatro elementos, por ejemplo, es una de las más antiguas simbologías que la humanidad recogió del contacto interior. Entretanto, el individuo sólo puede comprenderla cuando alcanza niveles más profundos de percepción.

Cierta vez, un estudiante que se interesaba por ese asunto tuvo, inclusive estando despierto, un sueño en el cual veía cuatro niños que sostenían algo en sus manos. Esos niños eran conducidos por alguien (que no era visto) y colocados, uno por uno, en su posición correcta. Entonces le era mostrado muy claramente lo que ellos llevaban y el orden según el cual estaban dispuestos:

tierraaguafuegoaire,

En seguida, veía cuatro puntos representando esos leementos, y de esos puntos surgían líneas que se cruzaban:

                                      aire                     fuego


                                      tierra                 agua

Al mismo tiempo, surgía una especie de línea divisoria indicando el carácter de esos elementos:

      aire              fuego              CARÁCTER  CREATIVO


     tierra           agua                CARÁCTER  RECEPTIVO


El término sonido es usado esotéricamente para expresar una cualidad superior a la de los elementos materiales: tierra, agua, fuego y aire. A primera vista esa afirmación puede parecer contrapuesta a los datos de la física concreta, que demuestra que existe la siguiente relación entre algunas cualidades de energía:


-         luz                         GRADO DE SUTILIZACIÓN DE
-         fuego                                      LA ENERGÍA
-         sonido                                   [en orden descendente]


Empero, tanto la primera afirmación como estos datos de la física son verdaderos, sólo tratan del mismo tema bajo prismas diferentes.

Cuando el término sonido es usado para definir un estado muy elevado, no corresponde a lo que se conoce como ondas sonoras. Las ondas sonoras se relacionan con el elemento aire, mientras el sonido, como vibración expresada por el Verbo, actúa principalmente sobre la base de los éteres superiores. Tampoco los términos luz fuego, usados para expresar vibraciones espirituales, tienen relación con la luz y el fuego materiales.”


Extraído (espacialmente reconfigurado) del libro Secretos develados (Iberah y Anu Tea), Bs. As., Kier, 1993.


J. Trigueirinho 


[1] Núcleos energéticos donde la Jerarquía espiritual del planeta está ancorada. Esos núcleos, generalmente representados por una civilización intraterrena que es la base de su existencia, captan el propósito del Logos y lo irradian hacia todo el planeta, juntamente con el impulso para que ese propósito se cumpla. En general, esos centros se encuentran en los niveles sutiles, siendo rarísimos los que en la actualidad se proyectan en el nivel físico en la superficie de la Tierra.
[2] Cuando un impulso mana de la Fuente Mayor, sea para ingresar en la Creación, sea para estimular sus canales creadores, conduce energías de cualidades específicas. Esas energías son los Rayos. Nada, ni desde la más mínima partícula a la más magnífica obra del Creador, deja de ser penetrado por los Rayos. Entre los Rayos Cósmicos, los siete primeros pudieron ancorar en la superficie de la Tierra, y otros cinco aguardan el despertar del nivel gonádico (= espiritual), hecho que comienza a acontecer en la actual transición, para que puedan introducirse en ella más ampliamente.
Los siete Rayos son también denominados por sus cualidades básicas respectivas. Primer rayo: voluntad – poder; Segundo Rayo: amor – sabiduría (es el que correspondió a Jesús-Cristo); Tercer Rayo: Inteligencia-actividad; Cuarto Rayo: armonía y equilibrio; Quinto Rayo: conocimiento concreto - ciencia; Sexto Rayo: devoción – idealismo; Séptimo Rayo: orden, organización, ceremonial cósmico (es el “Rayo Violeta” afín a la Era de Acuario, secundado hasta ahora por el ascendido espíritu de Saint Germain).
[3] Sistema cósmico de interligación energética de los universos y de las consciencias coligadas con la Jerarquía espiritual planetaria y cósmica. Todo proceso de captación de ondas emitidas por las Jerarquía está vinculado a los Espejos; además, existe un linaje jerárquico denominado Espejos, constituido por las consciencias que ofrecen su propia energía como base y sustancia para que ese sistema de comunicaciones pueda operar. En la actual etapa evolutiva de la Tierra, en los niveles de consciencia donde los seres se manifiestan por medio de las polaridades masculina o femenina, los miembros del linaje Espejo asumen cuerpos femeninos; no obstante, como esencia, son andróginos, como lo son todas las esencias.


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